6/27/2015

Programa Tiempo de Mujeres en CFRU la radio universitaria de Guelph sabado 27 de junio 2015

Desde cfru 93.3 fm la Radio de la Universidad de Guelph
en Ontario, Canadá
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MUJERES POR LA DEMOCRACIA

Bienvenida al programa de hoy
Noticias de Género en la Red



Género en la mira con

 Daniela Villegas
en descanso por motivos academicos

 todos los días leemos o vemos en las noticias relatos de violencia, y nos preguntamos el por qué de tanta ira o agresióndicen que si quieres un cambio tienes que dejar de hacer las cosas como las has venido haciendo y es cierto, los patrones de conducta o estereotipos han maximizado la crueldad, muchas veces nos hemos planteado como educamos a las nuevas generaciones, la primera educación viene de casa, y los juguetes que les compramos a nuestros hijos son tan importantes, hoy son tan comunes los videojuegos, pocos padres o madres nos sentamos a analizar que contienen en cuanto a mensajes e imágenes, son muy comunes y damos por sentado que son buenos o que no pueden ser tan malosnecesitamos saber cuáles son las consecuencias de éstos juegos en la vida de nuestros menores, como manejarán la pérdida y la frustración, que grado de violencia manejan y de qué manera, si a través de los juegos los niños y las niñas aprenden en múltiples direcciones, resulta necesario analizar qué pasa con los populares videojuegos en la actualidad

Y la realidad de la violencia se da en todas partes, aún en Instituciones que son las encargadas de cuidar y proteger la Paz pero con violencia, una conducta que parte dentro de las mismas organizaciones, nos hemos enterado que las mujeres dentro del Ejército son violentadas y acosadas, intimidadas también para que evitar que denuncien y pidan justicia, hace poco supimos las conductas de abuso sexual por parte de los “Cascos Azules” de la ONU, este grupo llamado fuerzas de paz encargado de proteger a la ciudadanía abusó de 225 mujeres y niñas por sus condiciones de pobreza, es por eso que necesitamos cambios, revisiones de qué es lo que estamos haciendo mal

y continuamos con el programa de   nuestra querida amiga María Néder y sus Mujeres de Puerto Almendro, un espacio para conocer de las mujeres latinoamericanas instrumentistas, compositoras y cantautoras a lo largo del tiempo

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Videojuegos y sexismo


Por Enrique Javier Díez Gutiérrez

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Si a través de los juegos los niños y las niñas aprenden en múltiples direcciones, resulta necesario analizar qué pasa con los populares videojuegos en la actualidad.

El juego es un aprendizaje para la vida. A través de los juegos y los juguetes los niños y las niñas aprenden a socializarse, a desarrollar sus capacidades y sus habilidades y a ver el mundo. Actualmente los videojuegos son el juguete más regalado a niños (en menor medida a niñas) y adolescentes. Los videojuegos constituyen instrumentos mediante los que el niño y la niña comprende el medio cultural que le rodea. Por eso hemos realizado la investigación más extensa llevada a cabo en Europa sobre los contenidos y valores que transmiten los videojuegos y podéis leer a continuación sus conclusiones.

Está investigación fue encargada y financiada por CIDE (Ministerio de Educación y Ciencia) e Instituto de la Mujer (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales) y realizada durante el año 2003 y 2004. Ha sido una de las investigación más amplia y extensa realizada en España: se han pasado 5.000 cuestionarios, se han analizado los 250 videojuegos comerciales más vendidos, se han realizado 22 estudios de caso con 44 participantes, se han hecho 60 entrevistas en profundidad, 13 grupos de discusión, 20 observaciones de campo, así como el análisis documental de 14 revistas durante los tres últimos años.

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Lara Croft
La primera conclusión de esta investigación es que todos los videojuegos analizados reproducen estereotipos sexistas. Están hechos por hombres y para los hombres, reforzando el comportamiento y papel masculino e incluso, en ocasiones, con claras muestras de incitación al sexismo. Los juegos están pensados para un imaginario masculino, y responden a lo que desde la representación social serían los deseos, las afinidades y las aficiones de los varones. Por eso son los chicos los que más juegan.

Podemos decir que hay un sexismo explícito, centrado en la imagen y el rol de la mujer, y un sexismo implícito que hemos denominado la “cultura macho”. La cultura sexista no alude únicamente al rol que desempeña la mujer en estos videojuegos, o al lenguaje sexista que se emplea en los mismos, ni siquiera a la imagen de la mujer que en ellos se presenta, sino que hace referencia, también, a la construcción de un mundo virtual basado en lo que podemos denominar la “cultura macho”. En esta cultura “macho” una idea distorsionada de lo masculino es elevada a categoría de universal y válida, en la que sólo se dan ‘valores’ como el poder, la fuerza, la valentía, el dominio, el honor, la venganza, el desafío, el desprecio y el orgullo. Por el contrario, lo femenino es asimilado a debilidad, cobardía, conformismo y sumisión. Los rasgos que definen ese sexismo implícito en los videojuegos se centran en la competitividad, la violencia, el racismo, el maniqueísmo ideológico, la impulsividad y la irresponsabilidad que implica.

En cuanto a la imagen y el rol de la mujer, hemos podido comprobar que la representación femenina en los videojuegos es menor (17% frente a 64%), generalmente minusvalorada, y en actitudes dominadas y pasivas. Sus modelos corporales son tendentes a la exageración (90%) con idealizaciones de personajes sacados del cómic o hasta del cine porno. Su vestimenta no responde a las necesidades del momento, de la historia, del trabajo o de la acción que se realiza en el videojuego, sino a mostrarse “insinuante” o “seductora” hacia los hombres (73%). Esto supone un fuerte impacto sobre la imagen que las niñas y adolescentes se construyen de ellas mismas y que contribuye especialmente a que los niños y jóvenes asuman pautas de comportamiento respecto a la mujer elaboradas a partir de una visión estereotipada y limitada de lo femenino. Con este tipo de videojuegos las chicas aprenden la dependencia y los chicos la dominación.
Las protestas internacionales ante este “machismo” primario y burdo, han llevado a incorporar un nuevo tipo de personaje protagonista femenino con unas actitudes y acciones similares a las de los héroes masculinos (pero eso sí, dejando entrever un cuerpo escultural entre el armamento que portan), tendiéndose a una progresiva masculinización de la figura femenina y una exaltación de los valores y roles tradicionalmente masculinos.


En cuanto al sexismo implícito, hay que tener en cuenta que se trata de un problema social y, como tal, impregna todos los subsistemas del simbólico establecido de manera subliminal. Es, por lo tanto, un fenómeno estructural al que Galtung denomina ‘violencia cultural’ que se transmite oculta en el proceso de socialización. En nuestra civilización jerarquizada, los que están arriba, y no olvidemos que los hombres siempre lo han estado, son los que han ido construyendo un modelo en el que lo significante, lo valioso, es aquello que se ajusta más fácilmente al “esquema viril”. Es el denominado “síndrome de John Wayne”, un código de conducta explicito aunque no escrito, un conjunto de rasgos masculinos que hemos aprendido a venerar desde la infancia y al que las nuevas protagonistas femeninas se van asimilando. Esto se puede comprobar haciendo la “prueba de la inversión”: Las mujeres pueden hacerse pasar por hombres y utilizar los mismos videojuegos, pero lo contrario es imposible. Lo masculino se ha convertido en la norma, en “el neutro” que engloba a los hombres y a las mujeres, mientras que lo femenino se asocia a la excepción, la ‘anormalidad’.

Esta cultura macho se caracteriza por:

- La competitividad y el triunfo como criterio definidor de las acciones de los videojuegos. Por eso les interesan más a los chicos. Son prácticamente inexistentes los videojuegos que exigen cooperación.

- La violencia como elemento básico de la acción: Cualquier máquina de destrucción ha recibido su versión simulada: hay simuladores de barcos de guerra, de aviones de guerra, de carros de combate, etc. Las revistas especializadas establecen una relación proporcional entre la violencia de un juego y su calidad. Porque la violencia vende. La violencia se ha convertido en uno de los elementos importantes de cualquier videojuego que quiere triunfar y ser número uno en ventas. El problema es que trivializan la violencia real y que los niños y niñas acaban volviéndose inmunes a su horror. El mayor peligro no es la generación o no de comportamientos violentos, sino la insensibilización ante la violencia. Se presenta una violencia sin consecuencias para la persona que la perpetra o para la víctima, enviando el mensaje de que la violencia es un modo aceptable de alcanzar objetivos, divertido y sin daño

- El racismo que configura al otro como enemigo. Un enemigo que debe ser eliminado. Y es un enemigo “marcado”. Es decir, no es cualquier enemigo, sino supuestos enemigos creados en función de unos intereses sociales y culturales delimitados: se ha pasado del enemigo comunista, al enemigo terrorista que coincide con el árabe o el sudamericano. Aparece así una visión estereotipada de la realidad donde los colombianos son traficantes de droga, los árabes fanáticos adoradores de Alá que practican el terrorismo contra los occidentales, los militares rusos tienen veleidades totalitarias. “El Eje del Mal acuñado por Bush Jr. se transmuta en videojuego” (Pita, 2003, 31). No hemos visto ningún videojuego cuyo protagonista, masculino o femenino, pertenezca a una minoría (gitanos, gays, minusválidos, migrantes, etc.) Excepto, claro está, cuando tienen que exhibir sus cualidades físicas, que no intelectuales, en competiciones (boxeo, fútbol, baloncesto...) y en alguna guerra como “carne de cañón”, como si sólo se les permitiera sobresalir y ser protagonistas en lo más “instintivo” o “primitivo” del ser humano.

- Visión ideológica de la realidad: Algunos han visto que pueden ser un arma de propaganda política, y que en etapas previas a la madurez, este puede servir para imprimir ciertos valores. El ejército estadounidense ha encontrado una nueva y poderosa arma para entrenar a sus soldados en el sucio y peligroso trabajo de guerrilla urbana: los videojuegos. America’s Army es distribuido de manera gratuita a través de los CD-ROM que se regalan con las revistas especializadas, en las oficinas de reclutamiento y como descarga gratuita en Internet. Según información del propio ejército estadounidense en el año 2003, más de un millón de personas ya lo habrían hecho, y 600.000 de ellas habrían terminado las misiones de entrenamiento. La prensa especializada, ha admitido que el juego es "propaganda de principio a fin“. La ideología de sus contenidos contribuye a construir percepciones de la realidad y modelos de vida. Reducción al “pensamiento único”: jugando al videojuego Trópico, al intentar reducir al mínimo la presencia de los militares, teníamos constantes amenazas de golpe de estado y con la consiguiente retirada de la ayuda económica por parte de las grandes potencias. Más tarde, y ante una economía tambaleante a causa de un excesivo gasto social y salarios dignos, el Banco Mundial intervino limitando directamente los gastos del gobierno.

- Impulsividad: Potencian un pensamiento fugaz, instantáneo, impulsivo, de “mariposeo”, que no ayuda a nuestras alumnas y alumnos al desarrollo del pensamiento profundo, ni a un auténtico aprendizaje estratégico. Incluso los de estrategia exigen una planificación muy elemental orientada a ganar, conquistar; donde sigue predominando la acción sobre la reflexión.

- Irresponsabilidad: A través de ellos se puede pasar de la mirada a la acción, al menos simulada. Y esta acción nos permite transgredir las normas sociales sin sufrir consecuencias de ningún tipo. Podemos engañar, mentir; podemos asesinar a otros seres humanos. Cada vez son más demandados los videojuegos cuya violencia es más truculenta y gráfica. Esto supone una progresiva insensibilidad ante la imagen y la práctica de la violencia


Otra importante conclusión que hemos obtenido es que la mayoría de las personas jóvenes encuestadas y entrevistadas o que han participado en los grupos de discusión creen que los videojuegos no les afectan. Es casi unánime el consenso sobre este aspecto. No son conscientes de cómo influye en su concepción de la realidad, en sus creencias y valores, en sus comportamientos, en sus relaciones con los que les rodean. Tanto los niños como las niñas reciben mensajes negativos que influyen sobre la manera en que creen que deben actuar y el aspecto que deben tener. Este tipo de retrato envía señales muy fuertes acerca de lo que significa ser mujer y ser hombre. Muchos de los chicos jóvenes, de la misma manera que las chicas jóvenes, pueden concebir que los personajes extremadamente eróticos representan el “símbolo de la mujer ideal”. Estas imágenes pueden afectar a la capacidad de autoestima de las chicas, así como a la idea que ellas tienen de su puesto en el mundo. Además, estas imágenes también influyen en lo que esperan los chicos de las chicas y en como se relacionan con ellas.


Por último, señalar que la mayoría de las personas adultas desconocen los contenidos y los valores de este mundo en el que están inmersos los niños y niñas: hemos constatado que sólo el 40% de las personas encuestadas tienen un seguimiento del uso de sus videojuegos por parte de una persona adulta. Pero aún es más significativo que sólo a una de cada cuatro personas que juegan a videojuegos se le controla los contenidos. Casi el 75% de las personas adolescentes y jóvenes que usan videojuegos, manifiestan que sus familias no saben cuáles son los contenidos de los mismos ni los valores que transmiten.

Por eso creemos que todas y todos somos responsables. La sociedad adulta (multinacionales que los diseñan y fabrican, autoridades administrativas y gobiernos que los autorizan, medios de comunicación que ganan ingentes cantidades de dinero con su publicidad, organizaciones educativas y sociales que han de enseñar mecanismos de defensa y crítica frente a ellos, investigadores y empresas editoriales y multimedia que no invierten en crear otros juegos alternativos más creativos, familias que invierten dinero en su compra, etc.) es cómplice de la “cultura macho” que estos videojuegos ayudan a generar, potenciar y sostener. Francisco Javier Fernández, responsable de Amnistía Internacional en Asturias: "no es solamente un problema de la gente joven, sino que es un problema en general de la sociedad. Los valores comerciales o de lucro se ponen por encima de los derechos humanos, de la paz o de la justicia”.


El mercado se ha convertido en el gran regulador del consumo en función de la oferta y la demanda. Es el sujeto individual quien ha de decidir qué es bueno y qué es malo. Se ha pasado de una regulación social a
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la “libertad de mercado”. Se están hurtando a la discusión pública y política muchos problemas estructurales y sociales actualmente. Y este es uno de ellos. Se tratan de remitir a la decisión individual, a la libertad de elección del consumidor o de la consumidora. Como si de ellas y ellos dependiera el apagar el televisor o dejar de jugar a los videojuegos. Mientras que lo que se oculta al debate social es qué contenidos y valores son los que tienen que promover esos videojuegos.


Esto significa que la socialización esta siendo dirigida esencialmente por el mercado. Y se tiende a responsabilizar a las familias de las salvajes condiciones que impone el dios contemporáneo: el mercado global. Es el sujeto quien tiene que combatir contra él. Porque el mercado se autorregula. Es la divinidad de la libertad de mercado la que se nos impone y nos culpabiliza. Es la perversión que convierte a las víctimas en culpables, y les hace sentirse como tales. La tecnología tiene que estar al servicio de la comunidad, al servicio de la sociedad no al servicio del rendimiento económico. La responsabilidad está antes del mercado, antes de que esos productos lleguen al mercado. ¿Y si hacemos otros productos conforme a los derechos humanos y a los principios y valores que defendemos, al menos teóricamente? ¿Y si ponemos el mercado al servicio de los seres humanos?

Las propuestas que planteamos se irían en tres direcciones:

- a) Se necesita exigir a las multinacionales que diseñan y crean videojuegos un nuevo enfoque en la creación de videojuegos auténticamente “valiosos” (con valores sociales positivos), que tengan en cuenta todas las necesidades emocionales y de experiencias que tiene el ser humano, aportando a la suma aquellas características que injustamente se han denominado típicamente femeninas.

- b) Establecer un marco legal y normativo que regule el mercado de los videojuegos, principalmente en lo referido a la adecuación de los contenidos y valores de los productos.

- c) Promover un clima de apoyo a los agentes educativos fundamentales (familias y escuelas) para que eduquen en el análisis crítico de los contenidos y valores que transmiten estos videojuegos.

Por eso, fruto de esta investigación se ha generado una guía didáctica y un material multimedia, un cd-rom interactivo para trabajar con el alumnado el análisis de los videojuegos y sus consecuencias. En el se sintetizan las conclusiones de esta investigación y se proponen una serie de actividades de trabajo interactivas con el alumnado.

La finalidad de la misma es ofrecer una serie de actividades concretas, que pueden ser incorporadas al curriculum de aula en las diferentes áreas, tanto en primaria como en secundaria, para introducir el análisis de los videojuegos desde una perspectiva no sexista en el ámbito escolar. La metodología de trabajo que se propone en esta guía de actividades se basa en la experimentación, la reflexión y la actuación. El mero conocimiento intelectual de los contenidos de los videojuegos, de los valores que promueven, no lleva a un cambio de actitudes. Se necesita analizar cuáles son los mecanismos y las estrategias que generan un tipo de pensamiento, una serie de creencias, para poder cambiarlas.

Esto supone un proceso que implica tres pasos: primero conocer, segundo reflexionar y tercero actuar. Por eso hemos dividido las actividades en bloques que ayudan a “sumergirse” progresivamente en este proceso cada vez más profundo y comprometido. Partimos de aquellas actividades que nos ayudan a “aprender a mirar” los videojuegos hasta llegar a proponer una actuación transformadora que provoque un cambio de actitudes y de valores. Para cada una de las actividades se especifican las áreas en las que se pueden desarrollar, así como los niveles para las que son más adecuadas. Y en los bloques de actividades se concretan los objetivos de aprendizaje que se pretenden en función del currículo establecido, así como los contenidos que se desarrollan y los criterios de evaluación que se pueden aplicar.

TANTO LA PUBLICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN (468 pgs.) COMO LA GUÍA DIDÁCTICA (173 pgs.) CON EL CD-ROM INTERACTIVO SE PUEDEN SOLICITAR DE FORMA GRATUITA AL INSTITUTO DE LA MUJER, a la Directora de Programas:

ANA MAÑERU MÉNDEZ. Instituto de la Mujer. Condesa de Venadito 34. 28027 Madrid (España). Tfno: (34) 913637973. Fax: (34) 913638073 E-mail: amaneru@mtas.es


Podéis encontrar más información en:


fuente original : http://www.mujeresenred.net/spip.php?article468

Tecnología móvil, un instrumento para empoderar a las mujeres

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“Empoderar a las mujeres y las niñas para que accedan a la educación no es una opción, no es algo bueno que hay que hacer, sino que es indispensable”, sostiene Cherie Blair (izquierda). Crédito: A. D. McKenzie/IPS
“Empoderar a las mujeres y las niñas para que accedan a la educación no es una opción, no es algo bueno que hay que hacer, sino que es indispensable”, sostiene Cherie Blair (izquierda). Crédito: A. D. McKenzie/IPS

PARÍS, 26 feb 2015 (IPS) - Darles a las mujeres mayor acceso a la tecnología móvil mejoraría la alfabetización, profundizaría el desarrollo y permitiría oportunidades de educación y empleo, según expertos presentes en la cuarta Semana del Aprendizaje mediante Dispositivos Móviles, celebrada en la capital de Francia.
“La tecnología móvil puede ofrecer aprendizaje donde no hay libros, ni aulas, ni siquiera maestros. Esto es especialmente importante para las mujeres y las niñas que abandonan la escuela y necesitan una segunda oportunidad”, declaró Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres.
"La tecnología móvil puede ofrecer aprendizaje donde no hay libros, ni aulas, ni siquiera maestros. Esto es especialmente importante para las mujeres y las niñas que abandonan la escuela y necesitan una segunda oportunidad”: Phumzile Mlambo-Ngcuka.
La agencia, dedicada a promover la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres, sumó fuerzas con su “hermana”, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), para organizar la conferencia del 23 al 27 de este mes.
El objetivo del encuentro es darles a los participantes un foro “para aprender y debatir sobre programas, iniciativas y contenidos tecnológicos que están reduciendo los déficits de género en la educación”, informó Unesco.
Participantes de más de 70 países compartieron las llamadas mejores prácticas del sector y presentaron una serie de iniciativas, incluida la reducción de costos en el acceso a los servicios móviles en algunos países en desarrollo, y el dar capacitación y computadoras portátiles gratuitas a las mujeres docentes en países como Israel.
“Sigue habiendo una brecha de género persistente en el acceso a la tecnología móvil”, recordó la principal oradora, Cherie Blair, fundadora de la Fundación Cherie Blair para las Mujeres y esposa del  ex primer ministro británico Tony Blair.
“Cualquier cosa que fomente la educación de las niñas es importante”, aseguró en entrevista con IPS. Y es “particularmente importante” que la Unesco y ONU Mujeres hayan aunado sus fuerzas para colaborar y lograr resultados en esta área, añadió.
“Debemos animar a las mujeres a usar la tecnología y también tenemos que involucrar a los hombres para ofrecer apoyo”, dijo Blair. Una mujer en un país de bajos o medianos ingresos tiene 21 por ciento menos probabilidades que un hombre de tener un teléfono móvil, según una investigación a la que se refirió. En África tienen 23 por ciento menos probabilidades, y en Medio Oriente y el sur de Asia, 24 por ciento y 37 por ciento menos, respectivamente, añadió.
“Entre las razones que las mujeres mencionan por no tener un teléfono móvil se incluyen los costos de los aparatos y los planes, la falta de necesidad y el miedo a no ser capaces de dominar la tecnología”, explicó Blair.
Sin embargo, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), los teléfonos móviles son la “tecnología más generalizada y de más rápida adopción en la historia”, ya que 6.000 millones de los 7.000 millones de habitantes del planeta tienen acceso a ellos.
Si existiera paridad de género en este acceso, las mujeres podrían beneficiarse de la tecnología de distintas maneras, incluida la obtención de información sanitaria y otros servicios, según los expertos.
También podrían realizar los llamados cursos masivos abiertos en línea, como los que ofrecen cada vez más universidades y otros centros de enseñanza. En la actualidad, la mayoría de los estudiantes matriculados en este tipo de cursos son hombres, y muchos de ellos de altos ingresos, sugieren las encuestas.
El aprendizaje de esta tecnología por parte de las mujeres traería beneficios en el futuro, especialmente en materia de empleo, expresó Mark West, de Unesco.
“El 90 por ciento de los empleos en el futuro exigirán conocimientos en tecnologías de la información y comunicación. Así que toda idea que diga que no es social o culturalmente aceptable que las mujeres utilicen la tecnología es sumamente peligrosa”, subrayó en diálogo con IPS.
El hecho de que un 25 por ciento menos de mujeres que hombres accedan en la actualidad a Internet es “alarmante”, afirmó. Es necesario realizar cambios en la educación para que las niñas no queden excluidas de los puestos de trabajo en el futuro, recomendó.
“No es común que nos demos cuenta de cómo el género determina nuestras percepciones sobre la tecnología. A las mujeres se les enseña desde pequeñas a no gustarles la tecnología, que la matemática y las ciencias no son para ellas, y este es un gran problema”, destacó.
En el ámbito universitario, solo aproximadamente 20 por ciento de las alumnas estudian ciencias informáticas, y en el sector de la tecnología, solo seis por ciento de las directoras de empresas son mujeres, según datos de la UIT.
“Debemos hacer más para que las mujeres ingresen a los campos de las CTIM, vale decir, las disciplinas académicas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas”, exhortó Doreen Bogdan, directora del Departamento de Planificación Estratégica y Miembros de la UIT.
Algunos participantes se refirieron a programas actuales para mantener el interés de las niñas ​​en la ciencia, como los campamentos administrados por la empresa estadounidense de semiconductores Qualcomm, que reúne a alumnas de sexto grado para aprender codificación y otros conocimientos de tecnología.
“Todas las empresas de tecnología compiten por el mismo grupo de talentos y no hay suficientes mujeres en ese grupo porque no hay suficientes niñas que estén estudiando” en este ámbito, explicó Angela Baker, ejecutiva de Qualcomm.
“Hay un montón de investigación que muestra que cuando se tienen más mujeres en el sector, las empresas tienden a tener mejores resultados… así que tenemos un interés propio en lograr” la participación “de las niñas y las mujeres”, precisó.
Las niñas han avanzado mucho en su educación en los últimos 30 años, pero “todavía queda un largo camino por recorrer”, según los expertos reunidos en París, que citaron cifras de la ONU que muestran que por cada 10 niños que van a la escuela, solo van siete niñas.
Tanto la directora general de la Unesco, Irina Bokova, como Blair calificaron la educación como un elemento “indispensable de derechos humanos”, así como para el desarrollo y la seguridad.
Ambas resaltaron que el objetivo de lograr la igualdad de género en la educación se mantendrá en la agenda de desarrollo post-2015, y que la tecnología tendrá un papel importante.
“Empoderar a las mujeres y las niñas para que accedan a la educación no es una opción, no es algo bueno que hay que hacer, sino que es indispensable”, recalcó Blair.
Editado por Phil Harris / Traducido por Álvaro Queiruga

El acoso y la violencia sexual en el ejército: una realidad al descubierto


Fusion
Adital
Por Marta Castellnou*


#NoMiGeneral #Zaida Cantera El pasado 8 de marzo, el programa Salvados de 'la Sexta' revelaba una realidad que demasiadas veces ha sido ignorada y ocultada por parte de las fuerzas armadas españolas y las de tantos otros países: la violencia sexual cometida por miembros del ejército contra mujeres militares.

El caso de la capitán Zaida Cantera, ahora comandante Cantera, exponía como la ley militar dificultaba e incluso impedía la tarea de denunciar a un superior ya que la denuncia debía pasar antes por este superior.
La entonces capitán Cantera consiguió que el Tribunal Militar Central, en una sentencia dictada el 8 de marzo de 2012, condenase al entonces coronel Lezcano-Mújica a pasar dos años y diez meses en prisión por un delito de "abuso de autoridad " con "trato degradante", ya que por aquel entonces el acoso sexual ni siquiera estaba tipificado en el Código Penal Militar.

El pasado 28 de mayo conocíamos la resolución de su caso: la comandante, que el año pasado había pedido la baja en el Ejército de Tierra después de haber sido víctima de acoso sexual y laboral por parte del tenente-coronel Lezcano-Mújica, ha recibido la baja definitiva, firmada por la subsecretaria de Defensa Irene Domínguez-Alcahud; hecho que le autorizará a recibir una pensión máxima de 2500 euros brutos cuando abandone el ejército.

El caso de la comandante Cantera no es, por desgracia, un caso aislado. El abogado de la comandante, Antonio Suárez-Valdés, reconoció ante la prensa que su gabinete recibe cada año más de 200 denuncias sobre casos parecidos al de Zaida, de estos, la mitad se desestiman por "falta de carácter delictivo de los hechos", y del 50% restante sólo el 10% continua con el proceso y llevan su caso ante la justicia.

Suárez-Valdés reconoció que en muchos de estos casos pesa entre las víctimas de acoso y violencia sexual un "miedo insuperable" que les impide, muy a menudo bajo coerción e incluso acoso laboral como fue el caso de la comandante Cantera, denunciar por temer represalias; y en el caso de las militares de rangos inferiores, por temor a no renovar el contrato si denuncian lo ocurrido: "Si el mando le pone una calificación negativa, o se pone de acuerdo con otros dos o tres de su camarilla para informar negativamente, esa soldado a los pocos meses no tiene trabajo", explicó. Es decir, se da una paradoja en que las víctimas son culpabilizadas y deben pagar unas consecuencias terribles de acoso laboral y coerción que se suman a la ya traumática experiencia de acoso o violencia sexual, con las consecuentes graves secuelas para su salud psicológica.

En el año 2002 trascendió a la prensa el caso de la soldado Dolores Ocaña, la primera soldado que denunció a un superior por violencia sexual, Ocaña en un principio no quiso denunciar la totalidad de la agresión ya que recibió amenazas por parte del oficial que la agredió para que no lo hiciese.

En aquel momento, en el año 2002, solamente tres denuncias de este tipo de delitos habían trascendido. Desde la oficina del "Defensor del soldado" se dijo entonces que ellos tenían constancia de al menos 20 casos parecidos que les habían facilitado las víctimas en los últimos tres años. De nuevo, advirtieron que la mayoría de estas soldados se negó a efectuar denuncias formales por temor a las represalias. Entre aquellas pocas soldados que se atrevieron a denunciar los hechos, abundaban los casos en que sus superiores ocultaron el caso e impidieron la continuación del proceso judicial castrense "a cambio" de asegurarles su renovación o bien sencillamente, ejercieron sobre ellas acoso laboral para que no continuasen con su denuncia. La mayoría de estas militares terminan por abandonar el ejército, siendo la razón en muchos casos el no pasar las pruebas psicotécnicas por las secuelas psicológicas.

De ahí la importancia de establecer un protocolo de actuación para estos casos, similar al que ya existe en la Guardia civil, tal y como piden la comandante Cantera y su abogado.

El problema es que no se dispone de cifras oficiales de los delitos de acoso y violencia sexual que ocurren en el ejército español, a pesar de eso, y viendo el grave problema que suponen estos delitos en otros ejércitos occidentales, nada hace pensar que el ejército español, en el que la incorporación de las mujeres es una realidad desde 1988, deba ser una excepción.

Existe un organismo cuyo objetivo es velar por la integración de las mujeres en las fuerzas armadas: el "Observatorio militar por la igualdad" que nació en 2005 bajo el nombre "Observatorio de la mujer en las fuerzas armadas". Sin embargo, este organismo nunca ha hecho públicos datos sobre denuncias por acoso y violencia sexual en el ejército. En lugar de exponer los problemas y dificultades con los que debe lidiar la mujer en el ejército, los datos que hace públicos este organismo parecen ser únicamente aquellos que puedan ayudar a reclutar a nuevas militares.

Sabemos que el acoso y la violencia sexual es una realidad en el ejército pero la cifra total de casos resulta muy difícil de cuantificar por la opacidad e impunidad que envuelven estos delitos.

En aquellos países en que sí se han hecho públicos datos al respecto, las cifras, expuestas en el libro "Militarismo en España: balance del ciclo armamentista español hasta 2007" de Pere Ortega y Arcadi Oliveres (Icaria Editorial) son preocupantes: un estudio del año 2000, revelaba que en el ejército belga el 92,5% de las militares habían sido objeto de acoso sexual, el 36% habían sido víctimas de tocamientos indeseados y un 1,3% de violación; y el 50% de la mujeres de la RAF británica han sido víctimas de algún tipo de acoso sexual. La magnitud y gravedad del problema en el ejército norte-americano, también ha sido denunciada por el premiado documental La guerra invisible de Kirby Dick.

Además, el acoso sexual no era un delito tipificado como tal por el Código penal militar y los pocos datos de los que disponemos provienen de sentencias de la jurisdicción militar, y en esta sólo se tratan "los casos en que existe una relación de jerarquía" (Atlas del militarismo en España 2009, Centro de estudios por la Paz JM Delàs, Icaria Editorial), hecho que, es de suponer, excluye a la multitud de casos de acoso y violencia sexual que se producen entre militares de un mismo rango.

Del mismo modo, conviene tener presente que en el caso de la comandante Cantera, ella era una capitán. Las dificultades con las que topan las soldados para denunciar casos parecidos deben de ser aún mayores.

El nuevo régimen disciplinario de las Fuerzas Armadas, ley orgánica 4/2012, aprobada el 5 de diciembre de 2014, tipifica como faltas especialmente graves "aquellas que afecten a la libertad sexual de las personas, implicando tanto acoso sexual y por razón de sexo como profesional, y atenten contra la intimidad, la dignidad personal o en el trabajo, o supongan discriminación", hecho que ya es un avance si tenemos en cuenta que el acoso sexual también se convertirá en un delito tipificado en el nuevo código penal militar, el proyecto de ley del cual se aprobó el 5 de septiembre de 2014.

Sin embargo esta supuesta igualdad formal, en el papel, no se traduce en una igualdad real en el ejército.

Debemos exigir al Ministerio de defensa que haga públicos los datos sobre el número de denuncias y casos de acoso y violencia sexual en el ejército y que se establezca también, un protocolo de actuación en estos casos que termine con la opacidad y la impunidad de estos delitos en las fuerzas armadas y refleje la magnitud del problema ante la opinión pública.

*Centro Delàs d'Estudis per la Pau



La Jenízara ama a su papá


Una chimuela que masca tuercas.

lasillarota.com

“¿Cuáles son, las lluvias que me mojan?”: Sandra Lorenzano.
               
La Jenízara se despertó en la madrugada del domingo (Día del Padre) con una serenata bajo su ventana. Se la trajo su papá.  Ajá. ¿Ya les dije que su papá es como Tarzán? Bueno, se lo digo. Aunque en esta ocasión venía vestido con guayabera blanca, pantalón negro de lino y un sombrero Panamá, de esos que se tejen en las cuevas de Becal, en Campeche. La luna brillaba intensísima,  y arrojaba como lluviecita de luces, de allí lo indispensable del sombrero. El sombrero Panamá también se llama Jipijapa, y es, junto al Borsalino, de los sombreros más guapos de este mundo. 

En fin, me desvío.

Cuando la Jenízara quiere escribir de su papá, yo siempre me desvío.

Me explico: Aunque lo mío, lo que se dice lo mío, no sea leer inconscientes ajenos, me ha parecido observar que el amor por su padre –ahora ya muy mayor- es en la vida de la Jenízara como una especie de dolor extraño, infinito, atravesado. Subterráneo y constante. Como una herida abierta. Un anhelo contrariado. Porque ella, como era “normal”, como era su derecho que nadie cuestionó: se fue lejos y luego más lejos, y luego lejos pero más cerca.

Y lo “abandonó”, a su papá.

Una especie de traición geográfica.

Nada más geográfica.

Y por años y años él le escribió cartas con muchos dibujos, paquetes de fotos de animalitos, árboles, plantas y agua: becerros, lagartos, guacamayas, vaquitas, iguanas, lagartijas. Matas de plátano, palmeras, olas, nenúfares. 

Y muy poquitas palabras.

Por ejemplo: Un dibujo de un cayuco y una frase debajo: “En uno de estos me voy a ir remando y remando, para irte a visitar”.

La Jenízara le respondía con fotos de unas piedras romanas, un barquito en el Sena, una foto de su hijo/sus hijos, y frases igual de parcas que todas significaban: “Te estoy esperando”.

Cuando regresó a México dejaron de escribirse.

Por correo.

Ella jamás podría dejar de escribirle.

A su papá.

Tarzán, su esposa y su hija. Cuando la Jenízara –quizá- sí era chimuela de a de veras, pero no imaginaba que –como casi todas/os- tendría que aprender a mascar tuercas. Identifico esta foto con una escena de celos: el padre mira a la madre. La mocosa ofendida le da la espalda.

Uno de los más grandes misterios en su vida (la de ella) es ¿cómo fue capaz de atravesar una sola calle sin su papá? No la juzguen mal. En la realidad, ha sido una mujer independiente y (como dirían en los juzgados): hasta temeraria. Que si corrió para acá, que si corrió para allá. Que si ha vivido en varias ciudades y en varios países. Que si: “A mí la soledad no es que me haga los mandados (sería discriminatorio), pero me acompaña mientras los hago”. Dos ex maridos, tres chamacos. Y unos ciertos aires de chipocludita muy bien trabajados. No, no fue su intención “trabajarlos”, nada más así sucedió, con ella, o a pesar de ella. Me imagino que como parte del proceso interior de una hija favorita, que en el fondo, nunca se ha sentido capaz de cruzar ni una calle sin su papá. Aunque las cruce. Así vamos.
               
Lo anterior corresponde, por supuesto, al terreno de lo inconfesable. Pero quizá la escritura es justamente: el territorio del rompe y rasga. Lo que arranca las tripas. El territorio para chapotear (o nadar, depende de los casos) en lo inconfesable. Hay mucho de maravilloso en el vínculo de la hija favorita con el padre, y hay, al mismo tiempo, una marca para la hija, como un tatuaje invisible en la piel. ¿O quizá sucede así –por tantas razones y sinrazones- con todas las hijas de todos los padres?  ¿Quizá de no haber sido la favorita estaría escribiendo una historia muy distinta, pero escribiéndola de todas maneras y hablando de tatuajes? Es muy probable.  Pero aún  a estas alturas de la vida se le pueden escurrir las lágrimas cuando recuerda aquello de: “No la saquen de sus novelas, es que ella es lunática como mi madre”.  Tremendo honor: el padre adoraba a su madre. 
               
“Soy lunática como su madre”, se decía la Jenízara convencida de que aquello era el más grande halago jamás escuchado.  Su padre nunca pensó que las mujeres estuvieran destinadas a floreritos, a menos que se tratara de la Jenízara. “Estudia lo que quieras o no estudies, haz lo que quieras, pero nunca se te olvide que tú siempre vas a necesitar de un marido que te cuide. Sola, te perderías a la vuelta de tu casa”.  Ese “tratamiento especial”, claro que podría haber sido un mensaje complicadísimo. Es más, lo ha sido: la Jenízara tiene fundida esa parte del cerebro que guarda el sentido de la orientación. No es grave,  interroga a cantidad de personas hasta que llega a donde va, lo que le ha permitido constatar la solidaridad humana: aunque no sepan, todos se acomiden y te dicen en qué dirección tienes que caminar.

Pero ¿cómo explicarlo? También ese “tratamiento especial” ha sido de muchas maneras un regalo. El regalo de planetas remotos, de libertades apasionadas y lúdicas. Eso: el juego, se lo regaló su papá. Es parte de su manera de amar y de sentirse amada.  Su papá el mutista -¿acaso no es paradójico?- también le regaló su compulsión por las palabras. Y ese hombre tan, pero tan práctico, le ofreció una certeza: la de los mundos que corren paralelos a la realidad.

Los sábados, la Jenízara escuchaba a su padre despertando a sus hermanos para llevarlos a trabajar. “Es normal, se decía ella: son los varones”.  Y sí, así era el mundo: las niñas por un lado, los niños por el otro. Hasta que un sábado tuvo que aceptar que era ligeramente extravagante que en las brigadas sabatinas estuviera incluida su hermana cinco años menor que ella.  Y ella no. ¿Por qué ella no?  A su hermana  su padre la llevaba a aprender contabilidad.  “¿Y yo, papá?”. “¿Tú vas a aprender a hacer números?”. Y soltaba su risa maravillosa. “No caben en tu cabecita los números. ¿Para qué los quieres? Escríbeme unos versos para cuando regrese. Píntate las uñas, vete a la clase de ballet en el agua. Tú nunca vas a tener que trabajar”. ¿Podría sonar a una descalificación? Pareciera, pero no. Era toda una idea de femineidad de su papá, y ella, “la elegida del padre”, aprendía una manera de ser amada, y el oscuro miedo a atravesar las calles sola. A subirse a los aviones (de algún tiempo para acá). A manejar.
               
En un arranque de lucidez (ajá) la Jenízara prefirió privilegiar lo de: “Haz lo que quieras”, dejando de ladito lo demás. Y más o menos así le ha hecho. Intuyó que el feminismo existía, y descubrió que –sin saberlo, se había ido construyendo feminista. Su abuelita paterna, “la lunática”, le explicó con mucho detalle que “las mujeres necesitamos un oficio, aprende un oficio para que no te pase lo que a mí”. Su abuelita María se había quedado sola con ocho hijos. La Jenízara nunca le transmitió a su papá los consejos de su abuelita. “Ser bonita no es un oficio”. Cosas así le decía su abuelita en secreto, y la Jenízara se las bebía. Pero jamás en la vida ha enfrentado el discurso amoroso de su padre, no con palabras, aunque en los hechos su vida no se haya deslizado –ni remotamente- en la dirección de la niña/adolescente privilegiada/excluida  (“sigue durmiendo cabecita de chorlo”) de las brigadas de los sábados.
 

María Broca, la mamá del papá de la Jenízara, un poco antes de la huida de Tabasco hacia Yucatán. Allí se completó la familia de ocho chamacos. Hasta que su marido tuvo a bien ‘desacompletarla’, para pasar a otra  vida con “una comadre de malos hábitos”.

Su papá le canta y ella canta con él. Ambos cantan pésimo. Le llama y le deja “versos” en la grabadora, para ella y para sus hijos. Los concursos de “rima” entre ellos han perdido mucho de su fuerza, porque Tarzán ha perdido mucho de su oído. Mucho. Pero igual se divierten haciéndose señas.  E inventándose nombres. Hay algo de profundamente infantil en el amor que la une a su padre. Y así está bien. Porque al mismo tiempo, su padre ha sido el “conservador” más liberal que conoce. Rarísimo para un hombre de su generación educado en el sureste mexicano.  Cuando la Jenízara decidió divorciarse y quedarse a vivir fuera de México se lo informó a su padre por teléfono, él no discutió, no le auguró cantidad de desgracias, como hubiera correspondido a la lógica de: “la hija lunática”. Sólo le preguntó: “¿Allá te brilla el sol más bonito?” “Sí, papá”. “Está bien, hija”.
               
Su papá es un hombre de poquísimas palabras.  Insisto.  En otra ocasión sólo le preguntó: “¿Te lastimó, hija?”. “Me lastimó”. “¿Muchísimo?”. “Muchísimo”.  “No te quedes donde te lastiman. ¿Quieres que vaya a buscar a ese citadino y le rompa la cara con mis guantes de box?”. “No es urgente, papá”. “Ay, hija, ¿viste lo mal que montaba  a caballo, qué se podía esperar?” “Eres un bobo, papá”.  “Eso me reprocha tu mamá”.
               
Desde que su papá está más flaquito, cuando la Jenízara los visita en Tabasco, conversan sobre todo en la madrugada.  Deja la ventana abierta para escucharlo. Se levanta, llama, se hace bolas con las horas de los días y de las noches. La Jenízara baja corriendo como si le urgiera un vaso de leche y se lo tropieza “por casualidad”. “¿Qué horas son lagartija?” “Las tres de la mañana, saraguato”. “¿Y tú qué haces despierta?”. “Pues aquí nomás, untando una tortilla con nata”. Cosas así.  Conversan un poco. O se callan. Se han callado muchísimo entre ellos. “Tu mamá cada vez anda más guapa, para mí que se está preparando para ser ‘viuda codiciada’”. “Pues te veo muy mejoradito”. “Eso sí, soy capaz de todo para aguarle la fiesta a ese viejito desgraciado”. “¿A cuál viejito, papá?” “Al que se quiera quedar con tu mamá”.  A su papá le gusta tantísimo la vida.  Eso es lo más bonito.
               
Hay demasiado de su padre que la Jenízara no sabe, pero a veces sí le cuenta de su infancia y de los cenotes de Yucatán.  Su padre comenzó a trabajar a los 11 años, repartía la leche en el vecindario antes de ir a la escuela.  Allá en Mérida. Y vaya si tuvo que picar piedra. Hay –también- demasiado de la Jenízara que su padre no sabe.  Quizá así sucede entre padres e hijas.  La vida es tan secreta y tan vasta. “¿Estás contenta?”. “Sí papá”. “¿Pero a veces no estás contenta?”. “A veces no, papá”.  “Escríbelo todo en un cuaderno”. “Eso hago papá. Es un cuaderno de tapas rojas”.  “Cuando podía ir al rancho era mi manera de escribir en un cuaderno. También el mar”. “Sí papá, yo sé que tu cuaderno ha sido el mar”. 
                 
Vuelvo a la serenata. Resulta que su papá, que se llama Marco Antonio, tomó un barco en las orillas del Grijalva, no me pregunten cómo, porque ignoro los detalles, pero ese barco avanzó entre las corrientes del río –bravo y caudaloso, rodeado de peligros a sortear, en fin, quizá no tanto- hasta que de alguna misteriosa manera alcanzó las corrientes del río Magdalena en el antiguo barrio de Chimalistac. (Si alguien me dice que el Magdalena lleva años y años entubado, no le vuelvo a dirigir la palabra. No me lo hagan). Allí desembarcó acompañado de un trío de trovadores yucatecos (vestidos de blanco todos ellos y con sombreros de palma) y avanzó –venciendo a cantidad de monstruos y cocodrilos-  hasta la ventana de su hija-lagartija que tenía insomnio. Qué serenata tan linda. ¿Importa si es una serenata imaginaria? Además de una estrella que la ha acompañado por el mundo, la Jenízara tiene dos canciones que le regaló su papá, les comparto la primera con breve explicación:

Peregrina”, la letra que escribió don Luis Rosado Vega para la periodista y activista por los Derechos Humanos Alma Reed,  a petición del amor de sus amores: Felipe Carrillo Puerto (“El dragón rojo de los ojos verdes”) gobernador socialista de Yucatán.  La música es de don Ricardo Palmerín.

“Y claro que quisiera volver hacia atrás, papá”, que le dice la Jenízara en esa madrugada de insomnio en la ciudad de México, en la que corre a youtube para escuchar la canciones de ella y de su padre. “Volver a ese punto en el que tus brazos se abrían para mí y yo sentía que era la niña más protegida del mundo. Volver a aquel nuestro Miramar”. Allí sigue Miramar. “Voy a mi agua”, decía el poeta Pellicer cuando viajaba a Tabasco, su tierra. Allí siguen Palenque, el  Grijalva, el agua fría del Puyacatengo.

Las grutas del Coconá.

¿Será indispensable aclarar que “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”? Esas son de las tuercas más duras de mascar. Para una chimuela libertaria y profundamente co-dependiente.

Pero hay un punto donde podríamos pensar, imaginar, reconocer, que a lo largo de  nuestras vidas transitamos en espacios que corren paralelos a la realidad y al presente.
Los espacios “otros”.

Los del tiempo detenido. Recurrente. Generoso. Eterno.

El asunto del tiempo es muy complicado, pero es un hecho: el tiempo de la subjetividad no necesariamente corresponde al tiempo de los calendarios.

Es más: con demasiada frecuencia no corresponde.

Como les decía: Si se encuentra la ruta adecuada, el río Grijalva termina sumándose al cauce del río Magdalena en el antiguo barrio de Chimalistac.

La Jenízara escribe (con su  letra muy  chuequita) en su cuaderno de tapas rojas: “El tiempo de la subjetividad”.

La canción que su papá le cantaba a la Jenízara desde su primer “abandono” geográfico a los quince años.

La Jenízara le llama a su mamá por teléfono para que le diga a su papá  (que hace años no escucha en el teléfono) que lo ama muchísimo, muchísimo, como sólo una  lunática, cabeza de chorlo, lagartija extraviada, animala acuática (que no sabe dividir ni multiplicar)… puede amar a su papá.

El feminicidio, la tortura y el ser mujer

QUINTO PODERPor: Argentina Casanova*

En México, los homicidios contra hombres se cometen con armas de fuego; en tanto que los asesinatos de las mujeres, los casos de  feminicidio, no son con estas condiciones; ellos son más bien el resultado del uso de medios crueles, como ahorcamiento, estrangulamiento, sofocación, ahogamiento e inmersión, quemaduras, cortes, violencia sexual y otras heridas infamantes contra el cuerpo, que se suman a la violencia previa en la que vivía la mujer víctima, es decir va acompañada de una tortura previa.

 
El feminicidio es “la manifestación más extrema de este continuum de violencia”.
 
Las resistencias institucionales a reconocer el feminicidio y otras formas de violencia contra las mujeres como una forma de tortura, son insostenibles a partir del reconocimiento y la identificación de las características más importantes.
 
Ahí se entiende por qué el visitador del Alto Comisionado para la Tortura, Juan Méndez, haya afirmado que “la tortura en México es general y sistematizada, y que además tiene implicaciones de género”.
 
Aunque es la más difícil de reconocer para la mayor parte de la sociedad, la tortura se presenta en los casos de feminicidio en al menos cuatro líneas posibles: la primera de ellas es el peregrinar de las mujeres buscando ser escuchadas, vivir con el terror de la violencia, acudir con esperanza a una agencia del Ministerio Público (MP), y en su momento sólo recibir un comentario que le hace saber que su vida no es prioridad, que no hay forma de garantizarle ninguna protección, y que tiene que regresar un sinnúmero de veces.
 
Así ocurrió un caso en Ciudad del Carmen, Campeche: la joven acudió a denunciar cinco veces ante el MP la violencia que vivía.
 
La autoridad, que representa al Estado mexicano, no supo, no pudo o no quiso –hasta ahora la investigación solicitada por el Observatorio de Violencia Social y de Género a la Comisión de Derechos Humanos de Campeche no registra avance– adoptar medidas que garantizaran la protección a la vida de la joven que derivó en un feminicidio.
 
Esa omisión es tortura, la falta de acción, de protección, la inutilidad del sistema de Órdenes de Protección, la falta de debida diligencia, lo que debió vivir la joven en los días en los que acudía a solicitar atención constituyen actos de tortura por el terror, el miedo, los sufrimientos, el dolor físico o mental que derivan de un acto de acción/omisión del Estado, y la intencionalidad del servidor público de hacerla desistir de sus denuncias que generalmente suele acompañar las entrevistas.
 
La joven sabía que su vida corría peligro y acudió a pedir ayuda; nada de esto sirvió y su agresor no encontró ningún impedimento –con el apoyo de quienes la desprotegieron– para cometer el feminicidio, en el que como hemos señalado hay condiciones y características de tortura por el sufrimiento causado contra la mujer.
 
Y por si esto fuera poco, como el caso de Ciudad del Carmen hay cientos en todo el país, los cuales lamentablemente están acompañados de otra forma de tortura del Estado hacia las mujeres: el difícil proceso que viven las madres, hermanas, hijas y otras mujeres de la familia en la búsqueda de justicia contra el agresor.
 
Esto viene por supuesto acompañado de un ambiente de “terror” público en el que las mujeres de la sociedad están conscientes de que la víctima el feminicidio fue asesinada por un Hombre-Sistema-Estado Patriarcal, que las abandona a su suerte pero que también las castiga cuando se salen de los parámetros del deber ser femenino.
 
Ese terrorismo en contra de las mujeres que se reproduce vía medios de comunicación con –muchas veces– grotescas portadas en las que se exhibe parte del cuerpo de la mujer asesinada; el bulto arrojado a un espacio público, ahí donde se siembre el terror entre las miles de mujeres de la comunidad; el entorno que saben que ahí, en esa calle, en ese baldío, en esa ciudad, las mujeres son asesinadas.
 
No dudo que habrá ilustres juristas que consideren que es el extremo llamar tortura a la exposición a este ambiente, pero vivir en un país en el que a diario leemos noticias de niñas, adolescentes, mujeres y adultas mayores víctimas de feminicidio en condiciones en las que predominó el desamparo, la omisión, la falta de aplicación de las garantías de protección al derecho más fundamental: el derecho a la vida y en crímenes atroces en los que fueron sometidas a dolorosas formas de violencia, y al final su cuerpo-mujer es tratado como basura.
 
Eso también es una práctica general y sistematizada: es tortura.
 
* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.

CIMACFoto: César Martínez López, Cimacnoticias | Campeche.-