Los sindicatos de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) se pronunciaron en contra de que las autoridades
universitarias apliquen suspensiones y otras medidas cautelares a
trabajadores académicos que sean señalados por violencia de género
mientras los hechos no sean calificados como un delito.
A través de cartas dirigidas al director de la Facultad de Economía,
Eduardo Vega –que desde ha-ce dos meses sostiene mesas de diálogo con
alumnas en paro que demandan que se atiendan las denuncias por violencia
de género–, el sindicato de académicos de esta máxima casa de estudios
señaló que si la UNAM suspende a sus trabajadores, sin que haya
denuncias formales en su contra, podría incurrir en en graves
violaciones a los derechos laborales y al contrato colectivo.
Las alumnas en paro en Economía –que mantienen tomadas las
instalaciones de la escuela desde finales de febrero– demandan medidas
para erradicar la violencia machista y que se sancione a los
responsables. Como en otras de las escuelas que estuvieron en paro en la
universidad con estas mismas demandas estudiantiles, se ha planteado
que los académicos acusados de violencia de género sean suspendidos de
sus labores.
En el documento, la representación sindical manifiesta su apoyo total a todas las acciones y requerimientos loables en las Comisiones de Género y a defender siempre la equidad de género, pero acota que en su visión, en las negociaciones entre alumnas y autoridades “se ha planteado la aprobación de una suspensión temporal como medida cautelar en contra de los académicos señalados como agresores. Dicha
petición carece de todo sustento y es contraria al ordenamiento legal
nacional, pues una medida cautelar se dicta mientras se emite la
resolución correspondiente a un procedimiento judicial, facultad que no
corresponde a ninguna autoridad universitaria, sino al Poder Judicial de
la Federación.
Añade que de llevar a cabo estas acciones, la UNAM estaría
incurriendo en graves violaciones al proceso y ello acarrearía la
interposición de demandas civiles, administrativas, laborales e incluso
la solitud de amparos por violaciones al contrato colectivo de trabajo, que
seguramente concluirán con el pago de daños y perjuicios, así como el
resarcimiento del daño contra la persona que fue difamada; es decir, sin
existir pruebas en su contra.
En el país sólo 30% tienen derecho sobre la tierra
El sector en el campo representa 51.3 % de quienes están en pobreza
▲ En Valle de San Quintin, Ensenada, jornaleros trabajan en los surcos de vegetales.
El 55 por ciento personas que habitan en localidades rurales se encuentran en situación de pobreza, pero con
los nuevos datos del Covid-19, sabemos que uno de cada cuatro de los
pobres extremos van a estar en las zonas rurales, y las mujeres
representan 51.3 por ciento de las personas en esa situación en el
campo, señaló Lina Pohl, representante de la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en México.
Al participar en la sesión virtual Acciones afirmativas desde la política pública hacia las jornaleras agrícolas,
destacó que en el país sólo 30 por ciento de las mujeres tienen derecho
sobre la tierra, por tanto eso significa que estas mujeres están
excluidas de programas de gobierno, de equipamiento, de infraestructura y
de créditos que son fundamentales para apoyos en la agricultura” y
además sólo tres de cada 10 mujeres recibe un salario por el trabajo realizado en el sector agrícola.
Expuso que ante la situación existente en este ámbito, el gobierno
mexicano solicitó a la FAO colaboración para fortalecer las capacidades
de protección social, y es que los datos son francamente terribles.
Añadió que la mayoría de las mujeres trabajadoras del campo tiene
educación primaria incompleta y 31 por ciento de las localidades rurales
carecen de algún establecimiento médico en la comunidad.
En 2020 se calcula que más de tres millones están ocupadas, “subordinadas en el sector primario, y de estas mujeres, 85 por ciento está sin acceso a la seguridad social.
Pohl subrayó que durante la pandemia la actividad agrícola no fue
suspendida, por ser una actividad prioritaria. Derivado de ello, la
movilidad de las jornaleras agrícolas en el país continuó, pero se ha
dado en condiciones poco adecuadas, por lo que la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural solicitó
a la FAO y a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una guía
manual para atender estas condiciones y que realizaran recomendaciones y
se vigilara que estas condiciones se cumplieran en el campo.
Sostuvo que en general, y también entre las jornaleras agrícolas, el
Covid-19 ha agravado la situación de las mujeres. “Lo efectos del Covid
en la vida de las mujeres son muy fuertes, las medidas de la
contingencia sanitaria intensifican ese aislamiento en sus redes de
apoyo (…) hay recrudecimiento de la violencia”.
Antropóloga,
investigadora, activista. Catedrática de la Universidad Nacional
Autónoma de México y fundadora de la Red de Investigadoras por la Vida y
la Libertad de las Mujeres. Feminista. De la voz profunda y clara de
María Marcela Lagarde y de los Ríos mana feminismo a raudales y en
mayúsculas. Es maestra entre las maestras. Quien dotó de perspectiva de
género y de contenido político a la palabra sororidad y la definió como
"la complicidad de actuar entre mujeres" y a la lucha feminista como
aquella que "no es contra la violencia, sino por la paz". En esta
entrevista a Público habla de todo: de su vida privada, del impacto del
neoliberalismo en el feminismo, del papel de los hombres y del
transactivismo queer que amenaza con provocar el "borrado de las
mujeres".
El barco en el que Marcela Lagarde y de los Ríos
navega por la vida se mueve en el océano de la sabiduría. Una manera de
ser y de expresarse que le viene de su pasado, "de familia de corsarios
del siglo XVIII de la que provengo", ríe. Por eso, entre sus estanterías
abarrotadas de libros de los que bebe, resplandecen dos veleros a modo
objetos de decoración que muestra como niña con zapatos nuevos en esta
entrevista por videollamada. Los mira porque le recuerdan que sin
genealogía no hay presente y mucho menos futuro. "Verlos mientras
escribo o leo me da nostalgia, me recuerdan de dónde vengo", reconoce.
Ahora, recuperada de una temporada complicada de
salud, vuelve a ser ella. "Tuve una intervención muy delicada con
trepanación incluida. Suena muy mal la palabra, pero así fue. Salí bien
de la operación, pero me puse muy grave. Tuvieron que sacarme coágulos
del pulmón. Cuando estaba convaleciente llegó el coronavirus y pasé de
estar en la cama confinada por la salud a estarlo en casa por el bicho.
Afortunadamente me he ido fortaleciendo. He perdido diez kilos, pero ya
no me siento tan frágil. El cuerpo se va adaptando y la mente también,
porque tenía dificultades de memoria y de concentración".
Cuidarse como una reina
Estar en su hogar es precisamente el mejor
tratamiento que ha podía tener. "Mi casa es mi tesoro, es muy bonita,
tengo en ella todo lo que necesito. Aquí ahora estoy aprovechando para
hacer todo lo que no puedo hacer normalmente por falta de tiempo. Por
eso leo, escucho ópera, veo películas, participo en conferencias en
línea y en foros, escribo, cocino…". Todo aquello que no tiene se lo
lleva su hija a la puerta. "Ella me deja ahí toda la comida. Quiere
preservarme de cualquier contacto. Me cuida así", resalta.
Mientras Lagarde disfruta del autocuidado no se olvida ni un minuto de la situación de las mujeres con la pandemia. "Los derechos humanos de las mujeres y las niñas están todo el tiempo en juego. Contra nosotras siguen pasando cosas terribles.
Ahora con el confinamiento ha aumentado la violencia que sucede en las
casas". Y pensar en ello la desespera. "Me inquieta pensar que
inventamos que hay futuro, que vivimos gracias a que pensamos que vamos a
mejorar, y con esta crisis, como con todas, la realidad sigue siendo lo
incierto. Esta incertidumbre me tironea bastante y me hace sentir que
no hay tanta confianza en el futuro".
Precisamente por eso, porque la "nueva realidad" hace
caminar a las mujeres en una cuerda de alambre cada vez más fina y sin
red que sostenga la caída, la autora de Cautiverios de las mujeres,
replica que el mundo necesita del feminismo como nunca antes. "Se
necesita la lucha por la igualdad no solo por la violencia en la que
vivimos sino por todo. Como una visión utópica y con ciertas topías. Hay
una utopía en constante desarrollo, una aspiración, en la que coexisten
las topias reales y lo que hemos conseguido a través de la emancipación
del mundo", subraya.
La docente también arenga a la urgencia del tránsito a
la nueva normalidad "mediante el reconocimiento social, cultural y
político de las propuestas y las realizaciones feministas. Es preciso
que se vean los aportes a la teoría del desarrollo de la sociedad y a
la democracia hacía la modernidad a través de la crítica radical de las
feministas. Una modernidad que, aunque no ha cumplido con su propia
utopía, reformula y propicia muchas propuestas para lograr construir la
igualdad".
Y es que como esta antropóloga subraya la equidad se
ha construido con sangre, sudor y lágrimas. "Todo ha pasado por el
debate feminista para después ponerlo en práctica con leyes como las que
tiene España o en el resto del mundo. Hemos puesto en el centro del debate lo que es importante. El feminismo ha luchado por lo que es justo, que no es otra cosa que la justicia contra los delitos contra mujeres y niñas porque nos expropian la condición humana desde nuestra condición sexual".
Gracias a todos estos pasos y a que las mujeres,
según la profesora, "cada vez tenemos más agencia e incidencia", estamos
en un momento histórico decisivo. “Elaboramos hace años la propuesta de
enfrentar la violencia contra mujeres y niñas, otras colegas pusieron
la atención en atender a mujeres que ya habían sido víctimas de
violencias y pensamos que no bastaba con atenderlas. Queríamos que no
hubiera víctimas y enfrentamos la justicia de la impunidad".
Ante este pacto social el sistema patriarcal reacciona aumentando la violencia. "A
diario millones de personas con una visión neoliberal contemporánea se
esfuerzan en hacernos creer que nada por lo que luchamos es importante.
Esa es la respuesta desesperada para ver si nos atemorizan, para ver si
nos vamos a cansar y no vamos a continuar. Ante ese incremento de la
violencia contamos cada caso, lo documentamos, exigimos justicia porque
se trata de personas. Por eso la lucha del feminismo es la cuenta de los siglos porque ese es el tamaño de la profundidad patriarcal".
La solidaridad social
Lagarde recuerda también otra conquista que ha hecho
el movimiento feminista y que ha ido de la mano de movimientos pro
derechos civiles y por la salud: el acceso a la salud como uno de los
tres pilares para lograr el desarrollo. "Sin salud no podemos hablar de
desarrollo, ni de democracia. La salud es un derecho humano que debe ser
propiciado por gobiernos nacionales e internacionales. La gente que
sobreviva saldrá mejor, pero debemos propiciar una cultura solidaria y el feminismo ha planteado la solidaridad social como un recurso político".
Esa solidaridad tal y como describe, "se ha sustentado en la sororidad como alternativa a las relaciones misóginas y enemistosas que tenemos las mujeres en la modernidad.
La ética de la sororidad, el apoyo mutuo, el reconocimiento, la
generosidad y todo aquello que permita que las mujeres compartamos con
otros avances, recursos o cualidades para ahorrarnos tiempos y poder
potenciar un desarrollo humano y solidario para nosotras".
Y pone dos ejemplos de plena actualidad. "Con la
pandemia vivimos un momento crítico porque hay mucha fragilidad.
Precisamente por eso no podemos poner en segundo plano la violencia.
Somos nosotras quienes debemos estar ojo avizor en los derechos humanos
porque si no, quienes queden después de la pandemia, van a estar débiles
en derechos humanos y no tendrán cómo enfrentarse a un mundo marcado
por el destrozo de la salud de la mayoría de la gente. Si fortalecemos la causa de la erradicación de la violencia tocaremos la urgencia de la salud de las mujeres".
En segundo lugar, alude a cómo esto repercute a
México. "En mi país las personas que se están viendo más afectadas y son
más propensas a morir por la covid son quienes tienen menos, quienes
por esa pobreza tienen exceso de peso por una mala alimentación,
problemas de salud en el páncreas, en el hígado, en el corazón, tienen
falta de ejercicio, o viven en la contaminación. Necesitamos cambiar la
producción y las relaciones con el medio ambiente, conseguir un planeta
verde y de energías renovable. El feminismo tiene que ser la base del paradigma hacía donde vamos".
¿Dónde están los hombres?
Preguntada sobre los aliados feministas la escritora
responde que sin ellos nada es posible. "En la lucha también incluimos
la igualdad entre mujeres y hombres para lo que propiciamos el respeto a
la dignidad de ambos. El respeto como actitud de convivencia en el
mundo que no es necesariamente ni sexual ni amoroso. Es la relación en
muchos espacios con funciones múltiples. Tenemos que hacer penetrar
la igualdad en la diversidad social de hombres y mujeres para generar la
economía, la cultura, la vida social en positivo. Es imprescindible ahora, pero siempre lo ha sido que, en los tiempos patriarcales, nuestro objetivo sea erradicar el patriarcado del nudo, porque ese es el tamaño de la utopía".
Además, pide "que los hombres que son violentos sean
tratados como delincuentes en el marco normativo a través de las leyes
que erradiquen y prevengan todas las violencias”. También en que unas y
otros nos unamos. "Necesitamos articularnos. Esa es la manera de acabar
más rápido con la violencia. Mientras más propiciemos una visión
compensativa de la violencia las victimas acudirán antes a buscar apoyo y
nosotras podremos ayudarlas".
El caballo de Troya queer
Otra de las preocupaciones de esta académica es la
que tiene que ver con el movimiento queer. "Todo esto me apena mucho
porque contrapone los avances que tanto nos han costado lograr a las
mujeres".
Y pone una fecha al origen del transactivismo y del
borrado de las mujeres que este movimiento neoliberal pretende. "El
principio de todo ello se ubica como parte de un quiebre que hubo en el
movimiento hace 30 años. En aquellos momentos algunas lesbianas se
retiraron de las organizaciones feministas y fueron a militar a
organizaciones LGTBI sin vínculos con el feminismo. Fueron mujeres
huérfanas del feminismo, generaciones de mujeres muy comprometidas que
no reconocieron su tradición política. De ahí a lo queer solo hay un
paso".
Por ello anima a vencer a este caballo de Troya a
través de la recuperación de la tradición feminista. "Es la más
importante aportación de las mujeres como género a la cultura. Así de
transcendental es el feminismo. Es la más importante obra creativa de mujeres críticas con el movimiento para mejorar el mundo".
Una obra que no se aprende en un abrir y cerrar de
ojos, pero es clave para ser arrastradas por el falso modernismo de lo
queer. "La primavera no la hace una flor. Hay que ir a las
universidades, asistir a foros, leer a Celia Amorós o a Amelia
Valcárcel. A tantas que explican claramente todo. Al aprender del origen
de los movimientos se adquiere una gran riqueza en la vida personal
porque permite enunciar a cada quien como lo que es. Es hacer que nos
reconozcamos como lo que somos en esencia".
Por eso recalca algo que ha percibido sobre todo en
estos últimos meses: "he visto y palpado una necesidad grandísima de
reconocer y conocer el feminismo entre cada vez más mujeres que quieren
nombrarse como tal. La expresión de grupos solo puede ser disminuida en el afán por eliminar a las mujeres como el sujeto del feminismo,
y eso es lo que quieren eliminar en nosotras con lo queer. Y nosotras
decimos que no. El primer paso a ese no, empieza por el sí a nosotras
mismas. Ese no borrar a las mujeres es el sí a la existencia legal y protegida de las mujeres".
Esta respetada feminista acaba lanzando un mensaje al transactivismo. "El feminismo es lo único que puede eliminar la orfandad patriarcal. No somos huérfanas, tenemos genealogías, no somos seres de la diversidad, somos las mujeres.
No usaremos el supremacismo peso si la condición universal de nuestro
género por el hecho de ser mujeres. Hay que pensar y colocarnos desde
ahí para salvar todo. No solo somos seres de la diferencia. Somos seres
humanos, somos las mujeres en plural. Espero que reflexionemos juntas y
logremos al fin nuestros derechos humanos", finaliza.
La pandemia del COVID-19 es uno de los desafíos más serios que ha
enfrentado la humanidad en tiempos recientes. Todavía se desconoce lo
que podrá ser su costo total en vidas humanas
Las mujeres se han visto desproporcionadamente afectadas por la
pandemia; trabajan mayormente en el sector informal y en los sectores
más perjudicados, su capacidad para absorber choques económicos es menor
y se hacen cargo de mayores demandas de cuidado en el hogar, al tiempo
que se ven más expuestas al aumento de la violencia. Previamente ya
mostraba tasas elevadas de violencia de género.
La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres deben estar
en el núcleo de la respuesta. Una limitante muy importante para poder
absorber los efectos de la pandemia es el ingreso y la enorme
desigualdad en que se encuentran las mujeres respecto a los hombres.
Tanto en la formalidad como en la informalidad el ingreso masculino es
superior.
Y lo más grave, la diferencia del salario femenino de la formalidad
-versus- informalidad, alcanza un 55.2 por ciento. Obedece a la carencia
de un salario social, de la seguridad y en general de los derechos
laborales. (ver gráfica).
Significa más pobreza, debilidad para enfrentar las pandemias. Son
las mujeres que no pueden tener confinamiento porque diariamente deben
salir a perseguir o conseguir el pan de cada día. Están fuera de toda
seguridad social.
No sólo son las del comercio ambulante, incluye a trabajadoras sin
contrato, las de la subcontratación o del llamado outsourcing;
trabajadoras del hogar y jornaleras agrícolas. Son familias enteras en
la total desprotección. Las condiciones de sus viviendas también es un
impedimento para el confinamiento, sin mencionar la violencia doméstica
que las expulsa a la calle, con todo y los hijos.
Ahí es indispensable aplicar un ingreso mínimo vital, es de carácter
temporal y no condicionado. ONU, la Comisión Económica para Para América
Latina y el Caribe (Cepal) y otras autoridades internacionales señalan
la pertinencia de aprobar medidas extraordinarias para los que menos
tienen.
El #IngresoVital complementa a los programas sociales y no pone en riesgo la estabilidad económica del país.
Al carecer de ingresos, de nuevo las calles de la CDMX y de otras
ciudades están llenas de comercio ambulante -peligrosamente incluye
venta de comida-, a muchas de ellas las acompañan sus hijos, no hay
escuelas y no hay acceso a guarderías del IMSS, por su carácter de
trabajadoras informales. La desigualdad que esto provoca es brutal.
En la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) de mayo
finalmente el Inegi sí incluyo a las mujeres, las había borrado de la
estadística laboral. Estos son los principales resultados comparando
mayo de 2019, con el mismo mes de 2020:
La participación de las mujeres en el mercado laboral disminuyó
de 44.9 a 35.3 por ciento. Es impresionante el efecto de la pandemia en
lo más débil de la economía: las mujeres trabajadoras
Tasa abierta de desocupación aumentó de 3.2 a 4.6 por ciento
La
población económicamente activa disponible sufre un dramático
crecimiento, pasa de 13.2 a 33.1por ciento. Eso es desempleo de mujeres,
un aumento de una diferencia de casi 20 puntos porcentuales. Ese es el
crecimiento real del desempleo.
Lo mismo sucede en el caso de
las trabajadoras por cuenta propia que crecieron de 14.5 a 24.3 por
ciento. Es decir, muchas mujeres perdieron sus empleos formales y por lo
tanto se convierten en trabajadoras por cuenta propia, en la
desprotección total.
La disminución por el impacto en la
población económicamente activa se ubica fundamentalmente en el sector
servicios como es lógico, porque una de los de las áreas más afectadas
es precisamente el sector Turismo y no hay que perder de vista que 55.1
por ciento de las mujeres están en la informalidad, sin derechos
laborales.
Estas cifras confirman lo dicho por la OIT en su informe sobre la
pandemiadel mes de junio: “Habida cuenta de que la crisis de la COVID-19
afecta de forma desproporcionada a las mujeres trabajadoras de muchas
maneras, existe el riesgo de que se produzca un retroceso con respecto a
algunos avances logrados en los últimos decenios, y de que se exacerbe
la desigualdad de género en el mercado laboral”. En el caso de México es
evidente que ya hay un retroceso, será difícil de recuperar, mucho
ayudaría un ingreso mínimo vital.
¿Por qué hay tanta informalidad? Un factor a considerar es el tamaño
de las empresas y su capacidad para operar con derechos laborales,
capacitación, tecnología, entre otros. Según el censo económico de 2019
del Inegi: En nuestro país 94.9 por ciento de los establecimientos son
tamaño micro; 4.9 por ciento son pequeños y medianos (PYMES) y 0.2 por
ciento son grandes; ahí están las trabajadoras formales, minoría.
Entre los negocios micro y pequeños, la participación de las mujeres
como dueñas de negocios se incrementó de 35.8 por ciento en el censo de
2009, a 36.6 por ciento.
Seis de cada diez establecimientos son informales. Las entidades
federativas que tienen los mayores porcentajes de personas ocupadas en
negocios informales son: Oaxaca, Guerrero y Chiapas, con 50.1, 45.6 y
40.0 por ciento, respectivamente. Ahí predomina la pobreza.
Y todavía se preguntan por qué se ha generado una ola de contagios y
sigue extendiéndose la pandemia de salud. Ese núcleo de poblacion ha
mostrado una fuerte desobediencia y rebeldía para atender los protocolos
de salud. Pero no son los únicos, en las colonias Polanco, Roma o
Condesa, sucede lo mismo. ¿Por qué negarse a usar cubrebocas si eso les
puede salvar la vida?. Evidentemente la vida de “otras personas” importa
mucho menos, así que argumentar la posibilidad de extender el contagio
es inocuo.
En los estados sucede algo muy similar, priva el pensamiento mágico,
la negación y el COVID no existe, el y los gobiernos (de los estados),
mienten. Los resultados que presentan los informes de las autoridades de
Salud reflejan esa crítica situación, pero eso sí, son duramente
cuestionados, y la campaña sucia (incluye a los medios), es criminal. Y
no basta con la explicación económica; en el trasfondo de esa rebeldía y
la falta de solidaridad hay una historia de explotación y resentimiento
social.
Es indispensable hacer un diagnóstico diferencial muy puntual.
Echarle toda la culpa del crecimiento de la pandemia exclusivamente a
las autoridades de Salud, además de ser FALSO, no permite avanzar en
lograr una alianza de cooperación con la sociedad. Un nuevo pacto
social, se ha dicho hasta el cansancio.
Atención a la pandemia de salud tiene prioridad porque es protección
de vidas, empezando por las de las trabajadoras de salud, 7 de cada 10
son mujeres, guerreras luchando por la vida.
Además, tanto el Estado como los gobiernos estatales están obligados a
dar una respuesta de protección económica más contundente. A todas esas
mujeres en pobreza por su carácter de informalidad laboral, súmele las
desempleadas y tendrá un escenario de mucha pobreza feminizada, con
expectativas de recuperación de largo plazo. Una década pérdida.
El COVID‐19 provocará en el país y en toda América Latina la peor
recesión de los últimos 100 años y se estima que generará una
contracción del 9.1 por ciento del producto interno bruto (PIB) regional
en 2020.
El informe “El impacto del COVID-19 en América Latina y el Caribe”,
de julio de este año, advierte que “los costos de la desigualdad en la
región se han vuelto insostenibles. La respuesta exige encontrar un
nuevo equilibrio entre el papel del Estado, el mercado y la sociedad
civil”.
El gobierno puso las reglas y hoy le toca cumplirlas sin excepción.
Nos ha machacado una y otra vez “que al margen de la ley, nada; por
encima de la ley, nadie”. Que su misión es la transformación, que no
discrimina, que cuenta con una política exterior feminista y que como
nunca se protege a las mujeres.
Más allá de si se les cree o no, lo que le toca es cumplir con la
ley. Así, a secas. Cumplir con la ley que les mandata desde la
Constitución hasta las leyes generales, desde los acuerdos y tratados
internacionales hasta las leyes secundarias, a difundir, promover,
garantizar y proteger todos los Derechos Humanos, incluidos los de las
mujeres y niñas.
Y cumplir la ley es devolverle a las mujeres el dinero que les
corresponde. Cada peso que fue aprobado por la Cámara de Diputados para
los Derechos Humanos de las mujeres debe entregarse sin reservas.
Para ningún país es sencillo transitar la pandemia. Ninguna nación
está exenta de la crisis que significa, no solo el reto sanitario sino
la crisis económica, y eso lo entendemos, que para transitar esta
emergencia es necesario redefinir prioridades, reajustar el presupuesto.
¿Porqué en esta priorización las mujeres y sus derechos están excluidas?
En este ajuste presupuestal y en la instrucción del 23 de abril donde
se estipula el recorte de 75 por ciento del presupuesto de servicios
generales y suministros, también se exceptuaban 38 programas y áreas prioritarias, entre ellos la defensa de los Derechos Humanos.
Y desterrar la discriminación y construir la igualdad de las mujeres,
erradicar la violencia en su contra y garantizar la participación plena
de las mujeres en todos los ámbitos de la vida son acciones que
corresponden a los Derechos Humanos, por lo tanto, tendrían que ser
intocables. Sin embargo, las acciones que han devenido tras el decreto
contradicen la ley.
En julio la titular de la Comisión de Atención a Víctimas hizo
público que el retiro del 75 por ciento implicaba paralizar
prácticamente la institución, la respuesta: su renuncia. En la CEAV hay
familias, victimas del feminicidio, niñas y niños en orfandad por la
violencia machista.
Ahora le tocó al Instituto Nacional de las Mujeres, pilar de la
política de igualdad entre mujeres y hombres, institución defensora de
Derechos Humanos que tendría que estar exenta de este recorte de acuerdo
con el decreto de austeridad.
La experiencia de años demostró que aquellas partidas
presupuestales ganadas para la construcción de la igualdad eran sujetas
de desvíos y recortes, por la falta de igualdad y el exceso de machismo
de los gobiernos.
Por ello las legisladoras feministas y el movimiento protegieron los
recursos y colocaron en la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad
Hacendaria que “no se podrán realizar reducciones a los programas
presupuestarios ni a las inversiones dirigidas a la atención de la
Igualdad entre Mujeres y Hombres.”
Por lo tanto, el recorte al presupuesto del Inmujeres vuelve a
violentar la Ley que le protege por doble vía por la presupuestal y la
de austeridad.
A esto se suman todos los recortes que se han hecho a los programas
de igualdad, a los que implican la aplicación de las Alertas de Género,
las casas de las Mujeres indígenas, Transversalidad de la perspectiva de
género.
Más allá de lo que crean las autoridades, tienen una obligación de hacer cumplir la Ley, por lo tanto, deben respetar cada peso y centavo que se ha destinado para los Derechos Humanos de las mujeres.
Si ellos creen que éstos pueden esperar o que la visión misógina de
que las mujeres estiran el gasto y hacen maravillas se aplica en la
política y al deber del Estado, se equivocan. Ellos pusieron la regla y
ahora les toca medirse con ella. Si los argumentos no les convencen, la
ley los mandata.
Este es un artículo de opinión de Kristalina
Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional junto con
Stefania Fabrizio, Cheng Hoon Lim y Marina M. Tavares, las tres
funcionarias del FMI.
La
covid-19 puede revertir logros para las mujeres en la economía y
ampliar las brechas de género si la recuperación no se afronta con un
reforzamiento de la igualdad. Foto: ONU Mujeres
WASHINGTON, 21 jul 2020 (IPS) -
La pandemia de covid-19 amenaza con revertir las mejoras registradas en
las oportunidades económicas de las mujeres y en ampliar las brechas de
género que aún persisten, pese a 30 años de progresos.
Un diseño adecuado de las políticas para impulsar la recuperación
puede mitigar los efectos negativos de la crisis sobre las mujeres y
evitar nuevos retrocesos en la igualdad de género. Lo que es bueno para
las mujeres es, a la larga, bueno para abordar la desigualdad de
ingresos, el crecimiento económico y la resiliencia.
¿Por qué ha tenido la covid-19 efectos desproporcionados sobre las mujeres y su situación económica? Son varias las razones.
En primer lugar, las mujeres tienden a trabajar más que los hombres
en los sectores sociales, como son las industrias de servicios, comercio
minorista, turismo y hospitalidad, que requieren interacciones
personales.
Estos sectores son los más afectados por las medidas de mitigación y distanciamiento social.
En Estados Unidos, el desempleo entre las mujeres fue dos puntos
porcentuales superior al de los hombres entre abril y junio de 2020.
Debido a la naturaleza de sus empleos, el teletrabajo no es una opción
para muchas mujeres.
En ese país, aproximadamente 54% de las mujeres que trabajan en
sectores sociales no pueden hacerlo a distancia. En Brasil, es 67%. En
países de bajo ingreso, como mucho solo aproximadamente 12% de la
población puede trabajar a distancia.
En segundo lugar, las mujeres tienden a trabajar en el sector informal más que los hombres en los países de bajo ingreso.
El empleo informal —que suele remunerarse en efectivo sin ninguna
supervisión oficial— deja a las mujeres con un salario menor, sin
protección de la legislación laboral y sin prestaciones como pensiones o
un seguro médico.
Los medios de vida de los trabajadores informales se han visto muy
afectados por la crisis de la covid-19. En Colombia, la pobreza entre
las mujeres ha aumentado 3,3% debido a la paralización de las
actividades económicas.
La Organización de las Naciones Unidas estima que
la pandemia aumentará en 15,9 millones el número de personas que vive
en condiciones de pobreza en América Latina y el Caribe, hasta situarlo
en 214 millones de personas, muchas de ellas mujeres y niñas.
En tercer lugar, las mujeres tienden a realizar más labores
domésticas no remuneradas que los hombres, unas 2,7 horas al día más
para ser exactos. Ellas soportan la carga de las responsabilidades del
cuidado familiar derivadas de las medidas de paralización, como los
cierres de escuelas y las precauciones para los padres mayores y
vulnerables.
Tras el levantamiento de las medidas de paralización, la vuelta al trabajo de las mujeres está siendo más lenta.
En Canadá, el informe sobre empleo de
mayo muestra que el empleo de las mujeres aumentó en 1,1%, en
comparación con 2,4% de los hombres, debido a que persisten cuestiones
relacionadas con el cuidado de los hijos.
Además, en las familias con al menos un hijo menor de 6 años, es
aproximadamente tres veces más probable que el padre vuelva al trabajo a
que lo haga la madre.
Kristalina Georgieva
En cuarto lugar, las pandemias suponen para las mujeres un mayor riesgo de pérdida de capital humano.
En muchos países del Sur en desarrollo, las chicas jóvenes se ven
forzadas a abandonar la escuela y trabajar para complementar el ingreso
del hogar.
De acuerdo con el informe del
Fondo Malala, el porcentaje de niñas que no asisten a la escuela
prácticamente se ha triplicado en Liberia tras la crisis de ébola y, en
Guinea, las niñas tienen una probabilidad 25% menor que los niños de
volver a matricularse.
En India, desde que entró en vigor el confinamiento de la covid-19, en los principales sitios web de matrimonios las nuevas inscripciones han registrado aumentos del 30%, debido a que las familias quieren concertar matrimonios que aseguren el futuro de sus hijas.
Sin educación, estas niñas sufren una pérdida permanente de capital
humano, lo que interrumpe el crecimiento de la productividad y perpetúa
el ciclo de pobreza entre las mujeres.
Es fundamental que las autoridades económicas adopten medidas que limiten los efectos prolongados de la pandemia en las mujeres.
Algunas de esas medidas podrían consistir en ampliar el apoyo a los
ingresos de la población vulnerable, preservar los vínculos laborales,
ofrecer incentivos para compaginar el trabajo con las responsabilidades
del cuidado familiar, mejorar el acceso a la atención sanitaria y la
planificación familiar y ampliar el apoyo a las pequeñas empresas y
trabajadores independientes.
También es una prioridad eliminar los obstáculos legales que impiden
el empoderamiento económico de las mujeres. Algunos países no han
tardado en adoptar algunas de estas políticas.
Austria, Italia, Portugal y Eslovenia han introducido el derecho
legal a la licencia (parcialmente) remunerada para padres con niños
menores de cierta edad, y Francia ha ampliado las licencias por
enfermedad para padres afectados por los cierres de escuelas que no
dispongan de formas alternativas de trabajo o de cuidado de los niños.
Las mujeres líderes latinoamericanas
han creado la «Coalición para el empoderamiento económico de las
mujeres», como parte de un esfuerzo más amplio a nivel de todo el
gobierno para aumentar la participación de la mujer en la recuperación
económica tras la pandemia.
En Togo, 65% de los participantes en un nuevo programa de
transferencias monetarias móviles son mujeres. El programa permite que
los trabajadores informales reciban donaciones equivalentes 30% del
salario mínimo.
A más largo plazo, pueden formularse políticas que aborden la
desigualdad de género mediante el establecimiento de condiciones e
incentivos para que las mujeres trabajen.
Son especialmente eficaces las políticas fiscales con perspectiva de
género, como la inversión en educación e infraestructura, los subsidios
para el cuidado de los hijos y los permisos de parentales.
Estas políticas no solo son cruciales para eliminar factores que
impiden el empoderamiento económico de las mujeres, sino que también son
necesarias para fomentar una recuperación inclusiva tras la covid-19.
16 jul, CI.- La pandemia de la Covid-19 ha provocado
muchas reflexiones sobre las estrategias de salida a la crisis. Mientras
que muchos abogan por un «retorno a la normalidad» y un regreso al
crecimiento sin cuestionar los puntos ciegos del sistema económico
dominante, ciertas perspectivas más radicales proponen salir del
«capitalismo patriarcal».
La teórica y feminista marxista Silvia
Federici compartió sus ideas sobre el actual momento en un seminario web correspondiente a
un proyecto de investigación sobre sociedades de postcrecimiento, adscrito al
Centro de Investigación sobre Innovaciones y Transformaciones Sociales de la
Escuela de Innovación Social Elisabeth-Bruyere de la Universidad de Saint Paul,
en Ottawa (Canadá). Colombia Informa publica una
traducción al español editada de este seminario* que exploró formas de construir una sociedad más allá del
crecimiento, del capitalismo, del colonialismo y del patriarcado.
Cartel de convocatoria al seminario web.
La reproducción social, los bienes comunes, la relación con el cuerpo y el
territorio fueron los diferentes temas abordados en este intercambio con una de
las intelectuales críticas más relevantes de nuestro tiempo.
Silvia Federici es profesora emérita de la
Universidad Hofstra en el Estado de Nueva York. Miembro fundador del Colectivo
Internacional Feminista en la década de 1970. Fue una de las activistas detrás
de la campaña Salario para el trabajo doméstico, que continúa
alimentando las luchas contemporáneas contra la invisibilización del trabajo de
las mujeres. Es autora de varios libros como Revolution at Point Zero, Tareas domésticas, reproducción y lucha feminista (2012), Calibán y la bruja (2014), Reencantar el mundo, Feminism and the
Politics of the Commons (2018), Le capitalisme
patriarcal (2019) y Beyond the Periphery of the Skin:
Rethinking, Remaking, and Reclaiming the Body in Contemporary Capitalism (2020).
Escuela de Innovación
Social: En sus últimos libros Reencantar el mundo y Más
allá de la periferia de la piel ha hablado del tema del
“postcapitalismo” bajo el lente de la visión de reproducción social. ¿Nos
podría compartir qué significa postcapitalismo?
Silvia Federici: Creo que es
importante poner en contexto la pregunta del tipo de transformación que
necesitamos. Ojalá la crisis actual, esta pandemia, sea una oportunidad
histórica, un momento fundamental de toma de conciencia. El sistema social
actual, de manera sistemática, devalúa la vida humana y devalúa toda forma de
vida en general. Nos lleva a un ciclo infinito de crisis. Esa crisis tiene una
dimensión global que está afectando todas las esferas de la vida. Ojalá sea un
punto de inflexión. Estamos en un punto que no permite el retorno a la
normalidad en la cual estábamos. Es un momento crítico para todo las personas
en este planeta. La Covid-19 ha puesto a la luz las crisis que ya estaban y eso
es muy importante. Ha hecho que sea visible y que sea inevitable ver una
cantidad de crisis que ya existían, incluyendo la crisis de la reproducción por
ejemplo.
El hecho de que, sistemáticamente, en los últimos 30 años el sistema
sanitario y de salud haya diferenciado poblaciones en distintos grados y en
distintas maneras, ha tenido un impacto diferente en muchas partes del mundo.
Pero en todas partes estamos ante unos sistemas totalmente desmantelados. Por
ejemplo, en Estados Unidos las comunidades racializadas y negras han sido
afectadas de manera desmedida por los impactos del desmantelamiento de la
salud. El sistema sanitario a nivel global ha sido privatizado.
Paralelamente, hemos presenciado un ataque sistemático al sistema agrícola
en los últimos 30 años con monocultivos y agroindustria que han ido en contra
de la producción de la comida (la cual es esencial para la reproducción de la
vida). La producción de la comida ha sido asimilada al mundo industrial con el
uso de químicos y de semillas modificadas genéticamente. Todo eso tiene un
impacto directo sobre nuestro sistema corporal, social, inmunitario. Incluso
tiene un impacto sobre nuestra capacidad de reproducirnos como especie. Es
importante porque tenemos que ver cómo esas crisis se conectan al trabajo.
Y esto nos permite entender la razón por la cual hay tanta gente
desempleada que está siendo remplazada por máquinas. Mientras que otros tienen
que trabajar más que nunca. Entonces, tenemos de un lado ese desempleo y del
otro esa obligación de trabajar más y más. Esta tendencia afecta,
especialmente, a las mujeres.
Las mujeres se quieren hoy emancipar a través del trabajo. Pero deben tener
dos o tres trabajos para poder tener algún tipo de autonomía económica.
Necesitan tener más de un empleo. Es una contradicción fundamental entre la
reproducción de la familia y el trabajo. Por eso vemos a los niños y a las
personas de la tercera edad en esta situación.
Pero, sin extenderme mucho en este punto porque pienso que muchos de los
elementos de esta crisis ustedes los conocen muy bien, ustedes saben que a
distintos grados hemos vivido estas consecuencias concretas. Entonces, ¿qué
está pasando hoy?
Estamos tomando conciencia de que nuestras vidas están en peligro. Hay una
necesidad de cambio estructural. Una necesidad de empezar un cambio social
desde la reconstrucción del proceso de reproducción social, ya que la misma
lógica del capitalismo está basada en devaluar la vida humana y subsumirla a la
acumulación del capital.
Este
sistema económico coloca la idea de crecimiento continuo como principio
de la explotación de la vida humana. Para realizar un cambio se debe
colocar la vida en el centro, lo cual es un lema importante para el
movimiento feminista. Poner el “buen vivir” en el centro. Estamos
hablando de una sociedad que permita a los individuos y a las
colectividades prosperar y que no estén esclavizadas de manera perpetua,
haciendo que la riqueza producida beneficie a todos y a todas.
Para eso todos los aspectos de las reproducciones se deben de transformar.
Empezando, claramente, con esas actividades centrales al desarrollo de nuestras
vidas: el trabajo doméstico, la crianza de los niños, el cuidado a las personas
que no son autosuficientes. Pero no es suficiente, debemos de repensar la
agricultura y alejarnos del modelo de agricultura actual, que es una producción
de la muerte. Si lo pensamos, reproduce carencias y muerte porque se basa en el
comercio y en el mercado. Solo beneficia a las personas que tienen los medios
para adquirir esta comida y, al mismo tiempo, la producción de esta comida está
contaminando el agua y acabando las semillas. Estos químicos están en la
tierra, están en el aire y están en nuestros cuerpos.
Cuando compramos comida, no sabemos si nos estamos nutriendo o si nos
estamos envenenando. Esta es la situación actual. Comprar comida hoy es un acto
de ansiedad. Tenemos que proyectarnos a una transformación fundamental y
cultural. Cultural en el sentido de que tenemos que tomar el camino hacia una
sociedad que llegue a acabar con esta desconfianza entre nosotros. Una
desconfianza que nos ha sido inculcada por todos los medios posibles. Tenemos
una relación negativa con el otro. Esta relación es el centro de nuestras
riquezas y de la sociedad, al igual que nuestra relación con los animales y con
la naturaleza. Esto debe cambiar y tenemos que poner fin al tratamiento
barbárico contra los animales.
En el Oeste de Estados Unidos, por ejemplo, son centenares de miles de
animales maltratados que morirán porque no hay en este momento suficiente
personal para procesar y venderlos en el mercado. A estos animales los van a
matar. Es una barbaridad, como toda la industria de la alimentación. Esta
industria se construye sobre el sufrimiento. En las fábricas hay hasta 5.000
puercos o pollos que se encuentran encerrados y son alimentados con
medicamentos y patógenos. Es un problema bastante grave.
Existe una conexión básica de lo que pasa a nivel ecológico (como la
contaminación de los mares) con la destrucción de la agricultura. Cabe resaltar
que esa transformación de la agricultura tiene que ver con el desplazamiento
forzado de millones de campesinos y campesinas. Olas gigantes de migración.
Esta gente no abandona sus tierras o países sin ningún motivo. La gente
abandona su país porque le toca, porque sus tierras han sido privatizadas y ese
es el motivo fundamental de las olas de migración mundial. Son cambios gigantes
y estructurales los que necesitamos plantear.
Uno de los momentos del seminario.
Debemos empezar a pensar en nuestro compromiso en dos niveles. Un nivel es
inmediato. Hay necesidades inmediatas que se deben resolver con la ayuda mutua.
Necesitamos proteger a la gente que está en peligro inmediato y que se
encuentra marginalizada por esta crisis. En el otro nivel, debemos pensar a
largo plazo porque una sociedad postcrecimiento, postcapitalista es una
sociedad en la cual tenemos que empezar a construir el proceso de producción y
reproducción en un sentido amplio. Desde la casa hasta la finca. Incluso hasta
la relación con la naturaleza y los animales. Eso supone un esfuerzo colectivo
muy fuerte.
Mi trabajo en los últimos años se ha enfocado de manera persistente en el
tema de las políticas de los comunes. Entendiendo a los comunes como un
principio cultural que se refiere a una sociedad en la cual colectivamente tenemos
acceso a los medios de nuestra reproducción. En donde colectivamente tomamos
decisiones sobre los medios de reproducción y podemos definir sobre los temas
más importantes de nuestras vidas. No siendo unos recipientes pasivos que se
encuentran alienados sobre decisiones que se toman arriba. Hemos visto y de
hecho tenemos una historia de más de 500 años de actividad del capitalismo que
nos dice que tenemos que comprometernos, no solamente como individuos sino como
un colectivo que tiene como propósito la reconstrucción del proceso de
reproducción social.
Debemos cambiar la relación con los recursos y con las riquezas que estamos
produciendo hacia nuestro buen vivir. Poner en el centro de esta colectividad
la reproducción. Tenemos que reconstruir la reproducción de una manera más
cooperativa sin que nos aisle a cada uno en casa.
Sería bueno decir algo sobre el tema de crecimiento que está muy conectado
al tema del consumismo. Existen muchas críticas a los individuos por ser
consumistas. Incluso gente pobre que no tiene muchos recursos y que van a
gastar lo poco que tienen en comprar cosas. Eso es consecuencia del
empobrecimiento que hemos sufrido. El consumismo es la respuesta a ese
empobrecimiento social. Las relaciones sociales son tan insatisfactorias que
nos hacen sentir como perdedores todos los días. Así es que estas necesidades
incumplidas se reflejan en el consumismo. Para sentir algún tipo de poder, se
nos ofrece tener la capacidad de comprar cosas.
Si pensamos en una sociedad donde nuestras relaciones sociales con el
conjunto de la sociedad fueran completas y nos llenaran, no tendríamos que
comprar cinco pares de pantalones para poder rellenar esa falta que sentimos en
nuestra relación con el mundo. La mercancía, la “commodity”, se vuelve la
manera de rellenar esa falta que sentimos. Eso tiene que ver con el
crecimiento, por eso es tan importante mencionarlo.
Se deben amplificar los procesos de reconstrucción de la sociedad junto con
nuestra capacidad de cooperación. Obviamente, ya hay muchas personas trabajando
y no es que estemos iniciando desde el punto cero. Hay movimientos muy
importantes que están trabajando en este momento. Lo que debemos de hacer es
conectar nuestras luchas y trabajar juntas. Eso es fundamental, porque esta
unión de luchas nos puede dar la capacidad de encontrar nuevas posibilidades
para hacer surgir las cosas que queremos.
No se puede afirmar que exista un solo modelo. Es importante citar a los
zapatistas: “un no y muchos sí”. Tenemos que tener mucha claridad colectiva en
qué es lo que no queremos ver en la sociedad que queremos construir. Una
sociedad que no queremos que destruya el planeta y que no sea injusta. Tenemos
que reconocer la existencia de muchas trayectorias históricas y muchas luchas.
El Buen Vivir, por ejemplo como lo dicen en América Latina, se puede
actualizar de muchas maneras distintas en cada territorio. Ese es el trabajo
más creativo. Ver cómo estas luchas y cómo esta reconstrucción colectiva es un
trabajo creativo que incluye esa diversidad.
Si no queremos condenar a los niños a un futuro terrible, tenemos que poner
atención en lo que está pasando ahora con esta pandemia. Es un signo de alarma
que debemos escuchar y tenemos que transformar esta situación con una premisa
importante: los que van a determinar la salida de esta pandemia no pueden ser
los que nos llevaron a la destrucción de este planeta. No podemos encargarlos a
ellos de encontrar las soluciones. Nosotras debemos ser participantes de estas
soluciones a la salida de la crisis.
E.I.S.: ¿Cómo podemos
aprovechar este contexto para dar pasos hacia una sociedad postcrecimiento sin
que la salida de esta pandemia esté totalmente apropiada por la misma élite
económica y política que nos llevó ahí?
S.F.: Como venía
diciendo, esta pandemia visibiliza una crisis que ya habíamos anunciado. Su
existencia es de conocimiento de todos. Por eso hemos visto que las áreas de la
sociedad más afectada son las personas que cuidan a las personas de la tercera
edad. Hace muchos años que mi trabajo se enfoca hacia el cuidado de este tipo
de población. En muchas partes del mundo el tema del cuidado de las personas
mayores es terrible. La gente ya se estaba muriendo. La crisis en esta área de
la sociedad ya existía. El sistema capitalista se encarga de devaluar
sistemáticamente la vida y lo aplica más a unas personas que a otras.
Los mayores de las clases trabajadoras ya no son productivos. Con el
neoliberalismo se recortaron los presupuestos y los recursos, sobre todo a las
familias trabajadoras. Son los adultos mayores las víctimas centrales de estas
políticas. No es un accidente que haya un desastre con los mayores en medio
esta crisis de la Covid-19.
Siempre han existido muchos errores en términos de accesos a la salud, a
medicamentos. También muchos abusos de parte del personal que atiende a las
personas mayores. Estos incurren en abusos. Los hospitales no estaban
preparados porque se había tomado la decisión política de no tener los recursos
en los hospitales. Por tal motivo faltaron las cosas más necesarias.
Es muy importante que la gente entienda ese elemento. La falta de
preparación de la sociedad ante un desastre como esta pandemia tiene que ver
con lo que estaba pasando antes. Esto es el resultado de decisiones que se
tomaron y nos llevaron a esta situación. Decisiones como afirmar que el derecho
a la salud no era tan importante. Entenderlo es lo que nos puede llevar a
resolver esta pregunta.
El objetivo principal es dar un salto cualitativo a otro nivel. Si uno ve
lo que ha pasado en África, en el Sur asiático, en América Latina en los
últimos 30 años, podrá constatar que han existido muchas olas de epidemias. Una
tras otra, como resultado de la pobreza económica, el sistema y los ajustes
estructurales.
En todo el mundo colonial ha habido una reducción de la calidad de vida. La
gente ha sido víctima de muchas epidemias como la meningitis, el cólera, el
zika, el ébola. Pero ahora la pandemia es global. Si no entendemos esto, no
vamos a estar dispuestos a crear el tipo de movimiento que necesitamos para
transformar la vida cotidiana y comprometernos con ese cambio de una manera muy
profunda.
¿De
qué manera debemos actuar cuando este sistema se ha construido durante
siglos y es un sistema que no se va a transformar de la noche a la
mañana? En el activismo del presente podemos dar respuesta a las
necesidades inmediatas pero es necesario incluir una perspectiva a largo
plazo. Debemos incluir una perspectiva de reapropiación de las riquezas
sociales, de reclamar y reapropiarse de la tierra, de retomar el
control sobre la cadena de producción alimenticia. Y volver a conectar
estas luchas. La lucha estudiantil se debe conectar a la lucha del
sector salud y juntas se deben conectar con las luchas campesinas.
La destrucción del ecosistema es central. Hoy la lucha social no puede
ignorar la destrucción del ecosistema. Cualquier lucha debe tener una dimensión
ecológica, ya que es fundamental a la reproducción. Ese sería el primer punto.
El segundo punto es que desde el inicio
debemos de empezar a cambiar la manera en la cual vivimos en este mundo.
Personalmente, me ha impresionado y lo he escrito en Reencantar Al Mundo (mi último libro) y en otros de mis trabajos,
todo lo que he aprendido de las mujeres de América Latina. Específicamente las
mujeres que viven en zonas periféricas de las ciudades latinoamericanas como
las favelas y todos estos territorios que quedan en los límites de las grandes
ciudades. Estas personas han estado ahí desde hace mucho tiempo, enfrentándose
a lo que hoy nos estamos enfrentando. Es gente que se desplazó porque les
robaron la tierra y hace mucho tiempo se dieron cuenta de que el sistema no tenía
nada para ofrecerles.
Claramente, su accionar podría ser entrar en desesperación. Pero no es así.
Se organizan colectivamente y en unidad miran cómo seguir negándose a perder.
Crean huertas comunitarias, cocinas comunitarias y medios para acceder a la comida.
En ese proceso hay un nuevo tejido social que se construye. Esas nuevas
relaciones afectivas y de solidaridad son una revolución. Porque ese nuevo
poder de este nuevo tejido social le da habilidad a la gente de relacionarse de
una nueva manera con el Estado. No como la última línea de la pirámide, sino
desde una posición que obliga al Estado a soltar algún tipo de control.
Hablemos de comida, de educación, de salud, de agricultura. Sobre todo esto
tenemos algo que decir. Sobre lo que pasa en los hospitales tenemos algo que
decir. Sobre qué tipo de sistema de salud queremos. Esos son los pasos que
debemos dar. No son utopías. No son cosas extraordinarias. Son cosas que
podemos hacer y que nos permitirán tener un tipo de control sobre nuestra forma
de vivir cotidiana.
*Esta conferencia continúa en una segunda entrega.
La prolongación de este tiempo de incertidumbre ante la pandemia, en
particular en países como México y Estados Unidos donde no se han tomado
medidas efectivas para evitar mayores contagios y muertes, impide
planear hacia el corto y mediano plazo con un mínimo de certeza.
Diversas autoridades están apostando por medidas que, en principio,
podrían permitir un “regreso a la normalidad” que evite mayores pérdidas
económicas y prevenga en lo posible nuevos contagios.
Prestar atención a la salud física y a la economía es sin duda
prioritario y deben encontrarse soluciones reales que no antepongan la
necesidad de reducir la crisis económica a la urgencia de prevenir una
catástrofe sanitaria mayor. Al mismo tiempo, es preciso reconocer el
impacto psicológico de la pandemia y la cuarentena en comunidades,
familias y personas. Pensar que somos una sociedad resiliente porque “ya
estamos acostumbrados” a terremotos, inundaciones y otros desastres
naturales o porque, pese a la violencia extrema seguimos “funcionando”
como sociedad, es ocultar bajo el tapete los efectos negativos de tales
eventos potencialmente traumáticos y seguir normalizando situaciones
dañinas para la psique individual y la convivencia social.
Si bien un mismo acontecimiento puede afectar en grados variables a
las personas y no todas quedan necesariamente traumatizadas, ni padecen
las mismas secuelas, e incluso muchas pueden resistir, adaptarse y
reconstruirse, pasar por alto los potenciales efectos dañinos del
aislamiento, del empobrecimiento material y social, de la incertidumbre
misma, o el impacto de la violencia en el ámbito familiar en estos
tiempos, implicaría dejar pasar la oportunidad de debatir y enfrentar,
desde la sociedad y las instituciones gubernamentales, el tema de la
salud mental, todavía cercado de prejuicios.
En este campo, uno de los problemas que requiere mayor difusión, y
sobre todo prevención, es el impacto potencial del maltrato infantil y
de la violencia familiar e institucional en el desarrollo de niñas,
niños y adolescentes. ¿Qué pasará con esas niñas y niños que han sido
separados de sus familiares y abandonados a su suerte en centros de
detención o con familias temporales en Estados Unidos? ¿Cómo está
creciendo la niñez maltratada a diario por padres o madres desesperados o
sólo incapaces de reconocer en sus hijos a personas con derechos? ¿Qué
futuro está ofreciendo el Estado a niñas abusadas por familiares a las
que autoridades estatales o municipales impiden abortar? ¿Cómo reparará
el Estado el daño que inflige su negligencia o colusión con la trata y
la pornografía infantil? ¿Qué porvenir tendrán las niñas, niños y
adolescentes que han vivido la cuarentena con miedo, violencia y hambre?
Potencialmente, estas niñas, niños y adolescentes pueden quedar
marcadas, por meses, años o toda la vida, por experiencias de abandono,
humillación, descalificación, maltrato físico, abuso, cosificación, y
deshumanización en sus distintas variantes. La violencia psicológica por
sí misma deja hondas huellas que repercuten en el desarrollo emocional;
el abuso sexual y el maltrato físico, sobre todo cuando es temprano,
pueden afectar el desarrollo neurológico, y por tanto intelectual, de
quienes lo sufren; el abuso sexual y la violencia constante pueden
empujar a conductas de riesgo o a la depresión.
En tanto a menudo no se vive una sola forma de violencia y se está
expuesta a maltrato en distintos ámbitos, en la infancia y juventud
pueden acumularse experiencias traumáticas difíciles de superar, sobre
todo sin ayuda. Así, pueden desarrollarse trastornos de estrés
postraumático que dificultan o arruinan la vida.
Ocultar, minimizar o tolerar el maltrato y los abusos contra niñez y
adolescencia, es normalizar la violencia contra quienes en muchos casos
no pueden denunciar ni defenderse, aceptar como “condición de vida” lo
que son violaciones a Derechos Humanos, y propiciar más insatisfacción,
desesperanza y dolor en generaciones cuyo futuro está ya rondado de
riesgos.
Revela la investigación del FMI dificultades para millones de personas por COVID 19. El trabajo a distancia más fácil en Noruega y Singapur que en Turquía, Chile, México, Ecuador o Perú. En más de la mitad de los hogares de países emergentes y en desarrollo no hay computadora en casa
Cd. de México, 14 jul. 20. AmecoPress/SemMéxico.- Ante la masiva pérdida de empleos causada por la pandemia de la COVID-19 tres expertas del Fondo Monetario Internacional, Mariya Brussevich, Era Dabla-Norris y Salma Khalid analizan en este artículo* cómo la crisis sanitaria afecta a los mercados laborales de los países más pobres y a los trabajos de los jóvenes y las mujeres:
La pandemia de COVID-19 está devastando los mercados laborales de todo el mundo. Decenas de miles de trabajadores, hombres y mujeres, han perdido sus empleos, millones de personas se han quedado fuera de la fuerza laboral y muchas ocupaciones enfrentan un futuro incierto, refiere un comunicado de ONU Noticias.
Las medidas de distanciamiento social ponen en peligro los empleos que exigen presencia física en el lugar de trabajo o interacciones personales. Quienes no pueden trabajar a distancia, a menos que se consideren esenciales, se enfrentan a un riego significativamente más alto de sufrir reducciones en las horas trabajadas o en las remuneraciones, suspensiones temporales de personal o despidos permanentes.
¿Qué tipos de empleos y trabajadores presentan un mayor riesgo? No sorprende que los costos hayan recaído fundamentalmente sobre quienes tienen menos capacidad para soportarlos: los pobres y los jóvenes en los empleos menos remunerados.
En un nuevo trabajo, hemos investigado la viabilidad de trabajar desde casa en una amplia muestra de economías avanzadas y de mercados emergentes. Estimamos que cerca de 100 millones de trabajadores de 35 países avanzados y emergentes (de los 189 países miembros del FMI) podrían presentar un riesgo alto debido a que no pueden realizar sus trabajos a distancia. Esto equivale, en promedio, al 15% de su fuerza laboral. Aunque existen importantes diferencias entre países y trabajadores.
La naturaleza de los empleos en cada país
La mayoría de los estudios que miden la viabilidad del trabajo desde casa adoptan definiciones sobre empleo utilizadas en Estados Unidos. Sin embargo, las mismas ocupaciones en otros países pueden diferir en las interacciones personales necesarias, la intensidad tecnológica del proceso de producción e, incluso, el acceso a las infraestructuras digitales. Para incorporar este hecho, el índice de viabilidad del trabajo desde casa que hemos construido utiliza las tareas que realmente se realizan dentro de cada país, de acuerdo con las encuestas recopiladas por la OCDE sobre 35 países.
Observamos importantes diferencias entre países, incluso dentro de las mismas ocupaciones. Resulta mucho más fácil el trabajo a distancia en Noruega y Singapur que en Turquía, Chile, México, Ecuador y Perú, sencillamente porque más de la mitad de los hogares de los países emergentes y en desarrollo ni siquiera tienen una computadora en casa.
¿Quiénes son los más vulnerables?
En general, las personas trabajadoras del sector de alimentos y hostelería, así como del comercio minorista y mayorista, son los más afectados debido a que sus trabajos son los que menos posibilidad de trabajo a distancia tienen. Esto significa que más de 20 millones de personas de nuestra muestra que trabajan en estos sectores presentan el riesgo más alto de perder sus empleos. Aunque algunos son todavía más vulnerables que otros:
• La posibilidad de trabajar a distancia de los trabajadores jóvenes y de quienes no tienen educación universitaria es significativamente menor. Este riesgo más alto se corresponde con los perfiles de edad de los trabajadores en los sectores más afectados por el confinamiento y las políticas de distanciamiento social. Es preocupante observar que la crisis podría ampliar la desigualdad intergeneracional.
• Las mujeres podrían verse especialmente afectadas, amenazando con revertir algunos de los avances en materia de igualdad de género realizados en las últimas décadas. Esto se debe a que las mujeres se concentran de manera desproporcionada en los sectores más afectados, como son los servicios de alimentos y hostelería. Además, las mujeres realizan más tareas relacionadas con el cuidado de los hijos y las labores domésticas, mientras que la provisión por parte del mercado de estos servicios se ha interrumpido.
• Las personas trabajadoras a tiempo parcial y empleadas de pequeñas y medianas empresas se enfrentan a un riesgo mayor de pérdida de empleo. Suelen ser las primeras en perder sus trabajos cuando se deterioran las condiciones económicas y las últimas en ser contratadas cuando estas mejoran. También tienen menos probabilidades de tener acceso a asistencia sanitaria y a canales formales de seguros que puedan ayudarlas a capear la crisis. En las economías en desarrollo, en particular, las personas trabajadoras a tiempo parcial y las que tienen empleos informales afrontan un riesgo mucho mayor de caer en la pobreza.
El impacto sobre las personas trabajadoras con bajos ingresos y empleos precarios podría ser especialmente grave, ampliando las desigualdades ya existentes en las sociedades. Nuestros resultados, que indican que en la parte más baja de la distribución de ingresos tienen menos capacidad para trabajar a distancia, están corroborados por los recientes datos de desempleo de Estados Unidos y otros países. La crisis de la COVID-19 aumentará la desigualdad de ingresos.
Este efecto se ve agravado por el hecho de que los trabajadores que se encuentran en la parte más baja de la distribución de ingresos se concentran de manera desproporcionada en los sectores más afectados, como los servicios de alimentos y hostelería, que son los menos susceptibles al trabajo a distancia. Los trabajadores con bajos ingresos también tienen una mayor probabilidad de vivir al día y tener pocas reservas financieras, como son los ahorros y el acceso al crédito.
¿Cómo proteger a los más vulnerables?
La pandemia cambiará con toda probabilidad la manera en que se realiza el trabajo en muchos sectores. Los consumidores pueden recurrir más al comercio electrónico, en detrimento de los empleos del comercio minorista, y pueden pedir más comida para llevar, reduciendo el mercado laboral para los trabajadores de restaurantes.
¿Qué pueden hacer los gobiernos? Pueden centrarse en ayudar a los trabajadores más afectados y a sus familias mediante la ampliación de las redes de protección social y seguros sociales para amortiguar la pérdida de empleo y de ingresos. Los subsidios salariales y los programas de obras públicas pueden contribuir a que recuperen sus medios de vida durante la recuperación.
Para reducir la desigualdad y ofrecer a las personas mejores perspectivas, los gobiernos deben fortalecer la educación y la capacitación y preparar mejor a los trabajadores para los empleos del futuro. El aprendizaje permanente también implica reforzar el acceso a la escolarización y a la capacitación profesional para ayudar a los trabajadores desplazados por shocks económicos como la COVID-19.
Esta crisis ha demostrado con claridad que tener acceso a Internet es un elemento fundamental de la capacidad de las personas para continuar su participación en el lugar de trabajo. Invertir en infraestructuras digitales y cerrar la brecha digital también permitirá que los grupos desfavorecidos participen de manera importante en la economía del futuro.
* Este artículo se publicó originalmente en el blog Diálogo a Fondo del Fondo Monetario Internacional.
La incertidumbre con respecto a la longitud del encierro y a sus consecuencias es una ansiedad contínua
Pareciera que han transcurrido años desde que circulaban en redes bromas acerca de una enfermedad de alto contagio cuya procedencia podía ser el consumo de sopa de murciélago. No sabían. No sabíamos. Nadie pudo prever ni las dimensiones, ni la longitud del "mal" que se deslizaba de ciudad en ciudad. Como en una alucinación, de país en país. Los contagios que se disparan. Cada una de las personas muertas. Cuando algunos espacios se abren, pareciera surgir una cierta esperanza. Luego leemos que tantos, vuelven a cerrarse. La incertidumbre con respecto a la longitud del encierro y a sus consecuencias es una ansiedad continua, como telón de fondo de la cotidianidad. ¿Cuánto tiempo más? ¿con cuántas personas menos? ¿en qué condiciones emocionales y materiales?
Cuando mencionan nuestros nuevos escenarios como "una película de ciencia ficción", están en lo cierto. Pero, ¿cómo habitar una realidad que nos remite a las calamidades que nos hacían temblar ante una pantalla? ¿cómo nos acomodamos por dentro? ¿cómo se maneja esa sensación de sorpresa, de irrealidad y de amenaza? Con "irrealidad" no me refiero, por supuesto, a poner en duda la existencia de la pandemia, sino a la dificultad emocional para procesarla. Hay algo que me estalla en la cabeza cuando esta "nueva normalidad" me llega. Primero, segundo o tercer pensamiento del día, para quienes no hemos vivido la emergencia, hasta el momento. Realidad que no puede "olvidarse", "posponerse" cuando el "mal" ya habita el cuerpo. Cuando es grave. Cuando implica una hospitalización. Cuando la muerte llega. Cuando se impone despedirse a distancia. Cuando las circunstancias de la despedida son tan particularmente crueles.
Una sensación de pánico por momentos. Una sensación de horror que nos cruza de golpe en las actividades más cotidianas: "Esto no puede estar sucediendo". ¿Acaso es posible este riesgo que corren los millones de personas que salen por las mañanas a buscar su sustento? ¿Acaso es posible todo lo que ahora implica una operación de emergencia para una persona mayor? ¿Acaso es posible que solo pueda ver a mis hijos para un "picnic" en los jardines comunes, a todo el mantel rectangular de distancia? ¿Acaso es posible temblar así por los que amamos y por nosotros mismos? Hay mucho de traumático en lo que estamos viviendo, entendiendo por traumático ese momento, en el que los hechos sobrepasan nuestra capacidad de aprehenderlos y procesarlos.
La pandemia nos colocó en una cierta circunstancia de sobrevivencia emocional, me refiero, por supuesto, solo a las personas cuya posibilidad de sustento, aunque disminuida, aún existe, y no a los millones de personas para quienes los golpes emocionales no pueden sino pasar a segundo plano ante las urgencias económicas. Allí están también las cargas emocionales, duplicadas. Pero ya pasaron cuatro meses de encierro, de incertidumbre y de miedos. El "Vamos a resistir, ya va a pasar". "Hay que animarse, no durará tanto". "Saldremos adelante", por momentos, no es que se desmorone, sino que tiene que tomar una nueva dirección, otros matices: pasar de la sobrevivencia (ante aquello cuya temporalidad parecía más breve), a la vida. Y en muchas ocasiones no estamos tan seguros de saber hacerlo.
¿Cómo se asume la vida desde tantas limitaciones? Las videollamadas, para quienes son factibles, han sido una fuerza que sostiene. Pero, ahora, con los meses, no puedo evitar despedirme con un coletazo de tristeza. Acariciar un rostro en una pantalla. ¿Por cuánto tiempo más? Tal vez el aprendizaje sería, no preguntarnos por el tiempo. Amanecer, tomar el café, la idea irrumpe: "la pandemia sigue aquí". Esos segundos de agitación interior. Y plantearnos, ¿qué necesitamos hoy para vivir? Para dejar de lado esa intensa sensación de sobrevivir al día a día que nos imponen las situaciones de emergencia. Un nuevo orden que nos regrese tanto como se logre, una cierta paz interior. Una cotidianidad que no posponga "para cuando esto pase", lo que no es necesario posponer. Avanzar, lo que podamos trabajar desde el encierro. Domesticar un poco las ansiedades de fondo, entender que no está siendo realista decir: "cuando se solucione la pandemia y deje de sentir esta ansiedad..." La ansiedad en sus diversas intensidades. Aprender a vivir con ella. A vivir.
Para La Silla Rota es importante la participación de sus lectores a través de comentarios sobre nuestros textos periodísticos, sean de opinión o informativos. Su participación, fundada, argumentada, con respeto y tolerancia hacia las ideas de otros, contribuye a enriquecer nuestros contenidos y a fortalecer el debate en torno a los asuntos de carácter público. Sin embargo, buscaremos bloquear los comentarios que contengan insultos y ataques personales, opiniones xenófobas, racistas, homófobas o discriminatorias. El objetivo es convivir en una discusión que puede ser fuerte, pero distanciarnos de la toxicidad.
Ciudad de México. Madres de víctimas de feminicidio
se manifestaron este lunes de 20 de julio afuera de Palacio Nacional,
donde durante 15 días han mantenido sin resultados un plantón en demanda
de una reunión con el presidente de la República, Andrés Manuel López
Obrador.
La protesta que estuvo acompañada por otras mujeres solidarias con
las víctimas, se realizó por la mañana en inconformidad a un oficio que
envió a las madres la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la
Violencia contra las Mujeres (Conavim) el pasado 14 de julio de 2020.
Malú García Andrade, hermana de Alejandra García Andrade, víctima de
feminicidio en Ciudad Juárez, Chihuahua, explicó en entrevista que en el
documento les aseguran que el gobierno está trabajando en la
problemática del feminicidio.
En el oficio al que accedió esta agencia firmado por la actual
encargada de la Conavim, Balbina Hernández Alarcón, se desglosa que
están cumpliendo con el pliego de peticiones de las víctimas indirectas
del feminicidio que instalaron el platón: 1) la declaratoria de la
Alerta de Violencia de Género (AVG) a nivel nacional; 2) el Registro de
niñez y adolescencia en orfandad por feminicidio; 3) las reformas a los
Códigos Penales estatales para tipificar todo asesinato de una mujer
como feminicidio, así como ampliar las facultades de la Fiscalía
Especial para los delitos de Violencia contra la Mujer y Trata de
Personas (Fevimtra); y 4) que el presidente López Obrador se pronuncie
sobre la problemática del feminicidio.
Sobre la Alerta de Género a nivel nacional la Conavim reportó que
actualmente hay 21 vigentes en 18 entidades federativas, asimismo, que
“próximamente se presentará el documento que realiza un balance sobre el
impacto de este mecanismo administrativo”. En el caso de la Base de
datos sobre la orfandad por feminicidio, indican que el Instituto
Nacional de las Mujeres (Inmujeres) inició en julio de 2019 la
recolección de dicha información a fin de que la niñez y adolescencia en
esta condición acceda a apoyos sociales.
La Comisión Nacional también informó que el “Congreso federal
estableció una mesa de trabajo para analizar las propuestas de reformas a
la normatividad relativa a la prevención, atención y sanción de la
violencia contra las mujeres”, con lo que invitan a las madres de
víctimas a acercar sus propuestas a este grupo. Y en el caso de la
reunión con el presidente, queda prácticamente sin posibilidades, se
responde que la política de violencia contra las mujeres del Ejecutivo
Federal se realiza a través de la Conavim, “es a través de este estos
brazos del Ejecutivo que el presidente atiende esta grave problemática
y, como el resto de violaciones graves a Derechos Humanos, ha instruido
se dé máxima importancia”.
García Andrade aseguró que el oficio de Conavim no tiene ninguna
validez para las víctimas porque buscan la atención directa desde
Presidencia. “Nosotras no solicitamos un informe a las demandas que se
están pidiendo, nosotras tenemos demandas muy concretadas que se tiene
que decir sí o no. Se solicitó reunión con el presidente, la AVG se
declarará a nivel nacional, es sí o no”. Con ello, la ahora defensora de
Derechos Humanos afirmó que continuarán el platón las cuatro madres que
provienen de la Ciudad de México, Estado de México, Chihuahua y Puebla,
y que están en representación del resto de las familias de víctimas de
feminicidio que por diversas razones no pueden sumarse a la protesta.
La semana pasada en conferencia de prensa López Obrador aseguró que su gobierno “no está abandonando a las mujeres”que
“se está castigando a quienes asesinan mujeres, el feminicidio”, esto
mientras las madres se mantenían en el platón a fuera de Palacio
Nacional porque los asesinatos de sus hijas se encuentran impunes. Al
respecto, García Andrade mencionó: “Te llena de rabia, coraje, ver que
no haya voluntad de parte del presidente en atender el tema, si nos
dicen que su agenda está llena lo entendemos, pero ni siquiera hemos
tenido un escrito -de Presidencia-. Eso nos dice que no le interesa, si
le interesara ya hubieran venido, estaríamos en mesas de diálogo”.
Esta no es la primera ocasión que personal de la Conavim trata de
persuadir a las madres de retirarse de las puertas de Palacio Nacional, a
lo que ellas han insistido que no lo harán hasta que no reciban una
fecha para reunirse con el presidente. “Si el presidente de la República
quiere que demos el grito, pero de justicia, aquí lo vamos a dar”,
concluyó Malú García.
En la protesta por la mañana mujeres vestidas de negro gritaron
consignas mientras acompañaban a las madres que portaban en mantas los
rostros de sus hijas y hermanas que han sido asesinadas en México. El
fin de semana, las mujeres realizaron actividades culturales con
diversas cantantes en memoria de las víctimas. Hasta ahora con el platón
estas familias lograron que la Comisión de Atención a Víctimas del
Estado de México (CEAVEM) liberara los recursos económicos detenidos
durante los meses de la pandemia que debían recibir para apoyo a la
canasta básica y pensión para la niñez en orfandad tras el asesinato de
sus madres.