Pedro Echeverría V.
1. Quizá el 12 de octubre, el llamado "día de la raza", sea el plazo para ser removido el conquistador español Francisco de Montejo de su alto pedestal -construido por la alcaldía panistas en la última semana de gobierno- situado al final de la prolongación del aristocrático Paseo de Montejo de Mérida, Yucatán. Dado que ni la presidenta municipal de Mérida ni la gobernadora del estado (ambas del PRI) han hecho caso de las protestas de sectores liberales, así como a los argumentos demoledores de profesores y estudiantes universitarios, es probable que sea derrumbado el monumento de la misma manera en que cayeron el de Miguel Alemán en la UNAM en los sesenta, el de López Portillo en los ochenta en la ciudad de Campeche y el de Vicente Fox en el puerto de Veracruz, tan pronto dejó la Presidencia. Nunca se supo cómo la población se hizo representar para bombear esos monumentos con estructura de hierro, pero cuando menos se pensaba se fueron para abajo.
2. Los panistas y sus asesores españolistas han argumentado que "los yucatecos serían muy malagradecidos si no se le hace honor a nuestros padres españoles que nos dieron religión, lengua, cultura, costumbres y formas de vida". Que los españoles, además que nos dieron todo para integrarnos a la "civilización" europea, nos trataron como seres humanos; y que si algunas veces cometieron excesos fue porque así era el "espíritu de la época". Pero también han llegado a decir que cuando "descubrieron lo que sería la Nueva España y los demás territorios de América los indios aún eran salvajes porque adoraban a imágenes de piedra, a varios dioses y no se cubrían con sus vestidos todo el cuerpo. Habría que preguntar entonces: ¿Fue por eso que los conquistadores españoles buscaron destruir y sepultar todos los monumentos arquitectónicos y arqueológicos mayas, toltecas, mexicas, teotihuacanos, mixtecos, zapotecas y demás que representaban culturas mucho más avanzadas que la "civilización que nos imponían?
3. En Yucatán, dado que no hubo lucha por la independencia -como la lucha que encabezaron en el centro del país Hidalgo, Morelos, Mina, Guerrero, durante once años- sino un simple acuerdo después de que el país la logró, la clase conservadora yucateca criolla sólo se reacomodó para convertirse en "casta divina" y continuar en sus grandes haciendas maicero-ganaderas, luego henequeneras, explotando a los trabajadores "encomendados". Esa clase social explotadora –con métodos de explotación parecidos al feudalismo y el esclavismo- jamás rompió sus vínculos con "la madre patria", conservando sus valores y creencias como herederos de los conquistadores españoles. Por eso pudieron mantener atada a la población a la doctrina ideológica de la iglesia y de los grandes hacendados. Por eso también la ideología de los yucatecos, a pesar de su miseria económica, es predominantemente clerical, pacífica y resignada.
4. La realidad es que la actual alcaldesa de Mérida formalmente no tendría problemas para aprobar –casi por unanimidad- con los regidores del cabildo el desplazamiento de ese personaje (Francisco de Montejo, el conquistador) muy mal visto en Yucatán, así como en República a los conquistadores Cortés, Alvarado y otros personajes que trataron como animales a nuestro pueblo. Si ese era "el espíritu de la época", entonces el trato que recibe hoy la mayoría del pueblo mexicano de parte de la clase política y empresarial también hay que aceptarlo de igual manera porque no puede ser de otra forma. En Santa Cruz Tenerife aún pude ver en 2003 un monumento al dictador Francisco Franco y seguramente hay muchos más erigidos a este general fascista que encabezó la destrucción del gobierno republicano español; pero no hay que olvidar que este personaje tiene hasta hoy mucha presencia entre los monarcas y los gobiernos españoles.
5. En Yucatán, Mérida en particular, casi no hay monumentos con personajes de la política pasada y presente; más aún las calles no tienen nombres y se facilita muy bien caminar por su cuadrícula numerada que parte de la plaza principal. Quizá por ello su "patriotismo" o patrioterismo no es acendrado. En última instancia, ¿cuáles son los nombres predominantes en calles, parques, plazas, escuelas, jardines en otras ciudades del país, sino nombres de políticos de uno o de otro partido? Quizá sería menos malo que las calles y parques llevaran nombres de países, ciudades, frutas, árboles, animales, fenómenos naturales, etcétera, porque los nombres de personas siempre son polémicos por los intereses que representan. El PRI en su largo gobierno impuso -sin consultar- los nombres de sus héroes; el PAN también comenzaba a hacerlo con sus políticos en varios estados de la República y seguramente el PRD lo haría si tuviera oportunidad.
6. En Mérida hay un parque en pleno mercado y zona comercial en honor de Eulogio Rosado, un personaje de la clase dominante que asesinó indígenas en la llamada "Guerra de Castas" de mediados del siglo XIX y si no me equivocó en pleno Paseo de Montejo hay un monumento a Justo Sierra O Reilly (padre de Justo Sierra Méndez), que ofreció Yucatán a los Yanquis a cambio de ayuda militar para derrotar a los indígenas de la "Guerra de Castas" o rebelión indígena. En los últimos años, los priístas bautizaron una islita como "Isla Cervera" y los panistas levantaron un monumento a las "haciendas henequeneras" y a la avenida correspondiente se le puso el nombre del ex alcalde panista fallecido Correa Rachó. ¿Por qué tanta necesidad de lograr trascendencia buscando gravar nombres en calles y plazas para luego no tener ningún significado? ¿De dónde viene ese terrible individualismo de la trascendencia y la herencia?
7. Mover la escultura del conquistador Francisco de Montejo para llevarla a una bodega puede ser significativo para un partido como el PRI que niega estar identificado con la derecha yucateca clerical. Dejar la escultura donde la colocó la alcaldía panista el último día de su mandato significa que el gobierno priísta es una continuidad del anterior, además que tendría que colocar vigilantes especiales permanentes para que no sea removida alguna madrugada por los liberales yucatecos. De todas maneras lo importante es que la población yucateca empiece a liberarse del pensamiento conservador, clerical y complaciente que le han formado a través de los siglos que ha sido sometida. Sólo así comenzará a defenderse de la explotación y la miseria que ha sufrido durante siglos. Se espera que los nuevos gobernantes demuestren su inteligencia y habilidad política. ¿O tampoco la tienen?