Pedro Echeverría V.
1. El abogado organizador y defensor de sindicatos en Yucatán, “Charras” Calderón Lara, fue asesinado en 1974 por el gobierno PRI panista de Loret de Mola (1970-76). Siendo muy joven, aún sin militancia política, pero con inclinaciones hacia la izquierda, al ser salvajemente asesinado en los montes de Quintana Roo por órdenes del gobernador, se convirtió en bandera de lucha de los obreros independientes de entonces. Y se merece el homenaje porque en México –no se si por el sistema o la misma carrera- los abogados sufren un terrible desprestigio. En Yucatán me sobran dedos de una mano cuando contabilizo a los abogados honestos que han defendido sindicatos y luchas obreras. Recuerdo al abogado Pinto Pérez en los sesenta, a Calderón Lara en los setenta, a Macossay Vallado en los ochenta y noventa, así como a Villevaldo Pech y Rodolfo Macossay, ambos en proceso, en los años recientes. Ha habido por allá dos o tres nombres más de abogados que se acercan, luego se alejan.
2. Mis queridísimos camaradas Mauricio, Lorenzo, Gina y algunos compañeros más, están distribuyendo un volante del periódico El Rebelde en el que hacen un homenaje al “Charras” Calderón. Aunque en aquellos años vivía en la ciudad de México y no participé de aquel movimiento, en 1999 publiqué un folleto que titulé: “El gobierno de Loret y el asesinato del Charras” que, en ese 25 aniversario, se distribuyó ampliamente. Al no haber en Yucatán movimiento de Independencia (1810-21), de Reforma (1856-61) y Revolución de 1910-11, Cardenismo, batalla ferrocarrilera, movimiento de 1968 (un paseíllo encabezado por el rector), guerrillas rurales o urbanas, por el enorme control español, del clero y los hacendados henequeneros (Casta Divina), de los medios, del PRI y las autoridades universitarias, los registros de luchas son extremadamente pobres: La llamada Guerra de Castas de mediados del XIX y la batalla de protesta contra el asesinato del Charras en febrero-marzo de 1974, destacan.
3. Aquellos primeros años de la década de los setenta fueron realmente tensos en el país, pero en Yucatán –como siempre- “no pasaba nada”. Echeverría Álvarez en la presidencia del país (1970-76), a quien le correspondería recuperar clientela política perdida por el brutal asesinado de estudiantes de 1968, lanzó el discurso ofreciendo una “apertura democrática”, la “sustitución del desarrollo estabilizador por el desarrollo compartido” y la recuperación del “nacionalismo revolucionario cardenista”. Recuperó para su política a los escritores oportunistas Paz, Fuentes, Benítez y no le parecía Fidel Velázquez ni la vieja banda desprestigiada de dirigentes de la CTM y el Congreso del Trabajo. Fue lo que provocó el surgimiento de la gran lucha de los electricistas de STERM, dirigido por Rafael Galván, contra Pérez Ríos que encabezaba el Sindicato Nacional de Electricistas, etcétera. Esta batalla por la administración del contrato colectivo nos permitió a la izquierda realizar mítines de apoyo al STERM en todo el país.
4. Fue esa coyuntura de “apertura”, aprovechada por los electricistas y muchos sindicatos de los estados de Hidalgo, Morelos, Estado de México y DF –más la liberación en 1971 de decenas de presos políticos, el fortalecimiento de las guerrillas en el estado de Guerrero, el surgimiento de la guerrilla urbana en el DF, Guadalajara, Monterrey, los discursos que semanalmente pronunciaba el cura Méndez Arceo -líder en México de la Teología de la Liberación- en las iglesias de Cuernavaca, Cuautla, así como las batallas del STEUNAM, el autogobierno de Arquitectura y las Prepas populares, los co-gobiernos de Economía y CCH de la UNAM, y en la Nacional de Antropología, así como los apoyos de miles de alumnos de la UNAM y CCH a las luchas sociales, los calentaron todo el período del sexenio echeverrista. La década de los setenta, además de varios miles de huelgas independientes, nos permitió cientos de manifestaciones y la publicación de cientos de periódicos y revistas partidarias.
5. La realidad es que en Yucatán –aunque quizá también en la mayoría de los estados de la República- los medios impresos: Diario de Yucatán (gran propiedad privada de 1925), Diario del Sureste (diario oficial de los gobiernos del PRI desde 1931), Novedades de Yucatán, (comercial y alemanista desde 1965), Diario Por Esto (paraoficial del PRI) han sido órganos al servicio del poder. D de Y, desde la derecha, silenció las luchas vallejistas (La UADY me publicó -también en 1999- un libro sobre las luchas vallejistas en México y lo poco que se hizo en Yucatán); calumnió y silenció en parte las luchas estudiantiles de 1968 y fue enemigo de las luchas de protesta contra el asesinato del Charras y apoyó a su amigo el gobernador. Entre tanto del Diario del Sureste, al ser del PRI, apoyó siempre a los gobiernos. El Novedades dedicado a la publicidad comercial pero siempre apoyando al gobierno y el Por Esto sólo se fundó hasta 1991, pero dado su comportamiento, hubiese apoyado al gobierno priísta de Loret de Mola.
6. Las grandes batallas que nos hacen recordar al Charras no fueron esencialmente de ofensiva de masas para construir sus sindicatos sino fueron defensivas, para exigir castigo a los asesinos del asesor jurídico sindical. Se construyeron unos diez sindicatos y los trabajadores se agruparon tras las palabras de su asesor: sindicatos de Conasupo, zapateros, Romarco, fileteadores, Mitza, Cusesa, plásticos, desfibradores; de estos quedaron, según mi amigo Pedro Quijano en 1999, Autamuady, gasolineros y panaderos y según he visto –al estar algunos años ayudando a Autamuady- en los últimos 10 años, no queda ninguno. Sólo los recuerdos y las visitas anuales a la tumba del Charras al panteón de unos 30 trabajadores. Por eso la clase gobernante nos tiene súper madreados. Aquellos mil o dos mil trabajadores de 10 sindicatos se olvidaron del asesor que fue asesinado por defender los derechos obreros. Cada año recibe 30 flores en su tumba pero aquellos sindicatos fueron tragados por los gobiernos y el capitalismo.
7. Este no es un pesimismo para ponerse a llorar, sino que pretende ser un realismo que nos ponga a luchar con más radicalidad y pasión, buscando que nuestras batallas desnuden la explotación y opresión de los gobiernos y empresarios, pero que también demuestren el oportunismo de los medios de información. Hoy parece que los medios escritos no son importantes porque sólo abarcan al tres por ciento de la población, pero los medios electrónicos (TV y radio) los tenemos metidos hasta en el escusado. Los pocos izquierdistas que salimos en todos los actos de protesta en Yucatán somos de 40 años y mucho más arriba. ¿Qué pasó con aquellos jóvenes punk, anarcos, zapatistas, poquitos estudiantes de la AUDY, que nos acompañaron en las batallas contra el aumento en los transportes y en las manifestaciones contra Bush cuando vino a imponerle a Calderón la llamada “Iniciativa Mérida”? ¿Será que los viejos izquierdistas ya no vemos, oímos, ni entendemos?