México y en general el planeta, están viviendo una crisis tremenda, producto de la pugna entre una visión del mundo estático, con un esquema piramidal de dominación, donde lo fundamental es el individuo, el reinado del capital y las estructuras patriarcales y horizontales y otras cosmogonías que conciben un mundo divergente, plural menos vertical, donde las relaciones sociales se determinen por la necesidad de mantener un equilibrio entre el medio ambiente y las necesidades de los grupos sociales.
La globalización en el terreno cultural permite un diálogo riquísimo que implica no el aplastamiento de la otredad sino su pleno reconocimiento, de tal manera que este diálogo e intercambio permanente nutre de nuevos elementos los paradigmas culturales de los pueblos, no obstante el neoliberalismo aplastante y en su afán de conquistar mercados, impone una forma específica de pensar y actuar para domesticar el consumo y la producción de acuerdo a las ambiciones de quienes nos dominan.
Los grupos culturales que no sirven al capitalismo en su etapa neoliberal, les significan un estorbo, por ello buscan desplazarlos, ya sea porque una multinacional quiere explotar los territorios que milenariamente le pertenecen a estos grupos, ya sea porque no encuentran (dentro de su cadena de producción – consumo) donde insertarlos.
En México estamos viendo casos altamente dramáticos y preocupantes de sectores que son devorados por el sistema, casos como el de las/os Rarámuris en la Sierra Tarahumara que están muriendo de hambre y de olvido, las sequías, los grupos del narcotráfico y la indiferencia gubernamental marcan un destino siniestro para nuestras/os hermanas/os.
Otro caso es el que vive el pueblo Yaqui al que intentan desplazar del territorio conocido como el “Novillo” para inundarlo y construir una presa ahí.
En la región centro entre San Luis Potosí y Zacatecas, el pueblo Wixárika, también conocido como Huichol, resiste la embestida de una poderosa empresa minera canadiense, que en contubernio con los gobiernos Federal y Estatales pretenden realizar excavaciones y contaminar toda la región sagrada de Wirikuta, lo cual implicaría atentar contra un patrimonio histórico y natural de la humanidad, sería una pérdida irreparable para la riqueza nacional.
La lista es tan larga como grupos culturales hay en todo el país, el común denominador es el rezago económico y el hambre que tienen y la indiferencia criminal de los gobiernos de la derecha.
Pero no solo los grupos originarios son víctimas de esta masacre, también otros grupos sociales que no están del todo insertos en el sistema de producción y consumo son marginados; por ejemplo el de la juventud, con más de treinta millones de mexicanas/os jóvenes en el país, son más del 50% quienes viven en pobreza, y 7 millones están excluidas/os de toda posibilidad de desarrollo. Lo que el estado criminal neoliberal ofrece a las juventudes marginadas es: comercio informal, integrarse a los grupos del crimen organizado, integrarse a las fuerzas armadas para combatir a quienes se integraron a los grupos del crimen organizado, o migrar y que sean aniquiliadas/os en la frontera o bien sometidos a condiciones de semiexplotación en los Estados Unidos.
El estado neoliberal no es garante de los Derechos Humanos de las grandes minorías que somos la inmensa mayoría de la población mexicana, el estado con sus títeres panistas y priistas han establecido un régimen de privilegios de una minoría cada vez más rica y poderosa; aunque en ello vaya la vida de la gran mayoría.
La Diversidad es Vida, es Movimiento, es Evolución. Por ello urge impulsar transformaciones de fondo en el país, reforzar las organizaciones locales, nacionales e internacionales de resistencia y contra hegemonía, urge demostrar en las urnas nuestro rechazo a la etnofagia de las derechas, urge construir caminos comunes entre todas estas minorías.
Personalmente creo y trabajo en el Movimiento de Regeneración Nacional pues estoy convencido de que es de esta organización donde se generarán los cambios profundos que necesita México, pero creo en el diálogo vinculante con otros movimientos y organizaciones, toda forma de lucha anti sistémica es necesaria y urgente.