Hasta el último minuto de la actual legislatura, el binomio PRI-PAN defenderá los intereses de la oligarquía y de las trasnacionales, como lo evidencia la aprobación “fast track” en la Cámara de Diputados del trámite para otorgar el aumento a 14 mil millones de dólares en la cuota de México al Fondo Monetario Internacional (FMI), así como a 4 mil 838 millones de dólares la que se paga al Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Mientras que en el Senado se ratificó el tratado sobre yacimientos transfronterizos de hidrocarburos entre México y Estados Unidos, sin que se tenga certeza jurídica alguna de que se respetará la riqueza petrolera de nuestro país.
Sin embargo, con la mayor desfachatez y cinismo los candidatos de ambos partidos a la Presidencia de la República andan en campaña buscando el voto mayoritario de la población, a la cual en los hechos no tienen empacho en traicionar de la manera más vil. Con todo, aun así hay ingenuos que creen que defienden los intereses nacionales y se molestan por las críticas que merecidamente reciben. Hay quienes incluso se enojan hasta el delirio porque se les acusa de entreguistas y traidores a la patria, como así han demostrado serlo los últimos cinco mandatarios. ¿Acaso es patriótico quitarle al país sus recursos y sus medios productivos para dárselos a empresas y gobiernos extranjeros?
Se escatiman pesos y centavos a los trabajadores, se llega a extremos canallescos como el de cobrar impuestos a los pensionados y jubilados, pero no hay empacho en regalar más de 200 mil millones de pesos a los organismos que nos mantienen con la cuerda sobre el pescuezo, con el absurdo argumento de que así podremos los mexicanos tener más capacidad crediticia internacional. En todo caso, tendría sentido destinar tan grande cantidad que se entrega al FMI para reducir la carga de la deuda, aunque aun así es mucho dinero si no baja el principal y se reducen los intereses. ¿No es de llamar la atención que tales cargas no las tengan, de parte de los organismos internacionales, las súper potencias?
La respuesta está en que de lo que se trata es de sangrar a las economías emergentes, como la mexicana, para evitar que puedan zafarse de la férula de los imperios que controlan al mundo. Para la ejecución de esta estrategia canallesca cuentan con la complicidad de gobiernos entreguistas, y de sus secuaces en el Congreso, quienes se encargan de “justificar” los hechos consumados, como sucedió con la ratificación del tratado sobre yacimientos transfronterizos. Argumentos no les faltan, como lo ejemplifica el caso de Francisco Labastida, presidente de la Comisión de Energía, quien puntualizó que “sería un error” no ratificarlo, pues se dejaría a México “sin el marco legal necesario para defender sus intereses ante Estados Unidos”.
Semejante absurdo equivale a decir que un condenado a muerte, con la soga ya apretándole el cuello, puede todavía hablar para defenderse. La verdad, como lo señalara Pablo Gómez Álvarez, es que dicho convenio no contiene seguridad jurídica ni garantías suficientes de que se respetará la riqueza petrolera que correspondería a México. Pero como se atrevió a disentir, se le acusa de “estar siempre en contra de todo”, como afirmó el coordinador de la bancada de ese engendro llamado Partido Verde Ecologista de México, Arturo Escobar.
En circunstancias como las que estamos viviendo, hacen falta legisladores y políticos que estén en contra de todo lo que lesiona los intereses del país. De ahí la urgencia de que el binomio PRI-PAN sea acotado para que no pueda seguir haciendo tanto daño a la sociedad nacional, con profunda saña a las clases trabajadoras, como se evidenció en este sexenio, el más dramático para los asalariados que perdieron casi el 50 por ciento de su poder adquisitivo, según datos del propio Inegi. En contrapartida, los grandes consorcios, como el Grupo México que saquea las minas de México junto con empresas canadienses, tuvieron utilidades extraordinarias que quisieran conservar para siempre. ¿No está empeñado Felipe Calderón en evitar hasta el fin de su mandato que Mexicana de Aviación vuelva a operar, con gravísimo daño para sus trabajadores?
Y todavía hay quienes de buena fe piensan que vamos bien, que los críticos del régimen somos unos resentidos que todo lo vemos color negro. Quienes así piensan deberían esforzarse un poco por conocer la realidad, sin prejuicios políticos o ideológicos. Así se darían cuenta que hasta nos quedamos cortos con nuestras críticas, que no tienen otra razón de ser que alertar a la ciudadanía sobre los riesgos que corremos los mexicanos de seguir por la ruta trazada desde los círculos de poder trasnacional a nuestro pueblo.
Por ejemplo, las famosas “reformas estructurales” sin las cuales, se afirma, México no saldrá adelante, de ser implementadas al gusto del FMI, del Banco Mundial y de la Casa Blanca, cancelarían definitivamente el futuro de las nuevas generaciones de mexicanos. Vale tal afirmación porque lo que persiguen es apuntalar la dependencia de nuestro país y convertir a México en una “colonia modelo” para el siglo veintiuno.