“Egalité
c’est la parole”. “Igualdad es la palabra”, dice una y otra vez
Mathylde, estudiante francesa y una de las participantes en la comisión
de Feminismos de la Nuit Debout, “La noche en pie”. Desde el 31 de
marzo, la primavera llegó a París en forma de protesta. En la plaza de
la República, debaten, proponen, tratan de construir una Francia para la
gente. La mecha: la reforma en la ley laboral.
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La ya denominada ley Khomri (nombre de la actual ministra de Trabajo en Francia) ha puesto a
todo un país en pie, no solo por la noche, sino más bien durante el día.
Una ley que que tachan de neoliberal y que está sujeta a las medidas
reclamadas por Bruselas. Una ley “marca España” exportada para los
vecinos galos. A grandes rasgos, lo que pretende es
facilitar el
despido si la empresa prevé perder beneficios y en el caso de las
indemnizaciones por despido improcedente caerán de los 12 meses de
salario de ahora a seis, y solo si el trabajador lleva más de dos años
en la empresa.
Además, la nueva ley pone por delante las
negociaciones empresariales sin respetar los convenios colectivos, por
lo que si el comité de empresa lo decide, se puede incluso rebajar las
horas extra y aprobar rebajas laborales. Sin embargo, a un año de las
elecciones de las próximas elecciones presidenciales y con un ambiente
tenso en las calles, el Gobierno socialista ha recurrido al artículo
49.3 para aprobar esta polémica ley.
Esto, no solo ha proclamado
un descontento del más del 70% de la población sobre la ley, según
encuestas francesas, sino que también ha generado un despertar crítico
sobre las políticas sociales que se están llevando a cabo en el país.
“En Francia hay más de un 10% de desempleo, pero en realidad, el llamado
partido socialista francés está creando una desigualdad social aún más
profunda. Estamos ante una sociedad clasista y eso hay que cambiarlo y
por eso salimos a la calle”, se escucha en una de las asambleas.
De
este modo, la plaza de la República se ha convertido en el nuevo
Congreso ciudadano de puertas abiertas, sin censura ni discriminación, y
dividido en comisiones, como si fuesen los ministerios que se sitúan
alrededor de la plaza; ya suman más de una veintena. Hay casi de todo:
educación, sanidad, migración, y como no, feminismo. El ambiente
reivindicativo de la plaza ha llevado a las mujeres a unirse para
defender cinco puntos importantes, empezando por evitar en primer lugar
los comentarios y actos sexistas. “Muchas chicas nos sentimos atacadas
en algunos momentos de la asamblea porque estamos como en un segundo
plano. Primero son ellos y luego nuestros temas.
El feminismo es importante para educar a la sociedad y conseguir por fin la igualdad de género. Eso es ser feminista”, recalca Mathylde desde esta comisión.
Comisión feminista
Como
todas las comisiones, la feminista surgió de forma espontánea. Entre
conversaciones y puestas en común de los diferentes puntos de vista,
varias chicas desconocidas entre ellas comenzaron a hablar de los
problemas de las mujeres en Francia. Al principio, solo se reunían
mujeres para debatir en el que también se incluía al colectivo LGTBI,
pero en seguida se dieron cuenta de que “esta lucha no es solo de las
mujeres, es de todos y para todos, aunque es verdad que somos nosotras
las que defendemos la igualdad y las que buscamos empoderarnos. En este
espacio podemos hablar claramente de nuestras necesidades, incluso de la
represión por ser mujer. Hacemos propuestas pensando por primera vez en
nosotras, sin sentirnos responsables de los demás”, descarga Mariem,
francesa de origen magrebí (y musulmana) que expone la doble
discriminación que sufre, “una por ser mujer, y otra por ser magrebí”.
Por ello, y para que todo el mundo pueda aportar su granito de arena, ya
se están celebrando también reuniones mixtas “
con la intención de unir la plaza en una convergencia por la lucha feminista”.
El gesto en forma de vagina representa el desacuerdo de la asamblea ante comentarios y actos sexistas./ Lucía Muñoz
Uno de los símbolos que identifica esta comisión es l
a unión de las dos manos en el aire en forma de triángulo representando una vagina.
Así, se reconoce su presencia y se hacen notar en la plaza. Cada vez
que hay algún acto o comentario sexista gritan tan solo con un gesto.
El
debate feminista se extrapola a la plaza y va más allá. Sale a la luz
el día a día con temas como la desigualdad, la paridad, la violencia
machista, la brecha salarial, la prostitución, la discriminación por ser
mujer y/o lesbiana, transexual o gay, el trabajo doméstico y también la
reforma en la ley laboral, todo el momento presente.
“Esta reforma
en la ley va a dar lugar a más desigualdad entre hombres y mujeres, no
solamente en cuanto a la brecha salarial que ya supera el 15%, sino
también en derechos y en reconocimientos. Esta ley va a dar lugar a
más estereotipos en el trabajo como el doméstico que solo se identifica
con mujeres. Tenemos que acabar con los estereotipos porque las mujeres
podemos hacer cualquier trabajo, además estamos más preparadas que los
hombres a pesar de no cubrir todos los puestos directos que nos
corresponden”, proclama a los cuatros vientos Sophie, impaciente ante la
situación actual.
Y es que las asambleas feministas no mixtas han
sido muy criticadas desde que comenzaron a celebrarse. En la plaza,
principalmente los hombres, se quejan de no poder participar en este
espacio solo para mujeres, a pesar de estar invitados a participar
libremente más tarde en las reuniones mixtas. Este espacio es totalmente
necesario para liberar y recuperar el espacio de la palabra de muchas
mujeres que se sienten oprimidas y condicionadas cuando existe la
presencia masculina. Una reunión no mixta ayuda a enriquecer la asamblea
mixta y general.
Según datos del propio movimiento, en la asamblea general el turno de palabra es usado en un 70-80% por hombres.
Sobre
un cartón mal cortado se puede leer “Comission Feministe” situado junto
a uno de las tantas carpas a los ojos de Republique desde las 17 horas y
hasta la media noche aproximadamente, ya que la acampada está
totalmente prohibida por lo que montan y desmontan cada día, sin faltar a
su cita diaria. Lo que al principio fue la constancia de cientos, tras
dos semanas de encuentros, hay días que la plaza acoge cerca de 3.000
personas que escuchan, comparten y participan en la Asamblea General.
Hay hasta quien se atreve a proponer los puntos a debatir en forma de
poesía.
Del 15M a la Nuit Debout
Isa está en Republique. Trabaja de dependienta en Francia, pero también conoce en primera persona cómo se forjó el 15M.
Ha vivido el descontento social en España y ahora se suma al pulso de la indignación francesa.
En Sol, entendió por primera vez lo que el feminismo podía ser en la
práctica. “Esta carpa surgió de forma muy organizada desde el principio y
por primera vez participé en una red feminista. Pasé de la teoría a la
práctica creando una red de solidaridad y un movimiento social,
entendiendo la participación como ciudadanía. Todos los días había
talleres, todo muy pedagógico y con mucha información”, recuerda Isa.
Tampoco necesitó mucho más para engancharse. “Me impactó mucho que en
las asambleas se utilizaba el lenguaje inclusivo, gracias a la presión
de las feministas. Algo que se convirtió en un hecho normal y que
incluso después era raro no escucharlo en el resto de la sociedad. De
momento, aquí (en París) no se utiliza, solo se repulsan los comentarios
y actitudes sexistas”.
La
desigualdad de género es uno de los principales debates en la Comisión
Feminista, que también incluye al colectivo LGTBI./ L.M.
Como con el 15M, el fin es el mismo, pero los medios y los modos son diferentes. “El
contexto es muy distinto. También había espacios no mixtos y eso es
bueno, porque es cuando las mujeres hablamos y nos escuchamos y nos
escuchan sin prejuicios. En París, hay chicas que han hablado de
violaciones y otras de agresiones en el trabajo. En ambos, las mujeres
tomamos las palabra sin miedo y sin conocernos de nada”.
La Nuit Debout se ha convertido en la hermana pequeña del 15M español,
con similitudes, pero con muchas diferencias. Ni Francia es España, ni
España es Francia. España era y sigue siendo la indignada: una sociedad
desgastada por los recortes sociales, hundida por el desempleo, enfadada
consigo misma y sin ilusión por la política. Sin embargo, la plaza
llevó a la ciudadanía la unión, la organización, el apoyo, el sentido
crítico y el empoderamiento político. En todas las esquinas hoy se habla
de política sin importar la edad, clase social, religión, cultura y
condición sexual.
La Nuit Debout en Le Balieue
Pero las protestas y las asambleas organizadas no se quedan solamente en el centro de París.
Le Banlieue (así es como llaman en Francia al extrarradio, a los barrios marginados) también se han unido a esta movilización ciudadana.
En el barrio de Saint-Denis, donde más de la mitad de su población es
migrante, los reclamos y las necesidades se duplican. Las mujeres
migrantes también son mayoría y en los encuentros se puede ver un amplio
abanico de religiones, pero sobre todo de culturas.
Mitu está
sentada en la primera fila. No para de comerse las uñas. Está muy
nerviosa porque le toca hablar, pero más nerviosa aún por lo que está
apunto de anunciar: “He recibido una carta de expulsión”. La plaza
enmudece, a pesar de ser el pan de cada día en este barrio. Esta
subsahariana lleva una década en Europa y ahora el trabajo escasea sobre
todo para las personas de fuera, no solo por el creciente desempleo
sino más por el aumento de racismo e islamofobia desde los atentados del
pasado 13 de noviembre, tanto que no ha podido renovar la
documentación. “Aquí, la mayoría somos mujeres migrantes y tenemos
muchos problemas con los papeles, además tengo que luchar el doble por
ser negra”, dice con valor Mitu. Ella no conoce muy bien la teoría de la
ley Khomri, pero sí la práctica.
“Lo mismo que el gobierno está anunciando ahora, lo sufrimos las mujeres cada día, sobre todo las que venimos de fuera.
La precariedad laboral es muy grande y también mucha diferencia entre
el salario de hombres y mujeres. Para nosotras, con esta ley todo va a
seguir igual o incluso peor”, se adelanta la africana.
De esto
sabe mucho Louise, que hija de familia migrante, nació y se crió en este
barrio. Su labor se centra en ayudar a mujeres migrantes. “En Saint
Denis hay muchos casos como el de Mitu, porque la política migratoria es
una política muy racista. Sin embargo, ahora estamos conociendo más
casos porque con la Nuit Debout la gente ha encontrado por fin un
espacio donde poder desahogarse y hablar”. Más de 200 personas rodean la
plaza del ayuntamiento de Saint Denis. Hay comida, guardería y las
comisiones no son tan específicas como en Republique, sino que se
centran más en los problemas del barrio. Eso sí, el tema de la reforma
laboral vuelve a sonar cuando a Louise se le pregunta por la importancia
de este movimiento. “La ley Khomri no es una ley que tenga
flexibilidad, ni que luche por la igualdad, sino que es precaria y da
lugar al trabajo parcial. Desde aquí, condenamos las consecuencias
irreversibles que puedan tener sobretodo en los migrantes porque
acortan los pocos derechos que puedan tener estar personas bajo un racismo patronal, un racismo organizado por el estado”.
Después
de más de un mes de protestas, asambleas y actividades, los franceses
siguen en marzo (basado en su propio calendario cuando empezó la huelga
general del 31 de marzo) con la mirada en abril y no se sabe cuando
será, pero mientras tanto aguantarán en las plazas que se extienden ya
por toda Francia, a pesar de la fuerte represión policial con gases
lacrimógenos, detenciones y vulneración de derechos humanos como el de
la libre expresión, a lo que se suma la desobediencia, principalmente,
pacífica de los manifestantes cansados de que se antepongan las
políticas sociales. Hoy, todo es válido
para los indignados franceses que sueñan con reencontrarse con la democracia.
Camarógrafa,
periodista y flamenca. Me compré unas buenas zapatillas para recorrer
el mundo y tengo un objetivo violeta para ver a través de él. Me decanto
por escribir sobre mujeres y migración. Algún día, nos bañaremos en las
playas de una Sahara Libre.