SATIRICOSAS
– Manú Dornbierer –
16-6-12
Este es un documento escrito que debe conocer el lector y guardar para la Historia. Es de los que marcan un hito, un suceso especial que determina otros sólo explicables por él. Ejemplo: Conocimos al “estadista” Vicente Fox con aquel “Comes y te vas”, dicho a Fidel Castro. Recuperé en mi libro Foxtrot de 2002 la conversación entre ambos presidentes, famosa para siempre. La crónica que hoy rescato puede ser definitiva en la vida del país. Da cuenta del nacimiento del movimiento estudiantil “ Yo soy 132”.
LO SUCEDIDO en la UNIVERSIDAD IBERO AMERICANA. (Testigo presencial).
“Enrique
Peña Nieto, con los brazos y las piernas cruzadas, tiene el rostro
desencajado. Sentado entre dos académicos de la Universidad
Iberoamericana, al centro del escenario, es imposible disimular la boca
apretada, los ojos fulminantes y el gesto cada vez más endurecido por
los embates de los estudiantes, que cada cinco minutos lo abuchean.
Tiene de frente un escenario desconocido para él en 46 días de campaña presidencial: no le habla a “eactivistas”, simpatizantes mujeres
que se mueren por un beso suyo; la mayoría de los ocupantes de las 300
butacas del auditorio José Sánchez Villaseñor lo critican, lo espetan,
lo repudian y hasta se burlan de él a unos metros de su cara.
El
presidenciable no puede ni siquiera hablar sin interrupciones.
“¡Asesino!, ¿y Atenco?”, “¡Ignorante, ponte a leer!”, “¡Telecandidato
basura!”, le vociferan los alumnos, quienes interrumpen al exgobernador
cada vez que pueden. Si no le pueden gritar, sacan cartulinas con
leyendas como “¡Peña, entiende, la gente pensante no te quiere!” o
máscaras con el rostro del expresidente Carlos Salinas, que distraen al
priista.
Cada
crítica a Peña Nieto es festejada con una ovación; cada respuesta del
candidato es castigada con un “¡Buuu!”; cada tímido aplauso de una
minoría que simpatiza con el priista es superada sonoramente por
silbidos contra el mexiquense, iluminado por una luz blanca que le
acentúa las facciones descompuestas. Peña
Nieto suda, se mueve en la silla, sonríe con una mueca y regresa a su
rostro desencajado. Nadie pensó que ese día que comenzó tan bien se
convertiría en un desastre.
La
mañana de este viernes, el equipo de la coalición “Compromiso por
México” sentía que su candidato presidencial había salido airoso de una
entrevista en radio con la periodista Carmen Aristegui; aseguraban que,
pese a la animadversión que hay entre él y ella, Peña Nieto había salido
sin rasguños del encuentro. Con
esa certeza, llegaron sonrientes a las instalaciones de la Universidad
Iberoamericana, en el poniente de la Ciudad de México. Los recibió una
comitiva encabezada por el rector José Morales Orozco y, a prisa,
afinaron los detalles del encuentro, que preveía 300 alumnos dentro del
auditorio y el resto en la explanada, donde podrían ver a las 10:00
horas el foro “Buen Ciudadano Ibero” en pantallas gigantes.
A
las 08:00 horas, con la explanada repleta, comenzó el primer incidente:
un grupo de estudiantes acusaron que un hombre de traje oscuro y
corbata azul, integrante del equipo de Enrique Peña Nieto, ofrecía 250
pesos a cada joven para que no hiciera preguntas incómodas.
Una
hora más tarde, varios estudiantes confirmaron el rumor que circulaba
en la universidad y en redes sociales: habría una protesta dura contra
el candidato presidencial, que consistía en sacar mantas, cartulinas,
gritar consignas y pintarse de color rojo para simular un sangrado
profuso.
Así
que circularon máscaras de cartón, plumines, cartulinas y mantas para
recibir con protestas a Peña Nieto. Un alumno de la carrera de Ciencias
de la Comunicación, Sergio Villanueva, encendió los ánimos cuando tiñó
de sangre artificial un copete plastificado que usan los simpatizantes
del exgobernador. En respuesta, otros jóvenes corrieron al
estacionamiento, abrieron las cajuelas de sus autos y sacaron láminas –
idénticas a las de los mítines del PRI – para apoyar a su candidato.
Unos
y otros se enfrentaban a gritos. “¡Jodidos!”, les gritaban unos;
“¡ustedes ya ni son alumnos”, respondían otros. Ante la acusación, los
que coreaban a Peña Nieto no quisieron mostrar sus credenciales vigentes
de alumnos a la prensa. “¡Los llamó el PRI, aquí ni estudian!”,
reviraban los quejosos.
Con
ese ánimo, Peña Nieto entró por una puerta lateral al auditorio, se
sentó e inauguró sonriente el encuentro. Pensó, equivocadamente, que lo
peor había pasado.El candidato presidencial comenzó puntual a las 10:00
horas. Habló cerca de una hora y expuso su proyecto de nación en temas
como crecimiento económico, combate a la pobreza, seguridad, apoyo al
campo y turismo. Lo hizo interrumpidamente, entre interpelaciones de
quienes estaban dentro del auditorio y de los abucheos de quienes
estaban en la explanada y que colaban sus gritos cada vez que alguien
abría la puerta del foro.
“¡La
Ibero está con AMLO, no con Peña!”, “¡La prole de la Ibero no te quiere
de presidente!”, “¡Hijo de la chingada, asesino de pobres!”, “¡Obrador,
presidente!”, “¡Atenco no se olvida!”, vociferaban los estudiantes más
activos, que recibían aplausos generalizados de alumnos y hasta
profesores que siguieron las palabras de Peña Nieto hasta en los
pasillos.
Afuera
del auditorio, la diputada federal Carolina Viggiano, cuñada del
exgobernador de Coahuila, Humberto Moreira, y coordinadora de
Vinculación con la Sociedad Civil en la campaña de Peña Nieto, estaba
furiosa. Pedía a gritos que alguien controlara a los jóvenes.
“¡Somos
invitados, no nos pueden tratar así!”, reclamaba Viggiano, quien en
respuesta recibió la negativa de callar a los alumnos en su universidad.
Cuando los medios de comunicación le pidieron su nombre a la
legisladora, respondió de manera brusca. “¡Investiguen, no les voy a
decir!”.
Pero
no hubo quien detuviera a los alumnos. Siguieron así durante una hora,
al centro de la explanada, gritando hasta desgañitar la garganta, con
las manos manchadas de rojo y sosteniendo carteles. Como Renata Espinosa
de los Monteros, de la carrera de Arquitectura, muchos sacrificaron el
“look”, manchar su ropa de marca, arruinar el bronceado y despeinarse…
para demostrarle a Peña Nieto que ellos no son “gaviotas” ni
“copetudos”.
Adentro
del auditorio, el ambiente no era menos tenso. En la sesión de
preguntas y respuestas, al exgobernador del Estado de México le
llovieron cuestionamientos incómodos: los feminicidios, el operativo en
Atenco, la pobreza de su entidad, su relación con Elba Esther Gordillo,
la deuda en Coahuila que dejó Humberto Moreira y su relación con las
televisoras.
Moisés,
Anaís, Raúl, Adrián, Mariano, Alejandra, entre muchos otros alumnos,
integraron las preguntas de los cinco bloques que llevaron el enojo de
Peña Nieto al máximo. Cada cuestionamiento difícil arrancaba aplausos y
el presidenciable arrugaba cada vez más la frente.
Por
ejemplo, a la pregunta de por qué los estados gobernados por el PRI
concentraban el mayor número de ejecuciones y secuestros, el mexiquense
dio una respuesta larga que no agradó a los asistentes. Uno de ellos, le
espetó “¡Contesta bien, no tires rollo!”.
En
otro momento, Mario, estudiante de Humanidades, inquirió al priista qué
haría para mejorar la calidad de los indígenas, envueltos en una
“anomia”. Ante la expresión de desconocimiento de Peña Nieto por el
término, el alumno le gritó “¿Te lo explico?”, lo que provocó risas y
burlas.
Protestas,
ironías, interpelaciones… así pasaron 30 largos minutos de preguntas y
respuestas para Peña Nieto. Con alivio, dio por terminado el foro al
filo de las 11:38 horas y se despidió mientras caminaba por la puerta
lateral del auditorio.
“¡Fuera,
fuera!”, “¡Asesino, asesino!”, coreaban los alumnos. El grito resonó en
toda la universidad. La Universidad Iberoamericana vibraba corriendo a
gritos a quienes las encuestas ven como el más cercano político a la
Presidencia de la República.“Por fin, acabó”, dijo un miembro del equipo
de seguridad de Peña Nieto. Pero no; lo peor aún estaba por venir.
Para
evitar que se topara de frente con sus detractores, el candidato
presidencial salió corriendo del auditorio, rodeado de guardaespaldas.
Atravesó la puerta del auditorio, cruzó un pasillo solitario en la
biblioteca, entró al edificio de la carrera de Arquitectura y subió al
segundo piso para llegar al Departamento de Diseño Ambiental, donde lo
esperaba el rector. Se despediría e iría a una reunión en el Club de
Industriales en Polanco.
Atrás,
dejó a cientos de estudiantes que no pararon en increparlo. “¡Sólo las
ratas se van por las coladeras!”, “¡Da la cara, cobarde!”, “¿Así vas a
gobernar?”, gruñían, mientras corrían por todos lados del campus de
Santa Fe para encontrarlo. La
pasión parecía que se desbordaría en cualquier momento: unos hablaban
de aventarle globos con agua, otros pintura roja y unos más se
organizaban para gritarle al unísono “¡AMLO presidente!”, para
recordarle la visita triunfal que tuvo el candidato presidencial de las
izquierdas en ese mismo lugar. Pero
Peña Nieto quería ir al baño antes de salir de la universidad, así que
cruzó un pasillo y, en la prisa, entró al sanitario de mujeres. Corrigió
y entro al de varones, pero cuando quiso regresar al Departamento de
Diseño Ambiental ya era muy tarde: Alejandro Soto y decenas de
estudiantes lo habían visto y de inmediato un grupo de jóvenes
bloquearon las escaleras de caracol del edificio para encontrárselo.De
acuerdo con varios alumnos, el candidato presidencial permaneció en el
baño alrededor de cinco minutos, mientras su equipo de seguridad ideaba
la estrategia para salir; mientras, en la planta baja, los “chicos
Ibero” festejaban su proeza.
Finalmente,
tras 20 minutos de estar retenido, una operación de 50 segundos liberó a
Peña Nieto del baño y de la Universidad Iberoamericana: miembros del
Estado Mayor Presidencial fintaron a los alumnos al salir por un costado
del edificio, mientras el priista salía por el lado contrario y
desandaba el camino del auditorio para llegar a su camioneta Jeep
Liberty blindada y escapar por la puerta 9.De nuevo, se fue entre
abucheos. Lo último que escuchó fue un coro “¡Enrique, entiende, la
gente pensante no te quiere” y los aplausos de los estudiantes que
celebraban la huída del exgobernador del Estado de México.
Una
de las mantas que se usaron en la explanada contra la visita Peña Nieto
cuelga de un árbol en un jardín de la universidad. Lo ha puesto ahí
Rosana, una joven rubia que empata con la imagen de “chica Ibero” que se
tiene en el país.
“Es
para que vean que somos fresas, pero no pendejos”, comenta la
estudiante, quien mira con orgullo la manta en la que se lee “Todos
somos Atenco”.