Delegadas
a la Primera Cumbre de Lideresas Afrodescendientes de las Américas
participan en uno de los grupos de trabajo que se desarrollaron durante
la cita de tres días, celebrada en Managua, Nicaragua, entre el 26 y el
28 de junio.
Crédito: José Adán Silva/IPS
MANAGUA, 29 jun 2015 (IPS) -
Dicen que se cansaron de esperar justicia tras siglos de olvido y
desprecio por el color de su piel. Lideresas afrodescendientes de 22
países de América, acordaron crear una plataforma política, que busca
en un plazo de 10 años empoderar a las mujeres negras de la región y
superar la discriminación de que son víctimas.
“Vamos a pelear con todas nuestras fuerzas para romper con las
cadenas del racismo y la violencia por motivos raciales”, dijo a IPS la
colombiana Shary García, al concluir la
Primera Cumbre de Lideresas Afrodescendientes de las Américas, que se desarrolló en Managua entre el viernes 26 y el domingo 28, en que participaron 270 delegadas.
García detalló que de los tres días de debates en la capital
nicaragüense nació una plataforma de 17 demandas y ejes de lucha,
recogida en la Declaración Política de Managua y destinada a desterrar
en el continente toda forma de discriminación por una combinación de
motivos raciales y de género.
“No fue fácil resumir en 17 ideas las quejas y demandas de 270
mujeres y sus familias, que llevan toda una vida de discriminación,
violencia y negación de derechos, pero todas y cada una de las que aquí
vinimos sabemos que así comienza el principio del fin de la
discriminación histórica”, aseguró.
La dominicana Altagracia Balcácer resumió a IPS que esos 17 ejes los
atraviesan transversalmente conceptos como combatir el racismo,
demandar vida digna y políticas de superación de la pobreza, exigir el
derecho a decidir sobre su futuro y libertad para decidir sobre
derechos sexuales reproductivos.
“Las demandas incluyen el detener la violencia hacia las mujeres
negras y visibilizar a las poblaciones afrodescendientes en censos y
estadísticas nacionales, proteger y dar oportunidades para la niñez,
juventud y adolescencia de estas poblaciones”, detalló.
También incorporan, dijo, “proteger el ambiente, ampliar el acceso
a los recursos naturales y económicos, garantizar la seguridad y
soberanía alimentaria”.
Además, amplió, está “exigir protección y trato digno a los
migrantes, demandar el rescate y reconocimiento a nuestro patrimonio
cultural, demandar respeto de los medios de comunicación y abogar por
la no estigmatización de la gente negra, ampliar el acceso a la
justicia y garantizar seguridad ciudadana para las mujeres y sus
comunidades”.
El
presidio de la inauguración de la Primera Cumbre de Lideresas
Afrodescendientes de las Américas, el 26 de junio, que concluyó dos
días después en Managua con la declaración de un decenio de lucha por
sus derechos. Crédito: Cortesía de la RMAAD
El de Managua “no es un documento de buenas intenciones, es un
documento oficial de exigencia y demanda de implementación de políticas
públicas de todos los países americanos…, para por fin empezar a
reconocer y darle su lugar a las poblaciones negras del continente”,
dijo Wilson, de nacionalidad nicaragüense.
“Con esta plataforma, nosotras queremos avanzar en el cumplimiento
de todos nuestros derechos en el marco del Decenio Internacional de la
Población Afrodescendiente de la ONU”, agregó la lideresa de la RMAAD,
presente en 24 países y con sede central en Managua.
La ONU declaró en enero el período 2015-2024 como el
Decenio Internacional de los Afrodescendientes,
centrado en la protección de los derechos de las personas de
ascendencia africana, reconociendo sus aportes y la preservación de su
rico patrimonio cultural.
Según la ONU, en América viven 200 millones de personas que se identifican como descendientes de africanos.
Wilson explicó que al culminar el decenio, las mujeres
latinoamericanas esperan reducir el nivel de pobreza y documentar con
datos fiables e indicadores constatables, la situación real de la
población afrodescendiente del continente.
“Si decimos datos fiables es porque nosotras no existimos en las
estadísticas actuales, somos invisibles, por eso otro logro de esta
cumbre es que en cada país de América vamos a implementar un
observatorio de seguimiento de las demandas de esta cumbre”, explicó.
Para este otro objetivo, ellas aseguran contar con el respaldo
técnico e institucional de agencias de la ONU, países cooperantes
europeos, organizaciones no gubernamentales, defensores de derechos
humanos y promotores de derecho de género.
La
nicaragüense Dorotea Wilson, coordinadora general de la Red de Mujeres
Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, durante una
sesión de trabajo en la cumbre americana celebrada en Managua. Crédito:
Cortesía de la RMAAD
La idea, explicó Wilson, es incidir en los Estados para obligarlos a
definir políticas públicas a favor de las mujeres y población
afrodescendiente; crear métodos de observación y verificación de las
demandas que permitan, cuando se realice la próxima cumbre dentro de
cinco años, analizar el desarrollo de las propuestas.
La coordinadora general de la RMAAD detalló que los testimonios de
las mujeres participantes revelan una percepción de aumento de la
violencia de policías y grupos raciales contra la gente negra, sobre
todo en Estados Unidos y Brasil, dos países representados en la cumbre.
“En Estados Unidos los crímenes por odio racial se conocen
mundialmente, pero por la misma condición de invisibilidad de la
población afrodescendiente de América Latina, las muertes violentas por
razones raciales en la región no salen a luz pública”, dijo.
Nilza Iriaci reafirmó durante su participación en la mesa sobre
derechos humanos, que “en mi país, Brasil, los crímenes de odio ocurren
a diario, pero no hay escándalo por ello”, en un contexto regional la
violencia racial está en aumento. Brasil es el país latinoamericano con
mayor población afro.
Afrodescendiente de América Latina,
actualizado dos años después, reveló que pese a registrarse avances
legales e institucionales sobre los derechos de este segmento
poblacional, sus condiciones de vida eran en su mayoría de pobreza y
discriminación.
Para Vicenta Camusso, representante de las mujeres afrodescendientes
de Uruguay, el contexto sigue el mismo de cuando se hizo el estudio.
“Es el mismo de siempre: “nuestros derechos y nuestras condiciones de
pobreza no han mejorado un ápice”, aseguró a IPS.
Según ella, pese a que en todos los países de la región hay marcos
legales a favor de los derechos de las mujeres y de las poblaciones
afro, no hay asignación de recursos para su implementación.
“En parte por ello la mayoría de las mujeres afro siguen viviendo en
inferiores condiciones de vida frente a mujeres de otra raza y la
juventud negra vive el mismo proceso de exclusión y violencia que sus
antepasados contemporáneos”, dijo.
“Después de Durbán, poco o nada ha cambiado para la población
femenina afrodescendiente de las Américas. Más de 80 por ciento de los
afrodescendientes de la región viven en estado de pobreza y desigualdad
social, con pocas oportunidades de superación por razones
étnico-raciales”, denunció.
Camusso recordó que aquella conferencia contra el racismo surgió a
partir de los esfuerzos oficiales de la comunidad internacional para
establecer acciones tendientes a combatir el racismo, la discriminación
racial, los conflictos étnicos y la violencia asociada a estas formas
de discriminación.
La Declaración y Programa de Acción de Durban estableció el
compromiso de los Estados, agencias de la ONU, de la cooperación para
el desarrollo y de organizaciones privadas y sociedad en general, de
“luchar contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y
todas las formas conexas de intolerancia”.
Del total de población negra americana estimada por la ONU, poco
más de 100 millones serían mujeres que “continúan sometidas a
desplazamientos forzados, emigraciones ilegales, criminalización de
jóvenes y abusos sexuales”, según el organismo.
Editado por Estrella Gutiérrez