Arzu Geybullayeva, periodista de Azerbaiyán exiliada por su trabajo
Arzu
Geybullayeva es una periodista originaria de Azerbaiyán, país al que
tiene prohibida la entrada. En el Encuentro de la Red Internacional de
Periodistas con Visión de Género, relató cómo fue amenazada de muerte en
internet repetidas veces. En esta entrevista comparte con Pikara
Magazine su experiencia sobre cómo dar respuesta ante los ataques y
también destaca los avances significativos en la región del Cáucaso,
donde las mujeres por fin se atreven a nombrar sus feminismos.
La periodista Arzu Geybullayeva nunca imaginó que su labor como
periodista podía escalar en toda la violencia que ha recibido en los
últimos años. En su perfil de Wikipedia se la destaca por ser
columnista, bloguera y periodista colaboradora en varios periódicos y
medios de comunicación, entre ellos Al Jazeera, Foreign Policy, Global
Voices y Agos. También ha trabajado con varias organizaciones sin fines
de lucro y grupos de reflexión, incluyendo el Instituto Democrático
Nacional y la Iniciativa de Estabilidad Europea (European Stability
Initiative). Geybullayeva fue seleccionada como una de las mujeres más
destacadas del mundo por la BBC durante 2014. Aboga por una solución
pacífica entre la población armenia y azerbaiyana sobre la Guerra del
Alto de Karabaj, conflicto armado que enfrentó a Armenia con Azerbaiyán
desde 1988 y por más de 20 años y que aún hoy tiene consecuencias
sociales.
En los últimos años ha recibido varias amenazas, originadas
principalmente en Azerbaiyán, debido a su trabajo en Agos, un periódico
armenio. Las amenazas fueron condenadas por diversas organizaciones de
Derechos Humanos internacionales.
Geybullayeva vive actualmente en un exilio autoimpuesto en Estambul,
Turquía. “Sabía que no podían arrestarme, tampoco podían acusarme de
delitos que no había cometido como posesión de drogas, evasión de
impuestos o de estar simplemente atacándoles. Son acusaciones muy
comunes cuando se trata de atacar de periodistas. Lo mejor que pudieron
hacer fue acusarme de traidora, de una agente trabajando para el
extranjero”, contó en el panel sobre libertad de expresión del Encuentro
de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, celebrado
en mayo en Montevideo (Uruguay). Aquellos días, habló con Pikara
Magazine.
- Florencia Goldsman (FG): ¿Cómo es ser periodista en esta región del
mundo? Y, ¿cómo fue el proceso en el que te amenazaron a raíz de tu
labor informativa?
- Arzu Geybullayeva (AG): Vengo de un país que se ve asolado por las
violaciones a la libertad de prensa, donde a los y las periodistas se
les envía a la cárcel con acusaciones que no son verdaderas y donde la
libertad se ve muy comprometida. Un país que está siendo administrado
por la misma familia desde 1983. La primera amenaza de muerte me la
enviaron por Facebook Messenger. Fue interesante porque en ese momento
no la tomé en serio. Sólo hice una captura de pantalla y la compartí en
Twitter: “Este hombre está amenazando con asesinarme y está diciendo
dónde va a enterrarme”. Yo no lo tomé en serio, pero otras personas sí.
Fue la primera vez que recibí una llamada de una organización
internacional que trabaja con periodistas y me dijeron que el tema era
serio, que no debía considerarlo de manera liviana y que debería estar
pendiente de mi seguridad, así como de crearme un ambiente de seguridad
en el cual poder apoyarme cuando me atacaran así. En ese momento dije
“ok, lo voy a intentar” y esa organización mandó pronunciamientos a los
Estados de Azerbaiyán y de Turquía, llamándolos a estar atentos a mi
caso y ofrecerme protección.
- FG: ¿Qué tipo de temas cubrías en ese momento?
- AG: Cubría básicamente violaciones a los Derechos Humanos, acoso, y
cuestiones sociales de Azerbaiyán. Las amenazas de muerte que recibí
estaban relacionadas con que en ese período trabajaba en un periódico
turco-armenio en Estambul. El señor que me amenazó, en su enojo,
transmitía el rechazo de que una azerbaiyana estuviera trabajando en ese
periódico. Si analizo los tipos de ataques que he atravesado son
amenazas de muerte on line, así como un acoso on line muy descriptivo y a
la vez muy sexual, también trolling con la intención de desacreditar mi
trabajo como articulista así como mis apariciones en medios sociales y
conferencias. El último tipo de ataques tuvo como objetivo atacar a mi
familia. Esa amenaza tenía raíces on line y off line. Con esto último me
refiero a que se armaron campañas en otros periódicos del país o con
periodistas de relevancia que inventaron historias falsas acerca de mi
familia.
- FG: ¿Cómo se desatan estos ataques?
- AG: Diría que comenzaron en 2014 y continuaron a lo largo de los
años. En marzo de 2014, una pequeña plataforma de medios me solicitó
hacer una entrevista el título fue “Una periodista azerbaiyana
trabajando para un periódico armenio”. La periodista no me había dicho
que ese iba a ser el tema de la entrevista y, en cambio, me dijo que
estaba trabajando en una serie de mujeres azerbaiyanas exitosas que
trabajaban y vivían en el extranjero.
Cuando recibí las preguntas me di cuenta que no se trataba de lo
anterior; de hecho, la mayoría de las preguntas se relacionaban con mi
trabajo en Agos, un periódico turco-armenio de pequeño porte.
Comencé a trabajar en Agos en abril de 2013, esta participación
tocaba mis creencias y fue parte de mi transformación como periodista.
Este periódico es un buen ejemplo de colaboración en contextos en los
que se trabaja con información errónea o propaganda en tiempos de
conflicto, porque es un esfuerzo de cómo eliminar la información falsa y
detectar la propaganda política disfrazada en las informaciones que
recibimos a diario.
Pero otros encontraron que esta era la excusa perfecta para atacarme.
Y lo hicieron. La entrevista impulsó una ola masiva de ataques
misóginos, acosos y amenazas de muerte, así como una campaña de
difamación on line.
- FG: ¿A lo largo del tiempo las amenazas se fueron sofisticando?
- AG: Algunos comentarios que hicieron sobre mí decían “un sucio
microbio que se cayó de una puta armenia”. Jugando con mi apellido, que
es es Gaybullay, otra persona escribió “Arzu puta yulaya”. “Es la hija
gay de Gaybullaya, es probable que la estén violando todo el tiempo y
que se limpie los dientes con esperma, miren qué blancos que los tiene”.
“Si bien es una traidora, luce muy bien. Pagaría 50 centavos para estar
una hora con ella”. Un usuario de las redes dijo que tenían que
ahorcarme, había personas dispuestas a matarme, a violarme, a colgarme
de los pies. Los mensajes me afectaron muchísimo, me sentí indefensa, me
desacreditaban, y negarle la reputación a una periodista, lo saben, es
un ataque muy fuerte. En 2016 me enviaron una imagen dibujada con el
presidente de Armenia sosteniéndome entre sus brazos y yo atándole los
cordones del zapato. En el fondo de la imagen dibujaron la tumba de mi
padre; mi papá había muerto en esa época. La imagen también mostraba a
mi padre cubriéndose la cara, como avergonzado de mis actos. Así, no fue
solo verbal, con creación de noticias, sino también visual con creación
de imágenes específicas. Hubo otra imagen mía de lado de una mujer
heroína en mi país que había cubierto noticias de guerra, ya muerta. En
la descripción le ponían a ella como una heroína y yo como una traidora.
Hice uso de las medidas digitales: tenía protección en mi computadora,
en mi teléfono, verificación de cuentas en dos pasos. Tomé todas las
medidas posibles pero eso no los previno de presionarme.
- FG: Muchas veces los ataques no son tomados en serio por les
comunicadores. ¿Cómo piensas que podemos hacer un cambio colectivo?
- AG: Creo que como parte de una comunidad de mujeres periodistas que
frecuentemente somos sujetas de este tipo de amenazas, lo principal es
darnos cuenta de que no estamos solas y de que hay muchas otras
periodistas que atraviesan por los mismos problemas. Es importante saber
que hay una comunidad que nos puede dar apoyo. En mi caso particular
fue importante conocer a una comunidad que se tomó el tiempo para apoyar
y valorar mi trabajo, y tener apoyo organizacional, que están ahí para
decirte “no, no, recibir una amenaza de muerte en internet no está bien.
No deberías desmerecer esto. Es muy serio y puede tener consecuencias
por fuera de línea. Entonces vamos a seguir los siguientes pasos…”.
Saber que existen las organizaciones internacionales que pueden
proporcionar asistencia psicológica, digital, o que tal vez necesitas
una relocalización temporal para tomar un descanso. También hablar con
otras colegas puede ayudar. En mi experiencia lo que veo es que las
mujeres que buscan asistencia en estos casos suelen pensar que son las
únicas a las que les sucede. Se sienten alienadas. Actualmente soy parte
de esa red de apoyo que está disponible para conversar con una mujer
cuando aparece un nuevo caso y contarles mi experiencia. Decirles “te
comprendo pero no estás sola, vas a recuperarte”.
- FG: ¿Hay alguna ley o institución en tu país que contemple las violencias en línea?
- AG: No. Podría haber demandado a los atacantes en la Corte sobre
una base de difamación, pero sabiendo que el Gobierno de mi país
controla el poder judicial y que no hay posibilidades de tener acceso a
un juicio libre y justo, no lo hice. Tampoco estaba en el país en ese
momento. Segundo, no creo en la justicia de Azerbaiyán; y tercero,
pienso que hubiera escalado la situación de violencia al punto que los
atacantes podrían haber redoblado el ataque.
- FG: ¿Cómo articulamos un debate político sobre la internet, las
amenazas a nuestra libre expresión y nuestro derecho de habitarla sin
censura?
- AG: Ahora hay una mayor articulación en ese plano, hay muchas más
organizaciones que trabajan estas problemáticas de ataques on line, no
solo abarcan la violencia hacia periodistas sino que toman en cuenta
también el sesgo de género. Hay muchos más recursos que pueden ayudarte a
atravesar el proceso, aún si no conoces nada al respecto. Pero creo que
deberíamos evitar seguir avanzando de manera individual porque esto es
parte de un cambio comunitario.
Las periodistas tienen que entender que están siendo atacadas por el
hecho de ser mujer y que eso no debería pasar, especialmente en relación
al desarrollo de su trabajo y su futuro. Una de los puntos a tener en
cuenta es que a las periodistas los ataques nos detienen y paralizan
nuestro trabajo, nos pone en un lugar donde comenzamos a buscar
desesperadas soluciones para estar a salvo mientras podríamos estar
escribiendo historias o haciendo películas o, simplemente, dedicándonos a
nuestra profesión. El impacto se siente en el desvío de nuestro tiempo,
el precioso tiempo que todas necesitamos, y no nos queda alternativa.
Si somos atacadas tenemos que comenzar a documentar y a reportar los
incidentes.
Asegurarnos de que tenemos una red de apoyo y de que el problema se haga visible y público.
- FG: ¿Crees que las redes sociales comerciales abren una brecha para que nuevas voces emerjan?
- AG: Creo que las redes sociales son herramientas. Dependiendo cuan
astuta seas usando estas plataformas, puedes hacer muchas cosas. Puedes
volverte una influencer que puede expandir la llegada de sus mensajes y
hacer oír su voz. Todo depende cuán estratégica seas con tus plataformas
de redes sociales y saber qué es exactamente lo que quieres lograr.
Instagram tiene su propia comunidad, así como Facebook y Twitter tienen
las suyas. Todas son diferenciables. En mi vida de redes sociales uso
Instagram más como un espacio personal: publico fotos de mi familia, de
mi práctica de yoga, de mis viajes. Twitter es mi trabajo: ahí es donde
leo, publico y comparto noticias. Y Facebook es en donde sigo en
contacto con las personas, especialmente con aquellas que están lejos.
En el contexto de Azerbaiyán, Facebook se vuelve la plataforma para
seguir las discusiones políticas y económicas, es la plataforma más
usada y donde las personas sienten que pueden compartir, ventilar,
escribir sobre sus problemas. No deberíamos olvidar que es solo una
herramienta y no la solución para todo.
- FG: ¿Cómo se articulan los movimientos feministas en tu región?
- AG: En Azerbaiyán siempre tuvimos mujeres fuertes como referentes.
Diría que es parecido en la región, por región me refiero al Cáucaso:
Armenia y Georgia. Mi país fue la primera nación musulmana en asegurar
el derecho al voto, esto ayuda a visualizar el potencial del lugar en
donde nací, pero que en el presente no se lleva a cabo. La configuración
patriarcal, la mentalidad conservadora, el atraso generalizado… Aunque,
a pesar de decir esto, cuando miro a mis amigas y las cosas que hacen,
me siento emocionada y a la vez desafiada porque se está haciendo
muchísimo trabajo. Hay una gran variedad de mujeres haciendo cosas
destacables: las mujeres periodistas revelando historias asombrosas y
haciendo un trabajo increíble; están las mujeres trabajando en educación
y desarrollo, llevando adelante organizaciones con programas
educacionales y de incidencia. Sin olvidarme de las mujeres abogadas que
trabajan en ambientes extremadamente masculinos haciendo un trabajo muy
duro e insistiendo desde adentro. Sucede lo mismo con las doctoras, las
artistas.
- FG: ¿Existe prejuicio sobre quien se nombra feminista?
- AG: Sí, en Azerbaiyán el feminismo como concepto y se percibe como
“antihombre”. Cuando dices que eres feminista lo primero que te
responden es “entonces eres lesbiana y ¿estás pidiendo matrimonio para
personas del mismo sexo?”. En este sentido nos hace falta más educación,
y por educación no me refiero a una educación formal o estatal, sino a
concebir relaciones con mayor libertad y que yo me pueda sentar con un
amigo varón para compartir lo que significa el feminismo para mí. Que
exista la opción de que él sea lo suficientemente sensible e inteligente
para buscar un libro y leer sobre feminismo, investigar sobre estas
mujeres que hicieron tantas cosas para toda la sociedad. No es algo de
ayer, ni dirigido a una sola persona, está entre nosotras hace un largo
tiempo. Hay muchas mujeres jóvenes muy determinadas. Este año hubo un
intento de manifestación por el día internacional de la mujer pero el
Gobierno las persiguió y bloqueó la marcha. Ellas estaban allá con
pañuelos multicolor, con sus labiales rojos, tenían pósters, flores,
pedían por derechos iguales, salarios iguales y representación
igualitaria. ¡Eso nunca había pasado! Veo un nivel de conciencia sin
precedentes. Creo que hay mucha esperanza para la región.
*Este artículo fue retomado del portal de noticias Pikara Magazine
Imagen retomada del portal Pikara Magazine |Foto: Florencia Goldsman
Por: Florencia Goldsman*
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