México: En vez de paquete anual de útiles mejor dos tortas diarias como las que reparten PRI y PAN en sus mítines.
Pedro Echeverría V.
1. La Comisión Permanente del Congreso de la Unión dio entrada para su análisis, debate y votación –se publica hoy- a una propuesta de reforma a la Ley General de Educación con objeto de establecer la obligatoriedad de los tres órdenes de gobierno para respaldar a la niñez y juventud que están en condiciones de marginalidad, para otorgarles un paquete de útiles escolares a los alumnos de preescolar, primaria y secundaria. En primer lugar hay que fijar cuál es el concepto de marginalidad, cuántas familias están en esa condición, si se pretende solucionar de una vez el problema, si -como siempre- se busca hacer política y demagogia o si se trata de dar como limosna “un paquete de útiles escolares” de 120 pesos u 10 dólares. Si es algo parecido a esto último, sería mejor cinco tortas y cinco refrescos de los que reparten en campañas políticas.
2. La causa principal, no la única, de que la educación en México ocupe en calidad y cantidad (porcentual) los últimos lugares en el mundo ha sido la profunda miseria y marginación del 50 por ciento de nuestro pueblo. Podrán los burgueses (empresarios y políticos) calumniar al pueblo de ”indolente y de falta de aspiraciones”, pero los datos y estadísticas históricas demuestran que los productores de la riqueza han sido los campesinos, los obreros y los trabajadores en general y que quienes han acumulado esas riquezas y privilegios son una cuantas familias de explotadores del trabajo. Otra cosa sería decir que ese 50 por ciento ha sufrido miseria porque los gobiernos empresariales han trazado políticas contra los productores de la riqueza y sólo han atendido con sus programas los intereses de un puñado de inversionistas mexicanos y extranjeros.
3. ¿Por qué en lugar de un lápiz, un cuaderno, una goma, un juego de geometría, una regla T, etcétera, no se propuso un paquete con bonos para el transporte público, con desayunos y/o almuerzos (escolares), uniformes y calzado, libros y libretas gratuitas para todos los niño/as de familias desempleadas o con miserables ingresos de alrededor de un salario mínimo? Basta recordar que el transporte en el DF no es tan caro, pero en los estados de la República, miserables como Yucatán (seis pesos pasaje en Mérida) representan para las familias un gasto de más de la mitad del salario diario. ¿Qué significa que los niños lleguen a la escuela sin desayunar, almorzar o comer? Pues simplemente que no aprovecharán ni captarán nada del llamado enseñanza/aprendizaje. ¿Por qué no incluir un paquete que contenga frijoles, arroz, huevos, leche y maíz?
4. Muchos dirían que no se trata de vivir en una “economía ficción” con base en los subsidios; que el clientelismo, el solidarismo, el asistencialismo, son sólo migajas que se tiran debajo de la mesa de los grandes banquetes de la burguesía; que lo que hay que exigir y por lo que hay que luchar es por trabajos permanentes y productivos que hagan sólido al país; estoy totalmente de acuerdo. Pero si se habla de un problema que se discutirá entre los legisladores para luego votarse, por lo menos hay que exigir que no hagan demagogia y que traten los problemas con profundidad. ¿Por qué en lugar de querernos ver la cara de tontos no denunciamos que con ese “paquete escolar” de poco más de 100 pesos anual nos están tratando como limosneros? En México hay que hacer una revolución de los trabajadores para que las cosas cambien, pero ¿cómo?
5. Por eso entre broma y verdad les preguntaría al gobierno y demás políticos: Si son tan buenos los políticos del PRI y del PAN para repartir millones de tortas y refrescos en sus mítines de campaña con el objetivo de capturar votos, ¿por qué no organizan a sus repartidores para que cada estudiante de escuela preescolar, primaria y secundaria de la República reciba una torta y su refresco cada mañana y otra al medio día? ¿Si también esto es política, se imaginan cuántos votos de los familiares captarían y cuanto bien harían a la educación en este país de desempleados, pobres y miserables? Para desaparecer la importancia cada vez mayor del dinero yo plantearía el seguro o gratuidad de alimentación diaria, la gratuidad de los transportes y de las diversiones sanas. ¿Cómo permitir que durante siglos el 50 por ciento de las familias siga viviendo en la pobreza y la marginalidad?
6. El problema educativo, ya se ha analizado y escrito más de un millón de veces, no es un asunto de útiles escolares. Es un problema de miseria de la población y de los niños y adolescentes, de autoridades y dirigentes sindicales al servicio de los gobiernos empresariales, de usar la SEP y el SNTE como escalones políticos, de planes y programas impuestos por el poder, de profesores con concepciones ideológicas burguesas y una oposición política/sindical hecha trizas por dogmatismo y oportunismo. Nunca ha sido un problema de técnicas y metodología pedagógicas, de falta de recursos como gis y pizarrón, mucho menos de cantidad de horas o de días. Ha habido una política para que los profesores se entretengan en discusiones personales, particulares o en pequeñeces para no ir a los problemas principales: ideología, presupuestos, políticas educativas.
7. Así que resulta chistoso –aunque también indigno- escuchar que se ha enviado al legislativo –para entretenerlo- un paquete de útiles escolares para que se analice. No me cabe la menos duda que también se trata de entretener a la opinión pública con este tipo de medidas mientras termina el sexenio y los funcionarios sigan justificando sus enormes salarios. Así terminan todos los sexenios: dilapidando el presupuesto público y sin nada importante. ¿Quién recuerda alguna cosa importante en beneficio de la educación que se haya hecho en los cuatro sexenios anteriores? La realidad es que lo único que se recuerda es que el presupuesto educativo se ha derrumbado, que la educación privada ha crecido enormemente, que millones de estudiantes son rechazados en la educación pública y hay mil informes que demuestran que la educación pública ha ido de mal a peor. ¿Se espera más?