Krhistina Giles, defensora afromexicana en su discurso para TEDx.
De cara al Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, se recuerda que ya han pasado cuatro años desde que México reconoció a nivel estadístico a las personas que se identifican como afrodescendientes, pero la lucha por la igualdad, la movilidad social, las brechas raciales y la abolición de la pigmentocracia, permanecen en la agenda pendiente para el Estado mexicano.
Nuestro país se compone de 2 millones 576 mil 213 personas de origen afrodescendiente, es decir, representan el 2% de toda la población. Las mujeres representan ligeramente la mayoría estadística, pues ocupan el 50.4% de este sector y su principal rango de edad oscila entre los 30 y los 59 años.
La mayoría de las personas afromexicanas se concentran en las costas de Guerrero, estado de México, Veracruz, Oaxaca y la Ciudad de México, esta última, posee una población importante de 186 mil 914 personas, de nueva cuenta, mayormente mujeres (50.8%) y se concentran especialmente en las siguientes alcaldías:
- Iztapalapa
- Gustavo A. Madero
- Álvaro Obregón
- Cuauhtémoc
- Benito Juárez
- Tlalpan
Para la activista Krhistina Giles, el conocimiento de la comunidad afrodescendiente es ancestral y a pesar de las diferencias estatales, este sector se encuentra unido en tradiciones y saberes desde hace más de 500 años, pero también, atravesada por la misma segregación racial que obstaculiza su desarrollo social, político y económico en México.
Es necesario siempre mirar a las estadísticas y números, recordando lo tarde que los órganos e instituciones van en el camino por reconocer, contabilizar y nombrar a la población afro, pues este trabajo recién comenzó a realizarse en los últimos 4 años, a pesar de que esta comunidad habita México desde hace cinco siglos.
Las mujeres afros en México: Resistiendo a los sistemas de opresión
Según el Gobierno de la Ciudad de México, el arribo de personas afrodescendientes a México se remonta al siglo XVI y finales del siglo XIX. Alrededor de 12.5 millones de hombres y mujeres de origen africano fueron traídos por la conquista española con el objetivo de realizar tareas forzadas como parte del sistema esclavista que manejaba el sistema colonial.
La violencia se recrudeció sobre las mujeres y niñas, quienes mayoritariamente provenían de diferentes regiones del continente africano; eran vendidas y forzadas a la explotación sexual que, en teoría, estaba prohibida en la época, aún así, la dominación colonial lo solapaba.
Según documenta “Las mujeres y su contexto” de la Segob CDMX, las mujeres fueron clave en la emancipación de la comunidad afrodescendiente contra el esclavismo, pues fueron ellas quienes comenzaron a tejer redes de apoyo con otras mujeres mestizas y hombres indígenas, lo que les permitió escapar de la trata, migrar o construir hogares multiétnicos en la capital mexicana.
A 500 años de este proceso, Krhistina Giles cuestiona si México ha avanzado en el combate de la pigmentocracia, vestigio que nos dejó la conquista y que estratifica y jerarquiza a las personas según su color de piel: «Quiero creer que ya no estamos replicando este modelo, ¿o sí?»
Existe un componente clave para entender la relación entre la desigualdad y el tamizaje racial: La movilidad social.
En 2019, el Centro de Estudios Espinosa Yglesias anunció en su Informe de Movilidad social que, en México, existen dos componentes clave que obstaculizan que las personas accedan a mejores oportunidades de vida: Ser mujer y tener la piel oscura.
Para lograr esta movilidad social en ascenso, existen diversas condicionantes, desde dónde naces –pues es más probable que las personas permanezcan en la pobreza si nacieron en el sur-, hasta qué tan clara es tu piel.
En otras regiones como el norte del país, a pesar de que existan mayores posibilidades de desarrollo, éste sólo podrá alcanzar a las mujeres en situación de pobreza si cumplen con cierta hegemonía eurocentrista; un privilegio que permitirá que obtengan mejores empleos y acceso a la educación.
A nivel federal, de 100 mujeres que nacen en la pobreza, más de la mitad (58) permanecerán en estas mismas condiciones a causa de la tez de su piel. ¿Y qué pasa con los hombres? El informe advierte que, si bien esta segregación racial atraviesa a todas las personas, los hombres muestran una mayor movilidad social en su adultez al adquirir empleo y mejorar su calidad de vida. Las mujeres no acceden a estas oportunidades laborales, ni educativas.
En materia de discriminación la Encuesta Nacional sobre Discriminación del 2022, reportó que 4 de cada 10 mujeres afromexicanas habían sido discriminadas en ese último año, siendo los principales motivos, el peso, la forma de vestir y el tono de piel.
Krhistina Giles comparte en su discurso cómo ha sido violentada y cuestionada durante toda su vida, refiriendo que, en el bajío, la negritud parece todo un misterio.
«La negritud en el bajío parece un misterio del que pocos conocen y nadie recuerda, es tan extraño para algunos que la reacción de su gente puede ser desconcertantes, no solo por ser despectivas o violentas. Puedes esperar de todo, desde risas burlonas por la forma de tu cabello, miradas incesantes de hombres, mujeres y niños por tus facciones de tu cara o la forma de tu cuerpo ¿Eres mexicana? ¿Te puedo tocar el cabello? inclusive, gritos desde los autos con nombres de personajes afro comerciales usados para ridiculizarte como Ronaldinho o Kalimba, o cualquier otro que le toque ser el negro de moda.»
Evelia Catalán Casiano, de la Colectiva de Mujeres Afromexicanas en Movimiento (MUAFRO), refiere para INMUJERES que no solo se lucha por el reconocimiento estadístico, sino que las mujeres afro pelean por su autonomía económica, pues no existen fuentes de empleo en las comunidades con las tasas más altas de población negra, no hay acceso a la educación sexual y reproductiva, tampoco hay capacitación en materia de finanzas y mercadeo, lo que obstaculiza enormemente su derecho a ser dueñas de un patrimonio.
Es importante atajar que, son las mujeres afrodescendientes quienes tienen mayores registros de analfabetismo, recrudeciéndose más, en el grupo de 75 años en adelante, según el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED).
Una cuenta sin saldar
El 9 de agosto del 2019, se publicó la reforma constitucional que reconoce a los pueblos y comunidades afromexicanas como parte de la pluriculturalidad de México, un acierto importante, pues a lo largo de la historia, este sector se enfrentó a la invisibilización legislativa al no ser considerados parte esencial de la conformación social de nuestro país.
Además, México también se ha alienado para cumplir con su compromiso frente al Comité para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) que ha instado al estado mexicano cumplir con lo siguiente:
- Propiciar y ampliar la participación de mujeres afro en la vida política
- Reforzar la imagen no estereotipada de la mujer afromexicana
- Adoptar medidas que tengan en cuenta las disparidades que enfrentan las mujeres afro
- Asegurar programas destinados a erradicar la pobreza y la segregación racial
A pesar de que exista un reconocimiento legislativo, estadístico y la rendición de cuentas frente al CEDAW, las mujeres continúan enfrentando procesos de discriminación sistémico donde los compromisos refrendados se anteponen a las experiencias de mujeres como Krhistina Giles.
En el marco del Día Intencionalidad de la Mujer Afrodescendiente, es necesario replicar los discursos de las mujeres como el de Krhistina Giles y no quitar del visor que, en nuestro país, las asimetrías no solo son patriarcales, sino también raciales.
«La dignificación de las personas racializadas es el primer paso para sentirnos parte de algo más grande que nosotros mismos a lo largo del tiempo podemos ir aportando cultural y socialmente (a México), ancestralmente hemos estado aquí y aquí seguiremos siendo parte del futuro. Pensemos en un mundo desde la riqueza de la diversidad.»
(Krhistina Giles)