INTERNACIONALPOBLACIÓN Y DESARROLLO Dorotea Wilson destaca logros en su organización
Dorotea Wilson, feminista nicaragüense | Foto retomada del suplemento La República de las Mujeres
Por: Karina Thove
Cimacnoticias/LaRepúblicadelasMujeres | Montevideo.-
Del
convento a la guerrilla, de la alcaldía a la diputación, de la
dirección nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)
al feminismo, y con éste como brújula a la coordinación de la Red de
Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora.
Tal es la secuencia vital de la nicaragüense Dorotea Wilson, una de las
voceras de la sociedad civil en la reciente Primera Conferencia
Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina, realizada en
agosto pasado en Montevideo.
Antes de que terminara el encuentro y en medio de todas las
negociaciones, Wilson se hizo tiempo para dialogar con La República de
las Mujeres.
Dorotea Wilson llegó a nuestra capital con la expectativa de que
saliera una Declaración de Montevideo “muy progresista para llevar a
Nueva York” en 2014, cuando se evalúen a nivel global los resultados de
la aplicación del Programa de Acción de la Conferencia Internacional
sobre Población y Desarrollo, realizada en El Cairo en 1994.
Wilson integró la gran articulación de más de 50 redes de
organizaciones civiles de la región, con un posicionamiento consensuado
que se expresó en la declaración “El momento es ahora”.
A ella le correspondió leerlo ante delegados y delegadas oficiales a la
Primera Conferencia Regional sobre el tema, organizada por la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el gobierno
uruguayo, apoyados por el Fondo de Población de las Naciones Unidas
(UNFPA).
En más de 12 de esas delegaciones también participaron mujeres afro,
indígenas y de la sociedad civil. “Uruguay puede liderar este esfuerzo
en la región”, dijo Wilson y su pronóstico se cumplió.
HACIENDO CAMINO
–La República de las Mujeres (LRDLM): ¿Podría decirnos cuáles son los
objetivos de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de
la Diáspora?
–Dorotea Wilson (DW): Coordino esta Red, que fue constituida hace 20
años en República Dominicana, donde varias mujeres feministas nos
autoconvocamos y dijimos que era necesario visibilizar a las mujeres
negras.
“Era el auge de las redes: estaba la red de salud, la de mujeres
políticas, la de mujeres indígenas, entonces las afrodescendientes
entendimos que teníamos que hacer lo mismo. Tenemos presencia en más de
25 países de la región; tenemos una estructura regional y subregional,
su sede en este momento está en Nicaragua donde se administran los
recursos.
“Es una red de pertenencia, no de afiliación; trabajamos contra el
racismo, la exclusión, la discriminación y toda forma de intolerancia.
“La región tiene mucha diversidad; pienso por ejemplo en el
Caribe donde hay culturas y lenguas muy distintas (inglesa, francesa, holandesa, española).
–LRDLM: ¿Cómo logran la comunicación?
–DW: Esa ha sido una de nuestras limitantes, porque en la red tenemos
caribeñas de habla española. Hay otras organizaciones caribeñas de
habla inglesa y estamos tratando de integrarlas –tenemos compañeras en
Haití, Belice, Surinam, Barbados, Jamaica–. Ellas hacen el esfuerzo de
aprender el español y nosotras el inglés; entonces hemos podido
comunicarnos y cruzar información.
DESIGUALDAD ESTRUCTURAL
–LRDLM: Muchas veces se señala como una limitante la falta de
indicadores para saber cuáles son los principales problemas de la
población afrodescendiente o de la población indígena. En la
declaración “El momento es ahora” se demanda generar mecanismos, tener
herramientas para cuantificar y hacer un seguimiento de las políticas.
–DW: Nosotros le estamos diciendo a la Cepal que tiene un Observatorio
con indicadores bien montados para la población indígena y
afrodescendiente, que necesitamos más.
“Cepal no puede incorporar cifras si los Estados miembro no le
suministran esos datos oficiales. Entonces estamos diciendo que en cada
uno de nuestros países, en los censos, cuenten con la variable
étnicoracial.
“Creemos que también tenemos que tener estadísticas de salud,
educación, de mujeres viviendo con VIH, de embarazo en adolescentes. Si
no hay estadísticas no se pueden implementar políticas diferenciadas
hacia los grupos poblacionales que más lo necesitan”.
–LRDLM: ¿Esto pasa en todos los países por igual?
–DW: En gran parte de nuestra región, sí. Brasil ha avanzado, Uruguay,
Ecuador, Colombia, han generado mecanismos e instrumentos para dar
seguimiento a políticas diferenciadas hacia su población afro e
indígena.
“En Centroamérica nos falta, en Panamá hubo un censo hace dos años pero
tuvo problemas por la forma en que se abordó la pregunta para que la
población expresara su identidad étnico racial.
–LRDLM: En la declaración “El momento es ahora” se reconocen una serie
de avances en estos casi 20 años desde la Conferencia de El Cairo, pero
también menciona que una de las dificultades más grandes para poder
avanzar está en la desigualdad estructural del continente. En ese
sentido, ¿cómo visualiza su región?
–DW: Tenemos el racismo, la falta de oportunidades y acceso a los
créditos, a la titularidad de tierras para las mujeres. Las grandes
brechas también están en la comunicación, en la tecnología de avance a
la que las mujeres no tienen acceso. Falta de acceso a la educación, a
la salud integral, a un empleo digno para los jóvenes, y las grandes
brechas que hay de una región a otra.
–LRDLM: Sin dejar de decir que Latinoamérica toda es muy desigual.
–DW: Sí. Tenemos 22 millones de mujeres analfabetas en el continente,
pero es muy desigual en la región. Nosotros en Nicaragua, por ejemplo,
hemos hecho campañas de alfabetización desde los años 80, se ha
continuado y hemos bajado el analfabetismo.
“En el Caribe nicaragüense tenemos la educación bilingüe
bicultural-intercultural que llega a cierto grado de la enseñanza, en
otros países tenemos que se llega hasta el nivel universitario. En el
área rural, por las mismas necesidades de empleo y falta de
oportunidades, las mujeres no salen de sus casas, entonces no acceden a
la educación”.
–LRDLM: En su país, usted ha participado activamente en la vida
política. Ha sido alcaldesa, diputada, integró la dirección del FSLN y
desde ese lugar impulsó la participación política de las mujeres. ¿Con
qué mecanismos cuenta hoy Nicaragua para incentivar la participación
política femenina?
–DW: Me acuerdo que en la Dirección Nacional del Frente junto a tres compañeras empezamos a pelear la cuota 50/50…
–LRDLM: ¿Solamente eran tres mujeres en la Dirección?
–DW: Sí, porque nos habían aprobado la cuota del 30 por ciento (risas).
Pero después implementamos otros mecanismos para las elecciones
nacionales, regionales y locales que era el 50/50, donde en la
elaboración de la lista tenía que estar encabezando una mujer, un
hombre o viceversa y después del quinto lugar se comenzó a incluir a
los jóvenes.
“La lista debía tener mujeres, hombres y jóvenes. Eso lo hicimos en los
90, era el famoso mecanismo de ‘la trenza’; nosotras fuimos sus
impulsoras y logramos que cinco compañeras se integraran a la Dirección
Nacional, así como en los distritos, las regiones, los municipios.
–LRDLM: ¿Y hoy cómo es la participación política de las mujeres en Nicaragua?
–DW: Muy buena. Hay una cuota que ya es ley para todos los partidos
políticos del 50 por ciento y esto tiene que ver con elecciones a todo
nivel, porque nosotros dijimos que no tenía que ser solamente para las
locales sino a nivel nacional.
“Muchas veces se pelea enormemente para tener leyes de este tipo, pero
después no siempre funcionan ni se aplican adecuadamente porque tampoco
hay sanciones para los partidos políticos que no las cumplen”.
–LRDLM: ¿Esto pasa en Nicaragua?
–DW: No hay un mecanismo que controle y vele por su cumplimiento. En el
caso del Frente, sí se ha generado una estructura que se llama “Consejo
de partido político”. Deben controlar a la hora que se inscriben
candidatas y candidatos que se cumpla la cuota. Si no lo hacen, se les
regresa la lista y se les exige que cumplan con lo establecido.
–LRDLM: En la declaración se dice que la paridad sigue siendo una
entelequia. Muchas veces, cuando se discuten estos mecanismos de
participación política, no hablamos de paridad sino de mínimos para que
las mujeres puedan llegar a la actividad política.
–DW: Sí, exacto. Hablamos de cuotas y la cuota puede llegar o no; unos
partidos decían 25 por ciento, otros el 20, otros el 30 por ciento,
pero no se habla de paridad. Nosotros con la ley del 50/50 sí hablamos
de paridad.
IGLESIA, SANDINISMO, FEMINISMO
–LRDLM: Usted fue alcaldesa en un momento muy particular de Nicaragua,
con la revolución sandinista triunfante, pero con toda la contra
tratando de desestabilizar el proceso. ¿Cómo fue esa experiencia y cómo
logró implementar políticas con perspectiva de género?
–DW: Fui alcaldesa en mi ciudad natal en Puerto Cabezas en los años 80
y era muy difícil. No llevábamos ese enfoque, estábamos saliendo de una
guerra, habíamos derrocado una dictadura, llegábamos para resolver
muchos problemas: desde los más complejos hasta los más simples que se
presentan en una comunidad.
“Mi mamá sola nos crió, éramos siete hermanos, cuatro mujeres y tres
varones, y tuvimos que ayudar a mi mamá a salir a vender cosas de horno
al muelle, donde llegaban los barcos y viví la dureza, como le costaba
a mi mamá criarnos.
“Mi papá era minero, trabajó en la mina por más de 40 años y murió de
silicosis sin ningún beneficio social. Nos quedamos nosotros solos con
mi mamá.
“Entonces eso me ayudó mucho para sentir que había que hacer un cambio,
los terratenientes eran los dueños de toda Nicaragua. Por haber venido
de una familia muy numerosa, con muchas necesidades, con una mamá bien
fuerte, fui dando pasos hacia el feminismo.
“Muchas compañeras me preguntan ‘¿cómo diste ese paso?’. Del convento a
la guerrilla, de la alcaldía a la diputación, de la dirección nacional
del FSLN al feminismo…
–LRDLM: Justamente le iba a preguntar por sus comienzos como monja, en
un continente tan religioso como el nuestro, donde muchas veces la
Iglesia ha estado presente en los contextos revolucionarios, pero
también, como contracara, ha sido muy activa en los procesos más
conservadores, en las dictaduras. Y hoy en día –se marca desde la
declaración– está la necesidad de tener Estados laicos, independientes
de la injerencia religiosa.
–DW: A mí lo que me ayudó mucho fue que de niña estuve en un colegio
religioso muy progresista; muchas de las monjas fueron asesinadas –como
el padre Romero en El Salvador– por adherirse a la Teología de la
Liberación.
“Luego me acuerdo bien de la carta pastoral de Juan XXIII, que decía
que cando se agoten los mecanismos pacíficos hay que dar el salto y ver
qué otra forma de lucha se puede implementar para hacer las
transformaciones y el cambio.
“Cuesta mucho en la actualidad ver esa Iglesia militante, comprometida,
progresista en el continente. Cuando se tratan temas relacionados con
la salud sexual y reproductiva, ahí vemos enseguida una reacción muy
fuerte de parte de la Iglesia para no avanzar.
“El contexto ha cambiado mucho. Nosotros en Nicaragua teníamos un
eslogan: ‘saquen los rosarios de nuestros ovarios’. Los
fundamentalismos están en auge, la Iglesia es injerencista sobre las
decisiones y sobre el cuerpo de las mujeres.
“En muchos de nuestros países, que son Estados laicos, estamos viendo
que lo primero que se hace en los actos políticos es llevar al
Cardenal, al Obispo, al cura a dar una bendición o lo que pasó con la
penalización del aborto en Nicaragua.
“Nosotros teníamos el aborto terapéutico y eso no se había tocado, pero
hubo toda una movida muy conservadora con la Iglesia como protagonista,
y como la agenda de las mujeres se negocia sin que estemos presentes,
los políticos se inclinan hacia quienes tienen más poder”.
13/KT/RMB