Por Guadalupe Cruz Jaimes
México, DF, 7 may 10 (CIMAC).- En la empresa “nos dicen que no les alcanza para pagarnos el seguro médico, que si queremos trabajar así, está bien, y, si no, pue
s que nos vayamos”, señaló a Cimacnoticias, Anel Rocío Oropeza Reyes, trabajadora de la maquila textil, en Gómez Palacio, Durango.
El testimonio de Anel es un ejemplo de la falta de generación de empleos y la sobreoferta de mano de obra en el país que “agudiza la precarización de los empleos que existen”, indicó, en entrevista, Flérida Guzmán Gallangos, investigadora y académica de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
De acuerdo con Guzmán Gallangos, la recesión profundizó la pobreza, el desempleo, y la precarización de los empleos, que han ido en aumento conforme se ha desarrollado el modelo neoliberal en México.
Este modelo económico plantea que el beneficio del crecimiento económico, el cual se queda en manos de los grandes empresarios, “se va a filtrar a la población”, impactando positivamente su desarrollo y calidad de vida.
Sin embargo, “las tasas ascendentes de pobreza, prueban que ese supuesto no se cumple. No hay reducción de la miseria, lo que implica que el modelo en términos de crecimiento para algunos, muy pocos, que son quienes obtienen las grandes ganancias, pero no para el resto de la población”, precisó.
Por ello, aseveró que no basta con decir cada trimestre en los medios de comunicación el número de empleos que se crearon, lo importante es saber “si son de dos horas a la semana o por tres meses”, ya que estas acciones son un paliativo para la crisis, que no impacta en la reducción de la pobreza y en el mejoramiento de la calidad de vida de la población.
El impacto de este modelo, que opera sin una política laboral, afecta a mujeres y hombres, pero a ellas las perjudica más por la posición que ocupan en la sociedad, aseguró la investigadora de Flacso.
Ante la “reducción y precarización del empleo, sumado a la disminución de los ingresos, las mujeres tienen que trabajar más horas, y aceptar condiciones laborales realmente precarias, indignas, sin ninguna prestación, con salarios muy bajos, para poder sostener el nivel de vida y que no se precarice más”, mencionó.
Anel Oropeza atraviesa por esa circunstancia. Desde hace tres años, labora en Lavex Textil, donde debido a su contacto directo con el potasio, se ve obligada, como el resto de sus compañeras y compañeros a beber de uno a dos vasos de leche para contrarrestar los mareos y dolores de cabeza que le produce el químico.
“Yo llevo poco tiempo, y tengo molestias, hasta en mi día de descanso, que no estoy en contacto con el potasio, pero hay casos de compañeras que llevan más tiempo, y se desmayan en la línea”, comentó alarmada.
Las trabajadoras utilizan el potasio para “deslavar” las prendas de mezclilla y “las manos de mis compañeras están teñidas de amarillo, yo no las tengo así, porque compro guantes de látex, que son los que permiten manejar los pantalones”.
Además, de que Lavex Textil no les da el equipo que necesitan para laborar, les niega el pase al médico, para otorgarles un permiso “tienen que ver que andamos cortadas o que ya de plano no podamos trabajar”, indicó la mujer de 34 años de edad.
Ella entra a trabajar a las 6 de la mañana y sale a las 2 de la tarde, gana un poco más que las trabajadoras de otras áreas, en promedio 600 pesos semanales, sin vacaciones, ni utilidades.
De acuerdo con Flérida Guzmán, los niveles de pobreza y de deterioro de la calidad de vida de la población, sobre todo de las mujeres y jóvenes, “son resultado, no tanto de la falta de empleo, sino del empleo precario, en temporalidad y condiciones.
Anel, quien desde los 19 años ha trabajado en distintas maquiladoras de Gómez Palacio, mencionó que “de un año y medio para acá, cada 15 días había despidos, se fue casi la mitad de la gente, éramos casi 800, y ya sólo quedamos como 400 personas”, de las que alrededor del 75 por ciento somos mujeres.
En su comunidad hay “mucha gente desempleada, o en empleos precarios, pero la necesidad es grande y no tenemos de otra, más que aguantar”.
Oropeza Reyes es mamá de dos niñas, una de 8 y otra de 14 años de edad, ambas dependen económicamente de ella.
- ¿Has intentado buscar otro empleo?
-Sí, me he movido para buscar otro, pero uno batalla muchísimo, cada vez piden más requisitos allá, si tienes más de 28 años, ya no te dan el trabajo tan fácil. Cuando regreso a mi casa, después de que no encontré ninguna oportunidad de empleo, veo a mis hijas, y pienso que no me puedo salir de ese empleo, y, por otro lado, siento que les voy a faltar por el trabajo que estoy desempeñando.