Alemania: La batalla sindical de los mexicanos
MARTA DURáN DE HUERTA
MEXICO, D.F., 4 de septiembre (apro).- La fábrica de llantas Euskadi fue vendida por Carlos Slim a la compañía alemana Continental. Los nuevos patrones llegaron con un paquete de medidas tan impopulares como ilegales, ya que violaban abiertamente las leyes laborales nacionales e internacionales.
Ante la negativa de los trabajadores y su sindicato a aceptar las nuevas reglas laborales, Continental decidió cerrar la fábrica para irse del país. Los trabajadores recibieron el aviso de su despido y de que recogieran sus liquidaciones. Las cantidades ofrecidas, a los ojos de los obreros, eran ridículas, sobre todo para quien había laborado por décadas en la fábrica.
Además, casi toda la población de El Salto, Jalisco, dependía de manera directa o indirecta de esa fábrica, que desde siempre había sido el alma de ese pueblo. Fueron pocas las personas que aceptaron la liquidación. Los obreros y su sindicato se fueron a huelga y dieron una batalla por más de tres años. El resultado: la fábrica pertenece a los obreros, funciona como cooperativa y es una de las más productivas del mundo.
La lucha que dio el sindicato de Euskadi tanto en México como en Alemania es sui géneris, al grado de que se convirtió en un objeto de estudio de los especialistas.
El politólogo alemán Lars Stubbe, profesor e investigador de la Universidad de Kassel, es un experto en movimientos obreros. El caso de Euskadi-Continental lo impresionó, y acaba de publicar un libro junto con Gregor Mass sobre ese conflicto laboral, que se convirtió en un movimiento social.
El libro titulado Contra Continental, Der Widerstand der mexikanischen Euzkadi-Arbeiter gegen den deutschen Reifernkonzern, (Contra Continental, la resistencia de los trabajadores mexicanos de Euskadi ante el consorcio llantero alemán), analiza en casi 200 páginas lo sucedido en México.
En entrevista con Apro, el doctor Stubbe, explica:
"La Euskadi fue fundada en 1935 por un exiliado vasco que producía llantas de todo tipo. La compañía fue vendida a Carlos Slim a finales de los 90. En 1998 la traspasó a la alemana Continental. En aquel entonces Manfred Weneman, el director general de Continental, tenía una estrategia de bajar los costos de producción lo más posible. Se cerraron varias fábricas en Suecia, Austria y Estados Unidos para buscar países donde se pudiera reducir el gasto en mano de obra eludiendo las leyes laborales. Pagaban una miseria".
"México era interesante para la Continental –prosigue—pues, a través de sus fábricas en El Salto, Jalisco, y San Luis Potosí, tenía acceso al mercado estadunidense y latinoamericano. Un año antes del conflicto, Continental había tenido ventas record y ellos mismo lo anunciaron.
"En cuanto la Conti adquirió las fábricas mexicanas, desconoció el contrato colectivo de trabajo, anuló los aumentos de sueldos, quiso incrementar la jornada laboral de 8 a 12 horas, sin pagar horas extras ni las tarifas de domingos y días festivos. También desconoció la antigüedad de los trabajadores y pretendió una producción de 24 horas continuas sin que esto tuviera algún beneficio para los obreros. Incluso, dejó de pagar las cuotas al Seguro Social".
El investigador señala que las medidas de la empresa fueron rechazadas tajantemente en cada junta. Dice que "el sindicato tenía voluntad de negociar, pero sin ceder en los derechos que le concede la Constitución mexicana y el derecho laboral".
--¿Cómo fue que los trabajadores salieron avante?
El profesor Stubbe señala:
--En Euskadi había uno de los pocos sindicatos autónomos y democráticos de México. Esto es importantísimo para entender su triunfo. Tenía una larga tradición de lucha independiente. El sindicato es democrático y sus representantes nunca se vendieron. Por esta razón la embestida de Continental fue feroz y a todos los niveles. A los sindicalistas se les despidió, se les amedrentó a ellos y a sus familias. Continental envió golpeadores y rompehuelgas. Sin embargo, los empleados aguantaron.
Continúa: "Como los trabajadores no aceptaron las nuevas reglas laborales, Continental decidió cerrar la fábrica alegando problemas económicos. Pero eso era falso. El único afán era deshacerse de esa mano de obra rebelde que la empresa no podía controlar o someter de ninguna manera.
El cierre tomó a los trabajadores por sorpresa, pero reaccionaron rápido: se declararon en huelga e impidieron que Continental sacara la maquinaria de las instalaciones.
"Cuando la multinacional compró Euskadi, adquirió una de las fábricas más modernas en Latinoamérica. El equipo era nuevo. No había ningún problema económico y la producción llantera de Euskadi era de lo más avanzado. La Continental no sabía que había comprado una de las mejores fabricas del continente, con una mano de obra muy calificada, muy consciente del valor de su trabajo, conocedora de sus derechos y muy combativa. La empresa alemana pensó que encontraría sumisión, temor, corrupción entre los trabajadores como los hay en otras fábricas y que sus métodos de aterrorizar a la mano obra le funcionarían, pero no fue así".
Recuerda que, en la prensa, la Continental lanzó una compaña de propaganda negra en contra de los trabajadores.
Enrique Gómez Delgado, asesor político del Sindicato Nacional Revolucionario de Trabajadores de Euskadi (SNRT) y vocero del sindicato, dijo a esta reportera: "La empresa nos presentó su paquete y nos pidió nuestra opinión, la cual no les fue favorable. Entonces hicieron una lista negra y corrieron a 18 sindicalistas en junio de 1999. En todas las asambleas sindicales fue rechazado el paquete. La fábrica nos decía que teníamos los mismos salarios que en Estados Unidos, pero los compañeros de Continental de Canadá nos mandaron los tabuladores de salarios y no hay comparación; aquí ganamos el 10% de lo que pagan allá."
Continental cerró su planta en El Salto, Jalisco. El 17 de diciembre de 2001, la empresa lanzó un comunicado de prensa, donde afirmaba que después de años de esfuerzos por llevar a cabo estándares de productividad en la fábrica, fracasaron debido al sindicato. Los trabajadores solicitaron a las autoridades mexicanas que la decisión empresarial fuera sujeta a una revisión jurídica debido a que el consorcio no se atuvo al procedimiento legal para solicitar el cierre de una planta, como está estipulado en la Ley Federal del Trabajo."
Gómez Delgado continúa: "El sindicato argumentó que no sólo se violaron las leyes mexicanas, sino internacionales, ya que tanto México como Alemania son firmantes del Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, donde se comprometieron a respetar y proteger, entre otras cosas, el derecho a la formación libre de sindicatos (Art. 8 del PIDESC)".
La empresa, por voz de su director jurídico, Paul Korde, dijo que el cierre de la empresa se debía a la pérdida de confianza en el dirigente del sindicato. El entonces Secretario del Trabajo Carlos María Abascal dio la razón a la empresa acusando al sindicato de Euzkadi de intransigente.
Las liquidaciones deben establecerse según el promedio salarial de las últimas cuatro semanas de trabajo, pero la llantera había disminuido la producción poco a poco, de tal suerte que las liquidaciones correspondían a menos de la mitad. Aquello era un golpe terrible para quienes habían trabajado por décadas en esa fábrica.
Negociaciones en Hannover Las pláticas en México eran un diálogo de sordos, por lo que el sindicato formó una comisión para viajar a Hannover, Alemania, a la mismísima sede de la gigantesca transnacional. Se organizó una cooperacha con amigos, familiares y sindicatos independientes. La Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA) y, particularmente al capitán Jaime Luis González, secretario general, proporcionaron los pasajes de avión.
El Sindicato Mexicano de Electricistas, la Cooperativa de Trabajadores de Refrescos Pascual, la Coordinadora Intersindical Democrática Jalisciense, la Liga de Unidad Socialista y el Partido Obrero Socialista, también dieron un apoyo económico. Diversas organizaciones no gubernamentales alemanas y sindicales, dieron su apoyo a la comisión mexicana. Enrique Gómez Delgado (asesor político); Oscar Rubio González, (consejero jurídico), y Jesús Torres Nuño, hicieron de tripas corazón para presentarse ante los hombres más poderosos de la empresa. Jesús Torres Nuño apuntó: "La política que había fijado la dirección de Continental era la de ignorar a la comisión. En México pagó una inserción en los periódicos de Jalisco, diciendo que era inútil la gira, que no se conseguiría nada.
Sin embargo, ya que estábamos allá, ante la presión de las ong`s alemanas, de algunos medios de comunicación y de legisladores alemanes, que nos ayudaron y estuvieron atentos al asunto, no les quedó de otra que recibirnos". Manfred Wennemer, director general Continental, les dio un saludo glaciar y les advirtió que no los atendería por más de media hora. Martín Wolpod, miembro de FIAN que había guiado y traducido a los mexicanos, le entregó al empresario un documento con un resumen del conflicto, que incluía un listado de las violaciones a las leyes mexicanas e internacionales de la empresa. Wennemer montó en cólera sin siquiera ver el documento y, cortando en seco a sus interlocutores, dijo tajante que eso no lo iba a discutir, que no le interesaba y que quería hablar exclusivamente solamente con la comisión del sindicato.
En ese momento, Jesús Torres trató de explicarle la importancia de reabrir la fábrica, pero Wennemer lo interrumpió y, colorado por la rabia, extendió su índice hacia Jesús y le dijo: "Usted y solamente usted es el único responsable del cierre de la planta de El Salto y si sus compañeros se ven afectados y la población, usted es el único responsable". El mexicano no bajó la mirada y rechazó la acusación. Wennemer se fue calmando y, cuando recuperó el control, dijo que la empresa estaba dispuesta a establecer un diálogo para resolver el conflicto, pero en México, no en Alemania, y aseguró que Continental no violaba ninguna ley. Al tiempo que abandonaba el edificio la delegación mexicana se despidió con un "mañana nos vemos, en la reunión anual de los accionistas". El funcionario se petrificó de la sorpresa. El 29 de mayo de 2002 se realizó la asamblea anual de accionistas de Continental, en el centro de convenciones de Hannover. Enrique Gómez Delgado cuenta: "Cuando llegamos al edifico de la asamblea, vimos que la policía tenía una patrulla en la esquina y Jesús Torres alcanzó a escuchar que los uniformados reportaban la llegada de los mexicanos.
Los de seguridad no nos quitaban los ojos de encima y no se nos despegaron, aunque guardaron su distancia. Entramos a la asamblea y todos nos miraban y señalaban. Llegamos en el momento en que Wennemer daba su informe anual y afirmaba que la planta de Jalisco había sido cerrada por ineficiencia y por la incapacidad de la representación sindical a aceptar el famoso paquete.
Nosotros desmentimos el informe". En esa asamblea se dijo que Continental ha gastado de 430 millones de euros en el cierre de cinco de sus plantas. Según Gómez Delgado, "a diferencia de los cierres en Europa, en México, los trabajadores no contamos con el seguro de desempleo, ni con las acciones adicionales que ha tomado Continental, como el facilitar su contratación en otras plantas o las ayudas económicas por encima de sus liquidaciones normales, que son realmente muy elevadas." Sobre cómo la delegación mexicana pudo colarse a la reunión de accionistas, lo explica el profesor Lars Stubbe: "Los sindicalistas que vinieron a Alemania tuvieron el apoyo de tres organizaciones no gubernamentales alemanas: FIAN, que lucha por el derecho a la alimentación en el mundo; German Watsch, que vigila que las compañías alemanas cumplan con las leyes y protejan la ecología en todos los países donde operan, y Accionistas Críticos. Estos últimos compran acciones en las compañías para poder así tener acceso a las juntas y hacer críticas duras desde dentro. Como accionistas tiene acceso a información muchas veces privilegiada, escriben informes y los hacen llegar a la prensa.
Los Accionistas Críticos aprovechan las juntas para hacer preguntas incómodas y exigir cuentas a los ejecutivos". Según Stubbe, "fueron los Accionistas Críticos quienes le abrieron las puertas a la delegación mexicana en la reunión de accionistas." De hecho, el propio Stubbe acompañó a los mexicanos. Fue su intérprete y organizó algunos encuentros con sindicalistas alemanes de Hamburgo. El académico agrega: "Lo que es una vergüenza es que los grandes sindicatos alemanes que tenían el deber, por lo menos moral, de intervenir y de apoyar a sus compañeros mexicanos, brillaron por su ausencia. No mostraron ni interés ni solidaridad de ningún tipo. La IGBC nunca tomó el caso ni apoyó". --¿Por qué? --Porque su filosofía es no entrar en confrontación con los patrones, caerles simpáticos y lograr sus objetivos por la vía del convencimiento; en algunas ocasiones les funciona, pero eso no los disculpa.
La huelga de la Euskadi-Continental se transformó en un movimiento social. Sin embargo, lo más importante fue la lucha jurídica. Los obreros ganaron los amparos en todas las instancias. A los directivos de Continental no les quedó otra que aceptar. Los acuerdos conseguidos con la empresa respecto de las liquidaciones conforme a la ley, no fueron respetados. Primero se luchó por evitar la aplicación del "paquete"; después por que no se cerrara la fábrica; luego por liquidaciones justas. La Continental ya no podía con la monserga de un conflicto que sólo les ocasionaba pérdidas, presiones y mala imagen. Las autoridades mexicanas, tanto locales como federales, no tenían manera de justificar flagrantes violaciones a la Constitución.
Les fue relativamente cómodo darles la razón a los trabajadores, quienes invirtieron todo el dinero que les correspondía de tres años de sueldos caídos, indemnizaciones y liquidaciones justas, en comprar la maquinaria a Continental. Se organizaron como cooperativa y se asociaron con una empresa de Estados Unidos que distribuye las llantas de Euskadi en ese país.