Las mujeres son a menudo las víctimas de esta cultura violenta. Según el Observatorio de Igualdad de Género de la ONU para América Latina y el Caribe, Honduras tiene la tasa de feminicidios más alta de toda América Latina.
Lyzanka García fue maltratada por su pareja cuando estaba en EE.UU. Ahora está de vuelta en Honduras, trabajando con ACNUR y ayudando a otras mujeres a superar sus traumas. Lyzanka García sufrió abusos emocionales y físicos. Ahora, ayuda a otras supervivientes de la violencia.
ADVERTENCIA: Este artículo contiene detalles de abusos y puede afectar a quienes hayan sufrido violencia sexual o conozcan a alguien afectado por ella.
Cuando Lyzanka García mira la cara de sus compatriotas hondureños y hondureñas, reconoce las luchas y los obstáculos que han tenido que superar."Veo la cara de mi madre. Veo mi cara. Veo la cara de mi hermano. Sé lo que se siente al llevar esos zapatos", dijo a Liz Hoath, productora para el programa de radio de CBC The Current.
García es auxiliar superior de protección del
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Trabaja con mujeres vulnerables en todo Honduras, incluido el Centro de la Mujer Juanita Díaz de Juticalpa. Este centro recibe apoyo del ACNUR y financiamiento del gobierno canadiense.Lyzanka García dice que a veces piensa que vive en un sueño, ahora que puede ayudar a las mujeres vulnerables de su país. Pero también conoce la pesadilla que han tenido que vivir algunas de sus compatriotas, debido en parte a la cultura machista de allí.
Todo el peligro, todas las cosas por las que pasa la gente cuando vive en estos lugares de Honduras, todas las bandas, siguen haciendo que la gente huya de sus casas.
Cuando García tenía 13 años, su familia también huyó de Honduras a Estados Unidos debido a la violencia de las maras. Unos años más tarde, dice, un hombre abusó de ella en Estados Unidos.
"Fueron muchos abusos [psicológicos], físicos y mentales de él hacia mí. Acababa en el hospital cada vez que me pegaba porque era físicamente enorme", cuenta.
La situación empeoró tanto que perdió un bebé.
Era mi primer embarazo y estaba muy ilusionada. Pero, por desgracia, con todas las consecuencias, las peleas y las palizas que recibí, mi bebé se adelantó... y no pudo sobrevivir.
García se encontraba ilegalmente en Estados Unidos en aquel momento, y cuenta que su agresor la denunció a las autoridades de inmigración.
Pero en lugar de ir a la cárcel a esperar a que tramitaran sus papeles, García optó por regresar a Honduras.
Estaba muy cansada y deprimida. Me sentía tan mal porque me había quedado sin mi hijo y sabía que este hombre... quería hacerme más daño del que ya me había hecho, afirmó.
Así que tomé la decisión por mi cuenta. No le pregunté a mi mamá ni a mi papá. Simplemente llamé a las 4 de la mañana y les dije que ya estaba en el aeropuerto y que me volvía a Honduras, sin tener ni idea de con quién me iba a ir a vivir ni dónde.
García, que ahora tiene 36 años, dice que la experiencia de perder a su bebé le enseñó una gran lección sobre cómo protegerse a sí misma y a los tres hijos que ha tenido desde entonces.
Y, "lo que es más importante", aprendió a no verse a sí misma como una mala persona que no valía lo suficiente, como le sugería su agresor.
Ahora transmite esas lecciones a las mujeres en situación de riesgo con las que trabaja en Honduras.
Entiendo por qué alguien no deja a la persona que te está haciendo cosas malas, porque no es fácil, dijo.
Lo entiendo y eso me hace querer hacer más aquí y quedarme a trabajar para esas personas y buscar alguna forma de que puedan llegar a un lugar seguro.
Consulte también los reportajes de nuestra enviada especial a Guatemala y Honduras:
Cultura machista
Fanny Hércules, vicealcaldesa de Juticalpa, es testigo a menudo del impacto que esa cultura tiene en los hombres de la localidad.
Sueño con un pueblo donde los hombres no lleven armas. Pero aquí los niños desde que están en la guardería llevan pistolas de agua, pistolas de juguete. Los niños se crían en un ambiente malsano.
Las mujeres suelen ser las víctimas de esta cultura violenta. Según el Observatorio de Igualdad de Género de la ONU para América Latina y el Caribe, Honduras tiene la tasa de feminicidios más alta de toda América Latina.
Hércules recuerda haber conocido a una mujer que se quedó embarazada tras ser violada por siete hombres. Quería abortar e intentaba provocarse un aborto.
Fue muy difícil, porque la vi subirse a un muro y tirarse al suelo, y luego volvió a subirse y a tirarse al suelo, y siguió haciéndolo.
Hércules intervino y no sólo ayudó a la mujer a superar el embarazo, sino que también consiguió que adoptaran al bebé.
Por su parte, Andrés Celis, representante del ACNUR en Honduras, dice que no es raro que las mujeres que han sufrido abusos se queden sin ayuda.
Honduras es un país con autoridades, con marco constitucional, con instituciones democráticas que funcionan, pero sin capacidad suficiente para resolver nuestros problemas, dijo.
Celis afirmó que eso ha dado lugar al caos en algunas partes de Honduras.
El representante del ACNUR en Honduras cree que esto se puede ver en áreas donde diferentes pandillas mantienen niveles de control - a veces dentro de los mismos barrios. Esto puede dificultar que algunas mujeres busquen ayuda.
El reto para las personas que viven en estas zonas es encontrar la manera de sobrevivir, teniendo en cuenta que no pueden moverse de [un] lado a otro, o no pueden llamar a las autoridades para resolver esta situación específica.
En algunos casos, las mujeres permanecen en sus relaciones abusivas, y el trauma pasa de madre a hija.
La educación podría ayudar
De momento, Honduras no dispone de las herramientas necesarias para ayudar a las mujeres en situación de riesgo, dice Lyzanka García y admite que a veces eso le hace dudar del trabajo que está haciendo.
Te hace sentir mal porque piensas, ¿por qué estás trabajando en esto? Llevo mucho tiempo trabajando en esto y no veo el cambio. El problema sigue y sigue. Así que me entristece mucho, pero también me hace sentir que tenemos mucho trabajo por hacer.
Por su parte, Fanny Hércules, vicealcaldesa de Juticalpa, cuenta que su familia se enfrentó a amenazas después de que ella asumiera el cargo, dijo que cree que se empieza por abordar las culturas que existen en algunas partes del país.
Tenemos que invertir en educar a nuestra juventud, especialmente a los hombres jóvenes. Porque ésta es una cultura que se aprende de los padres desde casa. En la educación es donde transformamos una sociedad, una mentalidad, un ser humano. Creo que a través de la escuela tenemos que enseñarles que todos somos iguales y, aunque seamos físicamente diferentes, todos merecemos el mismo respeto.
Fuentes: CBC Radio (Mouhamad Rachini · Liz Hoath)
Adaptación: RCI · P. Martínez