¿A qué hora los feminismos se convirtieron en un "buen producto" tan cotizado en los mercados simbólicos?
La brutalidad de los asesinatos contra niñas, adolescentes y mujeres se
desató hace más de dos décadas en Ciudad Juárez. El feminicidio es una
tragedia nacional que no comenzó ayer. Tragedia negada, silenciada,
ignorada, que las feministas y compañeros con el compromiso y la sensibilidad de Sergio González Rodríguez, han denunciado sin tregua. En todo el país los feminismos
han hecho -por décadas- un trabajo de análisis, acompañamiento,
propuestas, denuncias, marchas. Seguimientos. Mapas. Conteos. Actos de
duelo. La violencia creciente contra las mujeres ha sido la más
fundamental y la más desesperada de nuestras causas.
Las últimas marchas convocadas por colectivas feministas
y a las que han acudido -sobre todo- mujeres jóvenes y muy jóvenes, han
incluido actos de rebeldía que para muchos son "vandalismo" sin razón y
sin sentido. Las llaman a manifestarse "civilizadas" y "suavecito". No
saben, se les olvida, que estas acciones son precedidas por décadas de
no ser escuchadas. No saben, se les olvida, que ellas, esas mujeres
jóvenes están luchando porque sienten sus vidas amenazadas todos los
días. Están luchando por ellas y por todas.
Sin embargo, ¿no es
extraño? Pareciera que esa amaneza de "incendiarlo todo" era
indispensable para que tanto la sociedad, como los medios, los partidos,
las autoridades, se detuvieran a intentar escuchar. Pero, ¿están
escuchando, o alimentando el raiting y dispútandose causas? La marcha del 8 de marzo, como el paro del día 9, son convocatorias creadas desde los feminismos. El feminismo internacional, en el segundo de los casos. Hemos marchado por décadas en el Día Internacional de la Mujer.
Y cada vez somos más. Jamás han sido marchas partidistas, y sería
necesario aclarar: a nadie le interesaba afirmar que lo fueran, porque
el feminismo, tan vilipendiado, tan motivo de rechazo y
escarnio, no era un buen "producto" por el cual disputarse. Más bien al
contrario. Me permito ironizar, no sin dolor: compañeras,
estamos a la alza, mientras nos arrastran tan a la baja. Por los
cabellos. De un lado y del otro, (qué absurdo ese "de un lado y del
otro") se activa una especie de decreto de edición de la memoria, de la
realidad, de lo analizado y de lo aprendido.
Si vamos a la marcha
(a la que siempre fuimos) estamos "dándole argumentos al adversario",
porque la derecha nos manipula, o no, pero en todo caso, aprovecha
nuestros discursos y nuestros actos. ¿Nos quedamos catatónicas? Si no
vamos, estamos cediendo un espacio que ha sido históricamente nuestro. Y
lo seguirá siendo. Porque lo hemos creado y porque nuestras
reivindicaciones no se inventaron ayer. Nuestras identidades son las
nuestras. No veo razón alguna para renunciar a ellas. Aunque nos
quedemos atónitas ante la ola de feministas/os que de
repente surgen por todos lados, cuando jamás se ocuparon del tema.
Cuando han sido activistas del negacionismo. Una las/los escucha y
pareciera que nunca antes de este sexenio fue asesinada mujer alguna.
México era el paraíso para niñas, adolescentes y mujeres, hasta que Andrés Manuel fue elegido presidente. ¡Qué tiempos aquellos!
Los feminismos
son y siempre han sido siempre un movimiento político, basta con
repetir lo que sabemos: comenzaron con el movimiento sufragista y las
mujeres organizadas tomando las calles para exigir su derecho al voto.
"Lo personal es político" fue una de las consignas de los feminismos de la "segunda ola". ¿Qué querrían decir con "no politicen el feminismo?" Con "politizar"
se refieren -en realidad- a no partidizar las reivindicaciones y las
convocatorias de un movimiento independiente, cuya libertad de decir y
actuar no puede ser sometida a los intereses de ningún partido político.
No nos cosifiquen. No nos usen. En los partidos hay feministas,
sí, y como tales se suman a un movimiento cada vez más extenso y
conformado sobre todo, por redes de mujeres -pertenecientes a
colectivas, organizaciones de la sociedad civil, grupos de compañeras, feministas en solitario- lo que no excluye, por supuesto, el activismo feminista desde las redes mixtas
En
la partidización de las causas que atañen a las mujeres, dejamos de
hablar de lo que importa, para perdernos en los mecanismos de al lado.
El centro es la violencia contra niñas, adolescentes y mujeres y su
extremo feminicida. No, ¿quién tiene el poder? ¿cómo se recupera? ¿cómo
se conserva? ¿a quién hay que atacar? ¿de qué causa nos colgamos? Así,
como si vendieran y compraran acciones en los mercados simbílicos. De
golpe, ya son súper feministas -como fiebre anti
sexenio- cantidades de personas que jamás, en décadas, se ocuparon del
tema. Recién descubren que el feminicidio existe. Aún cuando ejercieron
posiciones de poder. Pero, de golpe, también ya son súper feministas cantidad de militantes de partidos de "izquierda", que han descalificado al feminismo
culpándolo de todos los excesos. Ellos también descubren que el
feminicidio existe. Un rasgadero -exaltado- de vestiduras que a las feministas
nos deja perplejas. ¿Cómo? ¿a qué hora ese: "yo siempre fui feminista",
"yo siempre estuve allí". Tú no tienes derecho a la palabra, "¡en
cambio yo!"? Con tal cantidad de feministas, una se pregunta ¿cómo llegamos a donde estamos?
Qué
bien que la violencia cotidiana contra nosotras dejara de ser negada
(hasta el escándalo) y comenzara a considerarse como un tema urgente.
Qué bien que se sumen. Esperamos ansiosas que los actos de esta cantidad
de activistas de última hora estén a la altura de su indignación, (no
la de unas/os contra otras/os), sino de su indignación contra la
violencia brutal e in crescendo contra nosotras. También de golpe -como
fiebre pro-sexenio- ya nos acusan a las feministas como traidoras a la 4T,
y una activista en defensa de la integridad de las niñas, adolescentes y
mujeres como Frida Guerrera, es acosada y amenazada en redes sociales
porque acudió a una "mañanera" y expuso ante el presidente esa tragedia
nacional que es el feminicidio, realidad que muy pocas personas conocen
tan a fondo como ella. Los feminismos, ahora como "buen
producto", se enfrentan a una amenaza de alienación que no hace sino
provocar más de lo mismo: no ser escuchadas.
Ahora resulta que toda reflexión acerca del feminicidio queda reducida a un asunto de partidos.
Ahora resulta que quienes ignoraron por décadas el asesinato cada vez
más sistemático de mujeres, toman los argumentos y las reivindicaciones
de los feminismos para probar a qué punto el gobierno de Andrés Manuel es un fracaso. Ahora resulta que hacer el trabajo feminista que hemos hecho por décadas, nos convierte en "enemigas" de la 4T.
Cuando una vota tiene claro, que de ser necesario, en temas puntuales y
de manera puntual, se opondrá -como es su derecho- a aquello que le
provoque un franco desacuerdo con quienes gobiernan. Sobre todo, si es
una causa que ha sido la suya, sin importar quién gobierna. Sí, el
aumento en el número de feminicidios y la brutalidad con la que se
cometen- como el aumento de las distintas formas de violencia- tiene
mucho que ver con el capitalismo salvaje al que de manera eufemística
llamamos "neoliberalismo". El "neoliberalismo" sucede en países
"desarrollados". Los platos rotos, bien rotos, nos suceden acá.
Pero no es el único enfoque de análisis posible, ni el único enfoque que nos permitirá caminar hacia el alto a la impunidad y hacia la prevención. Los enfoques se entrecruzan y tenemos que sumarlos. Voté por Andrés Manuel, cuando no llamaba a voto alguno: durante la toma de los pozos petroleros en Tabasco. Era una lucha indiepensable y justa. Voté por él cada vez, pero es justo porque creo en él, y espero soluciones que otros, antes, no estuvieron interesados en ofrecer.
Que si un partido, que si el otro, que si los muros graffiteados. No nos dejemos alienar por el tema de al lado. Seguimos siendo las que hemos sido: activistas independientes. Por eso sí marcho el 8 de marzo. Por eso quiero caminar Reforma -una vez más- junto a mis compañeras. Por eso, me sumo al paro.