1/10/2015

¡Por la libertad de Nestora Salgado!



Prometieron que Nestora Salgado saldría libre. Una vez más, el gobierno NO cumple ‪#FreeNestora‪”. La frase directa, contundente inunda las redes sociales, las protestas y los conciertos en apoyo a la libertad de la líder de la Policía Comunitaria de Olinalá, Guerrero, Nestora Salgado, quien el 21 de agosto de 2013 fue detenida ilegalmente y enviada a un penal de alta seguridad en Nayarit, por arrestar al síndico local, Armando Patrón Jiménez, que robó ganado y estuvo presuntamente involucrado en el asesinato de dos ganaderos.

Pese a que dentro de las funciones de la Policía Comunitaria está el detener a quien o quienes cometan delitos, y juzgarlos a través de sus usos y costumbres siguiendo la ley estatal de Guerrero 701 y el artículo 2.A de la Constitución mexicana -en que se garantiza el derecho de los pueblos indígenas al autogobierno y la autodefensa-, lo cual incluye la formación de fuerzas policiacas, la acción de arrestar a Armando Patrón no se le perdonaría a Nestora.

El entonces procurador del estado, Iñaki Blanco Cabrera, denunció penalmente a la líder de la Policía Comunitaria por “privación de la libertad”, sin tomar en cuenta que las detenciones realizadas por la Policía Comunitaria son legales en el marco de sus funciones.

En marzo de 2014 un juez reconoció que “Nestora actuó legalmente como líder autorizada por las comunidades indígenas”, según refirió Thomas Antkowiak, director de la Clínica Internacional de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Seattle, quien lidera el litigio internacional a favor de Nestora.

Sin embargo sigue presa y la promesa del ahora gobernador interino de Guerrero, Rogelio Ortega Ramírez, de la pronta salida de prisión de la luchadora social, se difumina tal y como sucedió con Ángel Aguirre quien fungiera hasta el 25 de octubre como gobernador del estado.

Nestora Salgado quien se convirtiera en el rostro visible de la policía comunitaria de Olinalá, Guerrero, es originaria de tal localidad de la cual emigró en 1991 a los 20 años con destino a Estados Unidos, para volver en 2002 ya siendo ciudadana estadounidense, nacionalidad que no le valió mucho cuando fue detenida, ya que no se le permitió hacer una llamada a su consulado.

Tras pasar la mayor parte de su tiempo viviendo entre Renton, Washington donde vive su esposo, hij@s y niet@s y Olinalá, Guerrero, la suma de secuestros, asesinatos, crímenes contra la población de Olinalá por parte de delincuentes cobijados por el mismo gobierno, escaló en 2012, siendo así que el 27 de octubre de ése año se creó el Concejo Social Olinalteco que organizaría la Policía Comunitaria, donde Nestora fue electa coordinadora por sus dotes de liderazgo y compromiso con el pueblo, para defender a los residentes contra el crimen organizado.

Ya el 24 de marzo de 2013 la población de Olinalá constituyó formalmente la Policía Comunitaria, organizados en la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC). En esa ocasión Nestora Salgado se dirigiría a los habitantes y a los integrantes de la Policía Comunitaria: “detrás de la comunitaria existe el abandono, la pobreza, el desempleo, el crimen organizado, esa la mano que mece la cuna, no lo que mencionan medios de comunicación de que existen organizaciones delictivas financiando los movimientos comunitarios”.

A más de un año de la detención de Nestora el aislamiento al que se ve sujeta lejos de su familia y compañeros de la Policia Comunitaria sin justificación legal, pese a habérsele retirado los cargos la convierten en una prisionera política.

En el libro Los Cautiverios de las Mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, la feminista Marcela Lagarde señala: “el extremo del encierro cautivo es vivido por las presas, objetivamente reaprisionada por las instituciones del poder. Sus delitos son atentados que tienen una impronta genérica específica; su prisión es ejemplar y pedagógica para las demás”.

La presa política es un escarmiento público, funciona como evidencia del poder del Estado por sobre aquell@s que se rebelan, que denuncian. Las y los presos políticos son la muestra de que aquellos rostros visibles de la lucha contra los atropellos del Estado son castigados, funcionan como herramienta del miedo para que la población se desorganice, se aísle, tema las represalias y sea controlada.

Es muy cierto que esta estrategia ha funcionado en la gran mayoría de las ocasiones, sin embargo en muchas otras le ha dado más fuerza a las movilizaciones ciudadanas contra la violencia del Estado, siempre que grupos organizados continúan haciendo presión mediante diversos actos, entre ellos culturales y musicales como el del día de mañana jueves 8 de enero en el Foro Hilvana donde raperas como Mare Advertencia Lirika, Batallones Femeninos, Sound Sisters entre otras se solidarizan con la activista mexicana que se encuentra injustamente tras las rejas por su pronta liberación. 

Mujeres indígenas en Canadá: Crímenes en la oscuridad


Deisy Francis Mexidor (PL)


El final de Tina Fontaine, una joven indígena canadiense encontrada muerta el 17 de agosto en Winnipeg. Manitoba, es similar al de otras mujeres nativas asesinadas o desaparecidas durante décadas en ese país.
Tina fue arrojada dentro de un saco al río Red. Cuando apareció su cuerpo el primer ministro canadiense y líder del Partido Conservador de Canadá, Stephen Harper, expresó que no crearía una comisión investigadora.Según Harper, el fallecimiento de la adolescente de 15 años, así como el de un número de féminas, solo era un crimen más y no un "fenómeno sociológico".

Pero las denuncias se incrementan. La Asociación de Mujeres Indígenas de Canadá, grupos de derechos humanos, las Primeras Naciones y los partidos de la oposición se han unido en un creciente reclamo a la administración de Harper convoque una consulta nacional.El líder del Partido Liberal, Justin Trudeau, advirtió que el caso de Fontaine puso en la agenda doméstica la necesidad de llegar al fondo de este asunto para evitar la impunidad.Un reciente informe de la Real Policía Montada de Canadá (RCMP) reveló el asesinato o desaparición de 1.186 mujeres aborígenes en esa nación.1.017 perdieron la vida entre 1980 y 2012, y de 169 se desconoce su paradero desde 1952, señaló la entidad el pasado 2 de mayo.También confirmó que las mujeres indígenas del país sufren más violencia que el resto de las canadienses y que el riesgo de asesinato entre ellas es cuatro veces mayor que el de otras féminas.

La investigación evidenció el aumento de las muertes violentas, que pasaron de ser un ocho por ciento del total de mujeres en 1984, a 23 por ciento en 2012.El reporte de la Policía Montada ocurrió días después de que un informe de Naciones Unidas criticara el trato que reciben los indígenas en Canadá y las políticas del gobierno de Harper.Es alarmante que ese segmento poblacional sea víctima del 16 por ciento de todos los homicidios cometidos en Canadá, cuando solo significan el 4,3 por ciento de sus habitantes.Mientras, el desplazamiento de las tierras ancestrales es la causa principal de la marginación y la vulnerabilidad económica de de estas mujeres que en la actualidad representan el 42,7 por ciento de la tasa de pobreza canadiense.Audrey Huntley, de la organización No más silencio, es del criterio de estos crímenes son "parte de una visión colonizadora en Canadá".

Situación que "se agrava por la impunidad en la que quedan estos casos", dijo Huntley.El pasado 20 de octubre la Asociación Canadiense de Salud Pública pidió al gobierno del primer ministro Stephen Harper esclarecer incidentes que ocurrieron en las últimas décadas.Existen cerca de 40 estudios sobre esto, además de las investigaciones de la RCMP, expresó Harper, ante las peticiones que urgen a ir más allá de lo que hasta ahora se ha hecho.La CPHA (Canadian Public Health Association, en inglés) instó también a los conservadores a que atiendan el llamado de la Organización Mundial de la Salud para desarrollar e implementar un plan de acción integrado en prevención de la violencia.Magali San Martin, vicepresidenta de la organización Mujer, denunció que la policía ignora o parece no darle mucha importancia a la desaparición de estas mujeres, "porque siempre se refieren a los indígenas como gente marginal y eso hace que los que cometen los crímenes se sientan impunes".El grupo demandó al gobierno federal que "se tomen medidas concretas frente a estos crímenes" y en ese sentido encontrar a los abusadores y llevarlos a la justicia.La vicepresidenta de Mujer recordó que Canadá "no ha firmado la declaración de la ONU respecto a la convención por los derechos de los pueblos indígenas".

Entre las razones de la negativa, dijo, se hallan que Ottawa no acepta que estas Primeras Naciones tengan derecho a su soberanía y esto tiene que ver con los recursos naturales de sus asentamientos.Activistas de derechos humanos aseguran que las mujeres autóctonas de Canadá son cinco veces más vulnerables a las muertes por un acto de violencia que sus congénero de otras poblaciones.Las exhortaciones al gobierno federal insisten en poner en marcha un sistema nacional de información sobre los asesinatos y desapariciones de indígenas, así como que se haga una investigación independiente sobre denuncias de conducta policial inapropiada.La Canadian Feminist Alliance for International Action asegura que una de cada 10 mujeres asesinadas es joven, aborigen y residente en una ciudad del oeste.

Y cuando se trata de las indígenas la policía interviene con menos frecuencia, mientras el 70 por ciento de los casos quedan sin resolver.Huntley, cineasta y descendiente de las Primeras Naciones (Anishnawbe), resume que la violencia contra las indígenas canadienses "es inherente al proceso colonizador".Por eso, subrayó, se trata de una violencia sistemática que "no terminará hasta que no alcancemos la descolonización".

De amores y desamores

Pero el amor llama al miedo. ¿Por qué viene con él?

lasillarota.com

Clarisse es una persona imaginaria. En un café –abierto por milagro- se encuentra con un hombre el 1 de enero. No éste primer día del año, el anterior. Lo mira y le parece que hay algo en él de fuerte, de dulce y de poético. Es un hombre que lee, y Clarisse tiene una particular propensión a encantarse ante estas escenas. Lee un libro que habla de las pinturas que los nazis llamaron: “arte degenerado”. Pintores como  Marc Chagall, Otto Dix, Wassili Kandinsky, Gustave Courbet.  Los nazis los exhibieron -en su momento- para darle al pueblo alemán una lección: ellos, sus obras,  representaban la “degradación” de los “verdaderos valores” a los que era obligado  aspirar en el resurgimiento de la patria, tan meticulosamente planeada y decretada.

¿Cómo comienza una historia de amor? ¿En qué segundo? ¿Acaso comienza cuando las miradas se cruzan? ¿Qué supone cada uno que intuye del otro cuando las miradas se cruzan? ¿Qué supone que “sabe” del otro en cuestión de segundos? A ese fenómeno extravagante y repetido a lo largo de la vida, nos ha dado por llamarle: “química”. Me estremezco ante esa palabra, tan reduccionista.

¿Qué es “la química”? Podría referirse a una atracción física, pero un encuentro verdadero nunca se limita a un asunto de físicos. Es profundamente otra cosa. El encuentro parecería el resultado de eso que una observa con la mirada, y de todo lo que una intuye. Un asunto de inconscientes que se corresponden de maneras más o menos inexplicables. Si una intentara expresar por qué eligió a un hombre y no a otro, comenzaría por intentar una lista: “Me gusta su pasión por la lectura, me gusta su inteligencia, su sentido del humor”.

No importa cuán extensa sea la lista de atributos, ni cuán detallada: “Me conmueve cómo ladea la cabeza cuando se queda callado, reflexivo y como ajeno”. No importa si incluimos los detalles más nimios; la lista es y siempre será –de manera inevitable- incompleta.

Porque lo más intenso de los comienzos de un vínculo, lo más intenso de aquello que sostiene un vínculo a través del tiempo, son las mareas subterráneas. Las desconocidas. La que convierten a ese ser –para una- en el más singular y único de entre todos los seres humanos singulares y únicos.

Clarisse lo sabe, ese asunto de los vínculos inconscientes que se crean. Casi como un llamado inevitable. Lo sabe esa tarde en ese café abierto como por milagro en día feriado. No hay nadie más. Está abierto para recibirlos, para que se miren de vez en vez, interesados y prudentes. Ella hace como que lee, pero todas lo hemos vivido: las letras bailan. Imposible concentrarse.  Una posa en el loco afán de parecer natural.

Cada tanto, ella le da una vuelta a la página para sostener la apariencia: lectora atrapada hasta las orejas en la biografía de Violeta Leduc. Qué bueno que es ya su segunda lectura, si el hombre de la mesa de enfrente se acerca y le pregunta de qué se trata, está en una relativa condición de explicarle. No se lo preguntó. Se acercó y le dijo: “¿Es usted supersticiosa?”. “Sí”. “¿Querría compartir un café conmigo el primer día del año?”. ¿Ustedes se acuerdan? Es una de las tantas recomendaciones alrededor de las ceremonias del fin de año: si una comienza escribiendo, escribe todo el año. Si una comienza riendo, ríe todo el año. Si una comienza furiosa, se enfurruña a repetición durante doce meses.

Si una se toma un café con un desconocido encantador, tomará litros de café por semana con ese mismo encantador, cada vez menos desconocido, si los vientos de las ternuras soplan –claro-  en la buena dirección.

Hay un encuentro, pues: las primeras miradas, las primeras palabras, la descubierta de las pasiones compartidas. La fascinante descubierta del otro.
Modigliani
Hay un encuentro y una pensaría que la vida se abre hacia una experiencia enriquecedora, luminosa.

Supondríamos que comienzan los tiempos de la mutua entrega: honesta y generosa. El corazón, y la inteligencia y la piel se abren al deseo.

Es un hecho que cuando este fenómeno se desata, cantidad de sustancias químicas se agitan en el cuerpo.

No son, creo, el principio de una atracción, son su consecuencia.
Oh, esa mano que tiembla al contacto de otra mano.
Ese navegar en las horas y horas de conversación.
Las carcajadas y las caricias y los desvelos.
El amor, cuando se da, es una fiesta.
Modigliani

Pero el amor llama al miedo. ¿Por qué viene con él?
¿Por qué?
¿Por qué la pasión llega encadenada a su invisible grillete?
Quizá porque todas/os sabemos de la pérdida.
Lo sabemos prontísimo.

A la salida misma del vientre materno.
Así de precoz es ese aprendizaje de eso que está y un día deja de estar.
Lo sabemos tan de inmediato como un primer biberón.
Me remonto al origen de los tiempos.
Sí.

No me parece un exceso.
Todo cambia. Y una gana con lo que cambia y una pierde con lo que cambia.
Se instala el miedo.

El miedo está sentadito en un pequeño sofá adentro nuestro.
Lo imagino con garras y patitas peludas.
El miedo a sufrir, el miedo al abandono, el miedo a la traición.
El miedo a la infinita soledad que provoca perder a una persona amada.

El miedo llama a la desconfianza.
Cuando sabemos ser humildes, agradecidos, cuando somos valientes y afortunados: enfrentamos el tan humano miedo al amor.
Pero no siempre somos afortunados y valientes.
No somos cada vez conscientes de que el miedo que está allí, es parte del inmenso riesgo de amar, y tenemos que lidiar con él.

Ofrecerle al otro, a una, a la vida misma… un voto de confianza.
Somos tan ambivalentes.
El miedo hace escuchar y mirar distinto.
Comienza el malentendido.
El de: “Quisiera amarte, pero me aterra el naufragio posible”.

Oh, no. Casi nadie lo dice.
Va sucediendo.
Hay una desgarradura pequeñita que se instala: Poner en duda la palabra de la otra persona, por ejemplo.
No me refiero a cuando existen razones para hacerlo, sino cuando una o el otro se las inventa.

“¿Qué quiere de mí? ¿Por qué está conmigo? ¿Y si me entrego con todo y me deja?”.
Hay unos animalitos invisibles que devoran la ropa en los armarios.
Sucede en silencio y en secreto, el ataque de los animalitos que les cuento.
Devoran los tejidos.

De pronto una extiende un vestido sobre la cama y descubre un agujero en la tela.
La desconfianza.
El tejido amoroso construido con cuidado se horada.
Comienzan a aparecer hoyos por todas partes que una tapa huidiza y rotunda.
Nadie nombre el fondo de las cosas.


O se nombran de la más torpe manera.
Donde hubo palabras se va levantando una muralla.
Ambas partes se repliegan hacia sus castillos protectores.
Y cuando se dicen palabras, son tan injustas y tan desafortunadas.

“Los animalitos nos están devorando”, debería una decir
.Y quizá hasta lo dice.
Pero, ¿qué pasa si del otro lado nadie escucha?
Porque quizá ya alrededor del castillo se levantaron –conscientes o no- fosas hondísimas y llenas de lagartos.

Cada vez da más temor, más tristeza, atravesar el puente para ir a buscar al otro.
Cada vez más, el uno y el otro se repliegan hacia su distante zona de confort.
Son cobardes, sí. Muy cobardes.
Se están perdiendo y no lo saben.

¿O sí?
Se están perdiendo y no hallan la energía para detener el naufragio.
“Mientes”, dijo él.
Sí, ese hombre dulce y poético del café el primero de enero del 2014.

El que leía el libro de los “artistas degenerados”.
Ese hombre dijo: “No creo en tu palabra”.
Lo dijo en muchos tonos, cada vez más feos.
Pero una lo primero que tiene por honrar, es su palabra.

Entonces ella se sintió colocada en el banquillo de los acusados.
Quizá es eso lo que no se perdona: haber permitido que la colocara allí.
Como en un juicio: la acusada, los testigos de la acusación.
El juez.

Y la culpable hasta que se demuestre lo contrario, intentando probar su “inocencia”… en lágrimas.
Qué escenas tan absurdas.
Y comenzaron a volar metafóricos platos y palabras canallas.
Y sí.

Qué canallas pueden ser las palabras.
Cuando el miedo a la pérdida se convierte en pánico, cada una/o, sin saberlo, precipita la pérdida.
Como si ambos se confabularan para llamarla.
“Anda pérdida, ven. Ven de la peor manera, con tu peor vestido, con tus cabellos desgreñados”. “Ven ingrata y vengativa, ven en la incomprensión, ven para negar todo lo que sí fue. Ven en esa manera en la que puedas probarnos que ésta es la mejor solución, que no valía la pena”.

“La prueba: ni siquiera estamos a la altura de separarnos con empatía”.
Las indispensables empatías compartidas de un adiós.
El primero de enero del 2015 Clarisse tomó su biografía de Violeta Leduc y caminó hacia el mismo café, como para conversar con ella misma.
Le hubiera gustado que él estuviera allí, que fuera un encuentro “casual”, que el ciclo se cerrara bonito, se cerrara con flores, se cerrara con un murmullo de cariño.

El café estaba cerrado.
Valga la metáfora.
Mensajes de la vida, que le dicen.
El miedo devora los tejidos de las relaciones como los animalitos devoran las telas en los armarios.
Así sucede y lo permitimos.

Y el pánico al naufragio provoca al naufragio.
Y regresó Clarisse a su casa corriendito.
Si el primer día del año te encuentra escribiendo, vas a escribir todos los días de todos los meses.
“Eso”, pensó Clarisse.

Y tomó su corazón lleno de agujeritos, y escribió la historia que aquí les cuento.
Una historia que es la suya, y que quizá coincida por allí con otras historias parecidas, en el inmenso mar de los encuentros cibernéticos.
Escribe esta historia para ofrecerse a sí misma lo que necesita: un final empático.
Bonito. Con flores y murmullos de cariño.

Explotación sexual infantil, la cara oculta de Uruguay


 

Uno de los carteles de la masiva campaña No Hay Excusas, realizada por el Conapees, el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay y Unicef. Crédito: Cortesia de Conapees
Uno de los carteles de la masiva campaña No Hay Excusas, realizada por el Conapees, el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay y Unicef. Crédito: Cortesia de Conapees

MONTEVIDEO, 5 ene 2015 (IPS) - Karina Núñez Rodríguez tenía solo 12 años cuando se vio empujada a la prostitución. Ahora con medio siglo de vida y seis hijos, es una de las voces más elocuentes contra la explotación sexual de niñas y adolescentes en Uruguay, un país reacio a reconocer esta creciente lacra.
Su apellido materno, Rodríguez, “tiene todo que ver con lo que hago y con lo que soy”, dice a IPS al explicar por qué quiere figurar con ambos esta mujer que, pese a sus múltiples aportes, no tiene otros ingresos que el trabajo sexual. 
En Uruguay, una gran cantidad de menores, la gran mayoría niñas, son arrancados de su infancia y ofrecidos como mercadería a cambio de pagos variables: un paquete de cigarrillos, una dosis de drogas, una tarjeta de teléfono móvil, comida, vestimenta, refugio o dinero. Los explotan miembros de sus familias, vecinos o redes criminales, pequeñas o más articuladas.
Tal como su abuela, su madre también fue una niña explotada. Ahora ella se enorgullece de haber quebrado este círculo familiar de servidumbre y marca una fecha simbólica: cuando su hija menor cumplió 12 años siendo una niña alegre y pronta para ingresar a la escuela secundaria.
En Uruguay, una gran cantidad de menores, la gran mayoría niñas, son arrancados de su infancia y ofrecidos como mercadería a cambio de pagos variables: un paquete de cigarrillos, una dosis de drogas, una tarjeta de teléfono móvil, comida, vestimenta, refugio o dinero. Los explotan miembros de sus familias, vecinos o redes criminales, pequeñas o más articuladas.
La dueña de un negocio alimentario organiza bailes en su tienda los días de paga de los peones rurales del lugar, e invita a niñas de 12 años de su vecindario. Las pequeñas pasan sus noches bebiendo, bailando y manteniendo relaciones sexuales en las instalaciones exteriores de una capilla cercana.
El propietario, de 74 años, de un hotel en una zona turística paga el viaje de una quinceañera, que vive a cientos de kilómetros, para tener sexo con ella. Después, le envía dinero a sus explotadores, pero elude ser procesado alegando que ignoraba que la adolescente era menor de 18 años.
Un alto funcionario de un departamento (provincia) organiza una fiesta con adolescentes, alcohol y cocaína en un edificio gubernamental y es hallado en flagrancia cuando, ya borracho, se va en su automóvil con una de las jovencitas.
Una red, conformada por camioneros y los padres de dos de las víctimas, obliga a varias niñas a tener relaciones sexuales con conductores de camiones en tres pueblos diferentes.
Casos como estos son noticia cada semana en Uruguay. En 2010, el gobierno declaró el 7 de diciembre como día nacional contra la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes. Pero todavía no puede medir los alcances del crimen, penado con hasta 12 años de prisión por una ley de 2004. La prostitución adulta es legal en el país y está regulada por el Estado.
Al menos 1,8 millones de menores son explotados en la prostitución o la pornografía en el mundo, según Ecpat, una red mundial de organizaciones dedicadas a combatir estos delitos. Casi 80 por ciento de la trata de personas es para la explotación sexual, y más de 20 por ciento de las víctimas son niñas y niños.
Desde 2010 hasta septiembre de este año, la justicia procesó 79 casos que involucraron a 127 acusados. Solo 43 de ellos recibieron condena, según un informe publicado por el Poder Judicial.
Pero las denuncias policiales van en aumento. En 2007 fueron 20, en 2011 llegaron a 40, en 2013 fueron 70, y en los 10 primeros meses de 2014 superaron las 80. “Cada caso no afecta solo a una niña o un niño. Puede implicar a cuatro o cinco”, dice a IPS el presidente del Comité Nacional para la Erradicación de la Explotación Sexual Comercial y no Comercial de Niñas, Niños y Adolescentes (Conapees), Luis Purtscher.
Además, los perpetradores superan en número a las víctimas. “En una sola noche, una chica puede tener cinco o 10 relaciones”, agrega.
En los últimos cinco años, Conapees entrenó a 1.500 empleados públicos, incluyendo educadores, trabajadores sociales, agentes policiales y fiscales. “Tenemos 3.000 ojos y oídos más, con algún grado de entrenamiento para detectar y denunciar”, agrega, como otra razón por la que los casos aumentaron.
La violencia de género juega también un papel relevante. En una lista de 12 países latinoamericanos, más España y Portugal, Uruguay tiene la tasa más alta de mujeres asesinadas por sus parejas actuales o pasadas cada 100.000 habitantes, sostiene un informe publicado por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe.
Dentro de una campaña de sensibilización, el Conapees publicó un aviso en la prensa escrita: “Chicas, muy chicas”, seguido de un número de teléfono que recibió 100 llamadas el primer día y 500 el primer fin de semana.
Por todos lados 

Denunciar es peligroso, pero estos crímenes y sus víctimas no están ocultos. La fotógrafa belga Susette Kok registró muchos sitios públicos en una exhibición y un libro en el que retrató a 27 personas que fueron víctimas infantiles de explotación sexual y ahora, invariablemente, son trabajadoras sexuales.

“Fue muy fácil encontrar la explotación. Está por todos lados”, dice a IPS. 

La “casita del amor”, un conjunto de muros derruidos, con el suelo cubierto de condones usados, aparece al lado de una iglesia en Fray Bentos, en el sudoeste uruguayo. Un oxidado “contenedor de pasiones” emerge en una instalación deportiva y, otra vez, junto a una iglesia, a la entrada de Young, en el occidente del país.

Decenas de lugares similares se diseminan por el país: un banco en un campo de fútbol vecinal, un grueso árbol junto a un puente, que la ironía bautizó “sexo ecológico”, chozas, clubes y “bares de camareras”.

Núñez Rodríguez se convirtió en activista tras presenciar el sufrimiento de jovencitas sometidas al “proceso de ablande” en las “whiskerías” (prostíbulos y expendios de alcohol): “torturas, penetraciones forzadas y colectivas, golpizas”, destinadas a crear “tal lazo de temor entre la víctima y el explotador que la chica se pueda quedar toda la noche parada en una esquina en cualquier parte sin siquiera pensar en ir a la policía”, describe.
Ella cuenta como un logro haber presentado 27 denuncias a las autoridades. De esos casos, “participé en nueve procesamientos y tengo el honor de que la gente confía en mí y me aporta más y más pruebas certeras”, sostiene. Revisa personalmente los datos y se apoya en una red de ocho amigas y colegas en distintas ciudades del país. “Gracias a Dios, tenemos WhatsApp”, sonríe.
En 2007, junto a otras compañeras crearon el Grupo Visión Nocturna para promover una postura independiente de las autoridades en cuestiones de salud vinculadas a la prostitución y para exigir respeto hacia las trabajadoras sexuales.
En 2009, poco después de denunciar en una comisaría de una pequeña ciudad del interior que dos adolescentes iban a ser traficadas, un supuesto cliente la invitó a su auto. Viajaron 20 kilómetros hacia las afueras. “Nueve tipos me dieron una paliza. Estuve 11 días en cuidados intensivos y tres meses sin poder caminar”, relata.
Cuando se recuperó, “volví a denunciar el mismo delito”, asegura. Ha sufrido amenazas de muerte y asume que alguna puede materializarse.
En el oeste de Montevideo, terminales de autobús, parques, autopistas, cantinas e incluso viviendas particulares son los sitios en los que se perpetran crímenes sexuales contra niñas y niños, señala el informe “Un secreto a voces”, escrito por Purtscher y otros siete especialistas que entrevistaron a más de 50 personas.
El área está atrayendo grandes inversiones y mano de obra masculina, que podrían agravar la situación, pero carece de mecanismos para asistir a las víctimas, según indicaron varias fuentes. Tampoco los tiene el país. Un programa gubernamental de asistencia creado en 2013 con ese fin está desfinanciado y cuenta solamente con dos equipos propios.
Esta lenta respuesta oficial exaspera a Karina Núñez Rodríguez. “Cuando un niño es explotado, no se puede esperar”, dice.
Editado por Estrella Gutiérrez

Machismo impide alfabetización de las salvadoreñas


Roles de género son obstáculos en el medio rural

A sus 74 años de edad, Carmen López es un ejemplo de que nunca es tarde para aprender. Ella es una de las 412 personas alfabetizadas en este municipio del centro de este país centroamericano, y rebosa satisfacción por su logro.

“Me entristecía no poder hacer una carta ni un recibo, pero ahora me siento feliz porque ya puedo hacerlo”, dijo a IPS/Cimacnoticias  esta mujer durante el acto oficial en el que autoridades del Ministerio de Educación declararon a Tapalhuaca, con 4 mil habitantes, como un municipio libre de analfabetismo.

Esa declaratoria se da cuando han aprendido a leer y a escribir 96 por ciento de los habitantes de una localidad, y en el caso de este municipio del departamento (estado) de La Paz lo logró 97.7 por ciento de la población.
Al igual que López, Maximina Velasco, de 61 años, siente que derribó el muro de la ignorancia cuando decidió matricularse en los cursos para aprender a leer.

“Cuando era niña fui a la escuela, pero no terminé el primer grado porque un profesor me desesperó, me pegaba”, recordó, mientras lápiz en mano escribía aplicadamente vocales y consonantes, durante una de las clases que recibe en su casa, dentro de un sistema donde los cursos mezclan aprendizaje en grupo e individual.
El tiempo para el aprendizaje tuvo que acortarse porque debía comenzar a preparar el almuerzo para su familia, un aspecto que afecta a muchas mujeres adultas que participan en el programa.

La alfabetizadora, Yanci Cubías, de 16 años, es una de las 130 personas voluntarias que enseñan en este pueblo, que vive mayormente de la agricultura. Dedica dos horas diarias, 10 a la semana, a ayudar en la alfabetización de personas adultas.

“Al principio me costó ganar la confianza de quienes he alfabetizado, pero con el tiempo todo marchó bien y se convirtió en una experiencia inolvidable”, comentó Cubías.

El analfabetismo se enraizó en este país de 6.2 millones de habitantes debido a muchas décadas de injusticias sociales que privaron de educación a la mayoría de la población, sobre todo en el campo, donde laboraban como braceros en las fincas de café y algodón de la oligarquía que despuntó en el siglo XIX.

“Es una deuda histórica; desde hace mucho una parte de la población ha estado marginada de la enseñanza”, apuntó a IPS/Cimacnoticias la activista Maydé Recinos, de la Fundación Salvadoreña para la Promoción Social y el Desarrollo Económico (Funsalprodese).

Esa organización es una de las que conforman el capítulo salvadoreño del Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe.

BARRERAS   

Tanto López como Velasco, que se han dedicado a atender a sus familias y ayudar a sus maridos en algunas faenas del campo, han logrado superar un obstáculo que sigue siendo una pesada carga para muchas mujeres del país: por décadas, el analfabetismo se ha ensañado más contra la población femenina por el machismo reinante.   

El Programa Nacional de Alfabetización de El Salvador cerró 2014 con 200 mil personas alfabetizadas a nivel nacional desde 2009. Gracias a ello, el índice de analfabetismo en personas mayores de 10 años ha bajado de 17.9 por ciento en 2009 a 11.8 por ciento, según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2013.   

De ese porcentaje general de personas analfabetas, 7.3 puntos porcentuales son mujeres, mientras que 4.5 puntos son hombres. En el área rural, en particular, el índice de analfabetismo sube hasta 18.9 por ciento, de los que 11 puntos porcentuales corresponden a las mujeres y 7.9 puntos porcentuales a los hombres.  

La disparidad de género “se da por la cultura machista, los papás decían: que estudien los hombres y las niñas que haga los oficios domésticos”, señaló a IPS/Cimacnoticias la jefa del Departamento de Alfabetización del Ministerio de Educación, Angélica Paniagua.  

 López recordó cómo, cuando era niña, sus padres la matricularon en la escuela, pero  faltaba muy a menudo a clases porque la obligaban a ayudar con los quehaceres domésticos. “Me gustaba la escuela, pero me dejaban sola en la casa haciendo el oficio”, señaló, “así que perdía muchas clases y al final me sacaron”.   Ese patrón mejorará en la medida en que el Estado apueste más a la educación en el país, sobre todo incremente la cobertura de la escuela primaria, y que las y los niños no sólo accedan a ella, sino que la finalicen, dijo Mirna Lemus, de la Asociación Intersectorial para el Desarrollo Económico y el Progreso Social (Cidep).  

NIÑAS DEJAN LA ESCUELA  

 En su tercer y último informe sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), el gobierno reportó a principios de 2014 que la cobertura de la educación primaria pasó de un índice de 86 por ciento en 2000, a 93.1 por ciento en 2012, una mejora de siete puntos porcentuales.   Pero la deserción escolar, en especial en el sector rural, sigue siendo mayor en las niñas que en los niños, según la última encuesta de hogares.   La disminución del analfabetismo se considera significativa, pero aún es insuficiente para alcanzar en un año más las metas educativas de los ODM.   El segundo de los ocho ODM establece el logro de la educación primaria universal y fija como metas específicas la cobertura universal de ese nivel educativo, la finalización del sexto grado y la eliminación del analfabetismo entre la población de entre 15 y 24 años.   

“Todavía nos falta para llegar a las metas, pero con los esfuerzos que estamos haciendo consideramos que el país va a avanzar más en el próximo quinquenio”, dijo Paniagua.   

Las autoridades educativas tienen proyectado declarar libre de analfabetismo a El Salvador en 2019, cuando finalice el gobierno de Salvador Sánchez Cerén, un excomandante guerrillero y antiguo maestro que asumió la Presidencia en junio pasado. Esa declaratoria vendría cuando 96 por ciento de toda la población salvadoreña sea letrada.   

Organizaciones civiles señalaron que bajar seis puntos porcentuales el analfabetismo es un logro importante, pero se requiere de un mayor empuje, sobre todo financiero.   

Las voceras de Cidep y de Funsalprodese señalaron que el gasto social dedicado a educación debe alcanzar 7 por ciento del PIB, mientras actualmente se encuentra estancado en 3.3 por ciento, en parte por la estrechez financiera del Estado, según reconocen especialistas consultados y personas alfabetizadas.   

“Es aún insuficiente para cubrir las grandes necesidades imperantes en el país en educación”, acotó Recinos, de Funsalprodese.   Mientras tanto, Maximina Velasco reiteró a IPS/Cimacnoticias, con un rostro iluminado por una gran sonrisa, que tiene la firme convicción de mantener viva la llama de la lectura y escritura, para nunca más regresar al analfabetismo que la mantuvo ciega para las letras casi toda su vida.  

 *Este artículo fue publicado originalmente por la agencia internacional de noticias IPS.  
Por: Edgardo Ayala*
Cimacnoticias/IPS | Tapalhuaca, El Salvador.- 

Ordenes de Protección, entre la vida y la muerte


QUINTO PODER
Por: Argentina Casanova*

A fines de 2014, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) presentó el informe “Avances y retrocesos en la protección de la vida de las mujeres víctimas de la violencia familiar”, en el que da cuenta de la situación que hay en el país con respecto al otorgamiento de las Órdenes de Protección (OP).

Se reveló que sólo 28.5 por ciento de las mexicanas que denunciaron violencia familiar obtuvieron una OP, ya que a la mayoría se le niega o condiciona. En las procuradurías del Estado de México, Tlaxcala y Morelos no se han otorgado.

Este dato es suficiente para observar que sí hay una relación directa entre el otorgamiento de las OP, como una medida de prevención de la violencia y de protección a la vida de las mujeres, y que en gran medida puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.

No sería necesario hablar, reportar, investigar las cifras, ni tendría que ser necesario escribir esta columna, de no ser porque en las pocas entidades en las que se otorgan, como Veracruz, Campeche, DF y Chiapas, hay una evidente resistencia a su otorgamiento y en la mayoría de los casos las mujeres afrontan un sistema policial que duda, que establece como prioridad otro tipo de incidentes antes que la violencia “doméstica” como una situación de emergencia.

No es casual que por muchos años en el país fuera más sancionado el robo del ganado que la violación de una mujer. Es parte de ese sistema estructural de violencia contra las mujeres que invisibliza y menosprecia la vida, al punto que siempre se las ingenia para poner trabas e impedir el acceso a la justicia, y eso es evidente en las entidades en las que se condiciona la emisión de una OP a la existencia de una denuncia.

Muchas mujeres y hombres que litigan no pueden entender, no aceptan ni creen necesario que si una mujer pide auxilio al 066, o un vecino reporta un hecho de violencia, la policía tenga el derecho a intervenir y romper una puerta, pues el daño sobre los bienes son vistos, pero la violencia contra las mujeres no.

Hay una resistencia a otorgar las Órdenes. Los jueces por un lado la dilatan en las entidades en las que tienen esta tarea en sus manos, las y los agentes del Ministerio Público (MP) piden evidencia de la violencia o consideran que si no hay “riesgo inminente” para la vida de las mujeres, y ahí entran sus valoraciones subjetivas con las que las mujeres terminan muertas.

Hasta ahora sólo se documentó el caso de un MP que fue responsable de la negativa de OP a una mujer en Guanajuato, pero si el registro de atención estuviera a disposición con transparencia podríamos saber cuántas de las mujeres víctimas de feminicidio acudieron alguna vez a solicitar una OP porque sintieron que su vida estaba en peligro y en respuesta recibieron una negativa, un condicionamiento o se les pidió que ellas mismas llevaran la Orden a su agresor o dieran su ubicación.

Ellas haciendo la tarea de vigilancia y de investigación. Ya no queremos seguir contando mujeres asesinadas, ya no queremos más solicitudes de Alertas de Violencia de Género.

Queremos, tenemos el derecho a exigir respuestas de prevención que no están haciendo las instituciones responsables de esa tarea conforme a las “leyes” que dejaron en sus manos los presupuestos y las tareas.

Basta revisar la Ley de Igualdad, la Ley de Acceso y por supuesto las leyes orgánicas de las Instancias de las Mujeres en las Entidades Federativas (IMEF), que son a las que se les ha conferido la tarea de “prevenir”, así como de las procuradurías o fiscalías que otorgan las OP, las y los jueces que también tendrían que otorgarlas.

Las cifras son dramáticas, pero más grave es que si hay formas de prevención, si hay instancias y hay disposiciones y normas que procuran en el papel la protección de la vida de las mujeres, el obstáculo principal sea la voluntad personal, individual y colectiva de las y los servidores públicos responsables de otorgar las OP; y el interés de los titulares de los gobiernos para asumir que la vida de las mujeres es un tema de Estado, y asumir que el feminicidio sí puede prevenirse.

*Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
  CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Campeche.- 

Rigoberta Menchú, la lucha por la igualdad


AM de Querétaro

Después de vivir violencia, abusos y discriminación, la ganadora del Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú se ha convertido en la voz de los pueblos indígenas de Guatemala.


Activista de los derechos humanos de Guatemala y ganadora del premio Nobel de la paz, Rigoberta Men-chú es probablemente la guatemalteca mas conocida a nivel mundial.
Rigoberta nace el 9 de enero de 1959 en una numerosa familia campesina de la etnia indígena maya-quiché. Su infancia y su juventud son marcadas por la pobreza, la discriminación racial y la represión violenta con la que las clases dominantes guatemaltecas trataban de contener las aspiraciones de justicia social de los campesinos.

Desde muy joven se involucra en las luchas reivindicativas de los pueblos indígenas y campesinos, acciones por la que se gana enemigos políticos, llegando al extremo del exilio.

Durante su lucha, varios miembros de su familia, incluida su madre, son torturados y asesinados por los militares y por los conocidos ‘escuadrones de la muerte’, grupos de paramilitares encargados de realizar asesinatos selectivos de determinados grupos sociales opositores al gobierno.

El padre de Rigoberta muere en 1980 con un grupo de campesinos que se encierran en la embajada de España en un acto de protesta. Durante aquel suceso, los militares incendian el lugar, quemando vivos a los que estaban dentro. A su vez, sus hermanos optan por unirse a la guerrilla, en donde también encuentran la muerte.

Activismo en Guatemala

Rigoberta Menchú, al darse cuenta de la terrible realidad política y social que sufría Guatemala, inicia una campaña pacífica de denuncia del régimen guatemalteco, el cual violaba sistemáticamente los derechos humanos de los campesinos indígenas.

Durante el proceso de combate, la guatemalteca se convierte en un icono vivo del sufrimiento de su pueblo denunciando, además, la precaria situación de violencia y abuso hacia las mujeres indígenas en Latinoamérica.

Para escapar de la represión que sufre a causa de su campaña de denuncia, Rigoberta se exila en México, donde publica su autobiografía en 1983. Gracias a este texto, recorre el mundo con su mensaje, consiguiendo así ser escuchada en las Naciones Unidas.

Después de hacerse una figura pública reconocida en el mundo, regresa en 1988 a Guatemala, ya protegida por su prestigio internacional, el que utiliza para continuar denunciando las injusticias de su pueblo.
Premio Nobel de la Paz

En 1992 la labor de Rigoberta Menchú es reconocida con el Premio Nobel de la Paz , coincidiendo con la celebración oficial del quinto centenario del descubrimiento de América. A partir de ese momento, se inicia como mediadora en el proceso de paz entre el Gobierno y la guerrilla guatemalteca durante los años 90, logrando algunos acuerdos y treguas de paz.

Para el Año Internacional de los Pueblos Indígenas en junio de 1993, Rigoberta es nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la ONU y en el año de 1996 es nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO.

"Auditar la deuda sirve para hacer reivindicaciones con conocimiento; no pagar es muy simplista"


Entrevista a Magdalena León, economista feminista miembro de la Red Latinoamericana de Mujeres
Eldiario.es

Magdalena León es una economista feminista miembro de la Red Latinoamericana de Mujeres Transformando la Economía y del Instituto de Estudios Ecuatorianos. Participó en la auditoría de la deuda ecuatoriana y ha trabajado sobre el concepto de 'buen vivir' en la economía.


Magdalena León es una economista ecuatoriana que forma parte de la Red Latinoamericana de Mujeres Transformando la Economía, un movimiento que nace a finales de los noventa para introducir la economía en la agenda feminista. "Habíamos tenido un periodo de fuerte ascenso del movimiento, pero muy en torno a los temas de violencia, política, participación... y eso era consecuencia también del fuerte movimiento neoliberal que pasábamos y que hizo una separación entre lo económico y lo social", explica. La economista, que participó en el proceso de auditoría de la deuda de Ecuador, asistió en Madrid al encuentro 'Otra Economía está en marcha' organizada por Economistas Sin Fronteras.


¿En qué está trabajando actualmente la Red?

Con el nuevo siglo la red se involucró directamente en dinámicas como el Foro Social Mundial. Eso nos permitió salir de una dinámica sectorial de mujeres para construir una agenda común, darle una mirada feminista a todo, ofrecer una propuesta del feminismo como solución para llegar a otra economía, a otra civilización. El feminismo ha aportado cuestiones como la soberanía alimentaria, la reproducción ampliada de la vida, la idea de poner la vida como eje de la organización, pero también ha hecho visibles procesos que en condiciones de desventaja y desigualdad han sido protagonizados por mujeres. Eso se ha conjugado con que en algunos de los países vivimos procesos de cambio, que en algunos casos se llaman revoluciones. Todo eso para América Latina ha sido un poco acelerado, hemos pasado en unos años de una situación neoliberal, sin horizontes, a abrirse todas estas posibilidades. Nosotras hemos estado vinculadas a estos procesos.

¿Y en esos procesos han conseguido estar presente estas nuevas miradas?

Sin duda, quizá a veces no con un protagonismo directo, pero sí han estado de distintos modos, introduciendo los temas por donde cada país permitía. Los procesos de refundación a través de nuevas constituciones fuero un espacio bien importante porque ahí debatíamos qué país, qué economía queríamos, y pudimos ser parte de esas definiciones y participar de esos espacios. Y no era solo poner nuestra agenda sobre la mesa, era ver también cómo lo hacíamos porque los cómos son fundamentales. Eso pasa por superar una cierta visión cosmética del género y las mujeres, de añadir esos términos a cuestiones que son absolutamente incompatibles. El desafío era que apareciera menos la palabra mujeres pero que hubiera un contenido radical de transformación. Nosotras, por ejemplo, trabajamos para que hubiera una redefinición del término trabajo en la Constitución de Ecuador.

¿En qué sentido?

En el sentido de hacer visibles y reconocer distintas formas de organizar el trabajo, de que fuera reconocido como algo económico, no solo como una actividad social. Hay distintas formas de hacer y organizar el trabajo y todas ellas aportan. Es algo que permite romper la separación entre lo productivo y lo reproductivo, lo remunerado y lo no remunerado, el empleo y el no empleo.

¿Y está teniendo esa redefinición alguna consecuencia práctica?

Sí. Derivado de ese reconocimiento estaba el derecho de las amas de casa a la Seguridad Social porque es trabajo, es economía y produce, aunque no tenga un valor de mercado. Nuestra cobertura pública de derechos es algo que se ha ido recomponiendo en Ecuador, así que se estableció un sistema que empieza con una política social antipobreza: la entrega del bono de desarrollo humano dirigido a las mujeres que están en situación de exclusión, que tienen dependientes y que no tienen un ingreso. Era una herramienta ya previa que se incrementó y se reinterpretó como una remuneración parcial a ese trabajo. Eso le dio otro sentido e hizo visibles cosas.

A partir de ahí, las mujeres que ya reciben el bono tienen un aporte a la Seguridad Social para tener una pensión en el futuro, no tienen todas las coberturas, pero sí la pensión. Ellas hacen una aportación personal mínima, y el resto lo asume el estado.

Es, entonces, una forma de remunerar su trabajo. Sin embargo, muchas economistas feministas rechazan remunerar el trabajo de cuidados porque lo consideran una forma de perpetuar la división sexual del trabajo. ¿Qué opina?

Que partimos de la realidad. A veces nos situamos por fuera de lo que las mujeres viven y criticamos desde un deber ser. En estos momentos en América Latina frente a políticas de transferencias condicionadas como los bonos, se dice que hay un neomaternalismo, una crítica a las mujeres como madres. Compartimos en ciertas fases esa crítica, pero en la realidad las mujeres son madres y eso marca la experiencia y marca una realidad de la que no podemos abstraernos. Lo que se ha demostrado en estos procesos es como desde esa politización de la maternidad se puede dar un salto hacia otras esferas. Los padres viven otra experiencia.

Y ¿por qué es así?, ¿no habría que cambiar eso, generar las condiciones para que las experiencias de padres y madres sean más parecidas?

Sí, pero quizá son formas de llegar a la igualdad por otros caminos. Esto puede ser una forma de reconocer otras realidades, de ver otros elementos potenciadores de cambios que antes no veíamos.

Aquí una reivindicación muy fuerte es la de equiparar los permisos de paternidad y maternidad precisamente para generar un gran cambio social. Si se potencia el rol de madre o se dan esas ayudas, ¿no es una forma de perpetuar ese rol de las mujeres como únicas encargadas de la reproducción y los hombres de la producción?

Detrás de estas cuestiones subyace el espejo del mercado, parece que siempre lo importante es la producción y en su espejo hay que hacer todo lo demás. Los permisos tienen un referente de familia de pareja que, en la realidad, la mayoría de las mujeres de América Latina de los sectores populares no viven. Su realidad es otra. Creo que hay un modelo de política pública que apela al espejo del mercado o al ideal de familia o con una connotación de clase media, una serie de elementos que no están en la realidad de muchas mujeres. Decimos 'es que en Noruega, en Suecia', pero vamos a ver cómo viven las mujeres en cada sitio. Es también importante salir de la victimización, una cierta mirada ha buscado siempre las opresiones. En medio de relaciones de desigualdad y opresión, hay un aporte de las mujeres y hay que reconocérselo. Si no, el discurso de la opresión es desmovilizador.

Igual que otras economistas usa el concepto del 'buen vivir', pero ¿cómo explicar que el buen vivir es parte de la economía?

Tiene ante todo una dimensión material, hay una noción de buen vivir en todas las culturas del mundo que plantea una construcción constante de equilibrios para mantener la vida. Eso alude a la relación con la naturaleza, la naturaleza nos pone límites. Tiene que ver con esta idea de que el consumo desbordó las necesidades hace mucho tiempo. No se trata de que cada individuo viva muy bien como pueda sino de buscar equilibrios entre nuestra supervivencia y los recursos del entorno para permitir que la vida siga.

¿Y cómo aplicar eso a la economía de un país?

Creo que una primera aplicación tiene que ver justo con el reconocimiento de qué procesos, actividades y producciones sirven para reproducir la vida y cuáles no, y quiénes las hacen, reconocer esto como aportaciones. Cuando pones como parámetro la reproducción de la vida se revelan y revalorizan otros procesos. También se pueden cambiar las formas de organizar la producción, hay otras formas distintas que han sido consideradas de menor estatus, pero que pueden contribuir a generar una diversidad económica que ayude al cambio. Supone también resignificar el cuidado. Se suele entender como el cuidado de las personas, pero el hecho es que la vida se cuida en todos los sentidos: el agua, la tierra, la energía, los alimentos... y eso implica trabajo.

Otro de los temas de los que se habla en España es de la deuda y de la posibilidad auditarla. Usted participó en la auditoría que tuvo lugar en Ecuador y que aquí mucha gente toma como referencia. ¿Ve viable y necesario ese proceso?

La experiencia nuestra se dio en condiciones distintas porque el ajuste estructural en América Latina se desplegó en un momento de realce del capitalismo y no teníamos salidas. El ajuste se aplica ahora en el norte cuando hay una reconocida crisis del capitalismo, creo que eso hace que sean contextos distintos y quizá facilita las cosas. Había un trabajo acumulado de movimientos sociales en torno al tema, había grupos que trabajaban otros temas pero que estaban atravesados por el común interés por la deuda. La llegada al Gobierno de gente que venía de esas filas y que pudo poner eso en la agenda oficial, el hacer la auditoría como acción de Gobierno, es algo singular.

Aquí podríamos pensar en una auditoría ciudadana, que se ha hecho en otros sitios, y que sirve para en un primer momento aproximar a la gente a un tema económico que ha permanecido distante, que no es fácil de descifrar, que no es sencillo que la gente se apropie de él. Hay que ver qué intersecciones entre la deuda y la vida de la gente ha habido para que tener la certeza de que un problema ha sido generado por la deuda.

¿Y para qué sirve la auditoría?, ¿es razonable el discurso de impagar parte de la deuda?

Eso sirve para que la gente haga reivindicaciones y presiones con conocimiento de causa sobre un tema que en estos momentos es inherente a muchos países. En el caso de Ecuador fue más fácil porque era una decisión del Gobierno hacer la auditoría para luego usar sus resultados e implementar una política que no necesariamente tiene que ser no pagar. Decir eso es muy simplista, la deuda es compleja, tiene distintos tramos y al hacer una auditoría técnicamente hay que diferenciar cada cosa. Hasta en la deuda ecuatoriana, en la que se incluyó el término ilegitimidad, que es algo que está fuera de la lógica financiera, no supuso el no pagar. Se puede decir: esto no se debería pagar, pero ¿qué condiciones tienes para hacer eso? Eso supone generar condiciones para llegar a eso o adoptar otro tipo de medidas.

Por ejemplo, en nuestro caso había mucho peso de la deuda comercial, donde se probó que había mucha ilegitimidad, y se hizo una recompra. Eso permitió bajar sustancialmente el peso del pago de la deuda en el presupuesto e invertir los términos de inversión social y deuda.

¿Entonces cree que plantear no pagar parte de la deuda no es realista?La estrategia postauditoría es eso, una estrategia. No es decir 'no debemos, no pagamos', para eso ya tenemos consignas. No es ratificar eso, sino encontrar cuestiones más concretas que sirvan para dialogar y encontrar salidas.



Uruguay no puede ante auge de explotación sexual infantil

Mal social en el que hasta funcionarios están implicados

Karina Núñez Rodríguez tenía solo 12 años cuando se vio empujada a la prostitución. Ahora con medio siglo de vida y seis hijos, es una de las voces más elocuentes contra la explotación sexual de niñas y adolescentes en Uruguay, un país reacio a reconocer esta creciente lacra.

Su apellido materno, Rodríguez, “tiene todo que ver con lo que hago y con lo que soy”, dice a Cimacnoticias/IPS al explicar por qué quiere figurar con ambos esta mujer que, pese a sus múltiples aportes, no tiene otros ingresos.

Tal como su abuela, su madre también fue una niña explotada. Ahora ella se enorgullece de haber quebrado este círculo familiar de servidumbre y marca una fecha simbólica: cuando su hija menor cumplió 12 años siendo una niña alegre y pronta para ingresar a la escuela secundaria.

En Uruguay, una gran cantidad de menores de edad, la gran mayoría niñas, son arrancados de su infancia y ofrecidos como mercancía a cambio de pagos variables: un paquete de cigarrillos, una dosis de drogas, una tarjeta de celular, comida, vestimenta, refugio o dinero. Los explotan miembros de sus familias, vecinos o redes criminales, pequeñas o más articuladas.

La dueña de un negocio alimentario organiza bailes en su tienda los días de paga de los peones rurales del lugar, e invita a niñas de 12 años de su vecindario. Ellas pasan sus noches bebiendo, bailando y manteniendo relaciones sexuales en las instalaciones exteriores de una capilla cercana.

El propietario, de 74 años, de un hotel en una zona turística paga el viaje de una quinceañera, que vive a cientos de kilómetros, para tener sexo con ella. Después, le envía dinero a sus explotadores, pero elude ser procesado alegando que ignoraba que la adolescente era menor de 18 años.

Un alto funcionario de un departamento (estado) organiza una fiesta con adolescentes, alcohol y cocaína en un edificio gubernamental y es hallado en flagrancia cuando, ya borracho, se va en su automóvil con una de las jóvenes.

Una red, conformada por camioneros y los padres de dos de las víctimas, obliga a varias niñas a tener relaciones sexuales con conductores de camiones en tres pueblos diferentes.

Casos como estos son noticia cada semana en Uruguay. En 2010, el gobierno declaró el 7 de diciembre como Día Nacional contra la Explotación Sexual de Niños, Niñas y Adolescentes. Pero todavía no puede medir los alcances del crimen, penado con hasta 12 años de prisión por una ley de 2004. La prostitución adulta es legal en el país sudamericano y está regulada por el Estado.

Al menos 1.8 millones de menores de edad son explotados en la prostitución o la pornografía en el mundo, según Ecpat, una red mundial de organizaciones civiles dedicadas a combatir estos delitos. Casi 80 por ciento de la trata de personas es para la explotación sexual, y más de 20 por ciento de las víctimas son niñas y niños.

Desde 2010 hasta septiembre de 2014, la justicia procesó 79 casos que involucraron a 127 acusados. Sólo 43 de ellos recibieron condena, según un informe publicado por el Poder Judicial.

Pero las denuncias policiales van en aumento. En 2007 fueron 20, en 2011 llegaron a 40, en 2013 fueron 70, y en los 10 primeros meses de 2014 superaron las 80.

“Cada caso no afecta sólo a una niña o un niño. Puede implicar a cuatro o cinco”, dice a Cimacnoticias/IPS el presidente del Comité Nacional para la Erradicación de la Explotación Sexual Comercial y no Comercial de Niñas, Niños y Adolescentes (Conapees), Luis Purtscher.

Además, los perpetradores superan en número a las víctimas. “En una sola noche, una joven puede tener cinco o 10 relaciones”, agrega.

En los últimos cinco años, Conapees entrenó a mil 500 empleados públicos, incluyendo educadores, trabajadores sociales, agentes policiales y fiscales. “Tenemos tres mil ojos y oídos más, con algún grado de entrenamiento para detectar y denunciar”, añade, como otra razón por la que los casos aumentaron.

FLAGELO QUE SE EXTIENDE

La violencia de género juega también un papel relevante. En una lista de 12 países latinoamericanos, más España y Portugal, Uruguay tiene la tasa más alta de mujeres asesinadas por sus parejas actuales o pasadas por cada 100 mil habitantes, según un informe del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe.

Dentro de una campaña de sensibilización, el Conapees publicó un aviso en la prensa escrita: “Chicas, muy chicas”, seguido de un número de teléfono que recibió 100 llamadas el primer día y 500 el primer fin de semana.

Núñez Rodríguez se convirtió en activista tras presenciar el sufrimiento de adolescentes sometidas al “proceso de ablande” en las “whiskerías” (prostíbulos y expendios de alcohol): “Torturas, penetraciones forzadas y colectivas, golpizas”, destinadas a crear “tal lazo de temor entre la víctima y el explotador que la joven se pueda quedar toda la noche parada en una esquina en cualquier parte sin siquiera pensar en ir a la policía”, describe.

Ella cuenta como un logro haber presentado 27 denuncias a las autoridades. De esos casos, “participé en nueve procesamientos y tengo el honor de que la gente confía en mí y me aporta más y más pruebas certeras”, sostiene. Revisa personalmente los datos y se apoya en una red de ocho amigas y colegas en distintas ciudades del país. “Gracias a Dios, tenemos WhatsApp”, sonríe.

En 2009, poco después de denunciar en una comisaría de una pequeña ciudad del interior que dos adolescentes iban a ser traficadas, un supuesto cliente la invitó a su auto. Viajaron 20 kilómetros hacia las afueras. “Nueve tipos me dieron una paliza. Estuve 11 días en cuidados intensivos y tres meses sin poder caminar”, relata.

Cuando se recuperó, “volví a denunciar el mismo delito”, asegura. Ha sufrido amenazas de muerte y asume que alguna puede materializarse.

Al oeste de Montevideo –capital del país–, terminales de autobús, parques, autopistas, cantinas e incluso viviendas particulares son los sitios en los que se perpetran crímenes sexuales contra niñas y niños, señala el informe “Un secreto a voces”, escrito por Purtscher y otros siete especialistas que entrevistaron a más de 50 personas.

El área está atrayendo grandes inversiones y mano de obra masculina, que podrían agravar la situación, pero carece de mecanismos para asistir a las víctimas, según varias fuentes. Tampoco los tiene el país. Un programa gubernamental de asistencia creado en 2013 carece de recursos y cuenta sólo con dos equipos propios.

Esta lenta respuesta oficial exaspera a Karina Núñez Rodríguez. “Cuando un niño es explotado, no se puede esperar”, dice.

*Este artículo fue publicado originalmente por la agencia internacional de noticias IPS.
  Por: Diana Cariboni
Cimacnoticias/IPS | Montevideo.-

De antagonismos, arte y feminismo


Entrevista a Chantal Mouffe
El Desconcierto

La destacada filósofa chilena conversa con la politóloga belga, quien estuvo recientemente en Chile.

-Has señalado en “Por una política de la identidad democrática” que es posible reformular y radicalizar el proyecto de la ilustración abandonando el marco racionalista y universalista de dicho proyecto. En relación a ello, ¿cuál es tu perspectiva en relación a los enfoques decoloniales latinoamericanos que no sólo cuestionan el marco racionalista y universalista sino que al propio proyecto ilustrado?

-Debo decir que soy muy crítica del decolonialismo de Walter Mignolo o de Enrique Dussel porque, generalmente, defienden una posición que yo llamaría esencialista. Estoy de acuerdo con ellos en que históricamente hubo una articulación entre la modernidad y la colonialidad, lo que llamamos el paradigma decolonial. Pero mi diferencia es que uno puede pensar algunos elementos de la modernidad, independientemente,del paradigma colonial, y por lo tanto no hay que rechazar todo lo que está en ese proyecto. Me parece que, de alguna manera, la tarea es desarticular esas dos cosas y pensar entonces una modernidad que no esté ligada a ese paradigma colonial, mientras que ellos dicen que no, que la modernidad es necesariamente y fundamentalmente sexista y racista. Me parece que eso teóricamente no se sostiene.

-Insistiendo desde ese vector decolonial latinoamericano podríamos pensar en el texto “La hybris del punto cero” de Santiago Castro-Gómez donde se señala que lo que la modernidad colonial establece es un modo de entender la producción del conocimiento vinculada al universalismo y al racionalismo que tú señalas como elementos que podrían ser obstaculizadores para pensar lo político hoy. Castro-Gómez y otros pensadores latinoamericanos señalan que precisamente es la producción de conocimiento la que re-produce el orden moderno colonial en la medida que re-produce una descripción de la ilustración vinculada al universalismo y al racionalismo.

-Tengo muchos puntos de acuerdo en cuanto a la crítica. Pero yo creo, contrariamente a ellos, que es posible repensar y reformular el proyecto moderno, independientemente no solo del aspecto colonial sino también del racionalismo y del universalismo, mientras que ellos quieren rechazarlo completamente y consideran que toda critica que no rechace la modernidad “es una crítica egocéntrica del egocentrismo”. No sé si es Mignolo o Dussel quien dice eso, pero es una posición de que ellos son los únicos realmente radicales. Eso no me gusta, porque hay que aprender mucho del pensamiento postcolonial para poder hacer críticas, no hay que tratar de decir “tienes que abandonarlo”. Eso también está ligado a mi perspectiva general que trata de desarticular y re-articular elementos. Por ejemplo, el liberalismo y la democracia son cosas que han sido articuladas históricamente en algunos contextos, pero no hay una relación absolutamente necesaria entre ellas. Hay unas articulaciones hegemónicas contingentes que uno siempre puede intervenir para tratar de reorganizarlas.

-Me gustaría preguntarte por esto que se ha llamado giro hacia los derechos, según lo cual la democracia se describe en el espacio de los derechos humanos, especialmente, desplazando los ejes que articulan la democracia con la igualdad y la libertad. ¿Qué problema adviertes para la descripción post-marxista de lo político en el giro contemporáneo hacia los derechos que describirán a las democracias en tanto democracias de los derechos humanos?

-La democracia moderna es el modelo occidental y, en ese sentido, estoy de acuerdo con lo que dice un teórico postcolonial Dipesh Chakrabarty: que la apropiación del término “moderno”, como lo define Dussel, es propio del imperialismo europeo, porque al definir su forma de democracia como “moderna” se da un privilegio respecto a todas las otras, que aparecen como inferiores. En mis trabajos previos he hablado mucho de “democracia moderna” pero ahora me he dado cuenta de la fuerza retórica de decir “moderno” y ahora trato de no utilizarlo y hablar más bien de “modelo occidental”. Ese modelo occidental es una articulación entre dos tradiciones muy distintas, la tradición liberal de los derechos de la mujer y del estado de derecho y la tradición democrática, que es la tradición de igualdad, soberanía del pueblo, como lo mostraba muy bien un teórico y filósofo canadiense MacPherson. Esas dos tradiciones son muy distintas, entonces han sido históricamente articuladas en el siglo XIX cuando hubo una alianza política entre los liberales y los demócratas en contra del absolutismo. Entonces Macpherson, en un libro muy pequeñito pero muy lindo, The life and times of liberal democracy, muestra cómo se estableció esa articulación y plantea que el liberalismo se ha democratizado y la democracia se ha liberalizado. El modelo occidental es la articulación de esas dos tradiciones, pero me parece importante reconocer que no pueden ser conciliadas completamente. Algunos autores dicen que hay una contradicción, otros dicen que no, que van necesariamente juntas. Yo no creo en ninguna de esas dos posiciones, preferiría hablar de una tensión. El problema es que hay dos principios, por una parte la libertad y por otra la igualdad, que se pueden reconciliar pero habrá siempre un valor que será principal y el otro subordinado.

Hoy, con la hegemonía no desafiada del neoliberalismo, es claramente la vertiente liberal la que ha tomado la delantera. Por eso es que cuando uno habla de democracia se refiere a los derechos del hombre y a la soberanía popular, pero en estos momentos se oye muy frecuentemente decir que son ideas obsoletas. Que los discursos de los partidos llamados ahora de centro izquierda no hablan más de igualdad, sino de equidad o, peor todavía, del gran valor que es ahora la libertad de escoger. La soberanía popular ha sido eliminada, entonces quedan solamente los derechos liberales del hombre que define la democracia y yo pienso que eso es muy peligroso.

Por eso estamos viviendo en sociedades que algunos llaman postdemocráticas, que todavía pretenden ser democráticas, pero es una ilusión porque hoy no hay posibilidad para los ciudadanos de tomar decisiones. Está muy claro, y hablo de los países europeos evidentemente, que no hay gran diferencia entre lo que propone la centroderecha y la centroizquierda. Ellos coinciden en que debido a la globalización no hay posibilidad de poner en cuestión el modelo neoliberal, que es un destino que tenemos que aceptar y que cuando viene un partido de centroizquierda al poder no puede desafiar ese modelo: lo único que pueden hacer es administrarlo de una manera más humana.

-Hablabas recién de Macpherson quien sostiene que la democracia liberal se describiría desde la figura del individuo propietario, no sé cuál es tu perspectiva ahí, ¿habría que cuestionar o no esa categoría de individuo?

-Esas estructuras producen un cierto tipo de sujetos. El individuo liberal no es una cosa que existe así no más, está creado por una cierta hegemonía, producto de ciertos tipos de institución. Entonces si uno va a tratar de desafiar el modelo neoliberal o tratar de hacer lo que yo llamaría una perspectiva contra-hegemónica también hay que desafiar al individuo liberal tal como está concebido. Estos dos lados, el institucional y el de las formas de subjetividad, van juntos y se crean juntos.

-Esta discusión de la democracia global, que algunos llaman cosmopolita, se puede abordar desde la perspectiva de los feminismos que también son universalistas. Conceptos como los derechos humanos de las mujeres o los programas de desarrollo humano de las mujeres parecen volver al síntoma de la organización democrática global ¿Cuál es tu perspectiva frente a esos feminismos?

-Yo soy muy crítica de la perspectiva cosmopolita que pretende que hay un modelo de democracia, que evidentemente es el occidental y que, según se piensa, es el más racional y más avanzado, en consecuencia todos los países del mundo tienen que llegar a ser como ellos. Hay que reconocer que una gran parte de la gente que defiende eso no es de derecha, no, son bienintencionados progresistas, pero no se dan cuenta de que al pensar eso apoyan la hegemonía occidental. Yo lo reformulo al decir que hay muchas maneras de escribir el objetivo democrático en distintas tradiciones, lo cual vale para América Latina. El ideal del autogobierno de la soberanía popular puede inscribirse en distintos contextos históricos y tradiciones, claro que ahí viene el problema sobre qué pasa con las tradiciones en las cuales las mujeres no son reconocidas de la misma manera como el Islam. Respecto de eso yo cambié de posición, a partir de una feminista que ha pasado un año en el centro donde yo trabajo y con la que he tenido muchas discusiones. Ella es una mujer absolutamente feminista y absolutamente musulmana practicante, se viste toda de blanco y me ha hecho entender que lo importante para ellas, feministas en Egipto, no es imponer el modelo europeo sino que luchar al interior de la problemática islámica. Ella insiste en que no hay nada intrínsecamente sexista en el islam, más bien, hay prácticas que llevan a la subordinación de las mujeres pero que tienen que ver con los países donde se ha desarrollado. No vienen de la doctrina misma, sino de ciertas contingencias históricas y entonces ella, en tanto feminista, dice “yo no quiero rechazar el Islam, sino hacer una lucha hegemónica dentro de la cultura islámica para que la gente llegue a entender y a crear nuevas formas de subjetividad que permitan realmente imaginar una igualdad”. Además ella dice que no es algo utópico, que allá hay muchas formas de feminismo islámico, entonces, cuando uno abandona la idea de que hay una sola manera de ser demócrata o una sola manera de ser feminista, entonces comprendes que la lucha política siempre tiene que partir de un contexto determinado, de una tradición, y que no puede ser nunca la implementación de principios abstractos. No veo por qué el feminismo tenga que ser tal como ha sido definido en los espacios franceses o americanos. Eso ha sido un gran error de las feministas que, cuando llegan a otros países, dicen “¡Ah no! Ustedes como feministas tienen que hacer eso”. Acá en América latina también hay que pensar en una forma específica, que no sea necesariamente tan distinta, pero nunca se debe apostar por la aplicación de un modelo importado, eso es fundamental políticamente.

-En el espacio de las transformaciones políticas, en relación al feminismo en América Latina, llama la atención que una de las formas de cuestionar el espacio político tiene que ver con una corpo-política, una corporalidad puesta en escena desde la performance. ¿Cómo la performance se podría articular a esa forma de entender lo político en tanto antagonismo y hegemonía?

-Creo que a esto no se le puede dar una respuesta general. Eso va a depender mucho del país, la cultura, los contextos. Por eso si uno va a hablar de cómo imaginar una contra-hegemonía en primer lugar hay que entender bien cómo funciona la hegemonía en ese caso particular. Por ejemplo, es evidente que la hegemonía neoliberal opera en Chile de una forma distinta que como funciona en Argentina. Una vez que tú lo entiendes se puede ver una performance para esa situación concreta.

-Se podría describir una especie de característica de esta performance feminista o de las prácticas de la disidencia sexual que no buscan ser hegemónicas, que no buscan establecerse como estrategias políticas para generar un orden de la articulación. En ese sentido lo que buscan es ser más bien un vector político interruptivo y no imaginar un espacio de lo “en común”, es decir, se establecen en el cuestionamiento del espacio de la política que ficciona ese “en común”. En ese sentido te preguntaba cómo se entiende una democracia agonística con este tipo de prácticas que son políticas y que buscan cuestionar el orden hegemónico dominante, pero sin establecerse como una práctica hegemónica, puesto que lo que también cuestionan es el orden de la utopía o la promesa contenida en el espacio de lo político.

-En la lucha hegemónica hay dos lados, el lado de desarticulación y el lado de rearticulación, entonces ese aspecto al cual tú haces referencia yo diría que es el aspecto de desarticulación, o de ruptura. Es un elemento importante, claro, pero no quiere decir que sea suficiente, es un momento de la lucha, pero no se puede uno limitar a eso, después hay que saber combinar y establecer una sinergia con otras formas que van a aparecer. Por eso es que siempre cuando hablo de las prácticas artísticas insisto mucho en que hay que tener una visión muy pluralista, estoy muy en desacuerdo con las perspectivas que dicen que por ejemplo para hacer realmente político hay que hacer eso, o eso otro. Creo que hay múltiples formas de participar en una lucha contra-hegemónica y que todas son importantes, luego uno tiene que ver cuáles son las que convienen mejor en un contexto determinado, y cuáles son pertinentes a tu personalidad y tus capacidades. Estoy muy en contra de la idea de verdad en la política, y además para que un movimiento sea realmente eficaz tiene que multiplicar sus formas. Para dar un ejemplo, todas las prácticas del activismo artístico son prácticas artísticas pero son fundamentalmente activistas. Hay gente que cree que esa es la manera de hacerlo y que las prácticas artísticas más tradicionales son para la burguesía. Yo no pienso eso, es importante actuar en la multiplicidad, mientras en más lugares se actúe se va a tener más efectos, por eso me niego a dar una sola indicación: mientras “más” mejor será la lucha contra-hegemónica y mejores sus resultados.

-Todavía vinculada en el espacio del arte y del feminismo, durante el siglo XX en América Latina las prácticas feministas se vinculan a una perspectiva liberal, principalmente de inclusión a través de un discurso contradictorio: por un lado, la conservación de cierta identidad familiar y, por otro, la descripción de las mujeres en el espacio público como portadoras de derechos. Para comienzos del siglo XXI, sin embargo, se utilizan otras formas para entender el feminismo como esa relación con las performances y las prácticas artísticas, y una que es especialmente paradójica en el mismo sentido que señalaba recién que no busca establecer un orden en-común, son estas prácticas feministas post-pornográficas ¿Cuál es tu relación frente a un feminismo que se describe desde el espacio de la post pornografía?

-Tengo que decirte que soy completamente ignorante. Es la primera vez que escucho hablar de post-pornografía. Si eventualmente lo que significa eso es la recuperación de las prácticas pornografías de una manera feminista, porque yo la palabra nunca la encontré, hay bastantes prácticas de porno hecho por las mujeres ¿a qué te refieres con postpornografía?

-Es una práctica feminista que se describe desde la corporalidad, no solo desde el discurso de los derechos o de la inclusión. En ese sentido no busca ser un discurso de la inclusión, y por otro lado asume ese orden de dominio.

-¿Pero cuál es el objetivo, qué es lo que ellos piensan que pueden lograr a través de eso? Eso es lo que me interesa saber ¿es una deconstrucción?

-Primero buscan explicitar el discurso de dominio que describe a las mujeres en el espacio público en tanto un cuerpo sexuado y, por otro lado, asumir otras estrategias no solo descritas desde un feminismo de mujeres, en ese sentido, el concepto feminismo se va a volver un concepto múltiple donde hay distintas prácticas que no necesariamente se describen como una política de las mujeres.

-A primera vista, la condición es que no se plantee como la cosa máxima. Son formas de experimentación que pueden ser interesantes, pero respecto a lo que decías al principio debo reconocer que no conozco bien la evolución del feminismo latinoamericano, por ejemplo, lo que tú dices que fue durante toda una época muy de derechos.

-O sea, su eficiencia estaba en la política de los derechos.

-Depende cómo se sitúan, pero por ejemplo, a nivel de las prácticas artísticas, en el caso europeo éstas nunca se han planteado en términos de esa cosa de derechos, sino en la puesta en cuestión de esa idea de un feminismo esencialista. Pero no era un discurso liberal, todas las artistas a las cuales recuerdo se plantean así: mostrar y ser claro en el carácter discursivo de la feminidad. En ese sentido, desde una perspectiva anti-esencialista han sido muy importantes. En América Latina ¿hay ejemplos de esas prácticas artísticas feministas de ese estilo liberal?

-Si entendemos las prácticas artísticas como la expresión de las prácticas de arte de las mujeres en el espacio público, sí. Habitualmente no cuestionan el significante mujer. Por ejemplo aquí en Chile este feminismo maternal, que ha sido hegemónico, y es muy eficiente en incorporar a las mujeres en el espacio público, pero sin embargo es un feminismo en tanto complementación de un orden dual masculino y femenino y este último significante es descrito como femenino materno. Cuando se empieza a cuestionar esa organización es en los años 80 o a comienzos de los 90, se comienza a fracturar el orden del feminismo entendido como de “mujeres” y, ahí, empiezan a aparecer otras categorías como un feminismo no esencialista que se va a describir en categorías que no son necesariamente traducibles al espacio de la política representacional. En ese sentido, se vinculan estas otras prácticas artísticas feministas que más bien se pueden describir como un lugar de cuestionamiento del significante mujer.

-¿Y lo que tú llamas post-pornográfico es parte de eso?

-Claro, en ese momento anti esencialista, pero sin asumir el lugar de la eficiencia de lo político, ni el espacio de lo común, o un lugar al cual se debiese llegar, sino que es un momento de la interrupción del orden de lo político, que podría ser descrito como “impolítico” como formas políticas que no se describen como una política en el orden de la representación.

-Si, bueno, tú misma dices que esas cosas no hay que pensarlas en función de lo político. Hablo en el sentido más general, me interesa mucho saber sobre eso porque soy realmente ignorante. Tú me podrías recomendar algo para leer, porque me interesaría. Yo soy muy crítica de esas formas de identificación, porque justamente la perspectiva que yo defiendo de la hegemónica es una perspectiva de desidentificación para la re-identificación. No creo que uno pueda hacer solo una política de desidentificación porque la política siempre tiene que ver con formas de identificación. Soy muy crítica de la política que va en ese sentido de alguna manera, de deserción, porque para mí ese tipo de política no es una política de tipo hegemónica, lo que defiendo es justamente un enfoque hegemónico y contra-hegemónico, pero entonces estos supuestos tienen puntos de partida muy distintos a lo que yo defiendo.

-La sospecha que recorre a este tipo de prácticas es que las políticas vinculadas a la identidad o al movimiento implicarían una política productivista en un sentido igual al orden productivista del capitalismo neoliberal, entonces, de alguna manera no solo buscan cuestionar el orden productivista del capitalismo sino que también son una sustracción a ese movimiento y, en ese sentido, estas políticas feministas artísticas lo que hacen es sustraerse no buscando generar un orden identitario, puesto que el establecimiento del orden de la identidad re-produciría ese momento productivista del capital.

-Sí, yo veo la critica pero también pienso que todas esas formas no son mas criticas del neo liberalismo, bueno, pueden ser recuperadas muy fácilmente por el neoliberalismo. Por ejemplo, en prácticas artísticas hay una parte que dice ser lo más transgresivo, lo más radical, y yo no pienso eso, porque en realidad el neoliberalismo busca la transgresión, la adora, entonces esas prácticas que parecen transgresivas no serán tan radicales que no puedan ser recuperadas. Al revés, son las que más fácil se recuperan y entonces ya no se puede hacer nada, así es que eso puede llevar fácilmente a la pasividad.