TRANSGRESORASFEMINISMO
Martha Sánchez Néstor, líder indígena amuzga de la Costa Chica de Guerrero | CIMACFoto: César Martínez López
Por: Lucía Lagunes Huerta*
Cimacnoticias | México, DF.-
¿Cuántas
veces una persona puede nacer, o mejor dicho, cuántas veces las
personas renacemos o nos reinventamos para reiniciar caminos? Tantas
como la vida misma que nos da experiencia y nos coloca o nos colocamos
en el momento justo, para iniciar un nuevo andar.
¿Cuántas veces hemos dicho: pues yo quería ir para un lado y de repente
llegué a otro y encontré que ése era mi camino? Un camino que decido
andar porque creo en él y lo construyo. Es una toma de decisión
profunda para romper y reiniciar de nuevo.
Algo así o bastante parecido le ocurrió a Martha Sánchez Néstor,
líder indígena amuzga de la Costa Chica de Guerrero. Llegó en el
momento justo al lugar indicado y encontró su camino.
Desde hace dos décadas no sólo lo anda sino que lo construye para sus hermanas indígenas y lo acrecienta.
Si hay que hablar de las influencias ideológicas que conforman la
visión y la práctica política de Martha Sánchez Néstor tenemos que ver
una triada: el movimiento de resistencia indígena, el zapatismo y el
feminismo. Con ellos, junto a ellos renace.
La nueva Martha se construye desde sus dos identidades: la indígena y
la feminista, dualidad que es su amalgama para lograr su
transformación, para ser la dirigente indígena feminista que es hoy,
con trayectoria y reconocimiento nacional e internacional.
Dialogar con Martha es un placer. Recorrer el camino de su
transformación es un andar entre una voz firme, un yo y un nosotras,
unos ojos negros penetrantes llenos de luz y carcajadas.
Es ella, con la decisión en sus manos, es feliz, sin duda alguna.
TRAYECTORIA
–Lucía Lagunes Huerta (LLH): ¿Hace cuánto que Martha Sánchez está
colocada en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas?
–Martha Sánchez Néstor (MSN): Entré en este proceso con los derechos
indígenas el 19 de febrero de 1994 cuando me integré al Consejo
Guerrerense 500 años de Resistencia Indígena, y ese día encontré otra
forma de hacer vida desde adentro. Es decir, vida cotidiana, diaria.
“Trabajaba en el Consejo Estatal Electoral de Guerrero. Mi mayor
preocupación, entonces, era tener empleo y un salario que me permitiera
apoyar a mi mamá y papá.
“En un segundo recorte de personal me quedé sin empleo. Una señora que
vivía cerca de nosotros (mi hermano y yo vivimos juntos en
Chilpancingo) me comentó que conocía a uno de los líderes del Consejo
Guerrerense 500 años de Resistencia Indígena y que en esos momentos
querían contratar a una secretaria.
“Me dijo que era una organización que trabajaba con indígenas y que
había muchos de mi tierra, y como yo soy indígena me iba a entender con
ellos. Me dio la dirección y fui.
“Cuando me contrataron sólo me preguntaron cuándo me podía presentar,
porque tenían que salir a México en una marcha. Me advirtieron que
había ritmos de trabajo muy altos y horarios amplios; como estaba
acostumbrada por el trabajo en el Consejo Estatal no se me hizo raro.
Mi sueldo era de 400 pesos quincenales.
“Eran bastantes líderes, pero yo era la única mujer. Era 1994, un mes
después del levantamiento zapatista, justamente la marcha que se
preparaba era la de “No están solos” para apoyar al EZLN.
–LLH: ¿Cómo es que te animaste a ir a la marcha? ¿Qué papel te tocó desempeñar?
–MSN: Nadie en el Consejo me creía que fuera a la marcha. Lo que no
sabían es que ya tenía tiempo de estar sola. Desde los 14 años me fui a
Iguala a estudiar, así que ya no me daba miedo y quería conocer cómo se
desarrollaba la marcha.
“Mi misión fue la máquina mecánica. En cada comunidad organizar todo
los boletines de prensa, los comunicados que me dictaban, así fui
aprendiendo de todo en las reuniones oficiales, internas, en cada mitin
que se hacía cuando se llegaba a las comunidades.
“Era el gobierno de (Rubén) Figueroa y él por supuesto que no quería que saliera la marcha ni que se diera el apoyo al EZ.
“Entré (al Comité) en un momento coyuntural importante que me empapó
rápidamente del contenido político de la organización, lo cual me llevó
a tener un rol muy visible al tomar la palabra, al leer discursos,
etcétera”.
DIGNIDAD
–LLH: ¿Cómo es que te vas transformando en líder?
–MSN: Mira, creo que yo era mucho de decir sí y ellos (los dirigentes)
mucho de decir que lo haga Martha por ser la única mujer que estaba en
la directiva.
“El
entrar en ese momento a la organización provocó que de inmediato pasara
de ser secretaria a estar en la directiva sin voto, era un
reconocimiento moral. Cuatro años después obtuve el derecho al voto
dentro de la directiva cuando se crea la Comisión de la Mujer Indígena
junto a otras compañeras Hermelinda, Domitila y Felícitas logramos
tener derecho a voz y voto.
“En ese lapso leo todo lo que pasaba por mis manos, también los líderes
me fueron guiando. A los seis meses de la marcha a la Ciudad de México
nos fuimos a la Selva Lacandona a la Convención Nacional Democrática.
Me impactó mucho escuchar un discurso distinto, un trabajo diferente,
demandas históricas, añejas, etcétera.
“Ver que las mujeres hablaban de sus problemas pero más quedito, más
invisibles, que hablaban de problemas de violencia, de proyectos
productivos, que eran los que más se compartían, y la organización no
tenía una estrategia para atender las demandas de las mujeres.
“Yo veía y escuchaba a las médicas tradicionales, las que estaban
frente a las mantas, las que caminaban descalzas en el cemento. Yo voy
aprendiendo de otras luchas, que no solamente existía votar y escuchar
a las diputadas, sino que además estaba la otra lucha de esta realidad,
más el zapatismo y empecé a entender.
“Cuando llego a la selva a ver a las mujeres con el pasamontañas,
observar su movimiento con los hombres, escuchar los discursos, saber
que nuestra organización tenía asesores en el EZ, me permitió entender
dónde estaba parada.
“Ese año fue muy intenso: en agosto la Convención Zapatista y el 13 de
septiembre el tercer aniversario de la organización. Se convocó a todas
las regiones, pero Chilpancingo estaba sitiado, había militares en las
entradas de la ciudad para impedir que se realizara el acto, la gente
entró como pudo.
“Se dio una represión tremenda, la más fuerte de Rubén Figueroa a la
organización. Creo que eso cerró en mí la convicción. Ver cómo se
lastimaba a las personas, se laceraba su dignidad, que no se atendían
sus demandas y se le reprimía, me dio claridad; entendí que no me iba a
ir de esa lucha, creció en mí una indignación muy grande, ahí conocí al
gobierno.
“El escándalo por la represión fue tal que obligó a Rubén Figueroa a
recibir a todos los heridos, a la dirigencia de la organización,
funcionarios de Presidencia y de la CNDH. Para ese momento se redactó
una carta simbólicamente importante y políticamente fuerte. Me pidieron
que la leyera a nombre de la organización y dije que sí.
“En Palacio de Gobierno leo la carta frente a Rubén Figueroa y cuando
la estoy leyendo me acuerdo de la represión; hay una parte que dice:
aquí le traemos las evidencias (un video que se filmó de la represión),
me gana el coraje y cuando pongo el video en la mesa se cae y hace un
escándalo. Rubén Figueroa se para furioso y se va, porque no podía
soportar que una india le leyera y le azotara el video en su mesa.
“Se hace un silencio; en eso llega un escolta de Figueroa y me llama
porque el gobernador quiere hablar conmigo a solas. Yo con 20 años
cumplidos, me llamó al balcón donde dan ‘el Grito’, con todo el
despotismo me pregunta mi nombre y cuánto me pagan en la organización.
“Me ofrece mil 500 y da la orden de que me contraten en informática, e
instruye que me presente al día siguiente para que me den una
computadora nueva.
“Entonces le dije: ‘No gobernador, muchas gracias, no quiero la
computadora, no me quiero ir del Consejo Guerrerense, estoy bien ahí
con ese sueldo, yo le agradezco’.
“Por eso digo que ya estaba preparada, ya estaba en la decisión de
andar ese camino, consciente de querer estar en la lucha, por raíces,
por convicción.
“Yo llegue a tener una computadora 10 años después, hasta 2004, con la beca (de la organización civil) Semillas me la compré.
–LLH: ¿En qué radica tu preparación para no dejarte seducir por las trampas del poder?
–MSN: En 2009 cuando llevamos todo el proceso de la Comisión Nacional
para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), un funcionario me
dijo: ‘Martha, eres una líder de otro plumaje, porque te juntas con
esos líderes pendejos; tú y yo podemos llegar lejos, podemos tomar un
café para hablar. Le dije: ‘Yo no tomo café en lo oscurito para hablar,
mis diálogos son abiertos’. Si no estás preparada te la crees y accedes.
“A mí me sirvió mucho ser trabajadora del hogar con una sobrina de
Rubén Figueroa Alcocer, ahí conocí el ejercicio del poder, el
sometimiento; ella era la señora de la casa y mandaba. Ahí aprendí que
no podía vivir obedeciendo las órdenes de nadie. Tenía 16 años. Si
tienes sumisión no tienes voluntad.
“Tenemos que trabajar mucho la cuestión del ego y del orgullo, pero
sobre todo buscar el equilibrio. ¿Cómo le hago yo? Hablando con amigas
cercanas. Yo tomo las decisiones pero nunca las tomo sólo escuchándome
a mí; trato de escuchar a la gente que no sólo me echa flores sino que
me dice en qué la estoy regando.
MIRADA FEMINISTA
–LLH: ¿En qué momento te llega la conciencia feminista?
–MSN: Los días históricos para mí fueron importantes; por ejemplo el 8
de marzo me significó una coyuntura con las feministas en Chilpancingo,
por esos eventos que se hacían en el zócalo de la ciudad. Ellas –las
feministas– iban a los eventos mixtos y escuchaban las demandas de las
mujeres en corto.
“Por ahí de 1996 impulsamos una primera mesa de mujeres, ahí estuvieron
las feministas y las académicas. En ese tiempo ‘me va cayendo el 20’ de
lo que es ser mujer indígena. Escuchando a las compañeras, sus
propuestas, sus demandas, sus voces, pero no encontrábamos eco en la
organización ni cómo canalizarlas.
“Hasta el momento que nos organizamos dijimos: ‘Vamos a crear la
Comisión de la Mujer, a pedirlo como un derecho’. También decidimos
incorporarnos a la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas, creo que
fue una estrategia, una plataforma y una formación muy buena.
“Nos incorporamos y empezamos hacer el esfuerzo de participar las
primeras cuatro (Hermelinda, Domitila, Felícitas y Martha). Estas
cuatro llegamos a ser de la directiva del Consejo con voz y voto.
“Crear la Comisión de la Mujer no fue sencillo, sólo como a dos o tres
convencí. Los dirigentes decían: ‘Por qué tiene que venir Martha a mi
región; ellas –las mujeres– van a ir cuando ellas quieran, cuando ellas
estén convencidas’.
“Otro líder del (río) Balsas decía: ‘Para qué una Comisión de la Mujer
si ustedes están incluidas en la organización’. Y les teníamos que
explicar de nuestro derecho a tener un espacio propio, una identidad
propia, una estrategia.
–LLH: ¿Crees que has "sacrificado" la feminidad y la maternidad?
–MSN: La no maternidad la decidí a mis 29 años. Antes de eso yo hubiera
querido tener hijos, pero hubo circunstancias que no se dieron y
después decidí no tenerlos. Aun cuando es difícil explicarlo lo hago,
yo tomé una decisión de vida.
“La vida en pareja es otro asunto; yo siempre me declaro soltera. Sí
siento que por fuera se me ve como que me sacrifico, pero yo me veo
libre.
“Llegué
a tener ofrecimiento de matrimonio fuerte hace unos tres años, pero
cuando la propuesta es todo o nada entonces entré en un no quiero. El
matrimonio no suple lo feliz que soy haciendo lo que hago. Si dejo de
hacer todo que hago me sentiría vacía en muchos sentidos y pues decidí
que no.
–LLH: Tres cosas fundamentales que les dirías a las nuevas generaciones de mujeres indígenas para construir su transgresión.
–MSN: Yo les diría que se acerquen más a la teoría y prácticas de los
feminismos porque si no tienen esa mirada se están perdiendo una parte
grande de reconstrucción de ser mujer en este país y en este mundo; esa
mirada –la feminista– la necesitamos.
“Que ejerzan liderazgo, no sólo hay que tenerlo. Hay que seguir
venciendo el miedo para ejercer el liderazgo, aunque es lógico que lo
tengamos; si no hay garantías, no hay liderazgo. No hay garantías
ciudadanas, civiles, sociales, pero que si decidieron ser líderes, si
se están preparando en diplomados y más, si potenciaron sus liderazgos
en un acto, que lo ejerzan en cualquier contexto en que hayan decidido.
Aquellas profesionistas que están volviendo a sus tierras que ejerzan
su liderazgo.
“Que caminemos sobre la sostenibilidad de los movimientos de mujeres
indígenas, fortaleciendo las estructuras que ya hay, creando
estructuras específicas, pero la autogestión también.
“Que construyan alianzas, trabajar, construir una alianza con mirada
plural, generacional, diversa. Que el esencialismo no nos ayuda, que la
cuestión de la efectividad de nuestro proceso no está peleada del
diálogo con todas las voces, con todos los movimientos.
“La construcción de alianzas es necesaria. Yo siempre he dicho que no
hemos caminamos solas, quien diga que caminó sola y que por eso llegó
tan lejos, es mentira”.
Twitter: @lagunes28
*Periodista y feminista, directora general de CIMAC.