MÉXICO,
D.F. (apro).- Es tanta la impudicia del Partido Verde Ecologista de
México (PVEM) que sólo puede escribirse desde la indignación: Ese no es
un grupo de políticos con ideología, programa y estrategia para tomar
el poder, es sencillamente una caterva de rufianes que se confabula
para delinquir.
Y sólo hay algo peor que eso: Una arquitectura jurídica e
institucional para que los delitos que cometen esos sinvergüenzas
–criminales debe llamárseles– no sólo queden impunes, sino que motiven
a otros a imitarlos.
Mentira que todos los partidos políticos son iguales –a cada uno hay
que exhibirle sus vicios–, como es falso que todos los mexicanos sólo
por serlo somos corruptos –hay que identificar a quien lo sea–, pero el
PVEM rebasa todo límite jurídico, moral, de sentido común y de mínima
tolerancia ante quienes desprecian a los ciudadanos.
A México lo han gobernado ladrones, ineptos y asesinos, pero los
ciudadanos no podemos asumir como fatalidad o tomar hasta con humor y
sarcasmo la nueva infamia del Partido Verde que está en curso,
usufructuando un poder político nacido del fraude en todas sus
expresiones: A la Constitución, a la ley, a los principios
democráticos, a la mínima decencia…
Lo que debe ser conocido es que el PVEM ya no es sólo el negocio de
Jorge Emilio González Martínez y su grupo de mozalbetes fantoches –que
ahora se les llama “mirreyes”–, sino que forma parte de una estrategia
de mayor calado, orquestada desde Televisa-TV Azteca y la Presidencia
de la República que encabeza Enrique Peña Nieto.
Hay que hacer memoria: Es en parte la misma estrategia en las
elecciones intermedias de 2009, cuando Peña era gobernador del Estado
de México, Televisa lo publicitaba como el futuro presidente y el PVEM
postulaba a personajes clave del actual gobierno: Emilio Chauyffet y
Alfonso Navarrete Prida.
Ese año, también, fueron candidatos del PVEM varios juniors del
priismo: Alejandro del Mazo Maza, hijo de Alfredo del Mazo –confidente
de Peña– y Pedro Joaquín González, hijo del expresidente priista Pedro
Joaquín Coldwell, así como Ninfa Salinas Sada, hija de Ricardo Salinas
Pliego, propietario de TV Azteca, quien ahora es senadora que aparece
hasta en los escusados.
Una de las diferencias es que ahora, aun con Peña exhibido como
inepto y corrupto, la estrategia no viene ya de un estado de la
Federación sino del gobierno de la República, articulado con las
televisoras, el Instituto Nacional Electoral (INE), el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y toda autoridad
que baja la cabeza ante los intocables del PVEM.
Si el PVEM recibe aportaciones ilícitas de Televisa y TV Azteca por
2 mil 300 millones de pesos en transmisión de spots, si se le perdonan
las multas por estos y otros hechos y si sólo se le amonesta por violar
la Constitución, entonces en la etapa de campaña veremos peores cosas.
Y, finalmente, si de esa extensión del PRI que es el TEPJF lo
exonera de la compra masiva de votos en el 2012, a través de Monex,
aunado a la elevada extensión o anulación del voto, lo que se va
perfilando es el escenario perfecto para que el PRI y Peña puedan
administrar lo que queda del sexenio y estar cómodos para el 2018.
Hace un mes, en este espacio, preguntaba qué explica tan inaudito
crecimiento del PVEM y cómo es que este PRI chiquito –la corrupción
verde– puede cautivar a millones de mexicanos. Y la respuesta era:
Solamente la ignorancia, la corrupción y las complicidades.
Un ejemplo nítido de lo que es el PVEM: El comisionado nacional para
el desarrollo de los procesos federal y local de 2015 es, nada menos,
que Federico Madrazo Rojas, hijo de Roberto Madrazo, uno de los
políticos priistas más corruptos.
No, el Partido Verde no es un partido canalla, como lo llama Jorge
Alcocer. Es un partido criminal. ¿Para qué delinquen si no es para
sacar provecho ilícito?
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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