La reunión será una oportunidad para analizar detenidamente la
situación actual del mundo así como la del mundo que viene. La
situación es urgente, no solo para las mujeres de forma individual y en
lo relativo a su derecho a la igualdad, sino también para todas las
personas.
“tormenta perfecta de las crisis”, como la denominó una experta,
amenaza la seguridad alimentaria, la energía y el abastecimiento de
agua, amenaza la estabilidad política y económica de todos los países y
podría acabar con cualquier posibilidad de desarrollo equilibrado y
sostenible.
Por otro lado, movilizar el potencial y las contribuciones de las
mujeres revertirá algunos de los peores efectos del cambio climático y
ayudará a garantizar el suministro de alimentos y agua; ayudará a
corregir la desigualdad económica de la población; mitigará los
conflictos y la inestabilidad política y ayudará a consolidar una paz
duradera. Los derechos de las mujeres son derechos humanos.
En el centro de nuestra discusión se ubica el interrogante acerca de
cómo incrementar el número de mujeres en la toma de decisiones. En los
192 países miembros de la ONU, encontramos lo siguiente:
- Solo 19 mujeres son Jefas de Estado o de Gobierno;
- Una de cada cinco parlamentarios son mujeres;
- Una de cada 20 alcaldes son mujeres;
- Una de cada cuatro jueces y fiscales son mujeres, y
- Menos de una de cada 10 policías son mujeres.
En la esfera económica, es igualmente difícil encontrar mujeres:
apenas uno de cada cinco puestos en las juntas directivas de las
grandes compañías están ocupados por mujeres. Esto ocurre incluso pese
a las evidencias de un mejor desempeño y mayor productividad de las
empresas cuando cuentan con más mujeres en sus juntas directivas.
De modo que, ¿cómo llegamos al objetivo marcado? Ya contamos con una
hoja de ruta que fue acordada en 1995 por 189 líderes mundiales en la
Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing.
Los países han dado un buen paso inicial mejorando la educación y la
atención sanitaria para las mujeres; sin embargo, no han cumplido en su
totalidad el resto de los compromisos, especialmente en materia de
participación política y empoderamiento económico. Con el índice de
progreso actual, nos tomará 81 años alcanzar la paridad en el lugar de
trabajo. Las mujeres —y sus países— no pueden esperar tanto.
Este año, que marca el 20 aniversario de la conferencia de Beijing y
el año en que la ONU adoptará los Objetivos de Desarrollo Sostenible
para los próximos 15 años, brinda una oportunidad única para dar un
nuevo impulso.
Antes que nada, las y los líderes de hoy deben asumir un compromiso
personal para aumentar la presencia de mujeres en la toma de
decisiones, no solo en cuanto a cantidad, sino además en lo que se
refiere a sus contribuciones.
Son muchas las formas de hacerlo: cuotas y objetivos cuantificables
para la participación de las mujeres; formación y mentoría que fomenten
su confianza y capacidad; una participación del sector privado que se
equipare a las iniciativas del sector público. Si tienen la voluntad
política, los países encontrarán un modo propio de hacerlo.
Quienes generan empleo deben garantizar políticas de igualdad
salarial, de contratación y promoción; introducir medidas para
facilitar la conciliación entre la vida laboral y familiar, y promover
a las mujeres para cargos de liderazgo. Los directivos deben aprender a
aceptar los aportes y contribuciones de las mujeres.
Quienes lideren con el ejemplo en la vida diaria ganarán aliados en
cada aspecto de su labor por la igualdad de género. Pueden también
ganar aliados en los medios, al menos para evitar el menosprecio
patente y los estereotipos negativos y, en el mejor de los casos, para
celebrar la contribución positiva y constructiva de las líderes,
incluso en los entornos más difíciles.
Son muchas las mujeres que luchan y sufren a diario. Ellas son las
heroínas cotidianas de nuestra era y su lucha por la igualdad merece un
público más amplio. No deberíamos esperar que ocurra otro ataque atroz
u otro asesinato antes de conocer sus nombres.
Estas medidas, aunque suenen ambiciosas, son totalmente realistas.
Sabemos por la propia experiencia en liderazgo que todas se pueden
aplicar. La Plataforma de Acción de Beijing no es una “lista de
deseos”; es una “lista de tareas por hacer”.
Si las y los líderes de hoy se ocupan de la igualdad de género, si
comienzan ya a cumplir aquellas promesas de hace 20 años, debemos
alcanzar avances serios para 2020 y la igualdad de género para 2030.
“El arco del universo moral es amplio”, dijo Martin Luther King,
“pero se inclina hacia el lado de la justicia”. En lo que atañe a las
mujeres, debemos inclinar ese arco mucho más rápido para compensar
todos los años en que no se inclinó en absoluto. Están en juego la
justicia y los derechos humanos y, quizás también, la supervivencia
misma.
Editado por Estrella Gutiérrez
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