Como en el túnel del tiempo, hemos llegado a una situación extrema: el gobierno priísta y sus aliados, de forma particular el Verde, el duopolio televisivo y todos las fichas que han colocado en las instituciones que hoy simulan ser autónomas, como el INE, el IFAI y el IFT, han puesto en marcha una regresión autoritaria.
En el plano electoral, el pasado 18 de febrero, siete partidos se levantaron de la sesión del INE ante el bloque de consejeros del PRI-gobierno, que ganaron la decisión de posponer los acuerdos para detener el uso faccioso de los recursos públicos y de los programas sociales. Unas horas después el Tribunal Electoral, el peor que hemos tenido, exoneró al PRI por el expediente de Monexgate. El bloque tricolor de consejeros del INE es una amenaza al proceso electoral (Marco Baños, Beatriz Galindo, Enrique Andrade, Adriana Favela, más dos reconvertidos, Benito Nacif y Javier Santiago). Ahora la oposición cosecha lo que sembró, ser cómplices de un Pacto que terminó en trampas y capturas. ¿Dónde estaban el PAN y el PRD cuando nombraron a esos consejeros? También son responsables.
El colmo del cinismo se llama partido Verde, un membrete que inició como negocio familiar y que poco a poco se ha convertido en un importante fusible de intereses que sirven a las peores causas. Una organización que se caracteriza por violar de forma sistemática la legalidad, que dio entrada a la mayoría de los legisladores de la telebancada y que, de forma recurrente, ha sido perdonado por la autoridad, sobre todo por el Tribunal Electoral. Según encuestas, el Verde es hoy en día la mancuerna del PRI para lograr una mayoría en la Cámara de diputados (El Universal, 23/II/2015). El desprestigio del tricolor y la caída en intención de voto se intenta compensar con el Verde, que es una maraña engañosa de mercadotecnia y spots. Si todavía queda algo de oposición su tarea será desnudar el fraude que representa ese membrete. Si hubiera estado derecho ya se le hubiera quitado el registro.
El gobierno peñista está obsesionado en convertir la Ley General de Transparencia en un instrumento inútil contra la exigibilidad de la información en el país. El único eslabón que dejó la fracasada transición democrática ahora se hunde en los pantanos de la opacidad. Se pretende limitar el acceso, desaparecer obligaciones, reservar, eliminar y llenar de opacidad a los fideicomisos públicos, en suma, Peña quiere mandar al museo de la historia los avances en la materia (AMEDI). En la banqueta de enfrente están las razones de la opacidad peñista. Como cada año, la Auditoría Superior de la Federación presenta sus resultados sobre qué pasó con el gasto público y ya sin sorpresa vemos un agravamiento en los desvíos y los fraudes. Sólo una perla para ilustrar: “Entre 2006 y 2013 el monto de recursos que terminaron en un agujero negro creció 82%, pasando de 31 mil millones a 56 mil 500 millones de pesos” (El Universal, 23/II/2015). También la opacidad del Congreso de la Unión sigue tan campante; el Consejo de la Judicatura se sirve a manos llenas; Peña quiere a su incondicional, Medina Mora, como Ministro de la SCJN; los programas sociales son el objeto del deseo para el clientelismo y la compra del voto.
Si le agregamos al escenario la nota reprobatoria de Naciones Unidas en materia de derechos humanos, el alza en las desapariciones forzadas, la regresiva reforma laboral de contrabando en la reforma del DF y la intención de partidizar el Coneval, podemos ver paso a paso cómo se instala una regresión autoritaria. La democracia electoral se desmonta y camina hacia una gran simulación; lo electoral es violentado desde dentro las mismas instituciones. Hay que distinguir las máscaras de este sistema político que simula ser democrático, pero está dominado por la partidocracia. La rendición de cuentas sigue como un buen deseo. El gobierno priísta restaura el viejo orden autoritario con nuevas envolturas: ya logró ampliar el pacto de impunidad, trabaja para opacar más la rendición de cuentas y la corrupción se incrementa. Estos procesos son una regresión autoritaria que por supuesto no “nos merecemos” (González Iñárritu dixit)…
Investigador del CIESAS.
@AzizNassif
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