A todo México:
Septiembre es un mes de celebraciones y conmemoraciones.
No de las oficialmente asumidas y manipuladas, con sus rituales y
ceremonias de engaños, tergiversaciones y banalidades. Las de una clase
política cuya cultura está hecha de demagogia, discursos vacíos,
fechas, formalismos, tradiciones al servicio del dinero,
superficialidades, servilismo y narcocultura. Sino de las nuestras, las
de los de abajo, los que trabajamos día a día para completar lo
necesario para nuestro vivir; los que seguimos esperando el regreso de
nuestros desaparecidos y la justicia para nuestros encarcelados y
asesinados; los excluidos de la educación; los sin trabajo; los que la
pobreza hizo abandonar su tierra; los de salarios raquíticos o
miserables; los que ven como su pensión se pulveriza; los despojados;
los periodistas de la palabra honesta; los que persistimos en el
intento de sembrar semillas de futuro, los del otro México. Porque
aunque nos la quieren negar, tenemos memoria.
En este
México, también nos acordamos de la lucha de 1810, en la que
participaron miles de mexicanos y que dirigieron, entre otros, Miguel
Hidalgo y José María Morelos. O de los que en el Castillo de
Chapultepec dieron su vida al enfrentar al invasor norteamericano.
Tenemos una noción de patria, distinta de los que a diario, la venden,
la prostituyen o la destruyen.
Conmemoramos a nuestra manera, desde nuestro corazón, sin trajes elegantes, sin acarreados, sin miles de policías y guaruras.
Y es que nuestra memoria, sigue viva, respira, se mueve y crece con cada uno de nuestros latidos.
Nos habla, ¡23 de septiembre de 1965! en Ciudad Madera, Chihuahua, como
no recordarlo. Trece mexicanos atacaron el cuartel militar,
enseñándonos un camino ineludible, ¡Todas las formas de lucha son
válidas si queremos terminar con la injusticia social!
Basta
de “poner la otra mejilla”, a un sistema que nació, creció y se
sustenta en muchas formas de violencia, es necesario también
enfrentarlo con la violencia.
Murieron ocho, Arturo Gámiz
García, Pablo Gómez Ramírez, Emilio Gámiz García, Salomón Gaytán
Aguirre, Rafael Martínez Valdivia, Miguel Quiñones Pedroza, Oscar
Sandoval Salinas, Antonio Scobell Gaytán. Nuestro corazón les saluda.
Hace 50 años y su empeño no cesa, varios seguimos sus pasos, atrás
vienen otros.
Y nuestra memoria es terca. Hace un año, entre
la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27, en Iguala
Guerrero, uno de los crímenes más abominables fue cometido. El
asesinato de 6 personas, la desaparición de 43 estudiantes normalistas
y decenas de heridos.
En muchos rincones de la patria y el
mundo se multiplicó la indignación, la denuncia y la solidaridad.
Millones de voces se alzaron, los pasos rabiosos se reprodujeron por
millones. De muchas formas se dijo ¡Basta! ! ¡No más injusticias
impunes! Resonó un grito que no cesa. ¡Los queremos de regreso!
Desde el poder se ha continuado con la soberbia, el irrespeto y la
crueldad, ahora hacia los familiares de las víctimas, quieren
garantizar la impunidad. Les mintieron, los ignoraron, los minimizaron,
quisieron comprar, buscaron que solo se limitaran a llorar a sus hijos.
Los “gobernantes” actuaron de acuerdo a sus intereses, en
donde lo más importante es garantizar la reproducción de las ganancias
empresariales.
Para impulsar sus “reformas” recurrieron en
Iguala y recurren, a la aplicación del terror gubernamental, buscando
la desmovilización social. Su ética política está basada en sus
intereses económicos y la fuerza, no en las necesidades sociales y los
valores humanos.
Este es un capitalismo militarizado en donde
los narcotraficantes, los mafiosos, los grupos paramilitares y las
policías privadas son parte del engranaje del funcionamiento y la
reproducción de su sistema.
Para ellos el otro México, es
para la explotación, para acarrearlos, para las limosnas, para las
migajas, un escalón para subir “alto”, carne para la represión.
Las maniobras gubernamentales no han podido esconderlo ¡Es un crimen desde el estado!
Con el paso de los días surgen nuevas evidencias, hoy cada vez son más
los que lo tienen claro, fue un operativo en que las diferentes fuerzas
del estado, incluidas las del narco, tuvieron una coordinación general
todo el tiempo.
A los muchos que no lo hemos “superado”, que
tenemos memoria, varias verdades históricas, nos saltan a la vista: Fue
un crimen de Estado; es un crimen de Lesa Humanidad; la delincuencia
organizada en México, nació, creció y se encuentra bajo la protección
del Estado; vivos se los llevaron, vivos los queremos; queremos verdad,
justicia y responsabilidad política; los responsables deben ser
juzgados.
Desde nuestras fuerzas y nuestra determinación, les
decimos a los familiares de los 43 normalistas desaparecidos, a los de
los asesinados y heridos, a los que se movilizan en su apoyo, somos
parte de la exigencia de ¡Verdad y Justicia!.
Aunque desde el
Estado traten de minimizar, tergiversar o atribuir a otros nuestras
acciones (como pasó con la que realizamos en Ecatepec, Estado de
México), ante la represión, volveremos a actuar.
Recordar es seguir luchando.
La noche no es eterna, hagamos posible el amanecer.
Milicias Populares ¡Basta ya!
Estado de Guerrero, 23 de septiembre de 2015
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