Zona de Reflexión -
Por: Lucía Lagunes Huerta*
Este
fin de semana concluyó el Cuarto Encuentro de la Red Nacional de
Defensoras. La diferencia con otros encuentros es que, como conclusión,
las defensoras reunieron a las madres y familiares de personas
desaparecidas, quienes por más de cuatro décadas caminan el territorio
nacional en búsqueda de sus seres queridos.
Por un momento, la historia tuvo su lugar de encuentro en el auditorio
del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, mejor conocido
como el Centro Prodh, en la Ciudad de México, espacio que cobijó a
madres y familiares de personas desaparecidas en México, incluidas las
miles de personas de Centroamérica.
Durante dos horas, unieron sus historias de dolor e indignación. Todas
con las fotografías en el pecho de sus seres queridos, con las historias
a cuestas de la indiferencia gubernamental y con la convicción de
seguir adelante.
En este encuentro, Doña Celia narró su andar desde hace 44 años en
búsqueda de su marido, quien desapareció en Guerrero “por la defensa
de la dignidad”, dice ella. Mujer sencilla que trajo para las madres de
desaparecidos de este siglo XXI la historia del siglo pasado, la de la
Guerra Sucia que hoy parece que se vuelve a editar.
Junto a Doña Celia estaba Amelia, quien desde 1978 busca a su hermano
Juan Chávez Hoyos, joven estudiante del CCH Vallejo, quien fue
secuestrado por la Brigada Blanca que operaba entonces. Ellas son las
pioneras de la búsqueda de personas desaparecidas en este México.
Mujeres que al lado de doña Rosario Ibarra de Piedra crearon el Comité
Eureka, bajo la consigna “Vivos los llevaron, Vivos los queremos”.
En este siglo XXI se han sumado nuevas mujeres que, sin conocer la
historia de las doñas del Comité Eureka, como se les conoce desde la
década de los años 60, han seguido su mismo camino.
En la noche del sábado, los relatos se entrelazaron y se unió la
historia pasada con la presente, se desvanecieron fronteras ante la
solidaridad y la unión en búsqueda de paz con justicia y dignidad, como
ellas lo expresan.
Apenas unos cuantos testimonios caben en esta líneas, como el de Yolanda
Morán, de Coahuila, quien desde hace nueve años busca a su hijo
desaparecido un 19 de diciembre del 2006.
Su testimonio de dolor y exigencia de justicia se une con el de todas
las demás, con el de María y Cristina quienes llevaron la voz del resto
de madres de los normalistas desaparecidos en 26 de septiembre de 2014;
al de las madres de Ciudad Juárez, que siguen buscando a sus hijas; a
las madres centroamericanas, quienes en caravana desde hace 11 años
recorren el territorio mexicano en estas fechas en busca de sus
familiares.
El recorrido de testimonios va del sur al norte y de regreso al sur, más allá de las fronteras mexicanas.
Con estas madres, se unieron Tania y Nadin, las hijas de los
desaparecidos, quienes siguen buscando a sus padres, así como María,
quien busca a sus primas Daniela y Virginia Ortiz, desaparecidas en
julio del 2007 en la zona triqui de Oaxaca. Ellas se convirtieron en
defensoras, en respuesta a la fuerza y la brutalidad.
Una a una repite: verdad y justicia. Dos palabras que para ellas y para
la sociedad en su conjunto significan esperanza. Esperanza para que se
aplique la ley a quienes desaparecieron a sus hijas e hijos, y para que
un gobierno, desde el ámbito federal hasta el local, cumpla con su
mandato de proteger la vida de la ciudadanía y sancionar a quienes
atentan contra ella.
Pero sobre todo quieren verdad: saber qué pasó con sus familiares, dónde
están, cómo están. Esa es la verdad que anhelan y que será el descanso
para su largo peregrinar.
Estas madres alzan la voz, reclaman ser escuchadas y atendidas por las
autoridades, no quieren huesos como respuestas, quieren a sus hijas e
hijos vivos de regreso a casa, como todas queremos a nuestros seres
queridos.
Este sábado una fuerza se fusionó, la de la esperanza para transformar
este país y este mundo, sumidos en la guerra como sistema. Ochenta
defensoras de derechos humanos sumaron sus voces y exigencia a la de las
madres y familiares de desaparecidos, unieron sus causas con las de
ellas, desde la defensa por la tierra y el territorio, la libertad de
expresión, etc.
Ante la catástrofe que vivimos, producto de malos gobiernos, las redes
siguen siendo esperanza, que se construye más allá de la región
mesoamericana, con la articulación con defensoras de Líbano, Jordania y
Yemen, quienes estuvieron presente en este encuentro de defensoras
mexicanas, cuyo deseo de otro mundo posible se construye todo los días
con las manos, la creatividad y la estrategia de las mujeres.
*Periodista y feminista, Directora General de CIMAC.
Twitter @lagunes28
CIMACFoto: Anayeli García Martínez
Cimacnoticias | México, DF.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario