A 97 años de su asesinato
La Izquierda Diario
El
15 de enero de 1919 fue asesinada Rosa Luxemburgo, Leo Jogiches y Karl
Liebknecht, junto a decenas de militantes comunistas a manos de la
policía del gobierno socialdemócrata Alemán. Pero, para nosotros ella no
está muerta. La fuerza de sus ideas, su método -que sin dogmatismos ni
elogios de ningún tipo nos transmite un sentido de crítica cabal como
herramienta para la lucha revolucionaria- son parte de su legado.
En defensa del legado de Marx y Engels: ¿Reforma o revolución?
Desde
estudiante secundaria, Rosa fue perseguida. Militó clandestina en un
ambiente de efervescente discusión política al alero de un régimen
despótico y represivo.
Así, la joven Rosa Luxemburgo se arrojó a
la lucha revolucionaria de la clase obrera, con un instinto y
combatividad que fue reconocido apenas llegó a Alemania, aunque era una
de las mas jóvenes de la sala, nadie le podía contar lo que era estar en
la cárcel. Ya no era una estudiante y a pesar de una compleja
bienvenida en los círculos socialdemócratas alemanes, ella destacó de
inmediato desarrollando sus ideas sin supuestos y buscando elevar el
pensamiento concreto siempre en conexión con las tareas históricas que
los marxistas revolucionarios tenían en el presente.
¿Reforma o
revolución? La Segunda Internacional y la Socialdemocracia alemana en
particular forjaron su desarrollo en un período de estabilidad y
desarrollo capitalista ininterrumpido sin protagonizar ningún proceso
revolucionario que templara a la organización en una lucha directa
contra la burguesía. Ellos concentraron el conjunto de su acción
política en la acción sindical y la lucha parlamentaria, desarrollando
ampliamente la táctica en tiempos de paz, pero sin prepararse para
tiempos convulsivos, adaptándose finalmente a los tiempos de la
democracia burguesa.
La separación entre teoría y práctica traería
sus consecuencias evidentes. Esta fue la base objetiva que permitió el
surgimiento de un ala revisionista que buscó tranzar las ideas
fundacionales del marxismo con las ideas del liberalismo burgués. Su
precursor fue Eduard Bernstein, al igual que los reformistas de hoy,
para él, mediante reformas parciales el capitalismo podía evolucionar
pacíficamente. El objetivo del socialismo debía ser desechado, el fin es
nada, el movimiento lo es todo. La joven Rosa dio una lucha implacable
contra quienes querían limar el filo de las ideas de Marx y Engels.
Para Rosa la legalidad y el Estado no podían separarse de la lucha de clases:
“De
hecho, en todas las épocas, la constitución legal no es otra cosa que
el producto de la revolución. Mientras que la revolución es el acto de
creación política de la historia de clase, la legislación, bajo
distintas formas, no es otra cosa que el vegetar político de la
sociedad” (1)
Contra todo rutinarismo conservador: Huelga de masas y parlamentarismo
Pero,
no solo dio una lucha ideológica y política contra el ala reformista de
Bernstein, instalando la necesidad de la revolución y ligando las
tareas cotidianas con la lucha revolucionaria por el socialismo. Su
experiencia en la revolución de 1905 en Varsovia la hizo reflexionar
sobre la táctica predominante de la segunda internacional: el
parlamentarismo.
Al calor de uno de los movimientos huelguísticos
que sacudieron principios de siglo XX, coordinadoras, mítines de obreros
y tomas de fábricas, la fuerza de la clase obrera repuso los métodos
revolucionarios en la cabeza de los marxistas rusos y en Rosa
Luxemburgo. Esto trajo intensos debates, reponer los métodos históricos
de lucha de la clase obrera no sería fácil, la dirección de la
socialdemocracia alemana que dirigía cientos de sindicatos, que poseía
fuerza y apoyo electoral, se oponía a la táctica de huelga de masas por
considerarla desorganizadora y que podría minar los derechos
conquistados por años de democracia burguesa y estabilidad social.
Para
ella, toda acción parlamentaria debía estar ligada a la lucha
revolucionaria por el socialismo, la táctica debía estar subordinada a
la estrategia.
“El dominio de la legalidad burguesa del
parlamentarismo, es cierto, no es solo un campo de dominación de la
clase capitalista, sino también un campo de batalla. Pero, así como el
orden jurídico es para la burguesía una expresión de su violencia, la
lucha parlamentaria no puede ser, para el proletariado, más que la
tendencia a llevar adelante su propia violencia. Si no existe, detrás de
nuestra actividad legal y parlamentaria, la violencia de la clase
obrera, siempre lista a entrar en acción. La acción parlamentaria de la
socialdemocracia se convierte también en un pasatiempo espiritual,
similar a aquel de sacar el agua con una espumadera. Los aficionados del
realismo, que constantemente hacen hincapié en los “sucesos positivos”
de la actividad parlamentaria, para utilizarlos como argumentos contra
la necesidad y utilidad de la violencia en la lucha de clases, no se han
dado cuenta de que estos sucesos, son tan pequeños, que no deberían
considerarse más que como los productos del efecto invisible y latente
de la violencia.” (2)
Desligar la táctica y la estrategia fue
la posición del sector oportunista del partido que años después votaría
los Créditos de Guerra el 4 de agosto de 1914, aniquilando la unidad de
clase de la II Internacional y arrojando a la socialdemocracia al campo
de la burguesía.
Rosa Luxemburgo no se quedaría callada, defendió
el internacionalismo de la clase obrera frente a la primera guerra y
denunció la claudicación de la socialdemocracia alemana. Entre un mar de
consignas patrioteras marcó con firmeza los principios del marxismo
revolucionario. Había que prepararse para la revolución para esto no se
podían tener medias tintas.
Rosa Luxemburgo tiene que vivir
La
idea de la revolución socialista que Rosa Luxemburgo defendió contra
las corrientes reformistas necesitaba la palanca de un partido como el
que Lenin y Trotsky construyeron para la toma del poder por el
proletariado.
Mientras hoy predominan concepciones de una
izquierda que no se propone la lucha por el socialismo como una tarea
actual y ven la transformación de la sociedad en los estrechos márgenes
del régimen burgués, debemos reponer el debate de estrategias. Al calor
de los nuevos fenómenos de la lucha de clases en América Latina y en el
mundo, se abre un periodo objetivo en donde vuelven a aparecer grandes
discusiones como: ¿Reforma o revolución? Para nosotros no está muerta,
Rosa tiene que vivir:
“No os dais cuenta de que vuestro orden
está levantado sobre arena. La revolución se erguirá mañana con su
victoria y el terror asomará en vuestros rostros al oírle anunciar con
todas sus trompetas: ¡Yo fui, yo soy, yo seré!” (3)
Notas
(1) ¿Reforma o revolución?, Rosa Luxemburgo.
(2) “Problemas de la organización de la socialdemocracia Rusa”. Rosa Luxemburgo.
(3) “El orden reina en Berlin”. Rosa Luxemburgo.
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