Buscasendas
Por Témoris Grecko
A falta de
argumentos, la estrategia es la descalificación: si tienes cualquier
duda acerca de por qué le dan la Medalla Belisario Domínguez a Gonzalo
Rivas Cámara, eres un miserable que abusas de los héroes caídos. Así lo
han hecho contra todos, incluso contra mí, que desde el primer texto que
escribí sobre el tema, dejé muy en claro que el acto de arriesgar y
entregar la vida para eliminar una amenaza –real o percibida- contra
otras personas es un acto heroico.
No pueden hacer mucho más –ni se atreven a debatir– porque sus razones son falsas: que salvó centenares de vidas (ya demostré aquí
que no podía haber tal explosión, es una mentira de película de
catástrofes), que es el mayor héroe civil de nuestros tiempos
(descalificaron de golpe a tantos otros mexicanos que sacrificaron sus
vidas en esta época de violencia, como Marisela Escobedo; o que salvaron
–ellos sí- a otros, como El Cayetano a bebés de la Guardería ABC; o que
cotidiana y desinteresadamente trabajan en apoyo de extraños, como Las
Patronas) y que fue asesinado y quemado vivo por estudiantes de
Ayotzinapa (si tomó la decisión consciente de enfrentar el fuego, o sea,
si es héroe, ni fue asesinado ni quemado vivo).
Por eso se han rehusado a debatir con seriedad.
No hay ingenuidad alguna en esta campaña. Gonzalo Rivas murió
en un acto heroico pero no lo premian por eso, sino porque, a
diferencia de otros héroes civiles, su caso puede ser convertido en un
arma para atacar el mayor problema del gobierno de Peña Nieto: los 43
desaparecidos de Ayotzinapa. En el ocaso adelantado de este
sexenio y ante la certeza de que les van a pedir cuentas por sus
omisiones, negligencias y crímenes, la cúpula en el poder quiere
desactivar esta amenaza, desprestigiar la causa de Ayotzinapa para que
no los persiga en el futuro.
Otra falacia es la de que fueron normalistas quienes incendiaron la
gasolinera: hay versiones contradictorias y las autoridades no
investigaron. Nada está demostrado.
Pero, a pesar de ello, ¿qué es lo que hemos estado escuchando en
televisión, radio, prensa e internet a lo largo de estas semanas?
Que los estudiantes de Ayotzinapa son los culpables de asesinar y
quemar vivo al héroe (así, en general, como si lo que supuestamente
hicieron dos personas fuera responsabilidad de todos; como si los
alumnos del día de hoy tuvieran algo que ver, aunque en esa época
estaban en la secundaria, porque ninguna de las generaciones de ahora
había entrado en 2011).
¿Qué es lo que en realidad pretenden los promotores de Gonzalo Rivas?
Por sus obras los conoceréis: su campaña se convirtió en un útil
pretexto para atacar y criminalizar a los estudiantes. Locutores,
columnistas de paga, presentadores de tele, pero no sólo ellos: el
asunto ha convertido en supuestos conocedores incluso a comentaristas de
deportes y merolicos de comedia vulgar, que han llegado a extender sus
críticas a las fobias del difunto Luis González de Alba, aunque no sean capaces –yo escuché a un par- de recordar y pronunciar ni el apellido de Elena Poniatowska.
Estas operaciones de manipulación de la opinión pública no son
inocuas. Contribuyen a seguir deteriorando el ambiente nacional, a
dividir a la gente en épocas de caos, a crear y profundizar enconos.
Los estudiantes de Ayotzinapa lo saben muy bien. Porque esto no es
nuevo. Lo han vivido ya. Durante décadas, las clase caciquil de Guerrero
y los medios de comunicación locales han acusado a los normalistas de
ser un mal para la sociedad. Esto se refleja en el término despectivo
que utilizan para ellos, “ayotzinapos”.
“Ayotzinapos” los llamaron, en sus declaraciones ministeriales, los
elementos del Ejército que estuvieron presentes en la noche de Iguala y
vigilaron sin auxiliar. También los policías federales y estatales que
apoyaron la serie de ataques. Igualmente, los municipales y sicarios que
mataron a unos y que llevaron a la desaparición a otros. En esa palabra
se encierra la convicción de que agredirlos no es un crimen sino un
acto de limpieza social, de que los servidores públicos no los tienen
que servir a ellos, porque no son ciudadanos sino enemigos del Estado.
Si la campaña de promoción sirvió para esto, la Medalla también: cada
vez que se mencione que Gonzalo Rivas fue reconocido con la Belisario
Domínguez, varios acusarán a Ayotzinapa (y a sus estudiantes, tengan
idea o no de lo que le pasó al premiado). Es el regalo que a Peña Nieto y
los suyos les dan la intelectualidad orgánica –la que sirve al poder
porque vive de él- y la prensa vendida: el grupo Nexos, el diario
Milenio y otros que se hicieron eco.
Aguilar Camín, De Mauleón, Patán, Marín, Ernesto Ruffo, Pablo
Escudero, Roberto Albores y los demás no utilizan en público el término
“ayotzinapo”. Rubén Figueroa Alcocer y Angel Aguirre Rivero tampoco. No
hace falta exhibirse frente a otros. Sólo generar el ambiente para que
sectores en la sociedad mexicana, como pasó primero en la guerrerense,
comiencen a usarlo. Para que dejen de ver a los normalistas como
conciudadanos de iguales derechos. Para que cobijen y justifiquen los
crímenes.
Y EL SUELO NO ESTALLÓ…
Por si hubiera alguna duda sobre si las fantasías espectaculares de Luis González de Alba
podían tener algún fundamento: el 23 de octubre, en Ciudad Juárez,
explotó un camión en el que cargaban ilegalmente 14 mil litros de
combustible. El incendio hizo arder la gasolinera completa. Pero los
tanques subterráneos de almacenamiento permanecieron intactos. El suelo
no estalló ni volaron autobuses por los aires.
No hubo ni un muerto. Pemex tiene sistemas de seguridad destinados a
impedir que esto ocurra, por la sencilla razón de que, si no, tendríamos
inmensas bombas asesinas haciendo tic tac en cada esquina. Es básico.
#MIRARMORIR GANA PREMIO PANTALLA DE CRISTAL
Nuestra película documental fue nominada a cinco premios Pantalla de
Cristal: Mejor Película, Mejor Director (Coizta Grecko), Mejor Editor
(Damián Mendoza) y mejores Guión e Investigación (ambos yo mero).
Ganamos el de Mejor Investigación.
Nos dio mucho gusto aunque la ceremonia, en la Cineteca Nacional, fue
realizada el 2 de noviembre, y mientras me dirigía a agradecer el
reconocimiento, empezaba a correr la información de que Donald Trump
estaba ganando cama en su propia Casa Blanca. Vendrán tiempos más duros,
si cabe.
De cualquier forma, este premio es de los que no renuncian a la
búsqueda, a encontrar a los suyos: de los padres y madres de los 43 de
Ayotzinapa, del Comité de Búsqueda Los Otros Desaparecidos de Iguala, de
los familiares y amigos de decenas de miles de desaparecidos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario