Pedro Echeverría V.
1. Mantener al pueblo trabajador embrutecido es el gran objetivo de
los grandes empresarios, de los gobiernos, del clero y toda la clase
dominante. El pueblo para ellos, como los esclavos de hace dos mil años y
los siervos de hace un milenio, solamente debe producir riquezas y
trabajar la mayor cantidad de horas, para crear los productos y
mercancías que necesitan para consumir o vender con el objetivo de tener
más propiedades, fuerza y poder de dominación. Sin el trabajo del
pueblo no tendrían nada que comer o acumular los esclavistas, señores
feudales o capitalistas; se morirían de hambre porque nunca han
producido y cuya única ocupación ha sido siempre vivir placenteramente
junto a su familia.
2. ¿Cómo un puñado de ricos han dominado durante 20 o más siglos a
millones de pobres y miserables que obviamente tienen más fuerza?,
preguntaría el filósofo Etienne de la Botiee. En primer lugar porque
ellos (esa minoría) han tenido las armas, han controlado al ejército,
han elaborado leyes y –sobre todo- han contado con la iglesia, la
imprenta y, desde hace algunos siglos, con los medios de información. En
sus primeros siglos de dominación usaron de manera descarada y brutal
la fuerza de la represión y el asesinato; luego pusieron el acento en la
ideología que no es otra cosa que el conjunto de ideas que la Iglesia y
los medios de información introducen en la cabeza del pueblo para que
piense como la burguesía.
3. Así durante cientos de años –podríamos pensar en 700 años- la
burguesía y la religión nos han impuesto o decretado su “verdad”, la
“verdad única” que deshecha cualquier otro pensamiento que pudiera ser
crítico, reflexivo y conflictivo: ¿cómo contradecir la gran verdad
tradicional que los seres humanos nacen de un hombre y una mujer que
deben forman una familia, que el niño debe tener una iglesia, una
creencia, debe ir a la escuela, luego trabajar, enamorar, casarse y
luego tener hijos? Así como que el niño debe tener disciplina, no
rebelarse, ser muy respetuoso con sus padres y mayores, con la iglesia,
los maestros y el patrón. La “verdad” difundida es siempre portarse
bien, alejarse de los “malos ejemplos y compañías”.
4. En el siglo XX ya nadie escapa del cine, la radio, la televisión,
los periódicos, las revistas, que en el 99 por ciento de los casos están
construidos por una ideología, por “la verdad única” que no es otra que
la del capitalismo, cuyo motivo fundamental es la acumulación de
riquezas en pocas manos. Con esa “verdad” impuesta por el poder
(escribió Nietzche), se ha creado una sola forma de vida en la que
domina la propiedad, la competencia, el individualismo, el egoísmo, los
méritos, la confrontación con los demás humanos, la ley del más fuerte,
el dominio de los más poderosos. Son una serie de valores que parecen,
los han hecho “naturales”, para oponerse a la colectividad, la
solidaridad, al servicio, la justicia, la libertad.
5. Con esa ideología impuesta siglo tras siglo, se ha creado un
pensamiento y un espíritu de sumisión. “Tú hijo no te metas en nada, no
defiendas a nadie, preocúpate sólo por ti y respeta lo que digan tus
mayores”. ¿Cómo entonces pueden formarse seres solidarios, seres
cuestionadores y críticos si desde que nacen los niños, luego en la
iglesia y la escuela los enseñan a obedecer reglas y a comportarse
disciplinadamente y, en cierta manera, cobardemente, frente a la
explotación, el saqueo, la agresión? Si no combatimos y rompemos esa
violencia represiva y asesina de arriba que se ejerce a través de la
ideología y sus medios dejaremos de atacar de frente la peor y maldita
violencia de las clases dominantes. (14/I/17)
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