CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La comunidad de negocios estadunidense
en México ve con buenos ojos el nombramiento de Luis Videgaray Caso
como secretario de Relaciones Exteriores: siempre ha estado “muy
alineado” con sus intereses y será un “interlocutor muy válido para
llevar adelante la negociación” con la administración de Donald Trump,
dice en entrevista el argentino José María Zas, director general de
American Express en México.
El ejecutivo, también presidente de la Cámara de Comercio
Estadunidense en México (American Chamber of Commerce of Mexico, A. C. o
Amcham), considera que el comercio será “el tema número uno” de la
relación de los gobiernos mexicano y estadunidense.
Según Zas, las empresas afiliadas a la Amcham aprecian a Videgaray,
quien ideó y organizó la polémica visita de Trump a Los Pinos, junto con
Jared Kushner, yerno y director de campaña del magnate.
La razón: el exsecretario de Hacienda “siempre estuvo muy alineado”
con la cámara, a la que “ayudó mucho, en muchas cosas”, subraya.
Confirma que la Amcham tiene un canal de comunicación directo con el
nuevo canciller y, de hecho, “lo tenemos con todas las secretarías”,
precisa.
Durante su campaña electoral Trump prometió a los electores
estadunidenses que adoptaría medidas proteccionistas para conservar los
empleos en Estados Unidos. Aseveró que renegociaría el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte e impondría aranceles a las empresas que
producen bienes en México para el mercado estadunidense.
El pasado martes 3, la empresa Ford anunció la cancelación del
proyecto de construir una planta de ensamblaje en San Luis Potosí.
Aunque la empresa afirmó que esta decisión derivó de una estrategia
comercial interna, Trump se atribuyó de inmediato el mérito de la
cancelación y aseveró, en su cuenta de Twitter, que “sólo es el inicio,
vienen muchos más”.
Los siguientes dos días, el magnate fustigó en la red social a
General Motors y Toyota –de origen japonés–: denunció sus decisiones de
fabricar el modelo Chevrolet Cruze en Ramos Arizpe, Coahuila, y de abrir
una planta de ensamblaje en Guanajuato, respectivamente. “Fabriquen en
Estados Unidos o paguen grandes aranceles”, amenazó.
El pasado lunes 9, Sergio Marchionne, presidente ejecutivo de Fiat
Chrysler, afirmó que consideraba “bastante posible que tengamos que
retirarnos” de México si Trump impone tarifas aduaneras muy altas. La
empresa opera ocho plantas de producción en Saltillo y Toluca, en las
que trabajan 10 mil personas.
Y en la conferencia de prensa que dio el miércoles 11, Trump confirmó
que pondrá un “gran impuesto fronterizo”. Les dijo a las empresas:
“Si creen que podrán vender (los productos fabricados en México) a
través de una frontera muy, muy porosa, no una frontera débil –de hecho
ni tenemos frontera, es un colador roto–, están equivocados. Pagarán un
impuesto fronterizo muy pesado.”
A la expectativa
Zas reconoce que la actitud de Trump “trae nerviosismo” en la
comunidad de negocios. “Algunos lo interpretan como agresividad; yo lo
interpreto más como picardía política. Trump está haciendo un buen
trabajo mediático a través de Twitter; lo hace muy inteligentemente,
lleva buenas noticias a la sociedad estadunidense”, añade.
Hasta ahora ninguna empresa afiliada a la Amcham ha recibido
instrucciones del equipo de Trump para reubicar su producción en Estados
Unidos, dice. “Por ahora” no están en peligro las manufacturas de
capital estadunidense establecidas en México, pero estima que las
inversiones en México se detendrán en los próximos seis meses, por lo
menos:
“Como no son claras las reglas del juego, por sentido común básico
(como inversionista) quiero ver qué va a pasar, como lo queremos saber
todos. A la medida que se esclarezca el panorama, yo creo que los buenos
tiempos van a volver”, sostiene el ejecutivo.
“Queremos ver cuál es el resultado final del partido cuando el juego
todavía no empezó”, ejemplifica. Añade que a partir de la toma de
posesión de Trump, iniciarán las negociaciones y el diálogo con la
nueva administración.
“Por eso es importante que el gobierno mexicano, a través de
Videgaray, tome el liderazgo y empiece a tener reuniones con la nueva
administración para ver cuáles son los puntos que están en discusión”,
plantea.
La Amcham vela por los intereses de más de mil 400 empresas
afiliadas, entre ellas gigantes de las industrias automotriz,
refresquera y química, aerolíneas, consultorías globales, empresas
petroleras y corporaciones del sector de las nuevas tecnologías, las
cuales suman 70% de las inversiones extranjeras en México.
Esa cámara pretende “actuar y ser considerada líder de opinión en la
comunidad de negocios estadunidense, ayudando a moldear positivamente
las políticas que impactan el entorno de negocios entre México y Estados
Unidos”. Zas afirma que la Amcham cabildeará en Washington para
defender el acuerdo de libre comercio.
La sorpresa
El anuncio de que Ford cancelaba la instalación de su planta en San
Luis Potosí tomó por sorpresa al gobierno del estado. Gustavo Puente
Orozco, secretario de Desarrollo Económico, dice que diariamente estaba
en contacto con la empresa automotriz, a la que reportaba los avances de
la remodelación del terreno donado para la fábrica. En ningún momento
la empresa aludió a una posible cancelación.
Es más, dice Puente, el pasado 2 de diciembre Mark Fields, director
general de Ford Motor Co., reiteró la intención de trasladar la
producción de su modelo Focus desde una fábrica de Michigan a San Luís
Potosí, pese a las amenazas de Trump.
Puente no se esperaba la llamada matutina del martes 10. “Yo
pregunté: ‘¿Cómo, lo van a posponer?’ Y me contestaron que no, que
cancelaban el proyecto”, recuerda en entrevista con Proceso. El
directivo de Ford le explicó que la empresa había tomado esa decisión
por estrategia.
Sin embargo, las obras en el terreno ya estaban avanzadas:
prácticamente estaban listas 100 hectáreas, de las 280 que cubriría la
planta, además de que se había iniciado la instalación eléctrica, el
tendido de fibra óptica y la construcción de pozos de agua y de la
primera nave.
En un convenio firmado en abril de 2016, el gobierno de San Luis
Potosí ofreció a Ford un paquete de incentivos: junto con el gobierno
municipal de Villa de Arriaga, se comprometió a comprar y dotar de
infraestructura el terreno de 280 hectáreas, conectarlo con la vía
ferroviaria –operada por la empresa estadunidense Kansas City Southern
de México– y donarlo a Ford.
Según el acuerdo, el estado eximiría a Ford de pagar impuestos sobre
nómina durante 10 años y asumiría los gastos de “todas las licencias y
autorizaciones federales, estatales y municipales”. Además, el municipio
condonaría a Ford el total del impuesto predial y el impuesto sobre la
adquisición final del terreno.
A su vez, Ford pagaría a sus empleados mexicanos un promedio de 2.9
dólares por hora, cerca de una décima parte de los 26 dólares por hora
que gana un trabajador del sector automotriz sindicalizado en Estados
Unidos, según The Wall Street Journal.
A cambio, la empresa automotriz invertiría alrededor de mil 600
millones de dólares durante siete años, generaría aproximadamente 2 mil
800 empleos directos e intentaría “dar preferencia a proveedores
locales”.
Tres empresas extranjeras –que Puente no quiere identificar–
pretendían surtir la planta de Ford y también cancelaron sus planes de
instalarse en San Luis Potosí. “Por supuesto que es una mala noticia”,
reconoce.
De acuerdo con Zas, México todavía tiene ventajas competitivas para
recibir inversiones. “Si Estados Unidos no hubiera integrado su
industria automotriz a México, GM y Ford hoy no existirían. Estos son
los temas que es importante platicar en una mesa de diálogo con la nueva
administración”, afirma.
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