Punto cinco de nuestro Programa Mínimo de Lucha
Estamos sufriendo las consecuencias de un modelo económico neoliberal
que únicamente beneficia a la burguesía y profundiza las desigualdades
de clase. Un modelo económico en el que la mayoría de las naciones están
supeditadas al control político, económico y cultural de una minoría de
grupos políticos y empresariales, esparcidos en un puñado de naciones,
que manejan la producción, el mercado mundial, los recursos naturales,
la mano de obra, las políticas laborales, educativas, etcétera en favor
de sus monopolios, con el fin de generar cada día más ganancias para sus
bolsillos. En México, la profundización del neoliberalismo ha
significado una mayor dependencia económica, política y cultural hacia
Estados Unidos. El gobierno mexicano hace y satisface lo que el
imperialismo necesita; es así que, por ejemplo: ha abierto la
puerta a las transnacionales para que traigan sus capitales,
principalmente los relacionados con la industria extractiva; más del 50%
del territorio nacional está concesionado a grupos mineros, 70% de los
cuales pertenecen a extranjeros, los cuales solamente en el 2015
obtuvieron ganancias por mil 700 millones de pesos, aportando a las
finanzas públicas la módica cantidad de 22.3 millones de pesos, es
decir, el 1.3% del total de sus ganancias.
Aunado a esto,
mediante la imposición de la reforma energética, nuestro gobierno
asegura a los burgueses dueños de compañías como femsa, Petro-7,
Hidrosina, Gulf o Chevron la obtención de mayores ganancias. Éstas, a la vez que contaminan la tierra, despojan, desplazan y dejan en la miseria a los pueblos que la habitan.
Paralelamente, la oligarquía implantó una reforma laboral que asegura
la superexplotación de los trabajadores, legalizando así un escenario
benéfico para las inversiones de capitales nacionales y extranjeros,
pero sumamente gris para la clase proletaria: cada vez trabajamos más
horas y tenemos que ser más “productivos”, pero nos pagan menos y
contamos con menos derechos. En este sentido, no es una ocurrencia
de nuestros gobernantes la creación de las Zonas Económicas Especiales,
en donde los burgueses contarán con una serie de beneficios y acuerdos
fiscales, crediticios, aduaneros y administrativos que garantizarán mano
de obra barata, capacitada y productiva , así como tasas de ganancia altas.
En materia de seguridad nacional el gobierno también ha adoptado
políticas que responden a las necesidades del imperialismo
estadounidense: además de las campañas contrainsugentes que han venido
implementando desde hace más de 30 años, el gobierno desató hace 10
la supuesta guerra contra el narcotráfico. En ella ejecutó una
estrategia mediante la cual la burguesía garantiza la implementación de
políticas económicas y sociales con las que reprime y busca debilitar y
eliminar la resistencia popular, para así asegurar las condiciones que
garanticen la servidumbre del poder político y económico de nuestro
país.
Resultado de esto y de las decisiones político-económicas
tomadas desde hace años es que nuestro país depende económicamente de
Estados Unidos: el 80% de nuestra exportación, el 50% de la importación
de insumos y el 70% de la inversión extranjera nacional dependen del
imperialismo norteamericano. Esto significa que el control de qué, cómo,
cuándo y para qué se produce se relaciona con sus necesidades y los
negocios que tiene con la burguesía nacional, y no de lo que usted o yo
necesitamos día con día: vivienda digna, alimentación suficiente,
salario justo y seguridad social.
En este país los más de 64
millones de pobres no decidimos sobre nuestro presente ni futuro. Por
esta razón, los socialistas pugnamos, enarbolamos y defendemos el
derecho de las clases oprimidas a la autodeterminación política,
económica y cultural. Defendemos y luchamos por nuestro derecho a
decidir y construir, mediante el fruto de nuestro trabajo, las
condiciones sociales, políticas, económicas y culturales que cubran
todas las necesidades de quienes construimos el mundo con nuestro
cansancio. Nos unimos a la exigencia de no permitir la injerencia de la
burguesía imperialista estadounidense en nuestra economía y política.
Sin embargo, consideramos que no es suficiente luchar contra la
intervención extranjera, debemos también luchar contra el enemigo que
tenemos en casa: la burguesía nacional.
En este sentido, la
autodeterminación debe servir y reforzar el desarrollo de la clase
proletaria del campo y la ciudad, ya que la miseria en la que estamos
sumergidos no es resultado únicamente del servilismo político y
económico hacia la oligarquía extranjera, sino del carácter de clase de
la propiedad de los medios de producción, la injusta distribución de la
riqueza social y las inhumanas relaciones de producción del sistema
capitalista. Las condiciones de sometimiento y opresión en la que
estamos inmersos no cambiarán reemplazando la burguesía extranjera por
la nacional. Por consiguiente, los socialistas debemos defender la
autodeterminación e independencia de nuestra clase. Ante los
esfuerzos de la burguesía nacional por subordinar nuestro programa y
tareas a sus privilegios, debemos hacer nuestra labor de agitación,
propaganda, movilización y organización contra toda clase de privilegios
nacionales, por el derecho igual de todas las naciones a la
autodeterminación, con el objetivo de elevar el nivel de conciencia de
clase proletaria y de reforzar los lazos de solidaridad con nuestros
hermanos, mediante el apoyo irrestricto al derecho de los trabajadores a
decidir sobre su destino.
Es así que saludamos y nos
solidarizamos con los pueblos indígenas que luchan y defienden su
derecho a la autodeterminación, a través de formas progresistas que
abonan y construyen la conciencia de clase proletaria, ya que ellos, al
igual que nosotros, son trabajadores explotados y sometidos a relaciones
de producción capitalistas que nos despojan del elemental derecho a una
vida digna. Es momento de fortalecer los lazos de lucha y
organización entre los distintos frentes políticos, con el fin de
recuperar el control de pueblo sobre nuestro territorio y sus recursos;
de detener los proyectos que buscan construir urbes para empresas y
personas de altos recursos económicos a costa de la expropiación,
expulsión y empeoramiento de las condiciones de vida de los habitantes
de las colonias donde se realizan; de frenar la destrucción de la
propiedad social de la tierra; de defender el ejido y los bienes
comunales; y de detener la siembra de cultivos transgénicos que
únicamente benefician a las grandes empresas transnacionales
¡Contra el despojo, la explotación y la represión, resistencia, organización y lucha por el socialismo!
NOTA:
Este
artículo fue publicado como parte de la sección NUESTRO PROGRAMA del
No. 26 de FRAGUA , órgano de prensa de la Organización de Lucha por la
Emancipación Popular (OLEP), Junio-Julio 2017.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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