Romo, Urzúa, Herrera
De tin marín de do pingüé
Versiones contradictorias en
un mismo equipo de gobierno sólo generan desconcierto y desconfianza, de
tal suerte que la coordinación entre funcionarios resulta fundamental
para que el mensaje no sólo sea uniforme, sino sólido, contundente y
convincente, porque, como dicen los militares, orden y contraorden solo
generan desorden.
Lo anterior viene a cuento, porque en materia presupuestal
recientemente se manejaron dos versiones encontradas que en nada
contribuyen a la tranquilidad financiera de las instituciones, los
inversionistas privados y los ciudadanos en general.
El primer caso lo aportó el jefe de la Oficina de la Presidencia de
la República, Alfonso Romo, quien ante los empresarios de la Cámara
Americana de Comercio aseguró que Andrés Manuel López Obrador
pidió al gabinete analizar un nuevo recorte presupuestal para no incurrir en déficit y ante la posibilidad de que baje la recaudación fiscal.
Y fue más allá: “créanle al Presidente, porque lo que dice, lo hace.
Vamos a pasar de una austeridad republicana a una pobreza franciscana.
No tengan duda. Las últimas dos semanas nos ha pedido más recortes. El
problema de recortar tanto es que veo a las secretarías agobiadas,
porque les quitaron una gran parte del presupuesto y de la gente.Pero
hay determinación a no incurrir en déficit fiscal. Primero hace otras
cosas (el mandatario) que no cumplir ese mandato. Para bien o para mal,
ya veremos después cómo corregimos… El recorte se está analizando como
medida preventiva” (La Jornada, Susana González).
Pues bien, después de las declaraciones de Romo el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa,
negó que por la caída de los ingresos se tenga que hacer un recorte al gasto. Por el contrario, los ingresos presupuestarios durante el primer bimestre del año crecieron 2.6 por ciento en términos reales y más que un ajuste al gasto se está planeando una reasignación presupuestal. En el caso del gobierno federal los ingresos totales están bastante bien.
Urzúa detalló que
hay gente que dice que se tiene que recortar el gasto; pues, para empezar, no necesariamente, porque nuestros ingresos son mayores a los calendarizados; estamos por arriba de la meta. En el primer bimestre del año los ingresos totales del gobierno federal, que incluyen los tributarios y los no tributarios, ascendieron a casi 704 mil millones de pesos, frente a 660 mil millones de igual periodo de 2018(El Universal).
Y de cereza, el subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez (el mismo que. motu proprio,
sepultóla nueva refinería de Dos Bocas), aseguró que
el recorte propuesto al gasto se realizará en el rubro corriente de las dependencias y no en la inversión pública. No vamos a cambiar el superávit primario ni la inversión pública. El espacio donde se puede recortar es en el gasto corriente.El país nunca ha fallado en su meta fiscal en ninguna administración(La Jornada, Israel Rodríguez y Susana González).
En síntesis, tres versiones distintas (Romo: recorte presupuestal;
Urzúa: ningún recorte presupuestal, y Herrera: recorte, pero sólo al
gasto corriente) con unas cuantas horas de diferencia; tres mensajes
contrapuestos sobre un mismo tema de primerísima importancia, que en
nada ayudan a mantener la fiesta en paz, a enviar un mensaje de
tranquilidad y credibilidad, porque gobierno, ciudadanos, empresarios e
inversionistas no pueden jugar al de tin marín de do pingüé cada vez que en las altas esferas de la administración no se pongan de acuerdo y, peor aún, lo hagan público.
Las rebanadas del pastel
Pues nada, que el rey español Felipe VI resultó ser
alumno destacado de la Universidad Vicente Fox, porque en la
inauguración del Congreso Internacional de la Lengua Española
alegremente le cambió el nombre al escritorJorge Luis Borgesy decidió
llamarlo
José. Cómo olvidar que, en 2001 y en un encuentro similar, su maestro, el mariguanero del Rancho San Cristóbal,decidió que el literato argentino se apellidaba
Borgues. Van de la mano, pues.
Twitter: @cafevega
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