En México, durante
largos decenios, las expresiones golpe de Estado, golpismo y dictaduras
militares eran de uso corriente, pero nunca o casi nunca se empleaban en
referencia a la sociedad mexicana. Se utilizaban para referirse a
procesos políticos vigentes, también por décadas, en otras naciones de
América Latina y el Caribe.
Quizá los más célebres matrimonios
entre golpe de Estado y dictadura militar se dieron en Chile, Argentina,
Venezuela, Uruguay, Brasil, Cuba, Guatemala, Honduras y Paraguay. Más
recientemente los golpes de Estado de carácter militar se transformaron
en golpes parlamentarios o golpes judiciales, también llamados golpes
blandos, como en Brasil, contra Dilma, y Paraguay contra Fernando Lugo.
Pero, blando o clásico, el golpe siempre se inició con un coordinado
ataque mediático, nacional e internacional, contra el gobierno que se
pretendía derrocar, a fin de crear las condiciones de desestabilización
que justificaran el golpe.
De esa vieja y conocida historia
negra se están presentando ahora mismo signos en México. Desde la
asunción del régimen popular de López Obrador las expresiones golpe y
golpismo empiezan a usarse y repetirse con preocupante frecuencia. Y los
iniciales signos del fenómeno se encuentran, como siempre, en el
coordinado, feroz y falaz ataque mediático con fines desestabilizadores.
Y últimamente han aparecido nuevas señales de golpismo: importantes
cuadros militares del viejo régimen ya han expresado pública y
solemnemente sus inconformidades con el rumbo económico y social que
lleva el nuevo gobierno. ¿Señales aisladas o sólo la punta del iceberg?
Tan claro fue el mensaje golpista, que éste obligó al Presidente de
la república y al secretario de la Defensa a ocuparse del asunto, a
condenarlo categóricamente y a cerrar filas en defensa de la
institucionalidad democrática.
Como lo demuestra sobradamente
el muy actual caso boliviano, ante la imposibilidad de llegar o
retornar al poder por vía electoral, la derecha siempre tiene en mente
el recurso golpista.
Y si bien, como dice López Obrador, por
ahora no hay condiciones para el golpismo, éstas se pueden ir fabricando
mediante el expediente de la campaña mediática desestabilizadora, como
la que desde hace un año y cada día más se hace presente en México.
Contra la calumnia y la desinformación mediáticas el arma más
efectiva es la información veraz. Pero no debe descuidarse el flanco del
golpismo duro. El caso boliviano nos lo está recordando a gritos.
Blog del autor: www.economiaypoliticahoy. wordpress.com
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