Los intereses
imperialistas de los Estados Unidos vuelven a poner énfasis en el
territorio mexicano, las declaraciones del presidente Donald Trump,
catalogando a los grupos narcotraficantes como terroristas, es la
fórmula del pretexto para perfilar la injerencia abierta, dar supuesta
mano de ayuda para combatir la delincuencia con asesoría militar y de
inteligencia, o, en el caso más cínico, preparar la invasión escondida
de preocupación (cuando es su país el primer impulsor, comerciante y
consumidor de droga en el mundo), sólo son distorsiones de la misma
figura, el deseo imperialista está puesto en apoderarse de toda la
materia prima, los recursos naturales y la fuerza de trabajo de América
Latina, una reedición cada vez más pública de la vieja doctrina Monroe,
los hechos recientes dan muestra, el golpe de Estado en Bolivia
posibilita el saqueo de la nación con el mayor yacimiento de litio, los
intentos desesperados por derrocar al gobierno de Nicolás Maduro en la
República Bolivariana de Venezuela para hacerse del petróleo, la
gerencia de los gobiernos neofascistas como el de Brasil, que le permite
controlar la Amazonia, destruirla a su antojo y posteriormente
desarrollar industrias bajo su control, así como, la avanzada
ultraconservadora, contrarrevolucionaria y las contrarreformas
económicas y sociales dictadas por el Fondo Monetario Internacional
(FMI) con la descarada aprobación de la Organización de los Estados
Americanos (OEA), son parte del verdadero plan de dominación mundial
dictado desde Washington.
Las palabras cínicas de Trump son una
amenaza para la soberanía y autodeterminación de México, no es una
exageración calificarlas así, es simplemente el conocimiento de la
histórica y el reconocimiento del momento geopolítico que vive América
toda, la apuesta imperialista por extender su dominación, profundizarla
en países que ya están bajo su mando y, la intensión de una nueva
imposición en naciones que históricamente han resistido a sus deseos
neocolonialistas como Cuba y en décadas recientes Venezuela, no son para
nada un juego de palabras, los hechos son claros y contundentes, el
reacomodo de la piezas en el tablero de la política regional está en
marcha, el golpe en Bolivia de consumarse en totalidad, garantiza una
posición de avance para el neofascismo, que ya ha alcanzado victorias,
pero necesita establecer bases firmes para ejecutar el plan
imperialista. Venezuela ha resultado ser una verdadera pesadilla en los
últimos años para el imperialismo por su proyecto bolivariano de unidad e
integración latinoamericana, quien crea aún a pesar de las evidencias
lo dicho, tendría que repensar detenidamente las cosas dos veces, pues
si bien la ultraderecha avanzó en los años recientes con victorias
electorales y golpes parlamentarios, el panorama se les va revirtiendo
con el triunfo en Argentina y el gobierno mexicano actual.
Es
justamente lo último lo que acelera y agudiza las acciones del
imperialismo, desde su triunfo electoral y asunción al poder, Andrés
Manuel López Obrador, ha dado giros importantes en materia de política
exterior, aun considerando la sumamente compleja situación generada por
los miles de inmigrantes mexicanos radicados en Estados Unidos o los que
intentan todos los días cruzas la frontera de una u otra forma,
situación que se agudiza con el rechazo de Trump a los inmigrantes
centroamericanos que terminan quedando en una especie de trampa en
México, estos giros referidos han tendido la mano a los pueblos y
gobiernos latinoamericanos, algo que frente a la mirada simple parecería
algo menor, mas en realidad es el reposicionamiento en la escena global
de México, son actos que confrontan los deseos imperialistas de manera
directa, como ejemplo puntal, el asilo a Evo Morales, un presidente
depuesto por un golpe de Estado orquestado por Estados Unidos, la
búsqueda de Evo hasta Bolivia y la negación de los países sometidos al
interés estadounidense para que se pudiera usar el espacio aéreo de sus
naciones en el traslado a tierras mexicanas, deja muy pero muy claro, a
quien sirven y sobre todo, contra que intereses ha actuado el gobierno
mexicano, el replanteamiento de la relación entre naciones, es un punto
sumamente importante, y es que si bien es cierto que la económica
mexicana esta íntimamente relacionada e incluso condicionada-dependiente
aún por la injerencia estadounidense, también es verdad, que la nueva
política internacional, la defensa de la soberanía como un principio
absoluto y el establecimiento de relaciones económicas-políticas con
países a los que los gobiernos anteriores de México se oponían siguiendo
el guion imperialista, da lugar al malestar neofascista al interior de
la patria de Juárez y a la búsqueda de estos proinjerencistas de escusas
para preparar el campo y la opinión de la sociedad a favor de sus
deseos y sueños neocoloniales.
Los sectores ultraconservadores
avivan su rencor y odio al avance de la nueva política internacional
mexicana y pretenden general las condiciones para una intervención, un
golpe de Estado o la situación que les posibilite asumir el control
perdido del país, la agresión y amenaza imperialista en palabras de
Donald Trump al hablar de grupos terroristas en México, es en suma, el
aviso y propaganda del deseo de someter a nuestra patria al poder y
control estadounidense y neofascista. La guerra imperialista contra la
humanidad que ha puesto énfasis en Latinoamérica, hace hincapié en
México, ahora que el propio imperio se derrumba en su interior por sus
contradicciones autogeneradas y por la resistencia de los pueblos en el
mundo. Que quede muy claro, pero muy claro, ante las amenazas
imperialistas y agresiones neofascistas el pueblo de México sabrá
defender su soberanía y su autodeterminación tal y como lo hacen hoy las
naciones hermanas de Nuestra América.
¡No a la injerencia imperialista-neofascista en México!
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
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