2/01/2020

Exhiben manta contra la violencia de género en Zócalo

Tras un ritual de activación y un breve pronunciamiento por parte de Bernstorff, las asistentes pusieron manos a la obra para unir, con hilo y aguja, cientos de retazos de tela que, en lo individual, llevan experiencias personales de mujeres que luchan contra, o han sido víctimas de la violencia de género, y que en conjunto, llevan un mensaje colectivo importante: “el arte tiene la capacidad de sanar a la gente”.
CIMACFoto: Lucía Moguel Osorio
En entrevista con Cimacnoticias, Bernstorff aseguró que ver el trabajo de tanto tiempo instalado en un lugar tan emblemático como el Zócalo y que cientos de personas pudieran verlo, la hace sentir orgullosa tanto de ella misma como de todas las mujeres que participaron. “Estoy orgullosa por ellas, por mí misma, de que logramos tanto sin nada, no pedimos apoyo de nadie más que de Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), lo logramos entre todas, y eso es lo importante porque no somos parte de un partido o de un grupo, somos mujeres solas para nosotras”.
Entre pequeñas carpas en donde se ofrecía atención psicológica, asesoría legal, conversatorios, y espacios de sanación, mujeres, hombres, niñas y niños se detenían a observar los retazos de tela que yacían en el cemento para encontrarse con una gran diversidad de mensajes.
CIMACFoto: Lucía Moguel Osorio
En la manta se podía observar y sentir la violencia, la desesperación de mujeres que buscan a sus hermanas, amigas, hijas o parejas y la nostalgia de las que recuerdan a aquellas que no pueden regresar; pero también se siente la fuerza de aquellas que quieren ser el “grito de las que ya no están”, la esperanza al observar mensajes de amor y sanación de aquellas que afirman que “las mujeres y niñas merecemos respeto, nuestro útero es el centro del universo y nuestra sangre la nutrición de la vida” y de exigencia al alto a la violencia contra las mujeres al leer el “ni una más”.
CIMACFoto: Lucía Moguel Osorio
Los mensajes y sentimientos son tan diversos como las experiencias de cada una de las mujeres que participaron en el proyecto. Tessa Brisac, quien tiene una trayectoria larga en la lucha contra la violencia de género que inició cuando se dio a conocer el feminicidio en Ciudad Juárez, Chihuahua, aseguró que en ese entonces “se hicieron marchas y protestas, libros, películas, pero parece que la gente no quiere ver o no puede ver qué es lo que pasa con los hombres en general. Yo tengo ya más de 60 años y sigo sin entender cómo le hacen los hombres para no ver; creo que de todas mis conocidas hay una que no ha sido violada, ¡una!. Mi hija, mis sobrinas, mi nieta, todas sus amigas, han sido violadas una vez o más de una manera terrible, violenta, desesperante”.
Aseguró que haber sido parte de la manta le deja una experiencia gratificante porque las manifestaciones a través del arte son una forma “muy bella de estar juntas, muy creativa y que da esperanza; tenemos que estar juntas de una manera que nos consuele porque el dolor es demasiado, yo ya no puedo estar viendo noticias de feminicidios o desapariciones y reproducirlas, ya no puedo más, ya no tengo fuerzas; entonces ésta es una forma muy bonita de estar, yo estoy maravillada”.
Una parte importante del proyecto es la intergeneracionalidad, las mujeres participantes son abuelas, madres, hijas o estudiantes que compartieron sus experiencias y reflexionaron juntas. Icel, una joven ilustradora, asegura que su experiencia ha sido motivadora y que es importante retomar técnicas como el bordado ya que tiene “una historia ancestral que también resignifica muchas cosas y me pregunto: ¿de dónde aprendí eso?, pues de mi abuela. Los remiendos y las emergencias que se hacían para salvar una prenda ante la necesidad. Pienso que hacer conciencia sobre no gastar en algo nuevo y reutilizar nuestras cosas también es algo muy valioso de este proyecto”.
Icel decidió rescatar un retazo de mezclilla para plasmar un poema que dice “que las mujeres convertimos el dolor en amor y rebeldía” desde su saber e interpretarlo con dos mujeres “libres, expandiendo los brazos con cantos y palabras, rodeadas de maicitos y flores.
CIMACFoto: Lucía Moguel Osorio
“Creo que es relevante tomar los espacios públicos y hacer evidente lo que nos aqueja, tenemos muchas denuncias y creo que hacerlo en esta forma nos lleva a la reflexión de cómo vivimos las violencias; cada una en su círculo cercano generando pláticas, abrazos, lágrimas; ha sido una experiencia bonita esto de compartir”.

“Las hormigas bordadoras, la raíz de la manta”

El municipio de San Francisco Tanivet se encuentra en el estado de Oaxaca, ahí, Marietta Bernstorff inició un proyecto con mujeres de la comunidad en el que tomaban clases de bordado para vender sus creaciones en el extranjero y así reactivar la economía familiar.
“A mí, las que me cambiaron la vida, fueron las hormigas bordadoras porque me enseñaron que, con un poco que les das, un poco de educación e información, ellas toman eso, lo entienden, lo agarran y cambian su vida. Sus hijos son migrantes, pero a través de su arte, estas mujeres han obtenido su visa y fueron a ver a sus hijos a Estados Unidos; cambiaron toda su vida y eso es importante”.
Con más de 30 años trabajando en proyectos sociales, Marietta le apuesta a que el cambio tiene que venir tanto de hombres como de mujeres. “Cada mujer y cada hombre debe decirle a su hijo o hija que no somos nadie cuando nacemos pero podemos hacer todo. Aquí vamos caminando juntos o no podemos caminar, entonces debemos respetarnos como seres vivos, no como géneros, somos una parte de la madre tierra y tenemos que respetarnos como eso”.
CIMACFoto: Lucía Moguel Osorio
La migración es un tema eje dentro del trabajo de Bernstorff por lo que el camino de la manta está fuertemente ligado al tema y su siguiente parada es en la frontera norte; en Tijuana trabajarán con universidades y migrantes “porque todas estamos ofendidas con lo que ha hecho Estados Unidos con niños, niñas y mujeres, no es posible su esclavitud, tenemos que acabar con eso”.
Después, la manta cruzará la frontera y llegará a ciudades como San Diego, Los Ángeles, San Francisco con el fin de ayudar a mujeres indígenas que residen en Estados Unidos y que “están en la misma situación que nosotras, tenemos que juntarnos y ayudarnos entre todas”.


Ciudad de México

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