José Cueli
Sí, cada vez es más
frecuente el conflicto entre grupos con diferentes niveles de
simbolización; ex braceros, seguridad; campesinos, autoridades;
delincuentes, policías; ciudadanos, gobierno.
En realidad, se tiene la impresión de estar girando siempre en torno
de una ausencia, sin llegar a definiciones. ¿Y cómo generar un
estado de derechoen un México desigual, económica, cultural y simbólicamente?
Dice la Rayuela de este miércoles 22:
No sean montoneros. Vayan de uno en uno. Son los emporios farmacéuticos, refresqueros y algunos mediáticos. Todos contra López-Gatell. Al mismo tiempo se consumió la elección de los cuatro consejeros del Instituto Nacional Electoral que parece retrasar la democracia en el país.
Es lugar común decir: hay que dialogar; sí, hay que dialogar, pero
para dialogar hay que estar mínimamente de acuerdo, decía Antonio
Machado. Ante la incomunicación entre civilizados y primitivos,
centralistas y marginales. Más, el diálogo no pasa solamente por el
aprendizaje de una cierta apertura al objeto de la búsqueda y el otro:
la presencia del espíritu, de la que habla Platón. Porque se ocurre
pensar que unos y otros tienen un sentido de abstracción que no se
corresponde.
Basta con pasar de una lengua a otra para ver cómo no se realiza de
la misma manera en ambas, la captación y codificación de la realidad.
Basta observar a un niño en un ambiente lingüístico determinado para ver
sus intentos por adherirse al mundo conceptual de dicho ambiente. Ver
cómo este mundo lo admite y es, al mismo tiempo, inteligible para él.
Todo pensamiento es generalizador y simbólico, y por ese motivo se
fundan las palabras del lenguaje. Pero el sistema particular de
abstracción proporcionado por un ambiente lingüístico determinado exige
una cierta adaptación del pensamiento a sus normas, y decir que el
marginalno tiene el sentido de abstracción, porque no tiene el mismo sistema de abstracción que el civilizado, es generar la incomunicación.
Si el marginal no tiene algo que nosotros los
civilizadoshemos adquirido, tendríamos que preguntarnos si al haber conseguido un nivel del pensamiento discursivo y abstracto, no hemos perdido uno de percepción más intuitiva de la realidad y cierta sensibilidad respecto de ella.
Se pierde el contacto casi carnal con la naturaleza y con el
otroque nuestra civilización ha borrado, disecado y hecho imposible. El pensamiento del mundo moderno –bombas sobre marginales a explotar–, la misma relación sexual, son vínculos en los que desaparece la vida.
Hacemos el amor con fantasmas y con fantasmas nos destruimos.
Nadie puede ser uno mismo, si el interlocutor no le deja espacio
necesario para serlo. Se ve claro que el civilizado citadino no deja
este espacio, ni al niño que ya no quiere ser, ni al marginal que
considera como primitivo y a quien
intenta enseñar todo.
Pero nosotros los civilizados que hemos llegado a ser, ¿a quién
dirigimos una frase plena? Navegamos entre prejuicios, chismes, chistes,
lavaderos, presupuesto, triquiñuelas, y chocamos contra obstáculos
escondidos en la sombra: los marginales, ¿dos terceras partes de la
población mexicana?
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