12/14/2024

En memoria de Yolanda López, la chicana que reinterpretó la figura de la virgen

Escrito por Arantza Díaz 

Nacida en San Diego, California, Yolanda López, tomó su maleta al terminar la secundaria y se mudó del otro lado del estado acompañada de su tío y su pareja con el objetivo de escapar del tradicionalismo de su hogar. López, siendo joven y con un agudo sentido por la revolución, empezó su activismo por las comunidades migrantes y afros en la comunidad donde radicaba, incluso, formó parte clave del Comité Coordinador Estudiantil No Violento y al Frente de Liberación del Tercer Mundo.

En sus intentos por incidir a su manera, Yolanda, quien se encontraba en sus 20s, comenzó a dibujar sus primeros carteles donde dibujaba a hombres migrantes siendo oprimidos por barrotes; la característica principal era siempre dibujar alguna sátira de la cultura estadounidense o agregar algunos de los colores de la bandera de franjas y estrellas.

Destacándose, por ejemplo, su cartel titulado «¿Quién es el extranjero ilegal, peregrino?», donde un hombre con brazaletes y un adorno prehispánico apunta con el dedo al espectador y con la otra mano, estruja papeles de inmigración; una mofa al tío Sam y a la supremacía blanca – inglesa de apropiarse de una tierra de origen indígena.

Yolanda López siempre defendió la idea de que el arte tenía que ser una expresión de justicia propia, pero también, de ira. Y si existe algo que pueda encasillar a López, es precisamente, la ira; la rabia de denunciar el racismo, la violencia contra el pueblo migrante y finalmente, el poder de encontrar figuras para resistir, en este caso, la virgen de Guadalupe, quien fue su musa y refugio.

La virgen que hizo enojar a un país


Antes del escándalo suscitado contra Fabián Cháirez por profanar la figura de Emiliano Zapata en aquella pintura titulada «La Revolución» donde lo muestra feminizado y en tacones -misma que produjo la molestia colectiva de la sociedad mexicana-, hubo otro linchamiento mediático que llevó, incluso, a amenazas terroristas a causa de una obra firmada por la rebelde Yolanda López.

En 1978 pintó el tríptico de la virgen de Guadalupe; 3 pinturas que reinterpretaban a la virgen y que tenían por objetivo plasmar a las tres mujeres más importantes en su vida: Su abuela, su madre y por supuesto, ella misma.

En la primera obra, Yolanda realizó un autorretrato donde ella es la propia virgen, está dejando atrás el velo y debajo, tiene puesto un vestido más corto que, por la posición de corredora, revela sus piernas, pantorrillas y muslos. Mira de frente, está sonriendo y a sus pies, pisotea a un ángel que, en sus alas, tiene los colores de la bandera de los Estados Unidos.

La propia Yolanda López llegó a explicar en entrevistas que ese ángel con un rostro español no está sosteniendo su manto, sino más bien, está tapando el camino de la virgen: «Más bien, tiene una mano en su vestido y la otra en el manto. ¡Es como si estuviera impidiendo que se vaya! La gente ha vivido con esta imagen pero realmente no la han observado.»

En medio del tríptico está su madre; madre costurera, migrante y trabajadora. Está enmendando su velo virginal con una máquina de coser mientras un ángel la mira desde abajo. Finalmente, está su abuela sentada sobre el velo, mira al frente y a sus manos, estruja una serpiente.

Una de las obras más controvertidas en la historia artística de López es aquella donde se muestra a una virgen en tacones mostrando las pantorrillas y que terminaría representando un estallido para la población mexicana luego de que se convirtiera en la portada de la revista Fem; resultaba inconcebible que alguien se atreviera a utilizar de forma, presuntamente, blasfema la imagen de la virgen de Guadalupe.

Fuente: IMER


Los Ángeles Times, recuperan en una serie de entrevistas la manera en que la sede de la revista Fem se vio atravesada por una amenaza de bomba y la población mexicana, enfurecida, exigía que se respetara un icono tan sagrado como lo es la virgen. Del otro lado de la frontera, su hijo, también compartió para el medio que, de forma reiterada, dejaban amenazas a Yolanda López por sus obras o se veía en situaciones complejas donde debía defender el arte de su madre.

Pero, ¿que la virgen fuera tomada por López representaba un ápice de su catolicismo? En realidad, como ha referido no era que precisamente estuviera estrechamente relacionada a la religiosidad, pero sí a sus experiencias de vida como mujer chicana y la manera en que sus compañeras de lucha podían verse reflejadas en la virgen; es más complejo que un símbolo religioso.

El arte chicano y una bandera en el rostro de la virgen

En «Etnicidad y género en la serie virgen de Guadalupe de Yolanda López«, Laura Treviño escribe precisamente sobre las circunstancias socio- políticas que dividen a las y los chicanos del pueblo mexicano, pero también, de los angloparlantes; es un sector masivo que ocupa buena parte del territorio californiano y que se mantiene como minoría a pesar de no serlo.

No son bienvenidos entre la población nacida y crecida en México, pero tampoco, entre los estadounidenses. Así, en este limbo de identidad, se retoman los símbolos mexicanos y se produce un sincretismo cultural, una especie de «yo tomo esto y lo apego a mi realidad».

En el análisis se explica que, lejos de extinguir las costumbres, se ensalzan como una especie de reconocimiento del pueblo frente al blanco opresor y así, la etnia chicana traza su propio camino, son las mujeres -madres, abuelas, tías- quienes desempeñan ese papel de transmitir las tradiciones a sus hijas e hijos; son la raíz que les ata con México y quienes alimentan de cultura al pueblo chicano, por eso, Triviño cuestiona, (entonces) ¿por qué las mujeres chicanas no pueden participar del movimiento chicano si no hay nadie mejor que ellas para representar a la cultura chicana dentro del grupo dominador?

Fuente: Alma López, 1999


Las mujeres chicanas están incidiendo de manera poderosa a través de su reinterpretación de la virgen de Guadalupe; la portan con orgullo, la retratan en murales y la transforman en una bandera de representación; no sólo una representación chicana universal, sino una representación construida por y para las mujeres.

Como por ejemplo, las obras de Ester Hernández quien entre los 70s y los 80s del siglo XX, también retrató a la virgen dando una patada karateka y a sus pies, el ángel tiene una expresión de rabia; los dos personajes están luchando por los derechos chicanos.

Incluso, hay chicanas que han ilustrado a la virgen defendiendo los derechos de las mujeres lesbianas. Así, se esboza la manera en que las mujeres -hijas de migrantes- han encontrado en esta imagen un espejo que, no tiene una relación particularmente directa con la fe, sino con la política, los derechos y la ocupación del territorio.

«Como chicanos, no nos representamos a nosotros mismos, en especial las mujeres de todas las edades, estilos y etnias. Hay un intento de crear a la mujer heroica, lo cual es bueno pero ¿qué hacemos? ¿Somos la mujer maravilla? El feminismo me dio un idioma visual y verbal con el cual trabajar. ¡Justicia y libertad!» (Yolanda López).

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