2/22/2011

Indebido proceso; usos y costumbres


José Antonio Crespo

Siento, como muchos, la tentación charra de envolverme en la bandera ante el desafío de Francia por el caso de Florence Cassez. Pero ahora prefiero optar por la defensa de la ley. Sin duda, es una locura inadmisible desvirtuar el sentido del Año de México a favor de Cassez, por lo que su cancelación ante condición tan absurda me parece correcta. También me queda claro que el presidente Sarkozy utiliza este caso con fines políticos, si bien cuando inició esta “cruzada”, su popularidad no era tan baja como ahora. El diferendo derivó en espectáculo circense (con payasos y todo). El Ejecutivo, según el Tratado de Estrasburgo, tiene la facultad de permitir el traslado de un reo para que purgue la pena en su país de origen. Pese al fallo del Tribunal, Felipe Calderón podría decidir el regreso de Cassez a Francia, pero no queremos hacerlo porque ahí podría reducirse la condena o incluso conculcarse del todo (ha ocurrido). Se dice también que la sentencia es firme, por lo que no procede el traslado. Pero eso no es un impedimento para ello, sino un requisito estipulado por el tratado (que debieran leer en la SRE). ¿Para qué tantos falsos pretextos? Mejor decir la verdad: queremos que Cassez cumpla 60 años de condena porque creemos que es culpable de secuestro, así no haya tenido un debido proceso.

Pero de poco nos sirve ser muy machos, mexicanos y patrioteros si no contamos con un Estado de derecho. Yo no confío en la justicia mexicana. Y por eso mismo me parece un error en este debate minimizar la importancia del debido proceso, que en los países jurídicamente civilizados es fundamental para defender los derechos de los acusados y reducir la probabilidad de injusticia. En éste, el país de la impunidad, muchos culpables quedan libres y muchos inocentes pagan condenas inmerecidas. Debiéramos insistir en que el debido proceso se aplique sistemáticamente. Y todos sabemos que en el caso Cassez se alteró la escena con el montaje de uno de nuestros mejores directores melodramáticos, Gerardo García Luna, en la búsqueda de su promoción personal (que fue exitosa, al ser ascendido a secretario de Seguridad Pública, mientras que en una democracia eficaz estaría sujeto a proceso legal). Numerosos comentaristas señalan que los abogados de Cassez no lograron demostrar su inocencia (recordemos que en los países bananeros se es culpable en tanto no se demuestre lo contrario), pero mostraron que había dudas razonables sobre su culpabilidad (lo cual bastaría en un Estado de derecho, aquí inexistente).

Dado que no nos importa demasiado el debido proceso, nuestra defensa frente a Francia no debiera ser jurídica, sino antropológica; la rareza del debido proceso en México es cuestión de “usos y costumbres”. No nos parece relevante ni menos indispensable para declarar la culpabilidad de los acusados (como se muestra con claridad en el filme Presunto culpable, una vergüenza nacional). En todo caso, podemos asegurar a Francia que a Cassez se le dio el mismo trato que a nuestros compatriotas; hubo equidad en su indebido proceso, común a los mexicanos. ¡Somos bananeros... y qué! Si los mexicanos no damos importancia al debido proceso, no nos quejemos por la cantidad de injusticias que se cometen aquí, ni por la cantidad de inocentes que pasan años de cárcel sin merecerlo. Por propio interés, no debiéramos minimizar la importancia del tema, más allá de la indignación generada por la soberbia y oportunismo del presidente galo.

Retorno de Aristegui

La versión de Los Pinos sobre este asunto fue que no había tenido injerencia alguna en el cese de Carmen Aristegui, quien dijo lo contrario. Faltaba la versión de MVS, que al restaurar a Carmen en su espacio confirma su versión, pues la periodista dijo en su comunicado del día 9 que con su restitución “se reconocerá tácitamente la naturaleza real de lo sucedido… que fue una coartada para tomar una decisión que le imponían (Los Pinos)… regresemos al aire y quedará evidenciado”. Carmen dejaba la posibilidad a MVS de decir, sin decirlo expresamente, que sí hubo injerencia de Los Pinos. Si no la hubo, MVS tendría que decirlo, pero no lo ha hecho. El saldo de este desfiguro está claro: Aristegui ganó de todas, todas; MVS queda un tanto raspado y el gobierno de Calderón aparece como autoritario e ineficaz.

cres5501@hotmail.com
Investigador del CIDE

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