Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Aumentaron desde el año 2000 hasta el 2024 los asesinatos y las agresiones a sacerdotes –mal llamados “padres”, como los denominó hace días la presidenta con A–, seminaristas y dirigentes de comunidades religiosas, como también sucede en la sociedad civil, incluidos los niños y víctimas del fuego cruzado, lo que es muy preocupante y evidencia que el tejido social está roto. Tal es la advertencia o denuncia del obispo auxiliar de la Arquidiócesis de la Ciudad de México, Francisco Javier Acero.
En tanto que el semanario Desde la Fe, publicación de la misma arquidiócesis capitalina, consignó que el asesinato del sacerdote Marcelo Pérez en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el pasado 20 de octubre, “es un acto execrable que no debe quedar impune. No queremos ni una muerte más a causa de la violencia”. Difícilmente esta exigencia concitaría el desacuerdo entre católicos y los que profesan otras religiones y que cada vez son más, o ninguna como el redactor y nueve millones de mexicanos más.
Pero el punto medular es qué hace la jerarquía católica por la construcción de la paz, además de exigir y denunciar, por la pacificación del país y por qué ambos pronunciamiento se producen en la víspera de que el gabinete de seguridad de la doctora Claudia Sheinbaum presentara su primer informe sobre tan importante materia en Palacio Nacional, el martes 29. En política nada o casi nada es casual, sino causal.
El mismo obispo auxiliar explicó una iniciativa en internet que “busca renovar el impulso para transmitir la fe, particularmente a las nuevas generaciones, uno de los desafíos de la Iglesia universal”. Y explica que no tiene la finalidad de incrementar la feligresía, sino de que “quienes estemos en la Iglesia estemos unidos para hacer frente al bien común y a la paz”.
El reconocimiento explícito del desafío juvenil, la necesidad de estar unidos para afrontar el bien común y la paz implica que la jerarquía católica –que por lo general vive y profesa desde la opulencia material y con prácticas cotidianas ajenas a los valores que publicitan como el amor al prójimo–, está lejos de cumplir con sus deberes y obligaciones con la sociedad, como el mismo papa Francisco se los planteó con toda franqueza en la Catedral Metropolitana durante su visita a México, en febrero de 2016. Y a partir de entonces toman distancia del “santo padre”, como ellos lo denominan con singular hipocresía.
Está muy bien que el clero subraye las evidentes insuficiencias de la política de seguridad de la Cuarta Transformación, incluso que como panistas o simpatizantes de Acción Nacional remachen que “la política de abrazos y no balazos” de AMLO “no ha funcionado”, pero a renglón seguido como políticos profesionales se curen en salud al subrayar que “hay muy buena disposición del gobierno federal para tener un diálogo con la Iglesia a fin de avanzar en el camino de la paz”. Y lo anterior a pesar de que durante la campaña electoral previa al 2 de junio, varios jerarcas jugaron abiertamente y con argumentos decimonónicos, por la candidatura presidencial del PRIANRD. En Guanajuato fue escandaloso.
Estimo que con unas jerarquías religiosas tan distantes de sus feligresías y de los valores espirituales que los vinculan, y por el contrario tan cercanos a los que todavía se creen y actúan como dueños de México con base en el dinero como su principal dios, el rescate y el predominio de la seguridad pública es una meta más compleja, pero por supuesto que no imposible.
Acuse de recibo
Del columnista y editor Francisco Rodríguez: “El lawfare (o guerra jurídica en español), hace referencia a cuando un actor político poderoso (el Ejecutivo, en este caso) instrumentaliza el sistema de justicia para así poder perseguir, neutralizar y hasta destruir a sus competidores o adversarios políticos. Creo que fue en el siglo XX. ‘Ahí viene el coco’"… Agradecible observación para corregir “Hay viene el coco”, lástima que no la incluyeron en la edición de Indicador Político del día 28: https://indicepolitico.com/
https://forumenlinea.com/ forum@forumenlinea.com Twitter@IbarraAguirreEd
No hay comentarios.:
Publicar un comentario