12/14/2024

Los cautiverios de las mexicanas modelados por el mito guadalupano: Lagarde

Escrito por Wendy Rayón Garay 

.-Ciudad de México.- La Virgen de Guadalupe es una figura respetada y venerada cada 12 de diciembre por cientos de peregrinos de diferentes partes de la república mexicana, ella es dotada de respetos y regalos a lo largo de la conmemoración de sus apariciones y su arquetipo ha moldeado los cautiverios que las mexicanas hemos enfrentado.

Marcela Lagarde, feminista y constructora del concepto «feminicidio» te lo explica.

María o la Virgen de Guadalupe es una figura que se ha posicionado como un ejemplo a seguir para las mujeres y esto se debe a que es un símbolo central en la construcción de la feminidad de las sociedades patriarcales, según mencionó Marcela Lagarde en su libro ‘Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas, presas y locas’.

De esta forma, no solo es una entidad religiosa, sino un arquetipo cultural que encarna las expectativas y normas que el patriarcado le impone a las mujeres, ya que refuerza los ideales de pureza, sumisión, maternidad y sacrificio. 

La pureza y castidad se refleja en la concepción de mujer  “inmaculada”, la cual establece a la castidad como un valor supremo. Su virginidad antes, durante y después del parto refuerza la idea de que el cuerpo femenino debe separarse del deseo sexual y reservarse a la maternidad. Esto crea una dicotomía entre la mujer buena que es pura y aquella mala que es sexual, lo que genera culpa para quienes no cumplen con este mandato. 

Asimismo Marcela Lagarde establece que María es presentada como obediente a la voluntad divina sin cuestionar su destino o luchar por sus derechos, lo que se traduce a un mandato de obediencia a las normas patriarcales que se ha interpretado como una virtud que las mujeres deben replicar, “sacrificándose por los demás y aceptando su lugar de subordinación”. 

Y a este panorama se suma la maternidad de María, ha renunciado a ella por el bienestar de su hijo. Es a través de este modelo que las mujeres se definen a sí mismas, siempre a través de los otros, especialmente los hijos y el esposo, anulando su autonomía o proyectos personales 

Ahora bien, cuando las mujeres no siguen este modelo de vida, se castiga de forma simbólica o materialmente, colocando así a las mujeres que eligen no ser madres, que exploran su sexualidad o eligen la autonomía económica a ser etiquetadas como impropias, egoístas o pecadoras. Al final, este modelo refuerza la idea de que que papel de las mujeres es cumplir la voluntad divina que se reduce al cuidado de la familia antes que sus propias necesidades. 

Mujeres que no se alinean con la figura de María 

Marcela Lagarde menciona que hay múltiples formas de control y opresión en el sistema patriarcal que denomina “cautiverios”. Se trata de símbolos materiales y abarcan restricciones sociales, económicas, culturales y emocionales que limitan la autonomía de las mujeres. 

Asimismo, los cautiverios encapsulan a las mujeres en roles predeterminados: madre-esposa, monja, prostituta, presa y loca. Cada uno con normas específicas que legitiman la opresión y despojan a las mujeres de su libertad.

Para seguir los pasos de María, las mujeres desarrollan el rol de “madre-esposa”, en donde se espera que encuentren su realización en el matrimonio y la maternidad. En esta dinámica, son ellas quienes deben subordinarse ante sus maridos o hijos porque se les enseña que su valor está por su capacidad de cuidar y servir a otros. Además, también las hace dependientes de su autonomía económica. 

Cuando las mujeres no empatan con este papel, entonces son acomodadas en otros como la “monja”, la cual es la renuncia total al deseo y autonomía personal en favor de una causa superior como lo es la religión. Aunque parecen libres de ella maternidad y el matrimonio, en realidad están atrapadas en una forma de subordinación a la iglesia. 

En cuanto al rol de la “prostituta”, es la visión opuesta a la virgen, pero sigue siendo parte del patriarcado, ya que su cuerpo es explotado y reducido a un objeto para el consumo masculino. Aunque parece tener más libertad sexual, en realidad no controla su destino porque su vida está dedicada a la explotación y la violencia. 

Marcel Lagarte también describe a la ”presa“ y a la «loca”. La primera refleja una opresión literal y simbólica por desafiar leyes patriarcales o intentar escapar de los roles impuestos; mientras que la segunda se revela contra normas y son relegadas al aislamiento social y simbólico. 

¿Por qué la Virgen de Guadalupe es más respetada que las mujeres?

Las mujeres no son respetadas como la Virgen María porque esta figura idealizada no es un modelo que represente a las mujeres reales, sino un arquetipo inalcanzable construido culturalmente por el sistema patriarcal. Las mujeres no pueden seguir los pasos de la ella, ya que también se eliminan características humanas como la sexualidad, autonomía e imperfección. 

Esto ha provocado que se divida a las mujeres en dos categorías: las vírgenes que representan pureza, obediencia y castidad contra las mujeres reales, aquellas que no cumplen con el primer estándar. Incluso las que se esfuerzan por alcanzar el modelo de María, no son tratadas con el mismo respeto. Está dicotomía deshumaniza a las mujeres ya que las coloca en constantemente en un juicio donde siempre están fallando.

Aún cuando no existe este respeto, los hombres ven a la Virgen de Guadalupe como un modelo para tratar a las mujeres de su vida cotidiana y las mujeres son despojadas de su humanidad porque al tener que servir y maternar hacia los demás, se elimina la posibilidad de que sean respetadas como sujetos autónomos. 

Sin embargo, aunque veneren a la Virgen de Guadalupe y la consideren un ejemplo a seguir sobre cómo la mujer debe comportarse; se violenta de diferentes formas a aquellas que no cumplen con el estándar y a las que sí lo intentan. A toditas se les considera en la medida de que cumplen con el rol asignado. 

En la sociedad patriarcal, la figura de la Virgen María no se utiliza para valorar o respetar a las mujeres, sino para controlarlas. Este control se ejerce a través de expectativas inalcanzables.  Por lo que, en realidad no hay un respeto verdadero hacia esta entidad, sino que es una herramienta de control.  

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