12/06/2010

Atención en salud mental para víctimas de desastres naturales

Diciembre 5, 2010

Crucial en la recuperación de la población afectada


Los profesionales en el campo de la salud mental son fundamentales para ayudar a personas que han sufrido el impacto de desastres naturales. El interés de la salud mental en esta área no sólo se orienta a comprender las reacciones humanas y molestias somáticas y psiquiátricas de variado orden que se generan, sino que intenta, además, desarrollar programas de intervención con el objetivo de ayudar a las víctimas a través de la participación directa.

Por: Raquel E. Cohen*

Ante estos desastres se puede alertar a la población y establecer una preparación previa a la ocurrencia del fenómeno. La experiencia enseña, sin embargo, que aunque un grueso de la población acepta la evacuación, un cierto número de personas niega la posibilidad del hecho aumentando el riesgo de sus consecuencias. La educación previa es fundamental pues el pánico es alto factor de riesgo.

Horas o días después del desastre los sobrevivientes suelen experimentar diversas manifestaciones, entre las cuales suelen ser comunes: angustia, miedo, y desorientación. Se ha descrito, también, un estado caracterizado por confusión, desorientación en el tiempo, dificultad para tomar decisiones y lentitud del pensamiento; y, otro de “adormecimiento psíquico” con sentimiento de desinterés, pobre respuesta afectiva y sensación de distanciamiento de los demás.

Post-Impacto. Esta fase se mide por meses y se caracteriza por manifestaciones de tristeza, lamentos y depresión. En la medida que el impacto de la realidad en lo referente a las pérdidas sufridas, la necesidad de reconstrucción y de introducir cambios en el estilo de vida emergen, los individuos afectos frecuentemente reaccionan con frustración, cólera y no pocas veces aun con rabia. Todos los signos de duelo se presentan en esta fase.

En general, la mayoría de la población vuelve a sus funciones normales. Un subgrupo de individuos, sin embargo, sea por su personalidad, nivel previo de salud mental u otras variables, muestra dificultad en recuperarse, pudiendo manifestar variada psicopatología.

PROGRAMA DE INTERVENCIÓN

Se diseña sobre la persona y su situación particular frente al desastre. Tiene tres metas: restaurar la capacidad del sujeto, ayudar a las víctimas a reordenar y organizar su nueva realidad, y asistir a los sobrevivientes a lidiar con el programa de emergencia que el Estado instituye. La variable edad debe ser tomada en cuenta pues cada grupo etario tiene sus patrones de reacción.

El rol del profesional de salud mental en equipo interdisciplinario como consultor en situaciones de desastre difiere, en muchos aspectos, del que utiliza en la consulta privada o en el hospital tradicional. Su lugar de operaciones, ya sea una carpa, un cuartel o un colegio, representa un contexto que no le es familiar, donde no sólo debe atender las reacciones de estrés agudo de las víctimas, sino preocuparse por los problemas diarios de sobrevivencia como son: techo, comida, ropa, búsqueda de desaparecidos, entre muchos otros.

Por consiguiente, el consultor debe tener conocimientos de teorías psicosociales, organización comunitaria, trabajo de enlace, educación pública y administración de recursos, así como destreza en administrar consejo psicológico.

PROGRAMA DE EDUCACIÓN

En una situación de desastre se presentan innumerables oportunidades para que el profesional desarrolle actividades de educación. Dos son las áreas más importantes: una dirigida a los individuos que actuarán como trabajadores en la reorganización de la comunidad, y la otra, al público en general.

Los programas que se diseñan para impartir conocimientos sobre las reacciones emocionales y conductuales de las víctimas, deben tomar en consideración que la situación en que se encuentran todos los que habrán de recibir el adiestramiento se caracteriza por una estructura inestable, con escaso tiempo para planear e implantar las acciones y sometidos a cambios continuos de personal, abrumados y fatigados por los continuos cambios de reglamentaciones y normas administrativas.

Por ello, las lecciones y cursillos cortos, precisos, bien definidos y prácticos, suelen ser más efectivos que los extensos, con expectativas de asistencia de muchos trabajadores que, en la realidad, no pueden abandonar sus puestos para asistir a aquellos.

La posibilidad de tener cursos preparatorios como parte de un programa de planificación predesastre podría incorporar muchos más principios pedagógicos, sobre todo si son apoyados por la nueva tecnología de videograbaciones o computadoras interactivas.

También es posible desarrollar cursos en los que los métodos de intervención son diseñados paso a paso y ensayados como parte del programa usado para preparar, al mismo tiempo, a todas las instituciones de ayuda en un ejercicio simulado de desastre. Es factible educar y adiestrar trabajadores que están en plena faena de ayudar a las víctimas, si se cuenta con personal que tenga habilidades educacionales y experiencia en catástrofes.

INTERVENCIÓN EN CRISIS

El método utilizado para ayudar a las víctimas de un desastre a lograr su recuperación es conocido como técnica de intervención en crisis. Se la define como aquella útil para:

a) Restablecer la capacidad del individuo para afrontar las situaciones de estrés en las que se encuentra.

b) Proveer asistencia a estos individuos para reordenar y reorganizar su mundo social destruido.

Las reacciones de crisis que ocurren después del impacto del desastre están relacionadas con las siguientes variables: edad, sexo, grupo étnico, nivel socio-económico, estructura de la personalidad y estado de salud psicológica, mecanismos habituales de defensa, intensidad de los múltiples estresores que aparecen después del impacto, disponibilidad y educación de las redes de apoyo social, extensión del significado de las pérdidas personales experimentadas, recursos de ayuda de emergencia disponibles.

Para poder efectuar un esfuerzo efectivo de asistencia, todos los profesionales de salud mental que van a participar en el programa interdisciplinario de ayuda deben compartir un esquema de cómo ubicarse en el esfuerzo, cuáles serán los métodos a utilizar y cuál la filosofía profesional que habrá de guiarlos. Si el equipo de salud mental no tiene conceptos y objetivos claros, la posibilidad de crear confusión y cometer errores en la solución de problemas aumentará.

CONSECUENCIAS Y PRONÓSTICO

El quebrantamiento de las relaciones personales y las pérdidas vitales que se producen como consecuencia del desastre, en el que no raramente desaparecen gran parte de o toda la comunidad, el cambio de vivienda (transitoria o permanente) y muchos otros factores, producen variadas expresiones emocionales, cognoscitivas y conductuales.

El rol y la función del trabajador de salud mental son los de ayudar, guiar y restablecer la capacidad de la víctima a través de estas fases. Algunos estudios estadísticos vienen señalando, inicialmente, que el 70% de la población afectada se recupera y alcanza su nivel de adaptación y funcionamiento pre-desastre.

El otro 30% presenta diferentes niveles de desadaptación patológica que puede durar de meses a muchos años. Algunos sufrirán toda su vida de problemas desencadenados por los acontecimientos desarrollados subsecuentemente al desastre.

Los dos grupos de edad más afectados suelen ser los niños y los ancianos, constituyendo, así, grupos de alto riesgo, pues suelen tener más dificultades para adaptarse a situaciones inestables o caóticas. El niño, por la fuerte dependencia familiar para mantener su equilibrio psicofisiológico, y el anciano, por la dependencia de sus redes sociales de apoyo establecidas con anterioridad.

* La Dra. Raquel Eidelman Cohen es una reconocida experta internacional, incluyendo Centro y Sur America, en el campo profesional de asistencia y ayuda a sobrevivientes de desastres. El material que hoy publicamos fue editado, resumido y adaptado para su publicación en PDM.



Edición digitalizada Diario de los Andes

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