José Antonio Rojas Nieto
Ingresemos al análisis del precio de las gasolinas. Así sea en
temor y temblor, como diría San Pablo, dada la complejidad y la explosividad del caso. Y es que el asunto puede ser considerado extremadamente delicado. Económica, social y políticamente. Pero también puede resultar extremadamente simple. Ingresar al debate sobre la determinación del precio de las gasolinas (el diésel y, en general todos los petrolíferos) y, más aún, sobre sus efectos en la población y en el medio ambiente, nos lleva a sentir –justamente– ese temor y ese temblor. Debatir, por ejemplo, el concepto de costo utilizado por el gobierno para explicar los incrementos de enero, nos lleva a un terreno muy complejo. ¿Por qué? Porque en realidad, no se utiliza el costo de producción sino el costo de oportunidad. Y aquí –como en casi todos los ámbitos de las explicaciones económicas– hay grandes mentiras y grandes imprecisiones. Las que, por cierto, son usadas para ocultar movimientos especulativos y comportamientos parasitarios. ¡Sin duda!
Por eso con temor y temblor, pero con un ánimo de profundizar una
discusión sobrepolitizada, ingresemos al debate. Artículos de calidad,
como el presentado recientemente en La Jornada del investigador de la UAM Roberto Gutiérrez (http://observatorio.azc.uam.mx/mod_macro.php)
abonan en el esclarecimiento de las mentiras y las verdades –si las
hay– del discurso oficial. Y proporcionan elementos para repensar las
opiniones colectivas sobre este asunto de delicadeza extrema. También
mesas de discusión como la de
A fondo, bajo la conducción de Eduardo Torreblanca Jacques (https://www.youtube.com/watch?v=Qqc6T1uSv1E) con especialistas y analistas del Observatorio Ciudadano de Energía (http://energia.org.mx/), de El Financiero y de México Evalúa sobre el mito del
fin de la gallina de los huevos de oro(en clara referencia a los superficiales comentarios presidenciales sobre Cantarell), ayudan a pensar y repensar el asunto. ¡Y qué decir sobre múltiples comentarios periodísticos de aspectos tan importantes como el efecto del tipo de cambio en los niveles específicos del precio! O sobre no menos de dos o tres decenas de artículos recientes de especialistas internacionales sobre esta problemática, reconocida como tal a nivel mundial. Sí, entre otras cosas por el vínculo de los impuestos a gasolinas y combustibles para atender –así sea mínimamente– la compleja problemática derivada del cambio climático. Y porque unos u otros precios, respaldan o no los compromisos internacionales de abatimiento de emisiones de CO2, que exigen atemperar de alguna forma los niveles de consumo (https://www.oxfordenergy.org/wpcms/ wp-content/uploads/2015/01/WPM-57.pdf, a manera de ejemplo.
Así, conceptos como el mencionado de costo de oportunidad exigen ser
retomados para analizar y tener una opinión fundad respecto a –por
ejemplo– la razonable duda respecto a si el crudo que ingresa a las
refinerías mexicanas debe o no ser facturado a costos de producción (los
de Pemex Exploración y Explotación). Se trata, por cierto, de costos
menores al que se le reconoce a este mismo crudo cuando se exporta a
América, Europa o Lejano Oriente. O si, alternativamente, debiera darse a
las refinerías internas a dicho precio internacional, como en los
hechos se hace desde 1992. Bueno. Lo cierto es que en uno y otro caso es
preciso agregar los costos –de nuevo internos o de oportunidad– de la
refinación. Y con ello determinar el precio productor de las gasolinas.
No el precio público. Sin embargo, en este caso, dada la creciente
importación de gasolinas (promedio de 505 mil en 2016 contra, por
ejemplo, un promedio de 359 mil barriles diarios en 2013), pudiera
resultar irrelevante la pregunta respecto del procedimiento de
determinación del precio productor, pues los agregados de la cotización
de importación y de los costos vinculados a la importación,
implícitamente determinarían un
pisopara establecer el precio productor interno.
En 2016 este
pisoestaría compuesto, en primer término, por 65 dólares por barril en promedio para la gasolina importada. Se añadiría un componente que recoge ajustes de calidad, pues los referentes de las gasolinas son diferentes. Gasolina sin plomo de menos de 92 octanos de la costa del Golfo de México en Estados Unidos para la Magna. Y gasolina sin plomo de más de 92 octanos para la Premium. Y otro componente determinado por los costos de logística y transporte. Si simplificamos un poco pudiéramos considerar que este agregado es de cinco dólares. Y así, el precio productor
pisodel barril de gasolina importada se ubicaría en 70 dólares por barril. Pareciera ser, por esto mismo, que éste sería el costo alternativo a pagar a la refinación interna. Es un punto a debate, sin duda. Y al tipo de cambio
Liquidaciónde 18.66 como promedio del año, este precio
pisode la gasolina antes de impuestos sería de 8.21 pesos por litro. Un poco menos para la Magna y un poco más para la Premium, al considerar las diferencias de calidad. La comparación de estos precios
pisocon los promedio simple de la Magna y la Premium (13.52 y 14.35 pesos por litro, respectivamente), muestra que luego de descontar el IVA (en el que, por cierto, es preciso recordar que hay un impuesto que va a estados y municipios) llegaríamos a impuestos diferentes al IVA del orden de tres pesos por litro. Si sumamos estos al IVA, los impuestos vinculados a las gasolinas Magna y Premium en 2016 sumarían cerca de cinco pesos por litro. Lo que equivale a participaciones no menores a 35 por ciento en el precio final.
En Estados Unidos, por cierto, en 2016 fueron ligeramente superiores a
21 por ciento. Ya en términos de barril se trataría de impuestos
equivalentes a 795 pesos. Y dado el consumo diario de 823 mil barriles,
sumaría un ingreso anual de 240 mil millones de pesos, monto que –a
decir del gobierno– no debiera ser afectado. Solamente del llamado
impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) se debieron haber
reunido poco más de 150 mil millones de pesos en 2016. A ello hay que
sumar el IEPS de otros combustibles como el diésel. Pero esto y su peso
relativo en el total podremos verlos muy pronto. Asimismo el precio que
resultaría de pagar el crudo al costo interno de producción. Y algunas
de las consecuencias de esa medida. El asunto no es fácil. Sin duda.
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