10/19/2024

Guardianas de la naturaleza: las mujeres rurales

Gabriela Rodríguez*

El 15 de octubre se celebró el Día de las Mujeres Rurales. Es un gran día, porque, tal como señala la Organizacioón de Naciones Unidas, ellas son quienes aseguran la mitad del sustento alimentario del planeta, y al conformar una cuarta parte de la población mundial son las guardianas de la naturaleza, quienes custodian el ambiente y la biodiversidad. Por su conocimiento ancestral y sus capacidades como agricultoras, comerciantes o activistas, muchas lideran iniciativas con el propósito de hacer frente al cambio climático y adaptarse a él, para concientizar y practicar una agricultura sostenible, y cambiar el uso de semillas resistentes a la sequía, o crear iniciativas de reforestación y recuperación, entre otras actividades.

Sin embargo, está documentado que el cambio climático tiene un impacto más acentuado en las mujeres, sobre todo en las indígenas y campesinas, cuya condición de dependencia y precarias condiciones de vida las expone en mayor grado a los cambios del clima, la pérdida de diversidad y la contaminación.

En México hay actualmente 11 millones 23 mil mujeres que residen en municipios rurales, conforman 16.3 por ciento de la población, viven principalmente en Chiapas (1.7 millones), Veracruz (1.4 millones) y Oaxaca (1 millón); por el proceso de urbanización, ellas tendrán menor proporción en el futuro; se estima que para 2040 conformarán 15.3 por ciento del total de la población mexicana ( Proyecciones de Población para 2020-2070, Conapo). Ochenta por ciento de las mujeres rurales son indígenas por autoadscripción en 481 municipios, de los 2 mil 469 que hay en el país, la mayoría de las mujeres rurales indígenas están en Oaxaca, Guerrero y Chiapas (Censo de Población y Vivienda 2020).

Tal como ocurre con toda la población mexicana, la rural ya está en proceso de envejecimiento: de ser 1.4 millones de mujeres rurales de 60 años y más en 2024 (397 mil, entre 60 y 64 años), pasarán de ser 2.4 millones en 2040; de ser 3.8 millones de mujeres rurales adultas de 30 a 59 años, llegarán a 4 millones en 2040; hay 2.7 millones de adolescentes rurales de 15 a 19 años, que serán 2.6 dentro de 15 años; y los 3.1 millones de niñas rurales de cero a 14 años de hoy, se reducirán para ser 2.6 millones en 2040 (Proyecciones, op. cit.).

Una gran proporción de mujeres rurales no están ocupadas. Sólo 35 por ciento de ellas es población económicamente activa, con trabajo remunerado: 38 por ciento trabajan en servicios, 26 por ciento en comercio, en industrias manufacturas 18 por ciento y en la agricultura, ganadería, aprovechamiento forestal, pesca y caza 15 por ciento (estimaciones del Conapo con base en Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, segundo trimestre, 2024).

Las mexicanas presentan un descenso sostenido en las tasas de fecundidad. Tienen actualmente 1.6 hijos por mujer (media nacional), las mujeres rurales tienen 2.2 hijos en promedio, aunque estas últimas se hacen madres a edades más tempranas. La tasa de fecundidad de las adolescentes rurales (de 15 a 19 años) es de 75 nacimientos por cada mil de ellas; afortunadamente descendió 20 por ciento en los últimos cinco años, que era de 95 por cada mil; en las adolescentes urbanas el descenso fue de 30 por ciento en estos años, la tasa es de 42.2 nacimientos por cada mil. Se trata de avances que podemos atribuir a la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo de Adolescentes, la cual articula a más de 30 instituciones gubernamentales, de la academia y organizaciones de la sociedad civil, aterrizada las actividades en 32 grupos estatales y en 260 grupos municipales que se han enfocado en esta estrategia; la cual es coordinada por el Conapo y el Instituto Nacional de las Mujeres (estimaciones de la SG-Conapo con base en la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, 2023).

Fortalecer la autonomía de las mujeres rurales es fundamental para superar el hambre, la pobreza y la acción climática, evitar que se conviertan en madres en la segunda década de vida contribuye a su movilidad social. Es prioridad reivindicar su participación en la toma de decisiones dentro de sus comunidades, para que puedan contar con las mismas oportunidades que los hombres de estas comunidades rurales. Su participación es crucial para identificar riesgos y proteger a sus familias y comunidades, y para mejorar las condiciones de vida de la generación actual y de las futuras.

Este Día Internacional de las Mujeres Rurales es ocasión para cambiar el paradigma. La ONU propone como lema Mujeres rurales como sostenedoras de la naturaleza para nuestro futuro colectivo: construir resiliencia climática, conservar la biodiversidad y cuidar la tierra para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas.

* Secretaria general del Conapo

X: Gabrielarodr108

Hoy, un día para reconocer a mujeres rurales por su papel en la nutrición y conservación de la biodiversidad

Estos aspectos, de acuerdo con ONU Mujeres, son vitales para proteger y asegurar el futuro común, de ahí la relevancia de la participación de las mujeres rurales. No obstante, actualmente ellas forman parte de las mujeres que viven mayores condiciones de vulnerabilidad -pese a ser parte de la cuarta parte de la población mundial- por su labor como guardianas de los procesos sociales primarios, como la alimentación. 

Son ellas las que aseguran el sustento alimenticio planetario y las que custodian el medio ambiente y la biodiversidad. 

En México, de acuerdo con información de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022 (ENIGH), el 24.4 por ciento de las mujeres viven en localidades rurales, lo que equivale a cerca de 16.3 millones de mujeres. 

Los estados con la mayor proporción de mujeres en localidades rurales son Oaxaca (53.8 por ciento), Chiapas (52.6 por ciento) e Hidalgo (47.8 por ciento). En el otro extremo, la Ciudad de México, Nuevo León y Coahuila son las entidades con la menor proporción (0.6 por ciento, 7.7 por ciento y 9.2 por ciento, respectivamente).

Por ello, este año, la ONU mujeres invita a todas las personas a reconocer sus contribuciones en la construcción de la resiliencia climática, la conservación de la biodiversidad y el cuidado de la tierra.

El Consejo Nacional de Población basado en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022 (ENIGH) estima que :

  • La población femenina es más joven en las localidades rurales que en las urbanas: la mitad de las mujeres rurales tenían menos de 29 años, mientras que la mitad de las mujeres urbanas tenían menos de 33 años.
  • Los asentamientos rurales se caracterizan por una mayor presencia de población indígena. Cuatro de cada diez mujeres rurales de tres años y más (43.7 por ciento) se autoadscribían como indígenas en comparación con el 22.5 por ciento de las mujeres urbanas. En zonas rurales, el 15.3 por ciento de las mujeres de tres años y más hablaban alguna lengua indígena y 3.4 por ciento comprendían una lengua indígena.
  • Las mujeres rurales enfrentan graves carencias en ámbitos de la protección social. Por ejemplo, cerca del 55.5 por ciento no estaban inscritas para recibir atención médica en ninguna institución. Entre quienes sí contaban con algún tipo de servicio de salud en asentamientos rurales, el 53.3 por ciento estaba inscrito al Seguro Popular o tenía derecho a los servicios del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI); 39.6 por ciento contaba con IMSS y solo 7.6 por ciento estaba afiliadas al ISSSTE o ISSSTE Estatal. 
  • En las localidades rurales, el 11.8 por ciento de las mujeres de 15 años y más no sabían leer ni escribir, mientras que, en los entornos urbanos este porcentaje era de solo 3.8 por ciento.
  • Cerca de 4.8 por ciento de las mujeres de 6 a 14 años en localidades rurales no asistían a la escuela, en comparación con el 2.8 por ciento de asentamientos urbanos.
  • Seis de cada diez mujeres rurales (62.0 por ciento) de 12 años y más en una ocupación subordinada y remunerada no recibían prestaciones laborales.
Fuente: Sistema de Información Cultural

Las mujeres rurales como sujetas de cambio social y ambiental

El cambio climático, la pérdida de diversidad biológica y la degradación de la tierra han tenido efectos significativos en los derechos, la resiliencia y los recursos de las mujeres y niñas que viven en medios rurales. 

La investigación más reciente de ONU Mujeres estima que, a nivel mundial, en el peor de los escenarios, el cambio climático podría empujar a hasta 158 millones más de mujeres y niñas a la pobreza y a 236 millones más de mujeres y niñas a la inseguridad alimentaria para 2050. 

No es novedad que actualmente los ecosistemas, los recursos naturales y los medios de vida se agoten así como la capacidad de las mujeres rurales para procurar de manera segura recursos como alimentos saludables. La energía limpia y agua también se reducen e incluso deterioran.

El estudio de la ONU destacó que las tecnologías y los combustibles limpios para cocinar siguieron fuera del alcance de casi la mitad de la población rural del mundo (45.6 por ciento) en 2022, y  mil 800 millones de personas todavía dependen de suministros fuera de sus hogares para procurarse agua potable. 

Ahí es donde entra la labor de las mujeres y niñas rurales, pues son las principales responsables de recolectar biomasa, por ejemplo, la madera para la calefacción y la cocina, así como el agua, en siete de cada diez hogares.

Además, muchas de ellas, a través de su conocimiento ancestral o capacidades como agricultoras, empresarias o activistas, lideran iniciativas y desarrollan estrategias de resiliencia en sus comunidades. Su participación es importante para identificar riesgos y proteger a sus familias y comunidades, convirtiéndolas en agentes de cambio frente al calentamiento global.

Por ello, es momento de promover los medios de subsistencia, el liderazgo, los derechos y la resiliencia de las mujeres rurales, como se establece en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, de cara a su 30 aniversario el próximo año. 

El reconocimiento de las necesidades y capacidades diferenciales de las mujeres rurales se destaca también en temas de biodiversidad biológica, con el Plan de acción sobre género del Convenio sobre la diversidad biológica 2022 y el Marco mundial Kunming-Montreal de la diversidad biológica del mismo año. 

Estrategias en beneficio de las mujeres rurales

Por lo anterior, la ONU Mujeres hizo un llamado para incrementar las inversiones, especialmente en áreas rurales, incluido el acceso a la electricidad y a sistemas de agua potable.

Esto es fundamental para aligerar la carga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado de las mujeres y niñas rurales, y para apoyar su trabajo diario en la construcción de comunidades y la restauración de ecosistemas.

Asimismo, las mujeres y niñas se ven confrontadas con la malnutrición, la inseguridad alimentaria, y enfrentan desafíos adicionales relacionados con la violencia de género, como la explotación sexual y la trata de personas, indica el World Resources Institute. 

“Es igualmente urgente que eliminemos las leyes y prácticas discriminatorias que obstaculizan los derechos de las mujeres de medios rurales a la tierra y a los recursos naturales, como se ha pedido en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer”, detalló el comunicado de la organización. 

A pesar de que las mujeres de medios rurales nutren la vida en el planeta, el control sobre la tierra que cultivan está restringido o les es negado, mientras que ganan solo 82 centavos por cada dólar que perciben los hombres en la producción agrícola. 

Estas desigualdades se ven agravadas por el acceso limitado de las mujeres a infraestructura, los servicios y la protección social, lo que restringe sus posibilidades de recuperarse de las conmociones ambientales.

Por ello, “es hora de reproducir compromisos de alto nivel como el Decenio Interamericano por los Derechos de Todas las Mujeres, Adolescentes y Niñas en Entornos Rurales de las Américas 2024-2034 y la movilización de las mujeres africanas de medios rurales con la Iniciativa Kilimanjaro en todas las regiones del mundo para asegurarnos de que ninguna mujer rural se quede atrás”. 

Mientras nos encaminamos hacia las tres Conferencias de las Partes de la Convención de Río de este año, es importante promover los derechos de las mujeres rurales, amplificar sus voces y tomar medidas concretas para apoyar su papel indispensable en la construcción de un mundo más equitativo, justo y sostenible para todas las personas y el planeta.

En aniversario 71 del voto de mexicanas, Frente Feminista Nacional, presenta «Los irrenunciables feministas»

Para responderlo, el Frente Feminista Nacional se dio cita en el marco del sufragio femenino para exigir el diálogo con la presidenta y que el documento Los irrenunciables feministas, sea pináculo en las políticas públicas.

Los Irrevocables Feministas, pueden formar una parte crucial para producir la transformación a nivel federal, pero para consagrarlo, urge que los tres poderes de la unión abran sus puertas a las colectivas, a las mujeres periodistas, a las defensoras de territorio, a las madres buscadoras y a las sobrevivientes de tentativa de feminicidio; hablar de que «Llegamos todas» sólo será una realidad palpable cuando la voz de las mujeres sea tomada en cuenta en la construcción de políticas públicas de seguridad, en las legislaciones y en la transformación del paradigma Judicial donde el feminismo no ha logrado permear con éxito.

Las conclusiones son concretas, el camino por los derechos políticos y electorales aún no están blindados, pues no basta con lograr la paridad si hace falta un componente transformador: La voluntad política.

El FFN, ataja en conferencia de prensa que aunque se haya logrado la paridad en las zonas urbanas y conurbadas, aún existen municipios donde las mujeres no tienen injerencia en la toma de decisiones, por ello, la colectiva comparte algunos aspectos importantes de la agenda feminista abolicionista que Claudia Sheinbaum no debería dejar de lado y que se condensan en Los irrenunciables feministas; un conjunto de exigencias que ha sido entregado a diferentes personas legisladoras e instituciones de 18 entidades; ninguna entidad ha respondido a este llamado colectivo.

https://www.gob.mx/inafed/articulos/conmemoramos-que-hace-62-anos-las-mujeres-mexicanas-emiten-su-voto-por-primera-vez-en-elecciones-federales

Realizar un mapeo de todas las necesidades y de las deudas que tiene el Estado mexicano con las niñas, mujeres y adultas mayores resulta demasiado extenso para desglosarlo, pero Lula García de la colectiva, refiere algunos de los ejes principales que la presidenta debe atender si la igualdad y el acceso a una vida libre de violencia se ha colocado al centro de su política.

Entre las primeros apuntes se refiere la necesidad de que los planes sectoriales sean construidos con visión feminista para que el desarrollo permita reconocer las desigualdades y desventajas reales que viven las mujeres y qué mejor, que estos planes sean aplicados en una educación que no reproduzca estereotipos sexistas, que promuevan el trabajo digno, blinde a mujeres del acoso sexual y de la brecha salarial.

Asimismo, resulta urgente que se promueva la cultura de la igualdad en todas las dependencias federales y se incida en las gubernaturas estatales; las y los servidores públicos deben contar una homogeneización de posturas políticas anti patriarcales y en pro de la igualdad.

En un panorama focalizado, Lula García explica que atender las causas del Cáncer de Mama (CaMa) y Cervicouterino (CaCu), así como la prevención y el acceso oportuno a la salud debe ser una de las prioridades de Sheinbaum; no habrá Tiempo de Mujeres si existe negligencia por parte del Estado en materia de salud y si se continúa perpetuando la responsabilización del cáncer sobre las mujeres bajo el escudo de no haberlo prevenido a tiempo.

Sobre esta línea, por supuesto, la discusión también continúa con los pendientes en derechos sexuales y reproductivos, recordando que no todas las mujeres acceden a este derecho, que otras entidades mantienen vigente la punibilidad del delito de aborto y en otras más, la legislación ha quedado congelada.

«Necesitamos claridad en la salud, pues resulta necesario para confirmar que sí, que llegamos todas», refiere Lula García.

En este primer acercamiento a los pendientes políticos de esta agenda de las mujeres, el Frente Feminista Nacional refirió su preocupación porque los cuerpos militares ocupen funciones de carácter civil y con ello, se infiera el incremento de agresiones sexuales, el desplazamiento forzado –como el que atraviesa a Chiapas– y el peligro que corren las madres buscadoras tras la desaparición de sus seres queridos a manos del Ejército.


«El feminismo es transgresor y transformador, no hacemos las guerras, por eso, no estamos de acuerdo que el ejercito esté en las calles, nos importa que las mujeres tengan seguridad pública, que no seamos víctimas de desplazamiento, violación, abuso, salir a buscar a nuestros familiares, porque las autoridades no son capaces de garantizar la seguridad porque no tienen la capacidad de dar justicia.»

Los irrenunciables: ¿Cuáles son las demandas del Frente Feminista Nacional?

Alma Margarita Oceguera del FFN, apuntando a que la organización defenderá un abolicionismo transparente, de diálogo y no de odio, uno en el que las mujeres gocen de la libertad de su territorio y donde la violencia patriarcal nunca más aceche a las niñas, mujeres y adultas mayores de México.

En este sentido, se nombró el compromiso número 4 de 100 que hizo Sheinbaum durante su toma de protesta; en este punto, la presidenta reafirmó que garantizaría la libertad de todas las personas y que la libertad, será su principio democrático.

Así, se consolida un conjunto de prioridades que Claudia Sheinbaum Pardo no debe postergar más, según considera el Frente Feminista Nacional:

Por una vida libre de violencia, el Estado debe tomar medidas más tajantes en contra de la venta de niñas para el matrimonio, una práctica que no ha sido erradicada y que coloca a las niñas como objeto comercial entre familias, además, encauza a la trata con fines de explotación sexual como en Tlaxcala, Oaxaca y Tabasco. México ocupa los primeros lugares en distribución y producción de pornografía infantil con un incremento de 118% de 2021 a 2022.

No considerar el trabajo sexual como uno elegido pues atenta contra la libertad de las mujeres exponiéndolas a situaciones de violencia, asimismo, quienes se benefician de esta explotación, son tratantes y autoridades corruptas.

El Secretariado Ejecutivo, registró en 2023, 3 mil 439 mujeres víctimas de feminicidio u homicidio doloso, pero solo 848, un 25% fueron investigados como feminicidio, cabe señalar que la reforma judicial no incluye atender las fallas estructurales en las fiscalías y el ministerio público que son el punto de partido de esta.

Proponemos que se considere suficiente la denuncia para que ningún agresor o deudor llegue al poder en cargos públicos, que sea norma nacional y que no exista como requisito una sentencia para poder aplicar la Ley 3 de 3.

Denunciamos el alquiler de vientres, pues atenta contra los derechos y los convierte en un negocio con ganancias de 300 billones de dólares según se proyecta en los años 2023 a 2031.

El poder ejecutivo debe cumplir con la progresividad en materia de los derechos sexuales y reproductivos, se deben garantizar los derechos de las mujeres y sancionar a quien obtenga lucro de la reproducción

Por su parte, las Alertas por Violencia de Género, es un proceso «verdaderamente doloroso» desde que iniciaron en 2015 y desde entonces, están verdaderamente rezagados a causa de la falta de voluntad política, por eso, el frente plantea la necesidad de llevar a cabo una estrategia única donde la violencia contra las mujeres sea una prioridad nacional.

En materia de presupuesto, el Anexo 13, conquista feminista que tenía como meta disminuir las desigualdades ha perdido su objetivo original ya que ahora incluye programas asistenciales como las pensiones del bienestar que aunque benefician, no resuelven las causas de la desigualdad, en contraste, los programas para atender los programas no cuentan con presupuestos suficientes.

La Ley Oropéndola congelada desde principios de septiembre

Carolina Ramírez, de la Colectiva Sobrevivientes de Feminicidio en México y del Frente Nacional Feminista es una de las impulsoras de la Ley Oropéndola, un conjunto de reformas y modificaciones al Código Nacional de Procedimientos de la Ley de Ejecución Penal, que busca legislar la tentativa de feminicidio a modo de que sea punible, sin embargo, esta iniciativa ha quedado congelada desde hace un mes y la colectiva denuncia «parece ser que tienen cosas más importantes qué hacer«.

«En nuestra experiencia es casi imposible llegar a la justicia cuando somos víctimas de una tentativa de feminicidio, es decir, cuando nos intentan matar y no lo logran cometer.

Todos los delitos tienen una tentativa, por ende, también el feminicidio, pero es muy difícil acceder a esto, las fiscalías y el poder judicial es indolente, por eso, hacemos estas propuestas, que se aprobaron por unanimidad y se enviaron al senado, pero ha quedado congelada.»

Entre las demandas se encuentra la prisión preventiva oficiosa como un imperativo para los agresores y no que quede a criterio de una jueza o juez sin una perspectiva de género suficiente para tomar esta decisión; decisión que puede marcar la diferencia entre un feminicidio y la prevención del mismo.

Asimismo, la ley demanda que el dicho de las víctimas sea considerado tan importante como cualquier otra prueba presentada. Aunado a esto, la colectiva exige que en el delito de tentativa se consideren los agravantes del delito y no sólo como una «parte del feminicidio»; que se consideren los distintos tipos de violencia y subordinación para lograr una punibilidad ejemplar en contra de los agresores.

Finalmente, se demanda la reparación integral de las sobrevivientes de feminicidio, pues de acuerdo con Carolina Ramírez, lo que reciben por parte del Estado es apenas una parte mínima de todo lo que deben de atravesar; esto incluye operaciones por lesiones, salud emocional, perdida del trabajo, perdida del entorno familiar y la lucha por recuperar una vida normal.

7 décadas para que una mujer fuera presidenta. 71 aniversario del derecho al voto de mexicanas

.-Ciudad de México.- En México el derecho al voto de las mujeres se conmemora cada 17 de octubre, desde su aprobación en 1953, cuando se reconoció que ellas podían votar a nivel federal, pero también participar para ser elegidas como candidatas a un puesto popular y debieron pasar 71 años de este acontecimiento para que una mujer ocupara la presidencia del país.

en estas siete décadas únicamente siete mujeres quien habían sido candidatas a la presidencia de la República Mexicana, hasta que Claudia Sheinbaum Pardo y Xóchitl Gálvez Ruiz registraron su candidatura, ellas son: Rosario Ibarra de Piedra, Cecilia Soto, Marcela Lombardo Otero, Patricia Mercado, Josefina Vázquez Mota, Margarita Zavala, Xóchitl Gálvez.

La lucha del sufragio femenino comenzó principalmente en el siglo XIX en diferentes países, con el objetivo de buscar el derecho a la ciudadanía. Y fue durante el siglo XX cuando aproximadamente 84 naciones lo aprobaron, asegura Georgina Cárdenas Acosta, académica de la licenciatura en Sociología de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón.

Fotos: https://www.gob.mx/agn/es/articulos/agnrecuerda-el-dia-en-que-las-mujeres-votaron-por-primera-vez

El acceso a este derecho en México, destaca María Marván Laborde, investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, tuvo un momento previo al año de 1953, durante el sexenio de Lázaro Cárdenas, en el cual en la Cámara de Diputados y en el Senado comenzó a reconocerse el derecho al voto de las mujeres. No obstante, Cárdenas decidió no promulgar la reforma al artículo 34 de la Constitución.

¿Por qué se les negaba?

Marván Laborde explica que algunos miembros de partidos políticos, como los del Partido Acción Nacional (PAN), decían que no era útil reconocer el derecho al voto de las mujeres porque si sus esposos o sus padres votaban, entonces se asumía que todas las familias optaban por un mismo partido.

En 1947 se otorgó el derecho al voto a las mujeres únicamente a nivel municipal porque había el temor de que en México la fuerza conservadora rigiera sus votos y también se creía que no tenían autonomía porque estaban influenciadas por la religión debido a su supuesta cercanía con la Iglesia, comenta Cárdenas Acosta.

“El 12 de febrero de 1947 se consigna en el Diario Oficial de la Federación (DOF) la participación de las mujeres como votantes y como candidatas, y es hasta el 17 de octubre de 1953 –en el periodo presidencial de Adolfo Ruiz Cortines– cuando se estableció como un sufragio universal. Para lograrlo se necesitó la intervención de muchas mujeres que desde el sexenio de Cárdenas solicitaban su derecho al voto”, añade.

La idea del sufragio femenino comenzó a germinar en México desde el siglo XX, cuando las mujeres formaban parte activa de los proyectos políticos posrevolucionarios. “Se preguntaban cómo a pesar de sus contribuciones continuaban sin tener derechos iguales a los de sus compañeros hombres”, precisa Amneris Chaparro Martínez, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), de la UNAM.

“En ese sentido el feminismo es clave para la articulación y lucha política de estas demandas, así como para la forma en que las mujeres crean un proyecto político común que lleva a la consecución de derechos políticos.”

FOTOGRAFÍA: Archivo General de la Nación.

Después de que se reconoció el derecho de las mujeres a votar y ser votadas existió una resistencia ideológica regida por los estereotipos de género. Cárdenas Acosta apunta que el clima era adverso hacia este tipo de participaciones porque la legislación no se acompañó por una política pública que desarrollara estrategias de sensibilización o que incentivaran su incidencia en puestos.

“A pesar de que las mujeres adquirieron el derecho al sufragio, esto no garantizó su acceso pleno a los espacios de toma de decisiones. Por un lado, nos encontramos con discursos que promueven la igualdad y la inclusión, que coexisten con una arraigada cultura política patriarcal, la cual presenta numerosas resistencias, especialmente en el ámbito político, y requiere de numerosas reformas legales para establecer el principio de paridad y garantizar su cumplimiento”, sostiene.

Entonces, ¿por qué si en la legislación se estipulaba el sufragio femenino en la práctica se continuaba relegando a las mujeres de la política? La académica refiere que se debe a la configuración masculina del poder, que estaba en discrepancia entre lo que establece la legislación y la persistencia de la subrepresentación de las mujeres. Si ellas accedían a este sistema –constituido para que los hombres accedieran fácilmente a puestos de poder– sería a cuentagotas.

Por su parte la investigadora Amneris Chaparro Martínez también observa que la dificultad que históricamente han tenido las mujeres para acceder al poder político se debe al sexismo y a la misoginia. “Por una parte hay una serie de creencias sin fundamento en las que se determina que las mujeres son más débiles y menos capaces intelectualmente que los hombres”.

Además aclara que “la misoginia reprueba y persigue sistemáticamente a las mujeres sólo por su condición de género. Muchas veces sus cuerpos, ideas, vidas sexuales, así como personales están bajo un enorme escrutinio. Y este tipo de acciones de violencia en contra de ellas en el espacio público sirven como un constante recordatorio de que no está hecho para nosotras”.

FOTOGRAFÍA: Archivo General de la Nación.

¿Qué se ha logrado?

Marván Laborde considera que en un inicio se establecieron cuotas como sugerencia, en el año 2000 ya eran una obligación y desde el año 2014 se cuenta con paridad de género en las elecciones, ejemplifica. En este sentido, Cárdenas Acosta resaltó que al principio las acciones afirmativas, como la cuota de género, eran recomendaciones que ningún partido efectuaba, por lo que se tuvo que cambiar nuevamente la legislación para obligar a que se llevara a cabo.

“Si revisamos el número de mujeres que están en cargos públicos, tanto de elección popular como de no elección popular, veremos que evidentemente hay una diferencia fundamental entre lo que sucedía en nuestro país hace 70 años y en la actualidad. Se ha obligado a los partidos a postular el 50 % de candidatas mujeres y el otro 50 % de hombres a cargos de elección popular”, analiza la investigadora.

Cifras estadísticas del Instituto Nacional Electoral (INE) muestran que en el 2014 el Congreso de la Unión estaba representado por 254 mujeres y 374 hombres mientras que en la actualidad las cifras apuntan que hay un congreso paritario, pues el 50 % lo representan mujeres y el otro 50 % son varones. Además las diputaciones locales en aquel año estaban representadas por el 26 % de ellas y ahora son el 54 %. De igual manera, en ese año habían 7 % de alcaldesas y presidentas municipales y actualmente suman el 29 %.

De acuerdo con María Marván lo que está sucediendo en México es un avance cualitativo por encima de muchas naciones, inclusive europeas, así como de Estados Unidos, en donde las mujeres están accediendo a cargos de representación popular, a pesar de que en nuestro país, hasta ahora, ninguna mujer ha ganado la presidencia.

Sin embargo, llegar a este avance cualitativo fue dificultado por constantes artimañas por parte de partidos políticos que menospreciaban el liderazgo femenino. Por ejemplo, Cárdenas Acosta menciona que la paridad simulada, término que acuñó Araceli Burguete Cal y Mayor, consistía en darles candidaturas a ellas y después de ganar las elecciones quienes realmente ejercían el puesto eran los hombres.

“Desarrollaron una estrategia que consistía en otorgarle a las mujeres puestos de titulares y a los hombres los asignaban como suplentes, para que en el momento en el que ellas dejaran esos cargos, los varones pudieran ejercerlos. Peyorativamente se les llamaba ‘Juanitas’ a aquellas mujeres que renunciaban para que ellos tomaran las decisiones y cobraran sus sueldos.”

La especialista en Sociología asegura que la ley se ha adaptado de acuerdo con los fenómenos que se han dado con el paso de los años, para garantizar el derecho de las mujeres a su participación política.

Hoy vemos cómo los últimos presidentes de México han buscado activamente incluir mujeres en su gabinete, porque saben que el costo social de no hacerlo es muy alto. En la gran mayoría de los casos las han encontrado capaces, porque ya nadie se compra el argumento “de nosotros quisiéramos proponerlas, pero de dónde las sacamos”. Es evidente que no sólo ya no funciona, sino que es castigado por la sociedad, concluye María Marván.

Fenómeno mundial

El primer país en autorizar el voto femenino a las mayores de 21 años fue Nueva Zelanda en 1893; Finlandia permitió a las mujeres ser elegidas al Parlamento en 1906. Noruega concedió que las mujeres pudieran votar en 1913; Dinamarca (1915); Unión Soviética (1917); Reino Unido, Austria, Estonia y Polonia (1918); Alemania, Luxemburgo, Suecia y África (1919); República Checa, Eslovaquia y Estados Unidos, pero en éste último únicamente se consiguió para las mujeres de raza blanca, en 1920; las afroamericanas pudieron hacerlo tras la declaración de la Civil Rights Act (Ley de Derechos Civiles), la cual se dio en 1965; España (1931). En América Latina, Uruguay fue el primer país en permitir este derecho en 1927; por mencionar algunas naciones.

Garci, el macho cobarde

  Daniela Barragán

“Garci Nieto se ha referido a mujeres en la política como sirvientas, es decir, mujeres que ocupan un cargo para hacer el trabajo que le dicte un hombre”.


Ubico desde hace poco tiempo el “material”, por decirle de alguna manera, que publica Antonio Garci Nieto. Fue en durante la campaña electoral cuando me salió una imagen en la que “dibujó” a la entonces candidata Claudia Sheinbaum como un perro con correa y esa correa era sostenida por Andrés Manuel López Obrador.

México con una enorme tradición en caricatura política y personajes como este publicando en medios nacionales. Algo lamentable.

El algoritmo jugó en mi contra y me salieron más imágenes de Garci. La siguiente fue una en donde Sheinbaum era un títere en la mano de López Obrador. Concluí que en el personaje había poca originalidad y exceso de Twitter.

El episodio de la última semana en la que ahora su odio fue contra la senadora Andrea Chávez, trajo una lluvia de tuits que reflejan que estamos ante un gran macho que se siente con el poder y la seguridad de referirse a las mujeres como perras, putonas, pirujas, sirvientas y nalguitas. Lo hace en sus redes sociales en las que tiene cerca de 187 mil seguidores, por lo que es de suponerse que el hombre se comporta así en la vida diaria. Pero poco importa ya que un diario como El Financiero no lo considera una falta de ética como para prescindir de sus servicios. Me gustaría saber qué ocurre en las juntas editoriales de ese diario. ¿Nadie habrá dicho algo al respecto o… lo considerarán normal o aceptable? No lo sabemos pero es una gran incógnita el cómo se toman esas decisiones en los grandes medios de comunicación que cada 8 de marzo se pintan de morado y sacan una nota relativa a la violencia contra las mujeres y consideran que la tarea está hecha.

Garci Nieto se ha referido abiertamente a ciertas mujeres en la política como mujeres que están donde están por hacer favores sexuales a otros políticos. Esa es una de las formas de violencia más comunes en nuestra sociedad. Con la llegada de más mujeres a puestos de alto rango en la política o en las empresas o en cualquier otro sector, se tiende a pensar que no hay capacidad intelectual de por medio para tener esos logros y que por lo tanto se debe a que la mujer dio su cuerpo a cambio. Y eso es machismo, ya que se anula de inmediato toda capacidad, talento y esfuerzo de una mujer y se crea la idea de que es una impostora que le roba un puesto a alguien “que sí lo merece”.

Garci Nieto se ha referido a mujeres en la política como sirvientas, es decir, mujeres que ocupan un cargo para hacer el trabajo que le dicte un hombre. Y eso es machismo, ya que una mujer que ostenta un cargo público tiene, lógicamente, su propio cerebro, personalidad y convicciones. El coincidir con un hombre no convierte a la mujer en un títere de éste. Pero también es machismo el utilizar la palabra “sirvienta”, ya que ataca al 90 por ciento de las mujeres en este país que dedican en promedio 39.7 horas a la semana al trabajo doméstico no remunerado y a 2.5 millones de trabajadoras del hogar. Seguro el señor Garci fue criado por un hombre, uno lo llevo a la escuela, uno lo alimentó, uno lo vistió, un hombre lo cuidó cuando llegó a enfermar y ahora en su vida adulta tiene solo a hombres que le hacen de comer y le limpian su casa. Eso dicta su propia lógica.

Luego está el término “nalguita” y sumo otro que también expresó de que dos mujeres militantes de Morena tenían “sugar daddy”. Claro que eso también es machismo. Es reducir a las mujeres a un adorno y a la prostitución. Garci elimina cualquier mérito de ellas –y de cualquiera– y son solo una “nalga”.

Además de terriblemente vulgar y nefasto que resulta todo este personaje, resulta poco creíble pensar que no conoce la magnitud de sus palabras. No son tuits perdidos, son una constante, tanto que sus amigos le lanzan a él muestras de solidaridad, como otro caricaturista, Francisco Calderón –que publica en el periódico Reforma– que lanzó el tuit de “Todos Somos Garci”. Aunque realmente no sorprende, es la personificación del famoso pacto patriarcal: no importa lo que hagas, qué tan bajo caigas, siempre habrán otros hombres que te tiendan una mano.

Pero de todo este episodio, resalto que Garci quedó retratado como un verdadero cobarde y nos regala un gran ejemplo para sostener que el machismo siempre va de la mano de una gran, gigantesca cobardía. Esto es porque el machismo se escuda en prejuicios que cada vez son más débiles gracias a las mujeres que deciden poner un alto y cuando el macho se siente descubierto tiende a refugiarse en las justificaciones y defensas más mediocres, porque aunque éstas lo humillen todavía más, es preferible estar en el fango que ofrecer disculpas.

Y sí, Garci optó por la humillación del macho cobarde. Estuvo muy muy feliz ofendiendo a diestra y siniestra pero cuando la Senadora Chávez sacó la Ley Olimpia su primera reacción fue la de asegurar que es víctima de un linchamiento, que la caricatura está en riesgo, que la dictadura censura, que es un hombre incómodo para el Gobierno, que es víctima de persecución y del “fascismo duro y puro disfrazado de progresismo”.

De los ejemplos que usé para esta columna, únicamente dos son derivados de sus “caricaturas”. El resto son las opiniones que él ha emitido pero que ahora las convierte en críticas agudas hacia el Gobierno en turno. Lo dicho: un macho cobarde que prefiere humillarse antes de admitir lo que realmente es y piensa.

Y para colmo, a través de su Twitter, pidió auxilio a Reporteros Sin Fronteras, a la Agencia de la ONU para los Refugiados y hasta a Cayetana Álvarez de Toledo para pedir protección y hasta refugio en otro país porque sus críticas lo ponen en riesgo.

Pero no, señor, no hay criticas. Hay machismo y debe reconocerlo.

Cierro esta reflexión con un mensaje a las mujeres que están en la política: esta es una de las tantas razones que hay para escuchar a las víctimas de violencia machista. Olimpia Coral Melo luchó para que lo que ella sufrió fuera reconocido como violencia y no sólo eso, también luchó por generar una ley que castigara dichos actos. Hoy la Ley Olimpia contempla la manipulación de imágenes con Inteligencia Artificial como una forma de violencia digital. Es un delito contra la intimidad sexual “quien videograbe, audiograbe, fotografíe, filme o elabore, imágenes, audios o videos reales o simulados de contenido sexual íntimo, de una persona sin su consentimiento o mediante engaño”.

Así hay muchas otras mujeres que son víctimas de distintas agresiones que se topan con cientos de comentarios que desacreditan sus vivencias y que fácilmente califican si algo es o no violencia. Las mujeres en la política deben ser conscientes de los esfuerzos que implica generar leyes que castigan y reconocen nuevas violencias o violencias normalizadas porque hasta ellas estarán también protegidas.

A las mujeres víctimas de violencia hay que escucharlas, hay que acompañarlas y hay que hacer trabajo político con ellas; eso también nos acercará a cumplir con el “llegamos todas”, ya que ahí, en primera fila, deben estar las víctimas.

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Misoginia

  Fabrizio Mejía Madrid

Misoginia

“¿Por qué, entonces, sí se le pide a la Presidenta que se deslinde de un movimiento de izquierda del que ella es fundadora?”

Elegir a una Presidenta señala que el país aplastó, junto con el PRIAN, al sexismo, es decir, al prejuicio de que las mujeres son inferiores o no pueden tener cargos de autoridad. La más reciente encuesta de De las Heras así lo confirma: 90% cree que Claudia Sheinbaum será una buena Presidenta. Tan sólo un marginal 7% cree que al país le irá mal en su sexenio. Desde el punto de vista cultural esa expectativa encarna un tremendo cambio en lo que se suponía que el país machista esperaba de sus mujeres. Nos pone frente a un espejo muy distinto al que nos vendieron los medios de comunicación y los académicos que se cansaron de repetir que los nuevos ciudadanos mexicanos eran los mismos de las películas de Pedro Infante o de los noticieros de Brozo. Que el ideal de autoridad era el macho tipo Diego Fernándezz de Cevallos, Vicente Fox, o Santiago Creel o El Bronco montando a caballo. Que jamás se iba a elegir a una mujer como Presidenta o, en la paráfrasis de Porfirio Díaz, de que “México no estaba preparado para la democracia”, que México no estaba preparado para una mujer presidenta. La derrota del machismo tiene que ver, por supuesto, con una larga marcha de las feministas pero, a últimas fechas, con la eficacia en los resultados del gobierno paritario de Andrés Manuel. De ahí, mujeres como Raquel Buenrostro, María Luisa Albores, Ariadna Montiel o Rosa Isela Rodríguez, mostraron su talento para administrar y mandar. El sexismo fue derrotado pero tiene, ahora, un coletazo, una reacción. De ese coletazo trata esta videocolumna.

Con la apabullante elección de la primera Presidenta en México se desató, del lado conservador, un ambiente de misoginia que expresa su malestar por el resultado, por el ascenso de mujeres a cargos de autoridad importantes, en un país que estaba acostumbrado a que las mujeres fueran sólo directoras del DIF, Cultura o Medio Ambiente. Ahora, es la Presidencia, la Secretaría de Gobernación, Bienestar, Relaciones Exteriores, Energía, Secretaría de Ciencia, la dirigencia del partido en el gobierno, Morena, y las principales legisladoras las expresan esta derrota del sexismo. Pero el coletazo misógino tiene una respuesta de las mujeres de la 4T: ponerle un alto a los discursos de superioridad del patriarcado. De ahí la decisión de la senadora por mayoría del estado de Chihuahua, Andrea Chávez Treviño, de demandar penalmente por las leyes contra la violencia digital y por el derecho a la intimidad, a su violentador, un cartonista de El Financiero, Antonio Garci Nieto. Pero no nos adelantemos.

La misogina no es lo mismo que odio hacia las mujeres. Los acusados de misoginia siempre dirán, en su descargo, que aman a sus mamás, esposas e hijas. Todas ellas mujeres buenas, no malas como las que ellos insultan y, con ello, creen castigar. No es pués un rechazo, encono, o animadversión con el sexo o el género, sino con la posición desde la que hablan. La misoginia no es un asunto individual, de psicología o de manejo de emociones, que se resuelva con que el violentador tome sus cursos de manjeo de ira o que entienda que las mujeres son sus iguales. No. 

La misoginia es sistémica: instituciones, prácticas, comportamientos, lenguaje, imágenes, accciones, lo sustentan todos los días. Tampoco es ide´ntico al sexismo, aunque se alimentan. Tampoco es privativo de los varones. Hay, en efecto, mujeres misóginas que le sirven al sistema patriarcal porque la sororidad no es una esencia que se lleva por el sólo hecho de ser mujeres, sino que es una práctica política que reconoce que el término “mujer” es el lugar de una opresión desde la que se habla, cuenta y denuncia. El sexo no es el género ni, mucho menos, el lugar desde donde se protesta contra las opresiones. El sexo es genital y médico. El género es mental y de comportamiento. La lucha feminista es una narración, un programa, y una serie de comprtamientos alternativos sobre la inequidad y la dominación de los varones.

Hechas estas diferencias, empecemos por el principio y, para ello, usaré una definición de quien ha escrito mucho sobre el tema, Kate Manne: “La ideología sexista discrimina entre hombres y mujeres, normalmente alegando diferencias de sexo más allá de lo que se sabe o podría saberse y, a veces, en contra de nuestra mejor evidencia científica actual. Pero la misoginia hace una diferencia entre mujeres buenas y malas para castigar a estas últimas. En general, el sexismo y la misoginia comparten un propósito común: mantener o restaurar un orden social patriarcal. Donde el sexismo pretende ser razonable, la misoginia se vuelve desagradable e intenta forzar las conductas. 

Por tanto, el sexismo es para la mala ciencia lo que la misoginia lo es para el moralismo. El sexismo viste bata de laboratorio, la misoginia se lanza a la cacería de brujas”. El sexismo, entonces, es la parte que racionaliza con la jerga charlatana de la anatomía genital la inferioridad de las mujeres y la misoginia es la que vigila que las mujeres —y también el resto de los géneros— cumplan con las expectativas del patriarcado. Cuando no cumplen, la misógina enseña su cruz en llamas para que se restaure el orden social. Porque, en vez de preocuparnos si tal o cual fue acusado de misoginia, lo que deberíamos es centrarnos en sus víctimas, en las mujeres y toda la hostilidad que deben soportar cuando navegan por las aguas privativas de la masculinidad, como la política. 

Este es justo el punto en el que las mujeres que llegan a un campo masculino deben enfrentar la agresión de que se les recrimine, por ejemplo, que han sido colocadas ahí por un hombre, que deben demostrar con creces, lo que no se le exige a éste, y que deben responder el por qué están en ese cargo que no es para alguien naturalmente inferior. La escenografía moral sobre la que tienen que actuar es la que decide el patriarcado: las mujeres están obligadas a dar, no a exigir, y esperar sentirse en deuda y agradecidas, en lugar de tener derechos. Están obligadas a demostrar que no están usurpando un territorio que no les corresponde. 

Cuando no se amoldan, entonces se les ataca sosteniendo que un hombre las manda, que ellas obedecen, que les hereda problemas y posturas, que deben diferenciarse, poner “su sello propio”, que debe ser el de la suavidad, la concordia, y no el de la polarización y la agresividad. La mujer debe dar muestras de que respeta su lugar, y si no, se le amenaza con retirarles la aprobación social si no se cumplen estos deberes —como no aplicar la Reforma al Poder Judicial—, y se les ofrece el incentivo del amor y la gratitud si los realizan de buena gana y con entusiasmo. Así se lo han dicho mujeres y varones comunicadores a la Presidenta de México, en un burda paradoja: si no obedeces a lo que el patriarcado indica para una mujer, entonces, estás supeditada a tu antecesor varón. En otras palabras, si no obedeces al patriarcado, no eres feminista.

A ningún hombre se le pide que demuestre que no está subordinado a una mujer. He ahí la desigualdad simbólica. A Felipe Calderón, al que sí impuso Vicente Fox por la fuerza, jamás se le pidió que demostrara su independencia de su antecesor, a pesar de que provenían del mismo partido de derecha católica y empresarial. ¿Por qué, entonces, sí se le pide a la Presidenta que se deslinde de un movimiento de izquierda del que ella es fundadora? Es misoginia porque ha entrado en un terreno, la Presidencia o la simple política, que no es para mujeres.

En fechas más recientes, algunos varones blancos, heteros, y de derecha han divulgado en redes sociales imágenes sexuales de algunas de las mujeres más poderosas en este momento de transformación: la presidenta del partido Morena, Luisa Alcalde, la senadora de mayoría por Chihuahua, Andrea Chávez, y la propia Presidenta, y hasta la esposa de Andrés Manuel. Uno de ellos resultó ser un cartonista de un diario financiero, pero eso sólo es un dato circunstancial. Lo que llama la atención es el uso de la sexualidad que no se ajusta al patriarcado para señalar y hostigar a quienes han “invadido” el campo político que no les correspondía: lesbianas, púberes precoces, y prostitutas. Objetivar es negarle al otro autonomía y las imágenes sexuales son sólo el castigo, la reprimenda, por no amoldarse a la exigencia de lo que se espera de una mujer en un puesto de autoridad. Pero Manne también ve en ello una forma de difuminar la amenaza que le significan al misógino: su declinante estatus en relación a la rota jerarquía de los géneros.

Como el violentador, Antonio Garci Nieto es un cartonista del diario El Financiero, se trata de escudar en la libertad de expresión para no responsabilizarse de sus agresiones. Dice que las imágenes montadas oara hacer escenas sexuales, son humor. Esto, por supuesto, es sólo una justificación que sólo revela su pobre entendimiento sobre el humor, pero vayamos a ello. ¿De qué se rié la derecha? Traducionalmente el humor es contra los grupos más impotentes, más vulnerables, que no se pueden defender: las mujeres, los pobres, los indígenas, los discapacitados, los homosexuales. Jamás se burlan de sí mismos, porque eso los haría verse vulnerables y, por lo tanto, blancos de los chistes de otros. 

Los chistes sexistas ofrecen representaciones de misoginia que cumplen muchas funciones, como la cosificación sexual de las mujeres, la devaluación de la vida personal y profesional de las mujeres, sus habilidades políticas, en este caso, y también sirven para agrupar a quienes quieren reaccionar contra el feminismo, el lugar de las mujeres en la esfera privada y, también en este caso, quienes salieron a respaldar al cartonista del Financiero, a organizar una especie de grupo que apoya la violencia contra las mujeres. “Es sólo una broma”, cuando se trata de clasismo, racismo o misoginia, implica que estamos dispuestos a una indiferencia, a una pasividad moral, a un distanciamiento de la humillación y el dolor que el lenguaje o las imágenes le están causando a una mujer, a un indígena, a un pobre o a un gay. 

Se le llama “injusticia pasiva” precisamente porque con la risa convalida un estado de cosas abusivo. Usar el humor misógino puede querer decir dos cosas: que los que lo aprueban están molestos con el acceso al poder de las mujeres en México o que lo usan como una forma de interacción social, para agruparse bajo un prejuicio ideológico. Cualquiera de las dos, o las dos al mismo tiempo, es una mala noticia para la derecha mexicana que ya no encuentra, ya no digamos un programa de lucha para ser oposición democrática, sino algo que no sea el insulto, la agresión, y la distorsión. Como no pueden contra un 90% que cree que el gobierno de la primera Presidenta de México va a ser muy benéfico, sobajan en una imagen sexual a las mujer con autoridad. No es, como dijimos, un asunto contra el sexo o contra el género, sino contra la posición política desde la que mandan en el país lo que les molesta a los misóginos.

En su libro, Down Girl, Kate Manne escribe: “Incluso cuando la gente se vuelve menos sexista –es decir, menos escéptica respecto de la perspicacia intelectual o la capacidad de liderazgo de las mujeres, y menos inclinada a aceptar perniciosos estereotipos de género acerca de que las mujeres son demasiado emocionales o irracionales–, esto no significa que el trabajo del feminismo esté terminado. Por el contrario, la misoginia que estaba latente o dormida dentro de una cultura puede manifestarse cuando las capacidades de las mujeres se vuelven más destacadas y, por lo tanto, desmoralizadoras o amenazantes”. Eso es quizás lo que nos sucedió como país: el sexismo es menor, pero el 7% que piensa mal de Claudia Sheinbaum todavía tiene a la misoginia para hacerse escuchar, para tratar de equilibrar el peso enorme de la mayoría que decidió que sean mujeres las principales autoridades del país y que sí, que lo van a hacer muy bien.

Fabrizio Mejía Madrid

Es escritor y periodista. Colabora en La Jornada y Aristégui Noticias. Ha publicado más de 20 libros entre los que se encuentran las novelas Disparos en la oscuridad, El rencor, Tequila DF, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra, Vida digital, y Hombre al agua que recibió en 2004 el Premio Antonin Artaud.

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Alaíde Foppa

Elena Poniatowska

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▲ Imagen tomada del documental de 2014 Alaíde Foppa: La sin ventura, de María del Carmen de Lara y Leopoldo Best.

–Investigo poesía mexicana contemporánea y fue así como encontré un manuscrito de Alaíde Foppa, Memorias y transfiguraciones, que se publicó hace poquito y que creo que Paula Mónaco te trajo –me dice la joven Diana del Ángel, traída a la casa por Marta Lamas.

“Empecé a trabajar en el archivo que tiene Julio Solór-zano en Guatemala. Ahí he encontrado otro poemario inédito, muchas cartas, muchos artículos, muchos guiones de la revista feminista Fem, y también muchos de los guiones de sus programas de radio que no se grabaron en Radio UNAM. Recopilé sus artículos sobre literatura de mujeres y sobre arte.”

–Sí, Alaíde Foppa fue muy buena crítica de arte. Competía con Raquel Tibol y Teresa del Conde, y sobre todo con Luis Cardoza y Aragón, uno de los grandes refugiados guatemaltecos al lado del cuentista Tito Monterroso.

–Es muy emocionante conocer todo su archivo, porque también hay copias de muchas cartas que ella escribió. Alaíde tiene varias a Josefina Vicens, porque hizo todo un análisis de El libro vacío, y promovió mucha esa novela que Octavio Paz elogió. También el archivo tiene correspondencia íntima con Miguel Ángel Asturias y con el presidente Arévalo, padre de Julio, su hijo mayor.

–Diana, sentí cariño por los dos hermanos Solórzano, Carlos, casado con Beatriz, la hija mayor de Alfonso Caso, y Alfonso, esposo de Alaíde y padre de sus tres hijos.

–Elena, hay muchísimo material de Alaíde aún por descubrir. Muchos de sus cuadernos todavía están guardados. He leído algunos y hay partes que me cuesta trabajo descifrar porque escribía muy rápido. También sus manuscritos contienen poemas inéditos, además del poemario Memorias y transfiguraciones que se publicó. Encontré cinco capítulos de una novela que trata de una mujer que quiere divorciarse y plantea su separación; supongo que tiene mucho qué ver con su realidad en ese momento. Encontré cuatro cuentos, pero están en italiano. Entiendo que ella empezó escribiendo en italiano, porque es su lengua materna.

–Alaíde hacía traducción simultánea del italiano para la embajada de ese país en México, y traducía entrevistas y conferencias. Cuando vino Alberto Moravia con su esposa, la feminista Dacia Maraini, la embajada de Italia organizó conferencias en el Instituto Italiano de Cultura en la calle de Francisco Sosa, en Coyoacán, y ofreció cenas en las que Alaíde fue la anfitriona. Llevaba toda la conversación. Ella resultó fundamental en la visita a México de Moravia; llevó la batuta de sus conferencias en el Instituto Cultural Italiano y estableció horarios de actos públicos y conferencias de prensa. Toda la agenda de Moravia fue responsabilidad de Alaíde.

Le cuento a Diana del Ángel que Elsa Morante, la primera mujer de Moravia, me marcó antes que la feminista Dacia Maraini, quien era mucho más joven que él. Elsa Morante quiso ir a la cárcel preventiva, o Palacio Negro de Lecumberri, y me llamó mucho la atención acompañarla, porque al entrar tuvo que quitarse varios suéteres superpuestos, además de una chamarra; en total cuatro prendas. Elsa tenía miedo al frío bajo el resplandeciente sol mexicano.

Habló con gran respeto con varios presos y me di cuenta de las similitudes entre el idioma italiano y el español. Puso mucha atención en la crujía de los homosexuales e hizo preguntas que yo no pude responder. Quiso conocer las celdas de castigo, que son como jaulas, y preguntó por la cocina. Le llamó la atención que Lecumberri oliera a pan, porque en ese año un preso responsable de la cocina hacía los bolillos más crujientes que he probado en mi vida.

Quizás Elsa Morante quería escribir un texto sobre las condiciones de vida de los presos en México; nunca supe si lo hizo.

–Cuando se habló de los desaparecidos en Latinoamérica (entonces todavía no había la cantidad que dejó la guerrilla), ya se hablaba de la solidaridad de la poeta desaparecida, Alaíde Foppa. Yo estudié en la preparatoria 4 de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la que está en Tacubaya.

“Un maestro nos habló de Alaíde y nos leyó el poema ‘Mujer’, ya publicado. A partir de esa lectura me interesó mucho, pero no era fácil conseguir su obra. No pude leer más que lo que encontré en Internet y en la biblioteca de la facultad donde estudié. Ahí hallé una antología suya: Viento en primavera.”

–Fue una maestra muy querida en la Facultad de Filosofía y Letras.

–Ni en la UNAM ni en la Biblioteca Nacional están sus obras, pero en la Facultad de Filosofía y Letras sólo hallé ese ejemplar de Viento y primavera. En la Biblioteca Central no hay nada. El mecanoescrito suyo que encontré estaba en la biblioteca de Antonio Castro Leal; no he hallado referencia de si Alaíde lo conocía o eran amigos; supongo que sí, ¿no?

–Seguro lo conoció, Diana. Además, todos los perseguidos de América Latina se refugiaban en la casa de Alaíde, en la esquina de la calle de Francia, en la colonia Florida, porque ella y su marido, Alfonso Solórzano, eran un polo de atracción, y la pareja era muy generosa. Gracias a ellos pude entrevistar a Miguel Ángel Asturias y a Mario Monteforte Toledo.

–Imagino que ella le dio el mecanoescrito a Antonio Castro Leal esperando un dictamen o una opinión crítica. No sé si él le habrá contestado, pero lo guardó y es muy seguro que él lo haya mandado a encuadernar.

“En un principio pensé que era una edición casera o artesanal, pero después me di cuenta que en ninguno de los textos que hablan sobre Alaíde lo mencionan, y que tampoco hay uno en otra biblioteca. Entonces comprobé que todo era original en el sentido de que todo estaba escrito en hojas tipo papel cebolla, que son las que ella usaba.

“Por eso busqué a Julio –su hijo mayor– para poder publicarlo y él estuvo de acuerdo.”

–Marta Lamas también podría tener material de Alaíde, así como el archivo de la revista Fem.

–Marta Lamas le dio todo a sus hijos, y sólo conservó su memoria en el corazón.

–Diana, recuerdo que quienes deben haber sabido muchísimo son los Giménez Cacho, muy amigos y anfitriones de Alaíde algunos fines de semana. También recuerdo la reacción de Luis Cardoza y Aragón, crítico de arte, quien se pegó en la cabeza y gritó: ¡No es posible!, al oír la noticia. Esa desaparición le afectó mucho. Como él, Alaíde era crítica de arte en el suplemento cultural del diario Novedades, aunque sentí que Cardoza y Aragón tenía un poco la tendencia a sentirse superior a ella, pero esa actitud la perdió de inmediato cuando Alaíde desapareció.

“A Alaíde la quise de inmediato, porque era entrañable, y su desaparición noqueó no sólo a Marta Lamas, sino a toda la UNAM y a las que participábamos en Fem.”

71 Años del Voto Femenino: Avances y Desafíos en la Democracia

.-Este jueves se cumplen 71 años del reconocimiento del voto de las mujeres en México, un derecho que fue conquistado con décadas de larga persistencia.

En este tiempo, hemos visto cómo el país ha feminizado su rostro político gracias al esfuerzo de aquellas pioneras que construyeron el primer y segundo piso de la participación política femenina. No fue fácil. El primer piso, que significó la obtención del voto y el reconocimiento para que las mujeres fueran electas, llevó años de movilización, debates y persistencia.

Hoy, el segundo piso, que se traduce en la paridad de género en todos los espacios, incluyendo la posibilidad de tener una presidenta de la República, es un logro de las nietas de aquellas sufragistas que dieron inicio a este largo proceso. Este avance no es casual; es el fruto de reformas, cuotas de género, y la democratización del país, especialmente después de la crisis política de 1988, cuando se fracturó el PRI y emergieron nuevas alianzas entre las izquierdas y la socialdemocracia.

Sin embargo, este avance, aunque significativo, no es suficiente. Al mirar de cerca, vemos que la representación política de las mujeres sigue siendo desigual, especialmente en los municipios. Es preocupante que, en el pasado proceso electoral, solo el 29% de las presidencias municipales fueran ocupadas por mujeres, un porcentaje que revela los muros de la resistencia frente a lo que debería ser una paridad real.

El ámbito municipal, el más cercano a la comunidad, es también el más hostil para las mujeres. La violencia política de género, que en muchos casos incluye ataques personales que afectan a las familias de las candidatas, es una barrera difícil de superar. Las mujeres que se postulan para estos cargos no solo enfrentan los retos habituales de cualquier contienda política; también deben lidiar con agresiones que tocan sus vidas privadas de manera desproporcionada en comparación con sus contrapartes masculinas.

Y como si esto no fuera suficiente, los partidos políticos, que deberían ser aliados en la lucha por la igualdad, se han convertido en un obstáculo más. A pesar de las normativas que obligan a los partidos a destinar recursos económicos y espacios mediáticos a las candidatas, muchas veces esto no se cumple, especialmente en los municipios. Es indignante saber que, en algunos estados, las mujeres candidatas reciben apenas entre el 2 y el 19% de los recursos que les corresponden.

Los ejemplos de desigualdad en la distribución de recursos para las candidatas en elecciones municipales son alarmantes. En Nuevo León, el partido local Esperanza Social no destinó los recursos que correspondían a sus 11 candidatas a presidencias municipales. En Sinaloa, el PRD retuvo el 48% de los fondos que deberían haber sido utilizados para promover a sus candidatas. En Sonora, el PRI se apropió del 44% de los recursos destinados a las mujeres aspirantes, mientras que, en Guerrero, el Movimiento Laborista no entregó el 31% del financiamiento previsto para sus candidatas.

Al conmemorar esta fecha histórica, es crucial no solo celebrar los logros obtenidos, sino también reconocer lo que aún falta por hacer. Las leyes de igualdad han mostrado resultados, pero no podemos confiarnos. La paridad en los municipios, la violencia política de género y la falta de apoyo de los partidos políticos son retos que debemos enfrentar con la misma energía con la que nuestras antecesoras lucharon por el derecho al voto.

Es necesario seguir avanzando y recordarnos que la igualdad sustantiva no se logra solo con leyes o cartillas, sino con las condiciones para ejercer plenamente nuestros derechos.

Hoy más que nunca, la lucha por la representación política de las mujeres en todos los niveles debe continuar, porque aún queda mucho por hacer para que la democracia mexicana sea verdaderamente inclusiva e igual. 

Las calles de Chile vuelven a gritar aborto legal

Por Javiera Manzi A. 

Fuentes: Rebelión

Y, además, las cabras siguen llegando.

Un feminismo socialista debe insistir en la acumulación de fuerzas y la politización popular que solo produce la movilización. No hay atajo posible.

El pasado viernes, en vísperas del 28 de septiembre, diversas organizaciones feministas a lo largo del país convocaron a marchas y acciones territoriales exigiendo la legalización del aborto en Chile. Al igual que el año pasado, fue una jornada que sacó a miles de manifestantes a las calles detrás de la consigna «Aborto legal es justicia social», a solo unos meses de que el gobierno de Boric presente el proyecto de Ley de Aborto —comprometido para diciembre de este año— que busca garantizar, al fin, nuestro derecho a decidir.

Este hito de movilización latinoamericana por un aborto legal y seguro tiene sus orígenes en la larga historia internacionalista y antirracista del movimiento feminista. La fecha fue acordada en el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe de 1990 en San Bernardo, Argentina. La delegación brasileña propuso conectar la lucha por los derechos sexuales y reproductivos con otro 28 de septiembre, el de 1871, día en que se promulgó en Brasil la Ley de Libertad de Vientres, que declaró libres a todos los hijos e hijas nacidos de mujeres esclavizadas.

Me puedo imaginar a las compañeras brasileñas levantando la mano en plena asamblea para hacer pública su iniciativa. También veo al resto de las latinoamericanas reconstruyendo parte de la incesante historia de lucha contra la esclavitud y el lugar de las mujeres en todo ello. Probablemente hayan comentado cómo ese fue uno de los primeros pasos del largo camino a la abolición real (y no solo formal) del yugo esclavista[1]. Un camino que inició en los vientres de las mujeres, no solo en Brasil sino en todo un continente que, a tientas, contra la inercia y la abierta oposición oligárquica, se fue sacudiendo de sus herencias coloniales. Lejos de ser algo reciente o un tema valórico, el derecho al aborto es parte de una lucha histórica por la emancipación general, y el 28 de septiembre es ante todo un hito que conmemora esta —nuestra— larga lucha por la libertad.

Este año en Chile marchamos sabiendo que el debate público en torno a la legalización del aborto volverá a ser central dentro y fuera del Congreso, tal como sucedió unos años atrás con la «Marea Verde» argentina. La elaboración del proyecto de ley que garantice el derecho a decidir en toda circunstancia, sin restricción de causales ni «objeción de conciencia institucional», ya está en curso.

Foto: Bárbara Berrios C (@vuelosinprisa)

Este es, al mismo tiempo, el mejor y el peor momento para abrir esta conversación. Si hoy contamos con una aceptación generalizada entre la sociedad sobre la necesidad de despenalizar el aborto, ha sido gracias a años de movilizaciones y militancia feminista volcada a intervenir en el sentido común, insistiendo en que se trata de una urgencia de salud pública y que la posibilidad de abortar es, la mayoría de las veces, una cuestión de clase. Distintas encuestas lo corroboran: existe mayoritaria aprobación del aborto en las tres causales que reconoce la Ley IVE de 2017 (Interrupción Voluntaria del Embarazo), y una creciente aprobación del aborto en toda circunstancia. Lejos está de ser una reivindicación minoritaria, identitaria o incluso woke, tal como señalan las modas de turno entre algunos cientistas sociales. Por el contrario, no es exagerado señalar que este es hoy uno de los mayores consensos sociales en nuestro país.

Creo importante insistir en la lección que esto representa para la izquierda en su conjunto. El movimiento feminista ha sido capaz de desplegar una política de disputa por la hegemonía que ha sabido (y debido) sobreponerse, en cada momento, a los intentos de restauración patriarcal. Con toda las tribunas mediáticas a su disposición, diferentes sectores han buscado, una y otra vez, apuntar al aborto como responsable de abrir un flanco de polémica dentro de la sociedad e incidir en resultados electorales desfavorables, particularmente en el caso del plebiscito de salida de la Convención Constitucional en 2022.

Algo esperable de la derecha, pero que también lo vivimos dentro de los propios partidos y movimientos de izquierda. No es casual que durante el primer proceso constituyente esta haya sido la primera Iniciativa Popular de Norma en alcanzar el apoyo ciudadano para ingresar al debate en la Convención y que, casi dos años después, fuera un factor determinante en impedir que se aprobara la propuesta constitucional apoyada por la ultraderecha en el último plebiscito.

El riesgo de retroceder en las tres causales de la Ley IVE, especialmente en la de violación, fue un factor decisivo para el voto «en contra», particularmente entre las mujeres de los sectores populares. Los últimos debates electorales en los que ha pisado fuerte la ultraderecha (como la segunda vuelta presidencial entre Kast y Boric en 2021 y el plebiscito de salida del Consejo Constitucional 2023) pusieron en evidencia la amplia conciencia de la amenaza que supone el proyecto de la ultraderecha para la vida de mujeres y disidencias. Y, en momentos decisivos, esto ha constituido un cordón sanitario para su avance por abajo.

Foto: Carolina Rubilar (@bit4cora_audiovisual)

Sin embargo, como decíamos más arriba, este es también —qué duda cabe— uno de los momentos más desafiantes y complejos para entrar en esta batalla. A pesar de que por primera vez va a ser presentado en Chile un proyecto de Ley de estas características, la correlación de fuerzas dentro del actual Congreso está lejos de ser favorable. Si bien se han alcanzado los votos para leyes relativas a violencia de género o laboral (tal como la Ley integral contra la violencia hacia las mujeres y la Ley Karin), la reforma a la Ley Antidiscriminación y la Ley de Educación Sexual Integral fueron rechazadas estrepitosamente.

A cinco años del estallido social, además, el desgaste político ha generado una evidente retirada de la calle en tanto espacio de intervención pública. Cada vez es más difícil convocar a manifestaciones masivas, aunque motivos no faltan. Pero la fatiga activista y la desorientación han atravesado casi todos los espacios que dieron impulso a las movilizaciones de las últimas décadas.

A esto se suma que el Gobierno, en lugar de buscar el apoyo a su programa en las calles, ha optado por intensificar la política represiva, la criminalización de la protesta social y la impunidad para la violencia policial. Todo lo contrario de lo que cabría esperar de un conglomerado supuestamente progresista cuyos principales liderazgos fueron forjados al calor de las marchas universitarias en defensa de la educación pública. No es casualidad que hoy sea precisamente el movimiento estudiantil el sector al que más le está costando retomar una voz propia y organizada después de años de crisis.

Así y todo, la marcha convocada el viernes pasado reunió a miles de mujeres, niñas y disidencias de todas las edades, sobre todo jóvenes. Ese día marché junto a mis compañeras de la Coordinadora Feminista 8M. Llevaba un cartel que aludía al sueldo de 17 millones que recibe la exministra de Educación del Gobierno de Sebastián Piñera, Marcela Cubillos, por una inespecífica actividad académica en la Universidad San Sebastián (y todo el Misoprostol que compraríamos con tamaña suma).

Entonces se me acercó Geraldine. La había conocido unas semanas atrás en el Día de los Derechos Humanos a propósito de una actividad organizada en su liceo de la comuna de La Cisterna, en Santiago. Fui invitada a hablar sobre feminismo en un foro organizado por el Club de Debate, el Centro de Alumnos y algunos profesores de Historia. Los estudiantes prepararon cada detalle: cómo presentarnos, las preguntas a cada panelista, el café con galletitas y la discusión.

Entre otras cosas, me preguntaron si pensaba que el feminismo de hoy era muy extremo o radical. Aproveché la provocación y contesté que no había nada más extremista que las señoras del Movimiento por la Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCH) que en 1935 se propusieron levantar un programa por la autonomía económica, política y biológica de las mujeres. Que habían luchado por nuestro derecho a ser sujetas políticas mientras se organizaban con núcleos en todo el país por el sufragio universal, contra la guerra, contra el avance del fascismo y por el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos, particularmente de las mujeres de la clase trabajadora.

Les dije a los estudiantes que participaban de la jornada que ojalá siguiéramos siendo tan «extremistas» como Elena Caffarena u Olga Poblete —fundadoras del MEMCH— en el presente. Que ojalá nuestra radicalidad sea tal que nos permita ser parte de una emancipación general, porque el feminismo no es cosa solo de mujeres. Con eso, diría que hasta los estudiantes más escépticos se entusiasmaron. Creo que les gustó la respuesta porque al final se me acercó un grupo, entre ellas Geraldine, para que organizáramos más actividades y jornadas sobre feminismo en el liceo. Les dije que por supuesto, que esa era la idea.

Cuando nos encontramos en la marcha la vi radiante. No le alcancé a preguntar, pero me imagino que es de las primeras a las que asiste. Geraldine tiene 15 años, y ese día en la tarde seguramente fue a cambiarse el uniforme después de clases para luego llegar a la Alameda y encontrarse con muchas otras recién llegadas entre pañoletas verdes y lienzos.

Foto: Carolina Rubilar (@bit4cora_audiovisual)

En alguna reunión con otras organizaciones feministas escuché hablar despectivamente del «feminismo de las recién llegadas», que salen a marchar sin conocer mucho de la historia o los planteamientos feministas. Ya entonces lo dijimos varias: no hay mayor orgullo de este ciclo internacional de movilizaciones feministas de masas que colmar las calles de quienes salen por primera vez con la intuición de que con su presencia se juega algo importante, vital. Nuestra tarea es producir las condiciones para recibirlas.

Hablamos con Geraldine de retomar el plan de hacer algo sobre feminismo con sus compañeras del liceo. Me pidió que la esperara solo un par de semanas porque están preparándose para un torneo de debate. Sonreí fuerte recordando mi propia experiencia en un club de debate hace muchos años. Luego de despedirnos, me emocioné y me di cuenta que había venido a encontrarme con ella. Que esta tarea militante que hemos asumido de levantar y sostener la movilización de masas es cansadora y está llena de tensiones, pero al mismo tiempo es necesaria y urgente.

Propiciar la radicalidad de estos encuentros y traspasos generacionales tanto como ese deseo decisivo de avanzar juntas sin dar ni un paso atrás son hoy tareas indispensables. Porque, aunque necesarios, la presentación de proyectos legislativos, la agitación en redes sociales o la disputa mediática no son suficientes. La experiencia latinoamericana ha demostrado una y otra vez que la disputa política no puede olvidarse de las calles. Un feminismo socialista ha de insistir en la acumulación de fuerzas y la politización popular que solo produce la movilización. No hay atajo posible.

Y, además, las cabras siguen llegando.

Notas

[1] Cabe señalar que Brasil fue el último país de la región en abolir la esclavitud, en 1888.

Fuente: https://jacobinlat.com/2024/10/las-calles-de-chile-vuelven-a-gritar-aborto-legal/