Escrito por Adriana Varillas | News Day Caribe
Que cuando enferman se cuidan mutuamente, que descubren la amistad en una ciudad turística, a veces de paso, en donde la gente entra y sale de la vida, con un manejo complicado de la soledad; que se confiesan los más íntimos secretos, que lloran las penas solidariamente, cohabitan el mismo espacio como roomies y tejen, de a poco, un vínculo que creen a prueba de todo.
Un lazo aparentemente irrompible hasta que una reveladora madrugada, él –totalmente ebrio– le muestra a ella imágenes en donde aparecen jóvenes a quienes presuntamente drogó con alguna sustancia, hasta dejarlas totalmente inconscientes y vulnerables, sin posibilidad de oponer resistencia, para luego desnudarlas, tomarles fotos, videograbar la escena y, probablemente, abusar sexualmente de ellas.
En ese material gráfico que el joven originario de Tabasco le enseñó a Paula, aparece ella misma, totalmente inconsciente.
Al verse en esas imágenes y observar a otras mujeres, la joven tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para simular tranquilidad y buscar cómo huir sin despertar sospechas, ante el terror de que su amigo, en quien confiaba plenamente, intentase matarla para evitar que lo delatase.
Las fotos y videos en poder de Juan Daniel son parte de la evidencia que posibilitó su captura el pasado 17 de febrero en el Aeropuerto Internacional de Cancún, luego de ser denunciado por Paula.
Tres días después de su aprehensión, el joven fue vinculado a proceso, al celebrarse en los Juzgados Orales Penales de esta ciudad, la audiencia en la cual se le imputó el delito de violación y lo que resulte, castigado en el Código Penal de Quintana Roo con 30 a 50 años de cárcel.
El juez estableció 3 meses para la investigación complementaria y prisión preventiva oficiosa, al considerar el grado de peligrosidad que el joven de 27 años, representa para Paula, de 31.
Su agresor conoce completamente su entorno, sus horarios, sus actividades, a sus amistades y familiares, quienes veían en él a un amigo confiable, incapaz de hacerle daño a ella o a nadie.
Como resultado de la pesadilla y antes de marcharse de Cancún, Paula compartió su historia con NewsDay Caribe para alertar a otras jóvenes y exhortar a más víctimas a que se acerquen si tuvieron alguna experiencia similar con Juan Daniel, pues se sospecha de la existencia de más casos.
Su mejor amigo vulneró su espacio seguro con sometimiento químico
La abogada Araceli Andrade Tolama, quien brinda acompañamiento jurídico a Paula, coincide en que el asunto de la joven es equiparable con el de la francesa, Giséle Pelicot, casada con un hombre llamado Dominique, quien la drogaba para ser abusada sexualmente por vecinos y amigos, durante años, sin que ella se diera cuenta.
Lo ocurrido escandalizó a Francia y al mundo al hacerse público en 2024 y más de 50 involucrados fueron llamados a declarar, acusados de participar en el atroz abuso.
La similitud –subrayó Andrade Tolama– consiste en el vínculo de confianza que unía a la víctima y a su abusador. En este caso, no era el esposo, pero sí “el mejor amigo, el chavo encantador que, además cuidaba a Paula”.
El abuso sexual ocurrió también en casa de la joven agraviada, en “su lugar seguro”. El joven se habría aprovechado de la cercanía emocional y física para hacerle daño, “con premeditación, porque lo planeó; alevosía, porque se aprovechó del vínculo de confianza; y ventaja, porque la drogó y ella no tuvo tiempo ni para decir ‘no’”.
El uso de sustancias para dejarla inconsciente y abusar de ella –explicó Andrade– se conoce como violencia por “sometimiento químico”, una forma de aprovechamiento sexual detectada en Cancún por colectivas feministas.
“Se presume que utilizaba Rohypnol, conocido coloquialmente como ‘roofies’ o ‘droga de la violación’, que al parecer conseguía a través de Telegram, por donde también se sospecha que podría haber comercializado las fotos y videos que tomaba a sus víctimas”, indicó la abogada.

El amigo encantador
Sentada en el sillón del departamento que compartió –de agosto del 2024 a febrero del 2025– con Juan Daniel y otro roomie, Paula relata lo que vivió con el joven becario, a quien conoció en enero del año pasado luego de llegar a Cancún para estudiar la Maestría.
“Hicimos como click; se hace amigo mío y empecé a presentarlo con amigos y amigas y entonces fue como ganándose mi confianza. Íbamos a tomar y así, íbamos de fiesta, íbamos a la playa, hacíamos las tareas juntos, hacíamos los exámenes, o sea, nos apoyábamos mucho en cuestión escolar, pero también en la vida cotidiana, social, ¿no? Entonces, cualquier cosa que quisiera hacer, hasta ir al supermercado, ir al médico, él estaba ahí.
“Era un tipo sumamente, aparentemente, caballeroso, atento, pues no sé…como un hombre, un tipazo (…) Se ganó la confianza de todas las niñas de la Maestría. Los profesores lo tenían en alta estima. O sea, era un tipo que no se conflictuaba, que no se enojaba, que aparentemente era un gran sujeto”, describió la joven.
En ocho meses, el grado de confianza fue tal, que Juan Daniel se hizo amigo del roomie de Paula, así que lo invitaron a mudarse al mismo departamento y a compartir actividades, hobbies y fiestas.
Eso no impidió que, a los tres días de llegar a vivir ahí, la noche del 9 de agosto de 2024, les drogase por primera vez, sin que ellos se dieran cuenta, según lo señalado por Araceli Andrade.
Paula recuerda que esa noche bebieron cerveza, como cuando la grabó también el 17 de enero de 2025.
Él no tomaba, pero preparaba los tragos. Sin haber bebido tanto, ella comenzó a sentir pesadez y sueño. No recuerda cómo llegó a su habitación, pero hoy sabe que después de desvestirla, fue videograbada y él mismo volvió a abrocharle la blusa de botones, para que no sospechara nada.
Nadie notó, ni sospechó nunca nada, porque uno de los efectos de la sustancia que les mezclaba en las bebidas, es el llamado black out o “pérdida temporal de la conciencia”.
Juan Daniel, ajeno a todo remordimiento, seguía tratando con normalidad a Paula, pese a que “nos desnudaba y tomaba fotografías de nuestras partes íntimas; la vagina, de la vulva, del ano, de nuestros pechos, y todo esto sin que nos diéramos cuenta, con el pretexto él, de que estábamos tomadas.
“Estábamos en un grado de inconsciencia total porque nunca nos dimos cuenta, hasta que supe que él tenía estas fotos y videos”, narró, al aclarar que en realidad estaban bajo el efecto de alguna droga suministrada por él.
La indiscreción de él y la astucia de ella
Después de haberse mudado y ya con mayor confianza, el joven comenzó a beber también en las fiestas y reuniones, lo que provocó que se volviera indiscreto.
“Como que empezaba a hablar de más, contaba chismes, era indiscreto; secretos que yo le había contado, ya los empezaba a decir borracho, como que empezaba a ser muy imprudente y yo ya estaba molestándome algunas veces con él”, comentó la joven.
El pasado 31 de enero viajaron a Villahermosa, Tabasco, como invitados a la boda de una amiga en común; dos de sus amigas se regresaron a Cancún el 3 de febrero y ellos se quedaron para seguir la fiesta en un establecimiento en donde ella tuvo que pagar la cuenta, lo cual los enfrentó brevemente. Luego se reconciliaron y se fueron a casa del joven.
Con ese preámbulo y después de algunas acotaciones, Paula recordó que ya para la madrugada del 4 de febrero, ebrio, Juan Daniel tuvo una especie de lapsus que le provocó un llanto desolador, “como un niñito, como si lo hubieran lastimado demasiado, como un niño chiquito, con un sentimiento muy profundo”.
Pasado un rato, ya en casa de él, éste le mostró las fotos y los videos en donde, incluso, ella aparece tumbada en su cama, inconsciente y sin ropa.
“Mientras él scrolleaba el celular, tenía muchas fotos de otras mujeres haciendo exactamente lo mismo, grabando sus genitales y a mí, o sea, a mí me tenía tirada en la cama de mi cuarto, totalmente desnuda; me desabrochó, tengo ahí todavía la blusa; es difícil de desabrochar, difícil (…)
“Yo no me imagino el grado de inconsciencia en el que estaba, que ni siquiera me di cuenta que me bajó los pantalones y me desabrochó la blusa y me la volvió a abrochar (…) ¿cómo no voy a sentir que me toca mis genitales? ¿cómo no voy a sentir que me desnudó completamente y me tomó fotos?, a parte con la luz encendida”, describió la joven, para explicar que, de no haber sido previamente drogada, se hubiera despertado ante el abuso.
Después de la confesión Juan Daniel se quedó dormido. Paula, en shock, entró al baño para intentar calmarse. Le cruzó por la cabeza que, si intentaba irse así y él despertaba, recordaría haberle mostrado las fotos y podría matarla para que no lo delatara, pues producir y almacenar ese tipo de imágenes no consentidas es un delito que podría implicar otros.
Tampoco podía arriesgarse a que él borrara la evidencia. Así que intentó calmarse y fingió que todo estaba normal.
Yo necesitaba esa evidencia intacta para que pudiera ir a denunciar; yo lo único que pensaba ahí, era salir con vida; incluso si él sospechaba me podía hacer algo porque se ve que no lo hacía desde ahorita; o sea, se ve que esto que él hacía no lo empezaba a hacer desde ahorita, porque tenía muchos, muchos, videos, muchos, muchos”, dijo.
La huida
Mientras él dormía, Paula aprovechó para marcarle a una amiga a quien pidió que le depositara dinero para poder comprar un boleto de avión. Pasado un rato y, pese al miedo, la venció el sueño.
Luego despertó y esperó a que amaneciera. Juan Daniel se levantó, la miró con los ojos rojos de llanto, la cuestionó y ella inventó que le habían avisado que su abuelo estaba muy mal de salud y que debía irse.
“Él me dice ‘sí, yo te llevo’, pero yo tenía miedo de que él se diera cuenta y me vaya a desaparecer, porque así es como termina cuando uno descubre a un puto enfermo, entonces dije ‘este güey me va a matar, me va a desaparecer’”, prosiguió.
El joven la acompañó a esperar el servicio de Uber contratado; la abrazó y le dijo que la quería, deseándole buen viaje. Paula alcanzó todavía a despedirse de los padres de Juan Daniel y se fue.
Ella logró comunicarse con su padre, vía telefónica, y le contó lo sucedido. “Le dije ‘papá este tipo es un violador’, y me quebré y ya le dije ‘necesito que me mandes dinero para irme de aquí, necesito salirme de aquí lo más rápido posible’, ‘yo me tengo que ir papá, este güey me puede hacer algo, o sea, tiene muchas fotos mías, desnuda’”.
Entre la sed de justicia y la culpa por denunciar “al mejor amigo del mundo”
Lejos de Villahermosa y ya en la Ciudad de México, con sus padres, la pesadilla para Paula, creció.
Ahora se debatía entre la necesidad de justicia para ponerle freno a un probable agresor y la culpa que le generaba proceder penalmente contra alguien fundamental en su vida.
Yo lo quería muchísimo, era mi mejor amigo; le confié todo, todo; él sabe todos los aspectos de mi vida, todo lo que he vivido (…) yo siento que no sé, no puedo volver a confiar en nadie porque ¡pinche idiota, yo confié en él!, hasta lo presumía de que era el mejor amigo del mundo.
“Yo deseaba esa noche que todo fuera mentira, que fuera una pesadilla (…) Incluso, en un momento yo llegué a pensar en no decirle a nadie, hacerme pendeja y dejarlo pasar, o sea, así de cabrón lo quería yo a él, lo quería muchísimo y me duele muchísimo porque todavía, a veces, me siento mal porque él esté en la cárcel”, admitió.
En paralelo, comenzó a atar cabos, a recordar momentos en los que se sintió mal, solo habiendo estado con Juan Daniel, luego de beber poco; a contrastar las imágenes de las fotos y videos, con las fechas y situaciones.
El ocho de febrero, cuando Paula cumplía 31 años, se armó de valor. Volvió a Cancún al día siguiente y el 10 de ese mes, interpuso la denuncia en contra de Juan Daniel.
“Dentro de todo agradezco haberme dado cuenta, porque yo lo quería demasiado y aquí estuviera todavía él, haciéndose el mustio y es un falso, totalmente. No sé cómo se le puede llamar a una persona así; es un psicópata, es un loco enfermo”, manifestó.

Ella vio la detención de su agresor: “Todavía tengo pesadillas con eso”
De la madrugada en que Juan Daniel le mostró las imágenes, al 17 de febrero en que fue detenido en el Aeropuerto Internacional, Paula tuvo que fingir que todo estaba en orden para evitar que él sospechara, borrara las evidencias y huyera.
Él todavía le mandó una felicitación de cumpleaños y subió a sus redes sociales alguna foto en donde aparecen juntos. El día de su detención, ella fue a recogerlo a la terminal, pero ya lo esperaba la policía. Atestiguar su captura, la quebró.
“Ver cómo se lo llevaban… todo eso me afectó. Todavía tengo pesadillas con eso”, expresa.
El departamento que ambos compartían en la Supermanzana 15 fue cateado por la Fiscalía General de Quintana Roo.
El personal de la institución encontró en la habitación del joven, dos computadoras y varios dispositivos USB, con material que es analizado y que, a decir de la abogada, Araceli Andrade, podría contener más imágenes y elevar el número de víctimas de Juan Daniel.
Paula confía en que las evidencias que acreditan la probable responsabilidad del joven son contundentes.
Durante la audiencia, la defensa del muchacho intentó desprestigiarla, argumentando que en las fiestas que organizaba en su casa había “excesos” o que se encuentra medicada y esa podría ser la verdadera razón de que entrara en sopor hasta perder el conocimiento.
“Él (el abogado) se dedicó a desestimar mi vida, a hacerla pequeña, a justificarlo. Pero no puso ninguna prueba. No aportó ninguna prueba que pudiera defender a su hijo”, reprochó la joven, quien comenzó a vivir con miedo, el cual se agudizó a partir de que alguien intentó ingresar a su departamento, sin permiso.
Paula, un testimonio para alertar a otras mujeres
La situación en su totalidad y el sentirse amenazada, llevaron a Paula a decidir marcharse de Cancún y continuar sus estudios en otra ciudad.
“Ni siquiera he tenido tiempo para llorar en paz, ni siquiera he tenido como las ganas de ponerme a pensar en eso. Trato de pensar en otras cosas porque cuando me viene, me viene como ese recuerdo de esa deslealtad, traición, daño; porque lo hizo totalmente premeditado.
“Entonces ese es mi mayor dolor; o sea, obviamente que abusen sexualmente de ti es demasiado doloroso. Que abusen de esa manera, de ti, y que sea alguien tan cercano a ti, me pesa más (…) que me haya hecho daño de drogarme, o sea, ni siquiera para defenderme, ni siquiera me dio chance a decir no, a defenderme, a pararme, a putearme; no me dio chance. No me dio esa oportunidad”, expresó.
Antes de irse de la ciudad, Paula quiso dar testimonio para animar a otras víctimas a denunciar y para alertar a otras jóvenes como ella.
“Es lo que me ha mantenido en esta posición de decir, ‘este güey está loco, este güey no puede estar en la calle, este güey daña a quien sea’, no le importa, no tiene escrúpulos, no tiene sentimientos, yo nunca dañaría a alguien que quiero mucho y él me decía, ‘hermanita, te amo’. Eso es, a mí, lo que me conflictúa mucho.
“Ahora, solo sepan con quién se emborrachan, con quién se van de fiesta, a quién meten a su casa. O sea, todo, fíjense en todo, porque ya no sabes quién te va a dañar. Yo ahí en la Fiscalía escuché historias de niñas que van a declarar niñas, que acusan a sus propios padres de hacerle eso”, concluyó.
Hoy, Paula ya no está en Cancún, pero su abogada, Araceli Andrade, solicitó la publicación del email abogadaaraceli@gmail.com para recibir testimonios de otras probables víctimas.
La información contenida en esta nota es responsabilidad de quien la proporciona. Comprometidos con un periodismo ético, evitamos divulgar datos que permitan identificar individualmente a las personas involucradas. No prejuzgamos sobre los hechos, pues esa es una función exclusiva de las autoridades jurisdiccionales (Art. 113 CNPP).
Autora: Adriana Varillas
Medio: News Day Caribe
Nota originalmente publicada en:
Caso Gisele Pelicot en Cancún: su mejor amigo la drogaba para abusar de ella (newsdaycaribe.com)