25 de enero, aniversario de su nacimiento
Woolf no solo destaca por sus aportaciones literarias, sino que, con ellas, promovió el feminismo en pleno Siglo XX, aunque sus obras realmente se promulgaron a partir de los años 70. A día de hoy, sus publicaciones son tan importantes que muchas editoriales siguen haciendo reediciones.
Otra de sus reivindicaciones fue el papel de las escritoras, que también mencionó en ‘Una habitación propia’, plasmando que “una mujer debe tener dinero y una habitación propia si quiere escribir ficción”. Con ello, volvía a criticar a la sociedad, ya que significaba que la mujer tenía que ganarse un ámbito tanto privado como social para poder desarrollar sus capacidades.
Como cuentan desde la librería ‘Mujeres y Compañía’, “la obra y vida de Virginia trasciende generaciones, casi cada día hay una lectora que descubre ‘Un cuarto propio’ (la traducción feminista, no la de Borges que resalta el patriarcado) y hace suyas las palabras de Virginia. Es inspiración para muchas autoras modernas, su libertad y exquisito uso del lenguaje hace que sea una hermana eterna para sus descendientes, sanguíneas o no”.
Actualmente hay muchos movimientos que incentivan la lectura de escritoras, ya que todavía en la mayoría de las estanterías de la población española reinan las publicaciones firmadas por hombres y los medios de comunicación aún no otorgan el mismo espacio a las firmas femeninas que a las masculinas en sus piezas literarias. ‘El esfuerzo cotidiano de las mujeres’ fue el lema en la última edición de la V edición del Día de las Escritoras, donde recordaron las trabas a las que se enfrentaron muchas autoras.
Entorno
En su poderosa narrativa, Woolf sobresalió por la introspección de sus personajes y la descripción de las emociones que subyacen a eventos aparentemente mundanos. Las obras de no ficción como ’Una habitación propia’ (1929) y ’Tres Guineas’ (1938) muestran la decidida perspectiva feminista de Woolf al documentar la discriminación intelectual hacia las mujeres y la dinámica de poder dominada por los hombres de la época.
Las trabas a las que se enfrentó Virginia Woolf, además de su situación personal, tuvieron que ver con vivir en medio de una guerra como fue la Segunda Guerra Mundial. Además, ella y su marido estaban en la lista negra de Hitler por su libro ‘Tres guineas’ (1938), donde expresaba una clara censura al fascismo y exponía las dificultades a las que se enfrentan las escritoras e intelectuales, por el poder legal y económico que tienen los hombres en comparación con las mujeres, perjudicadas en su educación y desarrollo en la sociedad.
Aunque son muchos los factores que golpearon el psiquismo de Virginia Woolf conviene recordar que la somatización de la violencia machista, incluyendo la violencia sexual, se manifiesta como ansiedad, depresión, insomnio, trastornos de la alimentación, dolor crónico de partes del cuerpo, aparición de tumores, entre muchas otras dolencias.
El círculo de Bloomsbury
Después de la muerte de su padre a causa de un cáncer en 1905 cambió su residencia a Bloomsbury (zona oeste de Londres). Su casa se convirtió en un centro de reunión para un grupo elitista de intelectuales británicas y británicos, como: Emmeline Pankhurst, líder del movimiento sufragista, la pintora Dora Carrington o los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, entre otros.
Con las reuniones recibió ideas sobre igualdad, feminismo, aceptación de la homosexualidad y la bisexualidad, el amor por el arte, el pacifismo y el ecologismo. Además, compartían en el círculo criterios estéticos y mostraban cierto rechazo hacia la clase media-alta a la que pertenecían.
Problemas psicológicos
La vida de la escritora estuvo marcada por las depresiones - a los 13 años tuvo la primera de ellas tras la muerte de su madre- y el trastorno bipolar que sufrió. Esto no alteró su productividad literaria, pero sí dejó huella en su obra. Algunos de sus personajes hablaban sobre la ansiedad o el delirio que sufría. Las crisis que padecía hacían que las ideas y las palabras fluyesen dentro de ella. Un ejemplo de ello aparece en las obras ‘La señora Dalloway’ y ‘Los años’, donde la protagonista afirma que ha escuchado cantar a los pájaros en griego. En sus publicaciones también aparece la idea del suicidio, la soledad y el miedo.
Las últimas palabras que dedicó a su marido, el periodista y editor Leonard Woolf, expresaban el motivo por el que decidió irse del mundo que conocía: "Siento que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles. Y no puedo recuperarme esta vez. Comienzo a oír voces, y no puedo concentrarme. Así que voy a hacer lo que me parece lo mejor que puedo hacer. Tú me has dado la máxima felicidad posible. Has sido en todos los sentidos todo lo que cualquiera podría ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices, hasta que vino esta terrible enfermedad. No puedo luchar más.
Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí tú podrás trabajar. Lo harás, lo sé. Ya ves que no puedo ni siquiera escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que debo toda la felicidad de mi vida a ti. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decir que todo el mundo lo sabe. Si alguien podría haberme salvado habrías sido tú. Todo lo he perdido excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo. No creo que dos personas puedan haber sido más felices de lo que hemos sido tú y yo”.
Su legado más sobresaliente
Las obras de Virginia Woolf se han representado en teatros, filmado en películas y debatido en ensayos. Y su influencia es tal que ha inspirado a generaciones posteriores de autoras, así como muchos otros libros y filmes.
‘Fin de viaje’ (1915); ‘Noche y día’ (1919); ‘El cuarto de Jacob’ (1922); ‘La señora Dalloway’ (1925); ‘Al faro’ (1927); ‘Orlando’ (1928); ‘Las Olas’ (1931); ‘Los años’ (1937); ‘Entre actos’ (1941); y, sobre manera, su largo ensayo ‘Una habitación propia’ (1929).
Foto: archivo AmecoPress.
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