1/31/2010


Sara Sefchovich
Los intelectuales sirven

Las acciones y declaraciones recientes del presidente Calderón parecerían indicar que el poder está escuchando a los intelectuales. Por ejemplo, la propuesta de reforma política incluye elementos que durante años algunos han expresado como necesarios: desde la reelección de legisladores hasta la segunda vuelta, pasando por quitarle tanto poder a diputados y senadores, y obligarlos a cumplir en lugar de dejar asuntos sin resolver y sólo pensar en sus intereses partidistas y personales.

Otro ejemplo: la afirmación de algunos estudiosos de que la violencia real es menor a la violencia que perciben los ciudadanos o que propagan los medios, la cual ha sido felizmente convertida en un triunfo que ahora reivindica como suyo hasta la PGR.

Un ejemplo más: la instrucción del Presidente a los representantes en el extranjero de “hablar bien de México”, que se extendió hasta convertirse en solicitud a todos los ciudadanos, la cual se parece a las propuestas de algunos pensadores en el sentido de que ya es tiempo de terminar con la costumbre de ver al país solamente como resultado de momentos violentos y empezarlo a ver también como producto de lo que se hace en tiempos de paz, de construcción y no de destrucción.

Esta idea de encontrar la parte “positiva” de nuestro pasado, el Presidente la ha convertido en una actitud que según él debe seguirse en el presente: no mirar lo “feo” y sólo mirar lo “bonito”, no ver la violencia y sólo ver los logros.

Un último ejemplo: algunos analistas han emprendido una campaña para afirmar que la política calderonista se sustenta en y tiene como objetivo la defensa de las instituciones. Este argumento sirve por una parte para pretender contrarrestar la idea de que el año del centenario y el bicentenario vería otra vez un levantamiento social y por otra parte para justificar las acciones gubernamentales, cualesquiera que sean.

Propuestas de este tipo suponen una visión muy agradable del país, que todos quisiéramos que fuera cierta: un lugar en el que se puede vivir sin conflicto y se puede no pensar en la violencia ni en la ilegalidad, visión que supone a su vez, la existencia de una sociedad diversa, felizmente trabajando y construyendo su día a día.

Pero la realidad no es así. No hay un solo momento de la historia de México ni en su presente en que no haya conflictos, mejor o peor enfrentados o resueltos, pero siempre los hay. La violencia nos persigue y atosiga cotidianamente, y no basta con agarrarse de algún dato (“hubo menos secuestros de los que parece”), por cierto que pueda ser, para negarlo, porque de todos modos sigue siendo demasiada y, sobre todo, porque su forma de ser es arbitraria e indiscriminada y esa “lógica” resulta muy amenazante. No se puede hablar de un país que vive en la diversidad cuando los datos hablan de que no hay aceptación de quienes tienen diferentes religiosidades, sexualidades, color de piel, formas de pensar o incluso de vestir. Y tampoco se puede hablar de un país institucional, cuando las instituciones son débiles e ineficientes, las leyes no se cumplen y predomina el poder de los fuertes y los ricos.

Los que criticamos y cuestionamos y no aceptamos las afirmaciones oficiales, quisiéramos también poder ver a un país en el que se respetan los derechos humanos, se hace justicia social, se cuida el medio ambiente, a los animales y plantas, hay estado de derecho. Pero no es así. Y por eso la crítica sigue siendo no solamente pertinente sino absolutamente necesaria.
De todos modos, me parece excelente que el Presidente escuche a los intelectuales y analistas políticos, en lugar de cerrarse a cualquier cosa que ellos digan, como lo hacían Zedillo y Fox o el mismo Calderón hace apenas algunos meses. Pero ojalá no solamente escuchara a quienes dicen lo que le gusta oír o a quienes le dan argumentos para hablar de lo bien que su gobierno hace las cosas, sino también a los otros, a los que se atreven a decir como en aquel cuento infantil que “el rey va desnudo” y afirman que las cosas no están tan bien como nos dicen.

sarasef@prodigy.net.mx
Escritora e investigadora en la UNAM

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