Inicia agosto de 2011 con la intensificación de los movimientos en pos de la sucesión del 2012. La ciudadanía es escasa o espectadora de estos movimientos, mientras los medios van dando una cobertura especial, bien como promotores de encuestas o como cronistas de estos “destapes” y “traslapes” en los últimos días.
La jornada reciente inició con el 7 de julio con el evento de autopromoción de Enrique Peña Nieto y su discreta “cargada” de apenas 300 invitados en la Casa de Gobierno de Toluca para dar a conocer oficialmente el movimiento Expresión Política Nacional.
El error de haber utilizado una instalación oficial y pública –en otro momento y con otro tribunal electoral esto sería motivo de sanción-, provocó que Peña Nieto se deslindara de un evento que, a todas luces, contó con su aprobación. La crítica al interior del PRI se intensificó y Peña Nieto optó por estar ausente en la conformación del nuevo Consejo Político Nacional que determinará el método de selección y el programa para el candidato del 2012.
Su adversario al interior del PRI, el senador Manlio Fabio Beltrones, no se organizó ningún “destape” oficial pero hábilmente utilizó los espacios recientes de deliberación legislativa y de reordenamiento interno del PRI para colocarse como un peculiar árbitro en contiendas donde es juez y parte.
Beltrones supo capitalizar el encuentro con Javier Sicilia y el movimiento de las víctimas que él encabeza para presionar a sus contrapartes en la Cámara de Diputados para que aceleren o, por lo menos, den la cara frente al atorón de la reforma política. El “beso Sicilia-Beltrones”, tras el encuentro del pasado jueves 28 de julio, fue el sello imagológico de este traslape que generó la atención de los medios.
En los territorios del PAN, quien adelantó los tiempos fue el senador Santiago Creel. El anuncio de su licencia como integrante de la Cámara alta, el anuncio de su movimiento México Adelante y la intensificación de su recorrido por el país no benefició tanto sus registros demoscópicos, pero sí obligó a una primera “limpia” en el entorno de los precandidatos panistas. De la contienda se bajaron públicamente Javier Lozano, secretario del Trabajo, y Heriberto Félix, el secretario de Desarrollo Social.
Creel pasó de ser el puntero (durante meses fue el primer lugar de preferencias con el 25 por ciento de los votantes panistas sin adversario claro en el horizonte) a quedar en un virtual empate con Josefina Vázquez Mota, quien pasó del 13 por ciento en abril a 34 por ciento en julio, según la encuesta de Reforma. El ascenso de Vázquez Mota coincide con su mayor presencia en los medios, promovida desde las oficinas gubernamentales, especialmente la Secretaría de Gobernación. Esto ha dado señales claras para que los candidatos “calderonistas” (Ernesto Cordero con 7 por ciento y Alonso Lujambio con 5 por ciento) y el gobernador jalisciense Emilio González (6 por ciento) se enfilen para la negociación interna.
Poco le duró el gusto a Creel y a Vázquez Mota de su “relanzamiento” a finales de julio. Su ex jefe Vicente Fox, el ex presidente incómodo del PAN, les bajó los humos a todos y con su peculiar oportunismo declarativo señaló que el precandidato priista Enrique Peña Nieto es imbatible, representa a una “nueva generación de priistas democráticos” y que el PAN difícilmente va a retener la presidencia en el 2012.
Imitando a Peña en la conformación de un movimiento paralelo al partido, en sintonía con el evento de Creel, el jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard operó un tímido “autodestape” el domingo 31 de julio, como si se tratara de llegar al final de este mes electoral con un posicionamiento clar.
Destape light lo tituló el periódico Reforma, tímido paso ante AMLO, lo calificó La Razón y simbólicamente La Jornada dejó en páginas de interiores el evento de Ebrard en el World Trade Center donde oficializó el movimiento Demócratas de Izquierdas. Todavía no está muy clara cuál será la relación entre esta nueva agrupación y la fundación que dirige René Cervera, hombre de todas las confianzas del jefe de Gobierno.
Fue un reagrupamiento de las corrientes internas del PRD. Nueva Izquierda, Foro Nuevo Sol, Izquierda Renovadora y Unidad y Renovación decidieron crear ¡una tribu más! o una coalición tribal para enfilar sus apoyos en Marcelo Ebrard. Sólo los iniciados en los códigos y traslapes perredistas entienden bien este juego de fichas y corrientes que peca del mismo problema que los otros precandidatos: la ausencia de candidatos reales.
Sin embargo, el Partido Convergencia, creación de Dante Delgado, realizó el mismo día del “destape light” de Ebrard otro traslape: su reasignación bautismal. Ahora se llamará Movimiento Ciudadano, con un logotipo muy similar al Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que impulsa a Andrés Manuel López Obrador desde hace varios meses.
La astucia o el oportunismo, según se quiera ver, inspiró este movimiento de Convergencia. En tanto, López Obrador sigue con sus giras por todo el país, articula un discurso radical frente a “la mafia”, pero sorprendentemente da señales de moderación con la alta jerarquía católica, especialmente con Juan Sandoval Iñiguez, el Cavernal de Guadalajara.
¿Hacia dónde va este corrimiento discursivo de López Obrador? ¿Pretende atraer a los jerarcas católicos que están molestos con Ebrard por las reformas en el Distrito Federal que atacan a la moral unilateral del catolicismo, en especial, la despenalización del aborto y los matrimonios y la posibilidad de adopción de las parejas del mismo sexo?
No queda claro aún para donde va.
Lo único claro es que cada precandidato se está creando una plataforma alternativa o paralela a sus propios partidos: Enrique Peña Nieto y EPN; Santiago Creel y México Adelante; Andrés Manuel López Obrador y Morena; y ahora Marcelo Ebrard y su movimiento Demócratas de Izquierda.
Es decir, ninguno confía o se esperanza en las estructuras partidistas que los respaldan de inicio. Mala noticia cuando nos enteramos por El Universal que esos mismos partidos le han costado al país 36 mil 63 millones de pesos en los últimos 11 años. Los siete partidos que tienen actualmente registro han acaparado el 95 por ciento de estos recursos, es decir, 34 mil millones de pesos.
Y nunca como ahora, existe una corriente en la opinión pública en contra de los partidos políticos, en demanda de los candidatos ciudadanos y de “partidos ciudadanos” (como si los otros partidos estuvieran formados por extraterrestres o militares). Es el absoluto traslape de los discursos. Hábilmente, los precandidatos y los partidos ya asimilaron a su favor este exceso de demagogia sobre la pureza ciudadana y de realismo trágico sobre la anomia de los partidos.
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