9/25/2011

15º Tour de Cine Francés




Carlos Bonfil
Francia parece haber encontrado la fórmula eficaz, falta saber si la idónea, para defender su producción fílmica ante la presencia creciente de cine hollywoodense en sus pantallas. Una persistente intervención estatal de apoyo a las producciones, por vía del Centro Nacional de Cine, durante años un buen modelo para cinematografías emergentes en Asia y América Latina, y una defensa clara del cine de autor que para nada desdeña la proliferación de películas comerciales (comedias, thrillers, dramas históricos), han permitido contrarrestar en lo posible la hegemonía del cine estadunidense en cartelera con esporádicos éxitos locales que mantienen al público francés atento a sus nuevas producciones. Entre 35 y 40 por ciento de los ingresos globales en taquilla van cada año en Francia a la producción nacional. Algo muy distinto al 7 por ciento que en México obtienen nuestras películas. Una política racional y consecuente de apoyo combinado a la producción, distribución, exhibición local, y una buena difusión al extranjero por el organismo Unifrance, explica la buena salud de esta cinematografía.

El Tour de Cine Francés que actualmente recorre 50 ciudades de México hasta el primero de diciembre, presenta siete películas de factura muy reciente. Cuatro son propuestas de autor; las tres restantes, comedias ligeras, abiertamente comerciales. Este equilibrio no es nuevo. En cada edición, el Tour ha procurado satisfacer a los públicos más diversos, desde el espectador de cine club hasta el amante del entretenimiento más frívolo. En realidad, lo presentado da una idea muy cabal de los tonos dominantes en la producción francesa y de la línea cada vez más delgada que separa hoy al producto comercial de la propuesta verdaderamente artística.

Precisamente, el único documental exhibido, Un loco amor (L’amour fou), de Pierre Thoretton, muestra de modo elocuente este diálogo entre el arte y el comercio a través de la evocación de la carrera profesional del diseñador de modas Yves Saint Laurent y su larga relación amorosa (50 años) con Pierre Bergé, coleccionista, empresario y mecenas de la lucha contra el sida. YSL, el logo como identidad y destino, fue a los 21 años alumno aventajado de Christian Dior, y a la muerte de este modisto emblemático, creador de su propia línea de diseños que en 1966 revolucionaría la moda con la introducción del prêt-à-porter, vestimenta casual y desenfadada, en ruptura con los estilizados diseños clásicos. La cinta refiere la pasión de los dos coleccionistas de arte, pero también de modo oblicuo, la crónica mundana de los nuevos años locos –los 70 y 80– en que el hedonismo sexual, las drogas, la música disco, y la religión del éxito social marcaron a las elites europeas, y de modo muy especial a YSL, quien, según refiere en la pantalla su pareja de largo tiempo, se abandonó con entusiasmo y neurosis a la euforia reinante. Luego de la muerte de YSL, Bergé apoya la lucha contra la homofobia y la movilización política de las personas con VIH. Un amor loco es un documental ágil y muy sincero sobre la experiencia sentimental de dos hombres con personalidades fascinantes y complejas, y la radiografía puntual de toda una época.

En un tono de comedia rosa, maliciosa y falsamente ingenua, Mujeres al poder (Potiche), de François Ozon, es una fábula social sobre el empoderamiento de un ama de casa burguesa (Catherine Deneuve) destinada a superar su condición de adorno doméstico, remplazando a su marido (Fabrice Luchini) a la cabeza de la fábrica de paraguas que es el patrimonio familiar. En la línea de repostería visual y culto deliberado al kitsch presente ya en Ocho mujeres, la nueva cinta de Ozon despliega con gracia su tributo al teatro francés de bulevar (Barillet/Grédy) y a la música popular de los años 70. Pone en escena luchas sociales que incluyen huelgas, secuestro de patrones y acción sindicalista, combinando este panorama de la lucha de clases con una comedia de enredos sentimentales. Ozon disfruta el coctel de fórmulas de vodevil llevado al extremo de la autoparodia, y convida sin reparos al espectador a librarse a la misma faena gozosa. La comedia es eficaz y mucho más redonda que las otras cinco de su tipo del ciclo (Mi parte del pastel, Los nombres del amor, El día que vi tu corazón, La oportunidad de mi vida y Una visita inoportuna), que sintomáticamente insisten también en combinar la política y los enredos sentimentales, y en abordar la diversidad cultural y la lucha contra el racismo, los conflictos laborales y el drama del desempleo, todo en un tono menor de eficacia muy probada. Son cinco títulos de los que se hablará en el momento de sus estrenos comerciales.

Mayores detalles y horarios: www.tourdecinefrances.net

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