9/13/2011

Candidatos únicos y renovados



Alejandro Encinas Rodríguez

Al momento en que se avecinan decisiones fundamentales para su futuro, el PRD se extravía de nueva cuenta en el laberinto de sus asuntos internos. Presidencia de la República y la construcción de un frente electoral de las izquierdas se nubla entre disputas que tensan su precaria unidad interna y distraen la atención de lo que debería ser su prioridad: el rediseño de su estrategia electoral y de los mecanismos de selección de sus candidatos, en un momento donde los reveses acumulados desde 2008 hasta las recientes elecciones en Coahuila, Estado de México y Nayarit dan cuenta de que la ruta seguida hasta ahora se ha agotado.

Es importante reconocer la voluntad expresa de los dos aspirantes de las izquierdas a la candidatura presidencial a sujetarse a las reglas que definan los partidos coaligados y respaldar a quien resulte mejor posicionado, aunque poco se ha tejido para que los simpatizantes de ambos candidatos asuman la misma actitud. Sin embargo, no se ha entendido que la elección del próximo año no será sólo una elección plebiscitaria de los desatinos de los gobiernos encabezados por el PAN, sino también de los gobiernos de 12 entidades en las que se celebrarán elecciones concurrentes —cinco de gobernadores, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, 701 presidentes municipales, 16 delegados, 304 diputados locales de mayoría relativa, 500 diputados federales y 128 senadores—, cuyos resultados tendrán un peso decisivo en la contienda.

A diferencia de las elecciones presidenciales anteriores, en particular las de 1988 y 2006, en las que los candidatos de los partidos de izquierda eran arrastrados por la fuerte atracción que generaron las candidaturas de Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, hoy el escenario es distinto, ya que se necesitan candidatos que impulsen y aporten votos a favor de quien resulte ser el representante de las izquierdas y no al revés.

Es bueno, como sucede en todo régimen democrático, que en algunas entidades como el Distrito Federal se hagan públicas las aspiraciones de quienes desean contender por la jefatura de Gobierno y los gobiernos delegacionales, aunque lamentablemente, y en ocasiones con muchos recursos, ello no forme parte de una estrategia partidaria de legitimación de los aspirantes, sino que obedece más a la aspiración personal o al posicionamiento de los grupos internos, lo que no abona a un proceso democrático, sino mas bien hacia la confrontación entre grupos, lo que puede conducir, como ha sucedido, a divisiones internas, chantajes, fuga de candidatos a otros partidos o el afán de permanencia de los grupos de las autoridades en turno, al margen de la representatividad e incluso la capacidad de los candidatos.

Si bien en 2010 se frenó el avance restaurador del PRI, resultado de las fracturas que lo dividieron en entidades como Durango, Puebla o Sinaloa, las experiencias recientes dan cuenta de que el priísmo está capitalizando el descontento derivado del fracaso de las gestiones del PAN y la división de las izquierdas, lo que obliga al rediseño de las políticas seguidas hasta ahora, en las que se debe atender con urgencia el presentar una propuesta atractiva para un electorado cada día más joven y exigente, con una estructura electoral y de promoción del voto eficaz, y de manera destacada, con candidatos únicos de las izquierdas, competitivos y renovados, quienes más allá de los intereses de los grupos y corrientes conciten el voto y, ¿por qué no?, el relevo generacional.
Diputado federal por el Partido de la Revolución Democrática
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José Antonio Crespo

Escenarios del 2012
Falta mucho para la elección presidencial. Muchas cosas pueden pasar. Por lo mismo, son útiles los escenarios que se construyen a partir de las variables hoy conocidas. Cada uno de ellos tiene distintas probabilidades de cumplirse, además de que nuevos acontecimientos imponderables pueden dar pie a nuevos escenarios y desechar algunos de los que se configuran. Pero nada se pierde con el ejercicio de construir escenarios, que ayudan a orientar por dónde pueden ir las cosas.

A) Para empezar, una variable que puede considerarse como constante, por su elevadísima probabilidad de cumplirse, es que el candidato del PRI será Enrique Peña Nieto. Ese es el escenario más probable, pues al parecer Manlio Fabio Beltrones, que sigue en la contienda, negociará posiciones para él y los suyos a cambio de apoyar plenamente a Peña Nieto. Si no lo ha hecho es porque le convien
e elevar todavía los costos de su adhesión. El PRI seguramente llegará con una unidad que no tuvo en 2006, y que superará la de sus rivales en 2012.

B) Ante ese escenario priísta, surgen otros a partir de quienes serán los candidatos de los demás partidos, y cómo serán designados (con o sin fricciones o rupturas). Un escenario que se manejó ampliamente fue el de la coalición PAN-PRD, con Marcelo Ebrard o Juan Ramón de la Fuente a la cabeza. En tal caso, las cosas se le pondrían difíciles al PRI, pues todo el voto anti-PRI (que según las encuestas es todavía mayoritario) podría congregarse en torno a esta coalición. La variable, sumamente probable, sería que Andrés Manuel López Obrador no apoyaría dicha alianza sino que iría por su lado, postulado por el PT y el Partido del “Movimiento Ciudadamlo”. Eso haría más difíciles las cosas a la coalición PAN-PRD, pero aun así su abanderado podría ser competitivo frente al PRI (pongamos 45 puntos al PRI, 40 a la coalición y 15 puntos al PT-Movimiento Ciudadamlo). Este escenario es bastante improbable ahora, pues si algo ganó López Obrador en el Estado de México fue dinamitar esa opción.

C) Un escenario más probable es que el PAN y la izquierda vayan cada uno por su lado, lo que facilitaría el triunfo del PRI. La incógnita pendiente sería cuál de los dos queda en segundo y cuál en tercer lugar. Una posibilidad es con López Obrador como candidato de la izquierda unida (sin rupturas). Entonces dependerá de a quién designe el PAN; si lo hace con un candidato anticlimático, del tipo Ernesto Cordero, el PAN podría irse al tercer lugar. En cambio, con un abanderado de mayor atractivo relativo (tipo Josefina Vázquez) podría asegurar un segundo lugar, enviando a López Obrador al tercer sitio. Pero dado el fiasco que han representado los dos gobiernos panistas, aun si Josefina recibiera un monto de voto útil anti-PRI le sería difícil acercarse a la aplanadora tricolor. Una variante de este escenario —menos probable— es que López Obrador consiga posicionarse en segundo lugar (aun frente a Josefina), en cuyo caso también le sería difícil competir frente a Peña Nieto, por sus límites de crecimiento.

D) Finalmente queda el escenario en el cual Marcelo Ebrard aparece como candidato. Una variante sería con una ruptura de por medio, donde la izquierda iría con dos candidatos; Ebrard por el PRD y López Obrador por la coalición PT-Movimiento Ciudadamlo. Entonces el desastre para la izquierda sería total, al grado incluso de perder la capital (que de cualquier manera está en vilo). Sin embargo, es poco probable que Marcelo quiera romper pese al agandalle de López Obrador. Nada ganaría, y en cambio podría negociar cosas importantes para los suyos. Y la última variante en estos escenarios es que Ebrard aparezca como candidato único de la izquierda previo respaldo de López Obrador al reconocerlo como más competitivo. Este es el mejor escenario para la izquierda, y el peor para el PRI, pues Marcelo tiene mucho más potencial de crecimiento, se ubicaría con mayor facilidad en segundo lugar y podría atraer un nutrido voto útil antipriísta, al grado de incluso resultar competitivo con Peña Nieto.

Pero es también el escenario menos probable, pues resulta difícil imaginar a López Obrador mostrando tal altura de miras a favor de un proyecto de izquierda ganador. Sólo que él se considera el único capaz de combatir a la “mafia del poder”; todos los demás son parte, lacayos o colaboracionistas de esa mafia.

Por ello, si se concreta el triunfo del priísta (escenario más que probable) habrá contado con la invaluable ayuda de López Obrador.


cres5501@hotmail.com

Facebook: José Antonio Crespo Mendoza

Investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas

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