10/03/2011

Recorrido de un siglo feminista devela nuevos desafíos




SEMlac
Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe
Adital

Por: Sara Lovera

Un fantasma recorre el siglo: Luchas feministas en México 1910-2010 es el título de un libro de 546 páginas que acaba de ser colocado en las librerías de México y pretende mostrar una visión panorámica de los procesos y discursos más significativos de los movimientos feministas de los últimos 100 años.

El ejemplar fue coordinado por Gisela Espinosa Damián y Ana Lau Jaiven, dos activas académicas que hicieron coincidir en el libro a estudiosas de la condición femenina y a protagonistas del feminismo de los últimos 40 años.

En edición colectiva de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la editorial Itaca, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y el Colegio de la Frontera Sur, el texto plantea lo que hasta ahora no se ha puesto sobre la mesa: avances y retrocesos de un movimiento transgresor y revolucionario.

Desde la introducción se expresa lo que en México -país vanguardia en las acciones y políticas a favor de las mujeres tras la Revolución Mexicana- ha sufrido el feminismo.

Tal como en el siglo XIX todas las fuerzas de la vieja Europa se unieron en "santa cruzada" para acosar al fantasma del comunismo, aquí todas las fuerzas e ideologías conservadoras se han unido para acosar al feminismo, para impedir que crezca, se manifieste y logre sus fines.

En los últimos cien años, las feministas han librado una larga lucha por alcanzar sus reivindicaciones y, simultáneamente, por destruir la leyenda de su fantasma.

La virtud del compendio es que incluyó a 17 autoras para abordar y visibilizar la larga jornada de lucha de miles de mujeres anónimas que, en distintas coyunturas políticas, momentos y contextos socioculturales del último siglo, "meten la cuchara" (actúan), colocan su mirada crítica sobre las injusticias de género e imaginan un mundo distinto.

Un fantasma recorre el siglo… es un libro plural, donde se suman las expresiones de distintas corrientes del feminismo mexicano.

Por primera vez se incluye un texto, el último en la lista, sobre la incorporación de una lucha librada por mujeres periodistas en el seno de los medios de comunicación de masas, lo que constituye una novedad, puesto que en el país las mujeres feministas en general sólo han considerado a los medios como aliados o enemigos de su palabra.

Ahí se cuenta la historia de los espacios logrados por mujeres del periodismo desde los años sesenta y hasta la creación de alternativas novedosas, ligadas a las nuevas tecnologías de la comunicación.

En la misma medida, Marta Lamas cuenta la larga lucha por despenalizar el aborto en el capítulo de "Contra cultura, cuerpo, violencia y diversidad sexual" y no faltan un recuento de los movimientos contra la violencia hacia las mujeres, el feminismo popular de los años ochenta, los primeros pasos en los setenta y el antecedente del sufragismo y la construcción de los derechos hasta finales de los años treinta, escritos por las tradicionales estudiosas de esa época, Esperanza Tuñón Pablos, Enriqueta Tuñón Pablos, Martha Eva Rocha Islas y Ana Lau Jaiven.

Un capítulo entero -verdadera novedad- analiza un tema de gran tensión: "Autonomía o institucionalización", con las letras de Martha Castañeda Pérez, María Luisa Tarrés y Ximena Bedregal, tres miradas desde tres lugares distintos, por lo que resulta muy útil para las nuevas generaciones de feministas, ante la interrogante: ¿hasta dónde la falta de una estrategia autónoma y libre nos ha limitado?

El examen de las luchas feministas resulta fundamental para conocer dónde están colocadas las mexicanas, cuyas iniciativas en los años veinte y treinta del siglo pasado y su movilización exponencial en los años setenta influyeron en la construcción del movimiento feminista latinoamericano, que celebrará en noviembre próximo su décimo octavo encuentro en Colombia.

Varias de las autoras reconocen que se ha colocado una nueva cultura -la feminista- y que los avances en algunos aspectos no corresponden a retrocesos visibles, propios de la crisis global del sistema capitalista y del patriarcado.

Algunas de las reflexiones en la introducción ubican en la realidad de los movimientos feministas, que "enfrentan viejos y nuevos retos", en particular en México, donde hay más pobreza "a cien años de una Revolución que costó un millón de vidas para lograr derechos sociales que en su momento fueron los más avanzados del planeta".

Aun cuando los efectos negativos recaen sobre mujeres y varones, "diversos estudios afirman que hay una feminización de la pobreza, que las mujeres urbanas y rurales trabajan más por menos, que la migración deposita en ellas nuevas responsabilidades y tareas, pero no mayores recursos para satisfacer las necesidades personales y familiares", enfatiza el texto.

Agrega que, "si bien emigran más los varones, también crece el número de madres de familia y de jovencitas que se aventuran a buscar empleo fuera de su lugar de origen, sin que se respeten sus derechos sociales y laborales".

En el largo periodo que analiza el libro, entre 1010 y 2010, la situación y posición social de las mujeres se ha modificado en distintos aspectos. Por un lado, "ha aumentado significativamente su esperanza de vida, sin que ello garantice mejor calidad de vida; y el uso cada vez más extendido de anticonceptivos -no siempre con consentimiento informado- crea la posibilidad de una maternidad decidida, reduce las tasas de fecundidad y el periodo de vida dedicado a los cuidados de la reproducción y las labores de crianza", se lee en la introducción.

Sin embargo, se reconoce que la despenalización del aborto sigue pendiente e incluso se re-penaliza en algunos estados; en tanto la creciente incorporación de las mujeres al mercado de trabajo les permite contar con ingresos propios y mayor independencia económica, pero sin eliminarse la brecha salarial desventajosa para ellas.

"El trabajo doméstico -cuyo valor económico aún no se reconoce en las cuentas nacionales- sigue siendo tarea prioritariamente femenina, lo cual implica una doble jornada desvalorizada, que asumen millones de mujeres", sostiene.

El libro analiza las oportunidades de estudio para mujeres y varones, el derecho de las mujeres a votar y ser votadas y sus problemas de salud, como el cáncer cérvico-uterino y de mama o la mortalidad materna, que "son una realidad lacerante porque el derecho a la salud y los programas y metas internacionales signados por el gobierno mexicano no se cumplen".

El libro evidencia que los cambios para las mujeres no son unidireccionales, ni en el hogar, la escuela, el trabajo o los espacios donde se toman las decisiones públicas. Tampoco en torno al cuerpo, la sexualidad y la maternidad, ni en esferas en las cuales se ha ganado la batalla contra la subordinación y la desigualdad de género, social, étnica y política.

En algunos aspectos, el libro revela que las injusticias y los retos son tan grandes o más que en tiempos de la Revolución, y no es fácil responder si la situación de las mujeres es mejor que hace cien años. En ese marco de desigualdades, el discurso oficial de la equidad de género, se concreta a paso de tortuga

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