8/26/2013

Tablero en rojo



 Leonardo Curzio
Estoy seguro que el Presidente nunca olvidará la semana pasada, pues ha sido la más complicada desde que inició su gestión. Los frentes económico, político y de seguridad presentaron graves focos de tensión.

Arrancamos la semana con una revisión a la baja de la expectativa de crecimiento para el año que corre. El recorte de expectativas, con los consecuentes impactos en creación de empleo y percepción general sobre el desempeño de la economía del país, recorta el optimismo que el llamado Mexican moment había alentado. La pregunta del millón sigue siendo: ¿Por qué el país sigue teniendo estos niveles de crecimiento tan mediocres? En principio, todo el modelo de negociación del Pacto por México había permitido el procesamiento de reformas como la telecomunicaciones, que auguraban una dinámica nueva en materia de crecimiento. La reforma financiera fue otro paso importante al igual que la reorientación de la banca de desarrollo. La puesta al día del gasto público se supone que debería generar una dinámica diferente. Si a esto añadimos que las finanzas públicas están en equilibrio y que se ha aprobado una legislación que en principio pondría orden en el endeudamiento de los estados, resulta más frustrante que la economía nacional no despegue. Los anuncios de millonarias inversiones no consiguen ocultar la preocupante situación. No me imagino, francamente, que en un contexto como éste el gobierno presente una propuesta de reforma fiscal muy agresiva. Las posibilidades de que ésta tenga un enorme rechazo en la sociedad son altas. Es una mala idea incrementar impuestos en un periodo de anemia económica. Veremos.

Si en el plano económico las cosas se han complicado porque las expectativas no se han cumplido y el entorno externo no ha ayudado, en el plano político el desafío está llegando a niveles estridentes. La muy aplaudida reforma educativa ha entrado en una fase de incertidumbre. Por un lado, el Congreso fue expulsado de su sede y se vio obligado a suspender la discusión de la Ley del Servicio Profesional Docente, que es la columna vertebral de la reforma. El desafío es al constituyente permanente y en ese sentido, atañe a todas las fuerzas políticas que aprobaron la reforma constitucional, pero el gobierno federal tiene la insoslayable responsabilidad de haber hecho una propuesta de ley que no ha convencido a los especialistas y también es el responsable de garantizar la gobernabilidad del país y permitir que el legislativo cumpla con su trabajo.

El tercer frente es el de la seguridad. La situación en Michoacán no parece estar en vías de estabilizarse. Las declaraciones del secretario Osorio sobre el clima de inseguridad que impera en la entidad suscitan todo tipo de inquietudes. Hay que recordar que ya con las fuerzas federales desplegadas en suelo michoacano varios militares fueron secuestrados en la comunidad de Buenavista Tomatlán y hace pocas semanas, moría acribillado el almirante Ramonet. A pesar del despliegue federal no se ha podido encontrar un punto de inflexión que permita suponer que Michoacán puede ganar espacios de gobernabilidad funcional e imperio de la ley. El tema es cada vez más apremiante.

Los tres frentes presentaron indicadores preocupantes que en buena lógica deberían de llevar a los tomadores de decisiones a bajar el tono triunfalista y emotivo de la comunicación gubernamental. Y también a relanzar de una manera decidida los compromisos en el Pacto por México (al cual deben sumar las coordinaciones parlamentarias) para tratar de encontrar soluciones con la máxima legitimidad. No está el horno para bollos ni para quererse pasar de listo. La solución que encontraron para enmendar el despropósito que iban a cometer en materia de transparencia los diputados de la mayoría, demuestra que sí hay formas de reducir tensiones y encontrar salidas constructivas y esperanzadoras.

@leonardocurzio
Analista político

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