6/16/2014

2014, el mundial de las protestas




Por Ricardo Monreal Ávila  @RicardoMonrealA
Vaya forma de jugar futbol y política en Brasil 2014.

Hasta ahora habíamos visto lo “políticamente correcto”: el uso del futbol como arma de comunicación, manipulación y dominación masiva. Dictaduras militares en busca de legitimación, gobiernos autócratas que presumen al mundo su eficacia, lo mismo que democracias emergentes que pugnan por reconocimiento internacional o tecnocracias que empatan calendarios de negociación parlamentaria con calendarios del mundial para aprovechar la mayor distracción del público, todos por igual ven en un Mundial de Futbol o en unas Olimpiadas el medio para alcanzar sus fines.

Sin embargo, Brasil 2014 es el primer mundial de futbol donde sucede lo “políticamente incorrecto”: ciudadanos descontentos toman la cancha pública para dar a conocer al mundo sus demandas, replegar hasta la línea defensiva a su clase gobernante y hacer varios “tiros al travesaño” aún antes del primer juego.

Si no es ahora, ¿cuándo los trabajadores brasileños del transporte público y de los aeropuertos podrían tener una mejor coyuntura para exigir mejoras en suscondiciones salariales y laborales? Si no es en este mundial, ¿en qué otro momento los pobres de las favelas de Río de Janeiro y Sao Paulo podrían salir a las calles a exigir un alto al “Programa de Pacificación”, que no es otra cosa que la reubicación territorial de los pobres para dar paso a la especulación inmobiliaria urbana? Si no es durante el Mundial 2014 y las Olimpiadas del 2016, ¿bajo qué otra circunstancia los sectores de clase media podrían reclamar eficazmente a su gobierno, “en qué te estás gastando los nuevos impuestos que me cobras, si no es en corrupción y en dispendios gubernamentales”?

Con el sólo hecho de lograr por primera vez en la historia deportiva mundial la cancelación de discursos inaugurales, tanto de políticos como de promotores internacionales, el pueblo de Brasil logró una hazaña deportiva única, anotar el cuarto gol del juego inicial, ¡desde fuera del estadio! Se confirmó con ello que este es el Mundial de las Protestas.

Cuando Lula da Silva obtuvo para Brasil el doble play, Mundial 2014 y Olimpiadas 2016, con el compromiso de invertir 8,000 millones de dólares en 59 proyectos de infraestructura, el país crecía al 5% anual, y presumía entre otras medidas la apertura energética (Petrobras), el programa social “sin hambre” y un agresivo plan de inversiones públicas y privadas. Era el punto más alto del Brazilian moment.“Vamos a darnos a conocer como una de las 10 mejores economías del mundo”, dijo en su momento. Obtuvo el premio mayor: la reelección de su partido PT y la victoria de la presidenta Dilma Rousseff.  

Sobrevino la crisis financiera mundial del 2009 y desde entonces todo ha sido cuesta bajo, entre penalties y autogoles.

En una clásica jugada de distracción para evadir la presión del contrario, Lula tiró el balón fuera de la cancha: “En México todo es peor que Brasil… Lo que hacen en materia energética, nosotros lo hicimos hace 20 años”.
Además de un claro offside, ese balón caliente también puede verse como un amigable jalón de marca a lo que queda del Mexican Moment: “Como nos ven, se verán… Así como van, ni se les ocurra pedir para México las Olimpiadas 2024 o el Mundial 2026”.

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